Capítulo 31.

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Mike y William seguían corriendo. La roca gigante los acechaba y cualquier paso en falso podría significar la muerte. Saltaban ramas, esquivaban piedras, rodaban entre troncos... Hacían todo lo posible para no ser aplastados. Pero un seto se interpuso entre ambos muchachos.

– ¡William! —Exclamó Mike, frenando para no chocarse con el seto.

– ¡Mike! —Exclamó el Híbrido, dándose cuenta de lo que ocurría— ¡Maldición!

– ¡No te preocupes! ¡Aquí hay un nuevo camino! ¡Ya nos encontraremos!

– ¡No te muevas! ¡Nadie que no sea brujo puede salir del laberinto por sí mismo! ¡Morirás aquí dentro! ¡Buscaré una forma de llegar hasta ti!

– ¡No hay tiempo! ¡La roca me seguirá! ¡Lo siento!

– ¡Mike! ¡No te muevas! ¡Mike! ¿¡Mike!? —Nadie le respondió— ¡Maldita sea, Mike!

William siguió corriendo por los pasadizos frente a él. Mike corría huyendo de la roca, la cual se había propuesto aplastarlo. Al llegar a un claro, se dio media vuelta, viendo como la roca desaparecía delante de sus propios ojos.

– Un humano... —La voz de una mujer hizo desenvainar la espada a Mike.

Una mujer con un vestido de cuero negro ceñido y atado en tiras, que mostraban prácticamente todo su cuerpo, apareció frente al humano, quien se puso en posición de defensa.

– Eres valiente, debo admitirlo... —Su voz era sensual, como si sintiera placer por tener a Mike a su merced— Aunque eso no evitara que te mate, guapo...

– ¿¡Quién eres!? ¡Dime dónde tenéis a Elizabeth!

– Oh, vaya... El héroe viene a rescatar a la damisela en apuros. Qué caliente me pone eso... A tu pregunta... —La mujer desapareció, apareciendo detrás del oído de Mike, el cual lamió antes de hablar— Soy Lilith.

Mike cortó el aire, atacando a la demonio que le susurraba en el oído. Ésta, que era más rápida, ya se había teletransportado para cuando el humano atacaba.

– ¿Lilith? ¿La primera esposa de Adán? La leyenda dice que, cuando conociste a Lucifer, decidiste dejar el Paraíso para reinar a su lado, creando a los Lilim. Los demonios más poderosos de ese momento.

- ¿Qué quieres que te diga? Los hombres... —Se teletransportó frente a él, agarrando a Mike de la entrepierna— Con su fuerza, sus músculos, su... Dureza...

– ¿Vas a seguir dándole a la lengua o vas a luchar? —Preguntó, tratando de clavarle la espada.

– Oh, vaya... ¿Así que quieres jugar al doble sentido, verdad? No me hagas despertar al amigo entre tus piernas, querido... Sería demasiado fácil.

Lilith levitó a Mike y giró la mano, dispuesta a romperle el cuello. Pero una lanza voló hasta ella, clavándose en su hombro. Del aire apareció Evan, quien iba en busca de Aaron.

– Lilith. ¿No deberías estar pudriéndote en el infierno? Si quieres puedo volver a enviarte ahí.

– Vaya, vaya, vaya...  Si es uno de los cuatro Guardianes del Equilibrio. ¿Cómo está Aaron? Oh, esperad... En nuestro bando. —Lilith rió, a la vez que sintió como algo se clavaba en su frente.

Al mirar arriba, se encontró con la espada que poseía Mike. Éste se la había lanzado cual cuchillo y el arma se había clavado limpiamente en la frente de la demonio. Ésta, cabreada, se arrancó la espada de golpe, lanzándola con fuerza y rapidez contra el humano.

El agudo sonido del hierro chocar contra otro hierro alertó a las tres personas que se encontraban en el claro. Sobre uno de los setos, se podía ver una figura con grandes alas blancas que iban por encima de su cabeza hasta prácticamente sus pies.

Tanto la espada de Mike como la daga de doble filo de William estaban clavadas en el suelo. El serafín se teletransportó junto al hermano pequeño de su ex novio e hizo desaparecer la daga, para hacerla aparecer de nuevo en su mano.

Katia abría los ojos una vez escuchó el metálico sonido de dos hierros chocar. Frente a ella se encontraba Caleb, uno de los dos Guardianes del Equilibrio, el cual la tenía sujeta por la cintura con una mano y bloqueaba el hacha de Tristana con la otra.

– ¿Estás bien? —Preguntó el Guardián, mirando a la rubia.

– S... Sí... —Respondió la bruja, sonrojándose— Gracias...

– Cuando he visto que estabas en peligro, no he podido evitar desviar mi ruta. Al fin y al cabo, somos un grupo. Y los compañeros de grupo se ayudan entre ellos.

– ¡Menos hablar y más morir! —Exclamó Tristana, lanzando otro ataque contra los dos muchachos, que ahora saltaban para esquivar el hacha.

– ¡Tristana, por favor! ¡Aún puedes ayudarnos a detener a los Hombres Sombra! ¡Siento mucho lo de Igor! ¡Por favor, Trish! 

– ¡Jamás! ¡Los Cuatro Jerarcas volverán a este mundo y no podréis hacer nada para evitarlo! 

– Lo siento, Katia. —Sentenció Caleb, teletransportándose frente a Tristana, cortándole la cabeza con el hacha.

– ¡Trish! —Exclamó la muchacha, cayendo de rodillas.

Katia empezó a llorar por la muerte de su amiga, recordando el primer día que Olivia y ella llegaron a Lexington Academy. El día en que conocerían a Tristana, las cuales sería su modelo a seguir.

Algunos años atrás...

Olivia y Katia cruzaban las puertas de Lexington Academy en completo silencio. Durante años, habían estado solas. Durante años, solo se habían tenido la una a la otra. Y eso había funcionado a la perfección.

Al llegar al despacho del director, este les dio una cálida bienvenida. Al salir, se encontraron con una muchacha sentada en una silla en la secretaría.

– ¿Señorita Novier, a qué se debe su visita?

– Zachary me ha echado de clase por lanzarle bolas de papel en llamas a Igor. Oh, espera... ¿Estas dos brujas saben lo que pasa en este internado o aún no?

– Sí, señorita Novier. Lo saben. Han venido por su cuenta...

– Encantada. Yo soy Katia, ella es mi hermana Olivia.

– Yo soy Tristana, pero todos me llaman Trish. Bueno, excepto los profesores y el director... Creen que, para que los humanos no sospechen de este lugar, deben enseñarnos a ser todos unos caballeros y unas damas. 

– Adelante, Trish... Siéntate en una silla. Señoritas Parker, Marie les dará los mapas con su llave de habitación y su uniforme. Deberán asistir a su siguiente clase, así que no se entretengan.

En la actualidad...

Caleb se agachaba junto a la muchacha, rodeándola entre sus brazos. Supuso que aquella chica era importante para Katia, por lo que decidió no abrir la boca. Una vez la muchacha se restableció, ambos siguieron hacia delante.

– El Híbrido... —Dijo Lilith, con su voz sensual— Tenía ganas de verte en acción...

– Yo también, Lilith. —Sentenció una voz masculina frente a la mujer, siendo atravesada por una espada de fuego.

Elemiah apareció frente a los muchachos, los cuales no lo vieron llegar. Lilith dejó caer un grito de dolor que resonó por todo el laberinto. Antes de morir, la demonio se teletransportó, desapareciendo de allí.

– Sigamos. —Sentenció William, alcanzando a su entrenador, quien le regalaba una sonrisa al verle.

– Gracias, Will. —Dijo Mike, deteniendo al susodicho, quien se dio media vuelta— Si no llegas a aparecer...

– Ni lo menciones. Estamos cerca... Puedo sentirlo.

Y los cuatro muchachos corrieron hacia la única salida de aquel claro.

Tras La Puerta Del Infierno [Remastered]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora