Órdenes

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(Por: Emmeline)
Empezaba a dolerme el costado de tanto correr pero no podía dejar a Nina así. Revolví su baúl hasta que encontré lo que estaba buscando. De mi cuello, saqué la llave que me había regalado como símbolo de confianza hace varios años.

El cofre estaba lleno de bolsas y algunas esferas que, adiviné, eran las bibliotecas de Nina. Eran más algo por recordar ya que obviamente no podía acceder a ellas.

Ignoré cualquier otro dolor y me concentré en seguir hacia delante.

Cuando entré de nuevo al baño todos me observaron con desconfianza. Irina estaba trepada sobre una de las divisiones del baño mientras James se había librado de su abrigo para ofrecerle la muñeca.

—¿Qué? —les solté—. ¿No habrán creído que realmente estaba huyendo?

Empujé a Kyle fuera de mi camino y saqué la bolsa de mi bolsillo.

A Irina se le escapó un rugido pero cerró los ojos para concentrarse. Pude ver que había dejado de respirar.

—Dame eso —dijo James quitándome la bolsa.

—¡James! —grité de vuelta—. Déjame hacer esto.

—No me importa—la voz de James sonaba como si tuviera cincuenta años—. Voy a manejarlo mejor que tú.

—James, no...

—En un combate físico soy yo quien tiene mejores oportunidades—dijo con rapidez—además, ya me está matando verla así.

Lamentablemente, él tenía razón sobre la parte física.

Se acercó a Nina con cuidado y no soltó ni una queja cuando ella le arrebató la bolsa con un movimiento que podría haberle quebrado la muñeca a alguien de no ser porque James se movió con rapidez. Irina saltó dentro del otro baño y cerró la puerta. Sabía que no le gustaba que la vieran alimentarse así que detuve a James cuando intentó forzar la puerta.

Él pareció entenderlo y esperamos.

La puerta se abrió y Nina apareció tambaleante. Tenía la mitad de la cara llena de sangre.

Estaba aterrorizada. Irina nunca era desordenada al alimentarse y sabía exactamente cómo hacerlo sin armar un desastre.

Ahora, era demasiado evidente que se moría de hambre y no pudo controlarse. Su lengua seguía intentando alcanzar más sangre de su rostro. Incluso se estaba chupando un dedo.

—Gracias —susurró hacia mí—. Creo que debo ir al bosque y...

Dio un paso y se tambaleó. James estuvo allí al instante para tenerla de vuelta sobre sus pies. Hubo un segundo de tensión antes de que Irina volviera a recluirse en el baño y cayera al piso.

—Todavía debe tener hambre —dijo James—. Necesitamos más sangre.

¿Más sangre?

—Ella no va a tomar la de ninguno de nosotros —dijo Kyle.

—¿Hay más bolsas? —me preguntó con una expresión que solo había visto antes en mi madre, después de que una misión dejara a papá en el hospital por una semana. Era la misma que puso al preguntarle al doctor si encontrarían un donante O negativo.

Asentí y James relajó un poco los hombros.

—Bien...Emmeline, trae más sangre. Kyle, por si acaso, trae comida.

Parecía tan seguro de sí mismo que acepté su liderazgo en ese momento. Los dos asentimos y nos apresuramos fuera del baño. Detuve a Kyle un segundo.

—Pastel de arándanos estará bien....le encanta.

Sin embargo, Nina no pudo tragar ni un pedazo. Lo único que se llevó al estómago fueron las siete bolsas de sangre que conseguí traer. Finalmente, ella pudo ponerse de pie y lucir normal otra vez. O lo más normal que podía conseguir con la ropa aún llena de sangre.

—Perdón por el espectáculo —gruñó cuando despedimos a los chicos.

—Al menos animaste un poco la noche —intentó bromear James. Ella le sonrió con cansancio y cerró el pasillo con el cuadro. Luego, me dirigió una mirada preocupada.

Ellos no podían saberlo pero acababa de terminarse las bolsas que tenía para todo el mes.

La señal del vampiro (Igereth #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora