La cita

5.3K 691 33
                                    


(Por: Kyle)


Los domingos, los cocineros de Beckendorf hacían un esfuerzo especial y lograban un menú el doble de asqueroso que siempre. Como ya tenía el estómago revuelto por los nervios, ni siquiera miré la pasta naranja aceitosa que burbujeaba desde las ollas.
—Recuerda este día Kyle, va a ser legendario —dijo James mientras caminábamos hacia el patio para esperar a las chicas.

—Sí, vale. ¿Puedo preguntar por qué la insistencia en ser un capítulo de su vida?

—Quiero estar todo el maldito libro, incluyendo las notas a pie de página.

—¡Salir con Irina debe ser escalofriante! Es como salir con una mantis religiosa. ¿Lo has pensado claramente?

—No, solo he tenido tiempo de pensarlo a oscuras, todas las noches —me responde en tono burlón.

—Demasiada información —dije acelerando el paso—. No quiero oír sobre eso.

Afortunadamente, las chicas no tardaron en venir y no tuve que seguir oyendo a James preguntarse en voz alta si debería empezar recitando el poema que había compuesto para Nina.

Por la expresión que traía ella, estaba seguro de que su oído vampírico lo había captado.
Después de dar un "hola" colectivo, nos quedamos en un silencio incómodo.

—Entonces....¿planeaste algo? —Preguntó Irina finalmente.

—Bueno, es imposible llevarte en una cita normal...precisamente porque no lo eres. Podríamos ir a un lugar más cómodo para empezar.

Irina alzó una ceja pero James solo empezó a caminar y tuvimos que seguirlo.

Emmeline llevaba un abrigo grueso pero incluso poder caminar con libertad por los campos de Beckendorf era bueno. El día estaba despejado y apenas corría viento. De alguna forma, Beckendorf tenía árboles y setos por todos lados. Parecía fácil perderse. Aunque había un bosque cerca, no nos apetecía ir allí. Habíamos visto a Víctor y su banda adentrarse en él minutos antes.

Fuimos en dirección a la parte trasera del castillo y nos sentamos en un pequeño espacio oculto de las miradas.

—¿Y bien? —preguntó Irina—. ¿Qué se supone que hacemos? No soy el tipo de chica que va a mirar tu cara durante horas y sentir que fue la mejor cita de su vida.

—Pensé que podíamos hablar un rato. La gente hace eso en las citas.

Irina se reclinó contra un árbol y bufó.

—Y yo que pensé que descubriría por qué a la gente le encanta ir en citas.

—Dame algo de crédito, pensé que esto sería mientras estábamos en Diringher.

—Bueno, entonces esperamos a volver allí y me sacas en una cita decente.

—No —James literalmente saltó en su sitio—. Sé qué podemos hacer. Pensé que podíamos jugar algo. Traje cartas

De algún lado de su abrigo sacó un mazo y miró a Irina, esperando su aprobación.

—Puedo enseñarles todos los juegos que quieran. ¿Algo de estrategia o de azar?

—Siempre hay azar o no serían juegos, ¿verdad? De hecho, no hay nada que no tenga algo de azar en sí mismo.

James asintió en su dirección.

—Primera lección de un jugador —dijo con voz de maestro—. ¿Puedo enseñarles algo con puntos? Suelo jugar con quitarse ropa por cada cinco puntos perdidos pero creo que no me va a ir bien si propongo esa versión, ¿cierto?

—Eso depende de cuánto cariño le tengas a tus extremidades.

James sonrió. Era un misterio para mí cómo conseguía hacerlo cuando Irina lo amenazaba con tanta seriedad. Yo ya no le tenía pánico pero al menos le conservaba un respeto temeroso. Además, ni siquiera tenía gracia cuando todos estábamos muriendo de frío.

—¿Qué les parece si jugamos verdad o reto?

—Aburrido —sentenció Nina—. Mañana mismo me dedicaré a romper el mito del genio-en-las-citas-James-Sandler.

—Mientras no vayas a romper el mito de que soy bueno en la cama...

—¿Era un mito? Qué bueno es saberlo antes.

Las bromas pseudo-sexuales de James habían dejado de tener en Irina otro efecto que una respuesta mordaz pero indiferente. Jamás podría conseguir algo así. James se rió al darse cuenta que lo había burlado.

—Bueno, ¿qué tal una partida de geiks rúnicos? —propuso—. Cada vez que se pierden cinco puntos tienes que contar un secreto. Cuando más puntos pierdan, mejor debe ser el secreto. Y otra cosa, cuando alguien pierda puntos, los demás podemos lanzar los dados para ganar el derecho de hacer una pregunta específica. Deberíamos tener poción de la verdad pero creo que confiamos en nosotros, ¿se animan?

Nina frunció el ceño en su dirección pero asintió, al igual que Emmeline. Asentí a regañadientes y empecé a pensar secretos desde el instante en que todos estuvieron de acuerdo. Los geiks rúnicos definitivamente no eran lo mío.

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Hola a todos!

Para un avance de los siguientes capis, pueden ver el facebook :)

¡Besos y calma!

Valeria

La señal del vampiro (Igereth #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora