Capítulo 3.

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*De izquierda a derecha: Raven Lovelace, Rebekah Terrance y Peter Terrance*

William no sabía si dar media vuelta, y seguir a su hermana, o seguir su camino hasta Lexington Academy. Se decantó por la segunda, ya que si algo sabía bien era que su hermana odiaba que él la viera llorar. 

En el bosque de camino al internado, decidió sentarse bajo un árbol para poder escribir en su diario. Lo sacó del bolsillo de su chaqueta y comenzó a escribir todo lo que le pesaba en el corazón.

Querido diario: Mi padre me ha encerrado en un internado de damas y caballeros muy raro que me da muy mala espina. Al fin y al cabo, si en el pueblo se dice que ese lugar está maldito, habrá una razón.

Profesores que aparentan tener la edad de los alumnos, la puerta para salir completamente abierta, la secretaría de cabello rubí, el misterioso toque de queda a las diez de la noche... Llámame loco, pero diría que mi padre me ha enviado allí porque sabe lo que se cuece tras la puerta del infierno. Y si es así, sólo él podrá darme respuestas a mis pre

La hoja en la que William estaba escribiendo se manchó de una viscosa y oscura mancha roja que cayó estrepitosamente del cielo. Al probarla, identificó el amargo sabor de la sangre. Rápidamente, se levantó y limpió la hoja como pudo. Una vez terminó, se pasó la mano por la nariz para comprobar si era él quién sangraba. Al no ser así, levantó la mirada, para ver como el cadáver de una chica joven se precipitaba de una de las ramas del árbol en el que se encontraba. 

– Pero qué...

Will se acercó para inspeccionar el cuerpo. La muchacha estaba completamente magullada, llena de cortes y heridas. En su cara, se había quedado fija la expresión del más puro terror. Estaba huyendo de algo o de alguien... Pero, ¿qué era capaz de dejar marcas como esas?

– Tenemos que enterrarla. —Sentenció una femenina y firme voz tras el muchacho. Éste se colocó en posición de defensa, mirando fijamente a la mujer que hablaba— La gente de Lexington no puede verla...

– ¿Quién eres y por qué deberíamos hacer eso?

Will se fijó en la mujer. Vestía un vtóestido bastante formal y su pelo, negro azabache, apenas le llegaba hasta los hombros. Sus ojos eran oscuros, aunque, por un instante, a William le pareció ver como tomaban un color morado. 

– Mi nombre es Raven Lovelace. ¿Por qué? Obsérvala. —Raven señaló el cadáver, el cual comenzaba a tener un aspecto mugroso y putrefacto— Eso solo lo ha podido hacer una bestia... Y si el pueblo lo supiera, saldrían a su caza.

– Y todos podrían terminar igual... —Susurró William, pensando en su hermana pequeña.

– Se equivoca, señorita Lovelace... —Una sombría voz masculina sonó desde lo alto de uno de los árboles de la zona.

– Las bestias siguen haciendo clase en Lexington... —Otra voz igual de sombría, aunque aquella vez femenina, sonó desde lo alto de otro árbol.

– ¿¡Peter!? ¿¡Rebekah!? —Exclamó la mujer, palideciendo— ¿¡Habéis sido vosotros!?

– ¿Qué puedo decir? —La voz que correspondía a Peter sonó aún más cerca— Estaba aburrido... Así que decidí ir a dar una vuelta para divertirme. Es su culpa por andar sola por el bosque...

– ¡No podéis saltaros las normas! ¡Debéis cazar, beber y borrar la memoria! ¡No podéis jugar con vuestras fuentes de alimentación hasta matarlas! 

– ¿Y qué va a hacer? —La muchacha llamada Rebekah apareció frente a la mujer, quien estiró la mano por acto reflejo— ¿Chivarse a nuestro tío?

Tras La Puerta Del Infierno [Remastered]Where stories live. Discover now