(Por: Emmeline)
Intentaba con todas mis fuerzas recordar algo de los ejercicios de respiración de James pero mi cuerpo no me hacía caso. Me derrumbé sobre la hierba del bosque de Diringher como si fuera un mullido colchón de plumas.
Habíamos escapado. Respirar podía esperar.
—Mel —susurró Nina—. ¿Estás bien?
Abrí mis ojos para poder mirarla.
¿Que si estaba bien? Era yo quien debía hacer esa pregunta.
—Sí —respondí en cambio—. ¿Tú lo estarás?
Ella tragó saliva pero asintió. Había un dolor extraño en sus ojos, y supe que solo empeoraría. Todavía no habíamos tenido tiempo de discutir nada.
—Hazlo —susurró ella.
Tragué saliva y asentí. Extendí mi mano hacia el oeste, donde podía distinguir con claridad los tejados de Diringher y envié un mensaje a Rushton. Era simple: "Código negro en la zona 16A del bosque. Emmeline Swift".
Era mi primer mensaje en clave de la Cofradía.
Irina estaba enviando uno a su padre.
—¿Mensajes de la Cofradía? —Murmuró Kyle.
Lucía terrible, con varios golpes que empezaban a hincharle la cara y un hilo de sangre que goteaba desde su sien izquierda.
—Sí —respondí secamente.
Repentinamente, James empezó a moverse. Irina le acarició el rostro con una mirada que me hizo temblar.
Finalmente, nuestro amigo abrió los ojos.
—No estás muerto —dijo ella.
—Hago lo que puedo. Trataré con más ganas la próxima vez.
Y luego volvió a desmayarse, con una sonrisa en los labios.
Irina pareció quitarse un gran peso de encima.
—Antes de que lleguen —dijo con seriedad—, necesitamos un plan. Un buen plan. Investigaremos todo después. No se alejen de nosotros. Las familias van a intentar llevárselos, pero hablaré con mi padre para que se queden. Hagan que sus familias vengan a verlos, no dejen que los manden con ellos. Tenemos que estar juntos.
—¿Cómo logramos escapar? —Preguntó Kyle repentinamente.
—El ritual —respondió Nina con rapidez. El tiempo se agotaba, iban a estar aquí de un momento a otro—. Me di cuenta que el ritual me devolvió la magia por un momento, quizás porque era más poderoso que su conjuro de encadenamiento, y pude soltarme.
Eso me hizo recordar algo. Todo esto era culpa mía. Tragué saliva con dificultad.
—Lo siento tanto, Nina. Si no hubiera...
—No es culpa tuya, Em —me cortó ella. Sus ojos eran duros y supe que podría golpearme si volvía a insinuar que tenía la culpa de algo—. No podíamos saber que ellos dejaron el libro allí y además, tú los escuchaste, descubrimos algo más. Hablaremos de eso luego, cuando podamos.
De repente, James empezó a toser e Irina devolvió toda su atención a él.
—¿Qué pasa? —Gritó con pánico—. James, respira. ¡James!
Kyle la hizo a un lado con dificultad y volvió a echar a James sobre la hierba. Le abrió la boca y echó su cabeza hacia atrás. Luego, empezó a darle golpes sistemáticos en el pecho.
—Le deben haber lanzado un conjuro de efecto retardado —murmuró con rabia—. Idiotas.
James se estaba poniendo verde.
—¡Kyle! —Volvió a gritar Irina.
Al darse cuenta que no estaba funcionando, Kyle se puso de pie.
—Retrocedan —nos espetó.
Irina no lo dudó. Corrió hacia mí y me levantó en vuelo para alejarme. Hubo un sonido de choque y James gritó.
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Hola a todos! Disculpen la demora en subir capítulos, estos días han sido de locos con la situación que está viviendo Perú por las lluvias y huaicos.
¡¡Solo queda un capítulo para terminar el libro!! Como dije al inicio, ustedes pidieron esta secuela, así que no se quejen del final y empiecen a exigir el tercer libro, porque no estará listo por al menos DOS AÑOS MÁS.
Los quiero,
Vale