Capítulo 15.

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*Blair Edwards en la foto*

Elizabeth miraba a Mike una vez más. Sin saber por qué, la muchacha se sentía extraña. Como si algo dentro de ella luchara por hacerle darse cuenta de algo de lo que no lo hacía.

– Feliz acción de gracias, Liz... —Comentó Mike, dándose cuenta de la mirada de la niña— ¿Qué tal has dormido? 

– Bien... 

– Feliz acción de gracias, niños... —Dijo Dorothea, entrando en la habitación de Mike— Si no quieres volver con tu padre, siempre lo puedes celebrar con nosotros, Liz... Tengo entendido que Aiden viene de visita.

– Oh, gracias por la oferta, señora Marsh... Pero debo pasar las fiestas con la familia, supongo.

– ¿Sabes si William volverá de su viaje para celebrar con vosotros las fiestas? Lo admito. Mi hijo me ha hecho preguntar... Ya que lo vio hace unas semanas.

– No creo, señora Marsh. —A Elizabeth se le había olvidado que su padre le dijo a la gente del pueblo que William se había ido de viaje a la India— Me llamó el otro día... No creía ser capaz de llegar a tiempo.

– Oh, vaya... Bueno, no lleguéis tarde al colegio. Venga, venga...

– Mamá. Feliz día de acción de gracias... —Sentenció Mike, mirando a su madre.

Ambos muchachos salieron de la casa, dirección a la escuela. Lo que ninguno de los dos sabía era que estaban siendo observados por una figura que vestía completamente de blanco y llevaba un parasol del mismo color. 

En Lexington Academy, las clases seguían su curso como si nada hubiese pasado. La gente no recordaba el altercado en la biblioteca y los que aún lo recordaban no hablaban de ello. No, al menos, hasta que las brujas sacaron el tema.

– Necesitas contárselo a la señorita Lovelace. —Aconsejó Olivia— No puedes perder el control cada vez que te pones nervioso o te alteras...

– Ya es muy raro que los bloqueadores no funcionen contigo... No eres un cambiaformas o un súperhumano por lo que tendrían que bloquear tus poderes...

– ¿Eso es lo raro? —Se quejó Duke, bufando— Ayer, linternita se puso a brillar dejándome prácticamente ciego.

– ¿Eso es verdad? ¿Cómo pasó?

– Pues... Abrahel entró en nuestro cuarto y me colocó las manos para besarme como bienvenida... Y al colocar sus manos sobre mis mejillas, mi cuerpo empezó a brillar...

– Que raro...

– Buenos días, alumnos... —La voz del director Terrance llamó la atención de todos— La señorita Lovelace ha tenido que irse de viaje por asuntos personales. Hasta que encontremos un profesor substituto, las horas de matemáticas la tienen libre.

– ¿Raven, de viaje? —Se preguntó Will— Pero debería estar aquí para enseñarme...

– Señor Morrison. —El director llamó a Will, haciendo que toda el aula lo mirara— Teniendo en cuenta que es usted nuevo en esta institución y no domina sus... Habilidades, deberá seguir con su entrenamiento.

– Pero, señor Morrison... Si la señorita Lovelace está ausente, ¿quién me enseñará a usar mis poderes?

– Yo lo haré. —Una femenina voz sonaba desde la puerta. William la observó a los ojos, sin creerse lo que los suyos estaban viendo.

– ¿Blair? ¿Eres tú?

– Hacía mucho que no nos veíamos... ¿No es así, William?

William miraba a su amiga de la infancia. Había cambiado. Y si se encontraba allí, significaba que era una bruja como él. ¿Sería alumna?

– Veo que ya os conoceis... Blair es nuestra mejor alumna de último curso. Seguro será la mejor opción para usted, señor Morrison. A partir de ahora, hasta nuevo aviso, los bloqueadores no le afectan, señorita Edwards...

– De acuerdo. —Sonrió la rubia, volviendo a mirar a su amigo— Vamos, William... Tenemos mucho que hacer.

– De... De acuerdo...

Ambos muchachos caminaron hacia el laberinto del silencio. Una vez allí, vieron como algo caía del cielo, creando un fuerte agujero contra el suelo.

– ¿¡Pero qué coño!? —Exclamó William, corriendo a ver que pasaba— ¡Abrahel! —Exclamó, al ver que se trataba de la demonio.

– ¡No la toques, William! —Beau apareció allí, al oír el estruendo— ¡Si lo haces, la matarás!

– ¿Qué?

William estaba en shock. Beau se acercó, colocando su mano cerca de la malherida demonio. Cuando vio que era seguro tomarla en brazos, la sujetó, mirando a William y a Blair.

– Tienes que curarla, Blair... Llevémosla al altar de piedra.

– Pero necesita un hechizo avanzado de curación, señor Lâforet... Está más muerta que viva.

– William puede curarla. Solo necesito que hagas de canal.

– ¿De canal? —Preguntó la rubia, mirando a su amigo de la infancia— ¿Por qué William necesita un canal?

- Larga historia... No hay tiempo. Si quieres un resumen: La condición actual de William le hace imposible completar con éxito el objetivo. No dolerá, te lo prometo.

Una vez llegaron al altar, Beau posó a una mal herida Abrahel sobre la fría piedra y ésta comenzó a gritar de dolor. Beau y Blair sujetaron a la demonio, la cual no paraba de moverse a causa del fuerte dolor que estaba sintiendo.

– ¡William! ¡Coloca las manos sobre los hombros de Blair! ¡Blair, coloca tus manos sobre el pecho de Abrahel! ¡Will no dejes de pronunciar Caelestis Sanguinem, Curatio Daemon!

William hizo caso a su profesor. Sus manos brillaron con fuerza, pero no con la misma fuerza con la que brilló cuando Abrahel colocó sus manos sobre las mejillas del brujo.

Blair, al traducir las palabras de su profesor, se quedó perpleja, sintiendo una gran calidez sobre sus hombros. Sus manos brillaron también, con menos fuerza.

Las heridas de Abrahel sanaban y la muchacha lentamente abría los ojos. Beau, al ver que ya estaba en mejores condiciones, decidió dejar a la muchacha en su habitación, desapareciendo de allí. No, sin antes hacerle olvidar a Blair lo que había pasado con la demonio.

La rubia, que pestañeó varias veces, juntó sus manos en una palma, teletransportando a William a otra dimensión.

– Bien. Aquí dentro puedes usar tus poderes sin que los bloqueadores nos sientan... Al estar en un espacio diferente en el mismo tiempo, lo que estemos aquí dentro, estaremos ahí fuera. ¿Entendido?

– Sí.

– Muy bien, ¡prepárate!

Blair formó una bola de fuego con una de sus manos y se la lanzó poco después a William, el cual flexionó su espalda, esquivando el proyectil, el cual pasaba rozándole el cabello.

– ¿¡Primero no deberías enseñarme a como canalizar mi magia!?

– ¿¡Qué mejor forma de hacerlo que ponerte en un estado de defensa y alerta!?

Esas palabras le recordaron a las que Raven Lovelace soltó el primer día que había llegado allí. Blair no dejaba de lanzarle proyectiles una y otra vez.

– ¡Para! —Exclamó William, sintiendo cada bola de fuego más cerca.

– ¡Defiéndete! —Exclamó la rubia, lanzando una aún más grande.

Esa era imposible que William la esquivara. Pivotó el pie, colocó sus manos al frente y se concentró en apagar esa gran bola de fuego.

Un torbellino de agua salió de sus manos, extinguiendo aquel proyectil. Volvió a estirar los brazos, lanzando más torbellinos hacia la muchacha, que los esquivaba ágilmente.

Finalmente, William se abalanzó sobre ella, golpeándola con un torbellino. La rubia se levantó, se colocó bien el cabello y sonrió.

– Vamos enserio, ¿eh? —Y dicho eso, sus dedos empezaron a sacar rayos.

Tras La Puerta Del Infierno [Remastered]Where stories live. Discover now