Capítulo 33.

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*De izquierda a derecha: Shira, Zebulón, Seúl, Ajiel y Kadosh.*

William no podía creer lo que sus ojos estaban viendo. Su mejor amigo no podía liderar a los Hombres Sombra. Ni siquiera sabía que era una criatura sobrenatural como él.

– No es cierto... Tú no puedes ser uno de ellos... —Comentó William, retrocediendo.

– ¿Por qué? ¿Crees que me hice tu amigo por gusto? Quizás, solo te utilizaba desde el principio.

Aquel comentario hirió más a William que cualquier herida de alguna de sus batallas hasta ese preciso momento. Elemiah colocó su mano sobre el hombro del Híbrido.

– No le hagas caso... —Le dijo, mirándolo fijamente a los ojos— Es Astaroth quien habla. Es el demonio que lo posee quien cree eso. No está diciendo la verdad.

– ¿¡Es eso cierto!? —Exclamó William, mirando al que había sido siempre su mejor amigo. Los ojos del otro muchacho se volvieron completamente negros.

– Yo solo digo lo que tu amigo aquí dentro piensa.

– ¡Libéralo, Astaroth! —Ordenó el Híbrido, haciendo reír al demonio.

– ¿Y dejarlo morir? Oh, ya... No lo sabes...

Shawn, o, al menos, el demonio que lo poseía, se quitó la camiseta y mostró sobre su trabajado cuerpo, varias cicatrices de apuñaladas.

– Shawn murió hace tiempo... Mientras yo lo dominaba. Si dejo su cuerpo...

– Morirá instantáneamente. —Sentenció William, cerrando el puño.

– Aunque hay una forma de salvarle. Ir al Otro Lado y traer su alma de nuevo con el hechizo de retorno que devolverá a los Cuatro Jerarcas a este mundo.

– Lo siento, Shawn... Si aún sigues ahí dentro, lo siento. Pero no voy a hacerlo. —William hizo aparecer la daga de doble filo en su mano y la lanzó como si se tratara de un bumerán.

Se escuchó un golpe metálico. Todos miraron al origen del sonido y vieron como la daga se clavaba en el suelo, con una especie de aro dando vueltas en él como si de un hula-hoop se tratara.

Ambas armas se encontraban a centímetros de Evan, por lo que no había que ser muy listo para saber que el objetivo del desconocido tirador era uno de los dos Guardianes del Equilibrio que querían evitar la resurrección de los cuatro Jerarcas.

– Pero eso es... —Musitó Caleb, observando el arma en el suelo.

– William Morrison. —Sentenció la voz de una chica— También conocido como el Híbrido. Veo que las leyendas sobre ti se quedan cortas... Aunque te recuerdo, que son dos.

Dicho eso, las armas de Evan y Caleb, los cuales corrieron a recuperarlas, fueron cortadas por un segundo disco blanco que volvió a su poseedora.

– Shira. —Sentenció William— La portadora de la sexta arma. Los chakram de plata. ¿Tú también traicionas a los Guardianes del Equilibrio?

– No os lo toméis como algo personal. Digamos que fue un error encarcelar a los Cuatro Jerarcas y que hay que liberarlos.

– ¿Y empezar el fin del mundo? —Preguntó Caleb, levantando las manos cuando su Aaron le apuntó con el arco.

– Qué dramático eres a veces, Caleb...

– ¡Ya basta! —Exclamó Shawn, lanzándole una daga a Elemiah, la cual se clavó en el pecho del serafín.

– ¡Elemiah! —Exclamó William, corriendo hasta su entrenador, sujetándolo entre sus brazos— ¡Puedo curarte! ¡Puedo curarte! ¡Aguanta! ¿¡Vale!? ¡Aguanta!

Tras La Puerta Del Infierno [Remastered]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum