Capítulo 34.

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El mundo empezó a temblar, creando fallas y grietas por todos lados. De debajo de la Tierra, se elevaron miles de sombras de humo negro, poseyendo los cuerpos de miles de personas. Del cielo, unas esferas de alquitrán se precipitaban contra el suelo, destruyendo todo lo que había a su paso.

– El fin del mundo... —Musitó William, viendo desde el Altar de Piedra todo lo que estaba pasando.

– William... Lo siento. —Dijo Shawn, abrazando a su mejor amigo— No pude hacer nada contra Astaroth... De haberlo sabido...

– La culpa no es tuya. Lo que importa es que estás a salvo...

– ¿Will? —Preguntó Elizabeth, retrocediendo unos pasos— ¿¡Qué es eso!?

Una esfera de alquitrán empezó a moldear la figura de una persona, terminando por darle forma y aspecto humano. William hizo aparecer la daga de doble hoja, colocando a su hermana pequeña y a su mejor amigo detrás suyo. 

– Es un Leviatán. —Sentenció el Híbrido, tensándose— Tened cuidado.

– ¿Un Leviatán? Creía que los Leviatanes eran monstruos marinos...

– Y lo son. Pero son capaces de moldear su cuerpo como una persona normal.

El Leviatán abrió la boca, dejando caer un agudo chasquido ensordecedor. Una larga lengua de doble punta salió de la boca del monstruo, el cual corrió veloz a por sus presas. William se teletransportó frente al Leviatán, clavándole la daga en el cuello, haciéndolo explotar. El Híbrido se llenó de alquitrán, el cual volvió a unificarse, para reconstruir al monstruo.

– Oh, vamos... —Dijo William, teletransportando a su hermana y a su mejor amigo a la escuela.

El muchacho se teletransportó tras esquivar el ataque del monstruo, que dejaba escapar un agudo alarido cuando éste se quedó completamente solo. Mike besó a Elizabeth en cuanto la vio frente a sus ojos, Olivia abrazó a Duke, quien la besaba en la frente y Katia se acercó a William, con los brazos cruzados.

– ¿Por qué lo has hecho? —La voz de Katia alertó a Will, quien la miraba a los ojos.

– Si hubiera salido de allí sin los cuatro Jerarcas, el demonio jamás hubiera dejado el cuerpo de Shawn y hubiese destruido los frascos con el alma de mi hermana y de mi mejor amigo. Hubieran muerto para siempre.

– Eso no es excusa, William... —El Híbrido se acercó a la muchacha pero ésta se alejó. A su lado, aparecían los profesores, quienes corrieron al exterior. William sujetó el brazo de la bruja, evitando que saliera.

– Katia, por favor... Entiéndeme. ¿Qué hubieras hecho tú en mi lugar? ¿Qué hubieras hecho tú si fuera Duke y Olivia los que estuvieran atrapados en el Otro Lado?

– Yo... —La rubia agachó la mirada— Es igual, William. Ya has tomado una decisión. Has condenado a la Humanidad.

– ¿Will? —La voz de Elizabeth sonó en un susurro— Creo que deberíais mirar al cielo...

Todas las miradas se dirigieron hacia donde la hermana de William señalaba. Entre las negras nubes, se había formado un gran agujero. Y de él, la sombra de cuatro caballos con sus respectivos jinetes, descendían hacia la Tierra, despareciendo al llegar.

En Lexington se había desatado el caos. La gente gritaba aterrada, huyendo de Leviatanes, demonios y criaturas sobrenaturales desatadas. Delia salía de la casa de los Morrison, tratando de ayudar a todos aquellos a los que pudiese ayudar. George, Aiden, y su madre, salieron detrás de la vampiresa, la cual se estaba enfrentando a una niña pequeña, controlada por un demonio.

– Yo los conozco... —Musitó la madre de Aiden y Mike, con la cara desfigurada— Es la hija de los Thompson...

– Ya no. —Sentenció Aiden, colocándose frente a su madre— Ten cuidado, mamá... Ya nadie es quien era antes...

– Huelo a vampiro... —Comentó un niño poseído por un demonio, matando a su madre, que no paraba de gritar.

– ¡Parad! —Exclamó George Morrison, mostrando una gran espada— ¡O acabaré con vosotros!

– ¿Lo has oído? —Comentó otro— Dice que va a acabar con nosotros...

– ¿Quién se supone que eres? —Preguntó un tercero.

– Mi nombre es George Morrison. —Sentenció el padre de William— Y soy el padre del Híbrido.

Los demonios retrocedieron al oír eso. El miedo pudo palparse en sus cuerpos. Aunque el Híbrido hubiese sacado a los cuatro Jerarcas del Otro Lado, había matado a muchísimos demonios al rescatar a su hermana. Ysi aquel era el padre de ese monstruo, los demonios debían andarse con ojo.

– Y yo soy Delia Morrison. Su madre.

– La vampiro que olía...

Aiden apareció por la espalda de los demonios y decapitó al niño, haciendo que su madre soltara un grito ahogado. Éstos, al darse cuenta, fueron a atacarle. Pero Delia le rompió el cuello al más cercano y George le clavó la espada en el corazón al otro.

– ¡Mirad el cielo! —Exclamó la señora Marsh, señalando un gran agujero en él.

– No... Los cuatro Jerarcas han liberado a los cuatro Jinetes del Apocalipsis... Hambre, Peste, Guerra y Muerte son libres...

– ¿¡Los cuatro Jinetes!? —Exclamó Aiden, mirando al cielo— Eso quiere decir...

– Así es, Aiden... —Dijo George, sin desviar la mirada de los cuatro Jinetes— El fin del mundo ha comenzado... 

Tras La Puerta Del Infierno [Remastered]Där berättelser lever. Upptäck nu