Un dolor de cabeza

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(Por: Emmeline)


La semana siguiente pasó con Irina estando cada vez más irritada.
—No me gusta nada esto— insistía mientras recorríamos la academia de vuelta a nuestra habitaciones.

—Hey, con todo el mundo fuera esto es casi agradable —rebatí.

La mayoría de gente se había ido desde el viernes por la noche y para hoy apenas quedaban un puñado de personas.

—Sabes que no hablo de esto. He estado yendo a las cosas más complicadas de la apelación, pero sigo sin encontrar un motivo para que no nos dieran la libertad.

—Pero Nadia Gakhel dijo...

—Sí, pero nada explica que nos declararan criminales peligrosos. James tenía razón. A nadie se le ocurriría pensar que Driggers no pensaba matarnos. Es increíblemente extraño que no hayan considerado ese argumento a nuestro favor hasta el día de la audiencia.

—¿Pero no es lo común?

—No, la defensa propia suele ir a favor de los acusados. No está reglamentado para dejarlo en manos del consejo. Pero somos estudiantes, de modo que es absurdo. Lo que me lleva a pensar que tienen un argumento que no puedo imaginar para hacerlos dudar sobre que actuamos en defensa propia o que hay alguien que nos quiere encerrados aquí por otro motivo que tampoco alcanzo a imaginar.

—Es solo una navidad —intenté animarla—. Además, mis padres vendrán a vernos y por fin podrás conocerlos.

Irina sacudió la cabeza e intentó sonreír.

—Espero que no les dé un ataque, sobre todo a tu madre.

—A mamá podría darle un ataque...de la emoción. Va a saltar como una niña pequeña —suspiré—. Papá va a tratar de calmarla y se olvidará del miedo. En conclusión, te van a adorar...

Me detuve a media frase cuando doblamos el pasillo y nos topamos con Karelle Lamont y su mejor amiga, Ayleen. Ambas nos miraron con algo muy cercano al desprecio.

—Solo las peores se quedan aquí para navidad —comentó Karelle .

Quise decirles sobre la Cofradía pero estaba segura que eso era una violación a las normas. Además, no estaba segura de que ser una criminal convicta las inclinaría más hacia temerme que a burlarse.
—Sí, y ni siquiera llevan un mes aquí.

Karelle bufó con superioridad.

—Déjalas ya Ayleen, son solo perdedoras.

—Sí, dejemos de hablarles, tal vez nos contagian algo.

—Feliz navidad —agregó Karelle con ironía.

Las dos hicieron ademán de seguir adelante, hasta que Irina habló:

—Sí, gracias, quisiera saber a quién tuvieron que chupársela para poder salir este año.

Incluso yo me quedé en shock. Nunca había oído a Irina decir algo parecido.
Karelle hizo un sonido de indignación y Ayleen tropezó con sus propios pies mientras Irina gruñía y apresuraba el paso. La alcancé cuando ya había cruzado el cuadro de las escaleras.

—Irina, ¿estás bien?

Ella ni siquiera me dejó acercarme.

—Solo estoy de mal humor, perdón. Nos vemos en la cena, voy a ir a mi habitación. Me duele la cabeza.

Asentí con cuidado y me dirigí hacia mi habitación. Con Candace fuera, era un lugar mucho más tranquilo.

Mientras sacaba la ropa para vestirme, algo me daba vueltas en el fondo. Intenté concentrarme en ello pero hizo todo lo contrario a ayudar, de modo que lo dejé. Estaba poniéndome mis botas cuando encontré lo que me fastidiaba.

La pregunta me golpeó con fuerza: ¿los vampiros podían tener dolores de cabeza?

La señal del vampiro (Igereth #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora