Ofrecimiento

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(Por: Kyle)

Irina había dado un giro completo desde que la habíamos visto hace una hora.

Su cabello estaba sucio y desordenado, a su blusa le faltaban varios botones y las medias antes inmaculadas estaban rasgadas. Había marcas de dedos en sus piernas, como si ella misma hubiera intentado arrancarse la piel.

La adrenalina me quemaba las venas cuando nos gruñó.

—Fuera de aquí.

Al instante, Emmeline volteó hacia nosotros.

—Háganle caso chicos. Si los descubren aquí, tendremos problemas.

Pero James ni siquiera consideró dejarla encargarse de todo y la rodeó para acercarse.

—¿Estás sedienta?

Irina no le contestó. Empezó a hacer sonidos estrangulados, como si quisiera vomitar pero no tuviera nada en el estómago.

—Irina, ¿necesitas sangre?

Ella lo miró furiosa pero no dijo nada. James se arrodilló junto a ella y le ofreció la muñeca. A Emmeline se le escapó un jadeo.

—Anda, toma la mía.

Irina retrocedió tan rápido que chocó contra la pared y un par de azulejos se resquebrajaron. Parecía un animal acorralado.

Los colmillos asomaron en toda su extensión a pesar de sus obvios intentos de mantenerlos dentro y le cortaron la piel. Su sangre, negra y viscosa, empezó a deslizarse por el borde de su barbilla.

James dio otro paso en su dirección.

Tenía que estar bromeando. Cuando un vampiro estaba así de sediento, era totalmente impredecible. Irina empezó a moverse y yo me preparé para detenerla, aunque solo iba a terminar con los huesos rotos.

—No lo hagas James, podría matarte.

No sé por qué siquiera lo intentaba. En la historia de nuestra amistad, James nunca escuchaba la voz del sentido común.

—Irina —insistió él, previsiblemente—. Vamos, necesitas sangre.

Ella negó con la cabeza y volvió la cabeza en dirección contraria.

—Solo necesito relajarme. Fui al bosque hoy en la mañana.

Emmeline frunció el ceño ante su afirmación y luego se acercó a James de forma decidida.

—James, salgan de aquí. Nina, puedes tomar mi sangre y luego averiguamos qué pasa.

Eso la volvió incluso más salvaje. Prácticamente trepó por la pared pero solo consiguió arrancar más azulejos.

—Se los he dicho, ¡fuera de aquí!

Emmeline se quedó quieta durante varios segundos, sosteniendo la mirada de Irina. Finalmente, le dio la espalda y salió corriendo del baño.

La señal del vampiro (Igereth #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora