Sorpresa

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(Por: Kyle)


—Se ve hermosa —comentó James.

Le rodé los ojos.

—Amigo, ella podría llevar encima el contenido del basurero y aún verse bien para ti...o bueno, en realidad para todos.

—¿Intentas ponerme celoso?

Empecé a reírme pero de todos modos fingí encajarle un puñetazo.

—No voy a intentar competir con James, el conquistador de Fibener —me burlé.

—¿El conquistador de Fibener? —preguntó una vocecita.

Sentí que mi cara ardía e intenté pensar en cualquier otra cosa mientras me volteaba hacia Emmeline.

—Solo una broma —tuve que toser para aclararme la garganta.

Emmeline llevaba un suéter blanco tejido con copos de nieve rojos y una chalina a rayas. Se veía tan adorable que quise abrazarla. Eso no ayudó a que dejara de mirarla.

—Hola Em —saludó James—. ¿Todo bien?

Sus padres la observaban curiosos desde el otro lado.

—Feliz Navidad, chicos. ¿Qué hacen aquí ocultándose del mundo?

Se veía preocupada por vernos solos allí y se me escapó una sonrisa al ver cómo se contenía por no morderse el labio inferior.

—Mi familia se ha ido porque tenían una reunión —dije mirándola a los ojos—. Conversábamos sobre Driggers nuevamente.

Supe que ella entendió que no debía preguntar por la familia de James. Me gustaba su forma de comprender las cosas sin necesidad de palabras.

—Nadia Gakhel dijo muchas cosas sobre la ley —agregó él—. Ni siquiera me había cuestionado que nos enviaran aquí cuando lo hicieron. Pensé que si había algo que solucionar...

—No sé mucho sobre las leyes avanzadas —admitió Emmeline— pero Nina las ha estado revisando también.

—Aún queda tiempo —les recordé—. Mi hermano me ha dicho que nuestros abogados están analizando cómo llegó Driggers a la Academia. Nunca ha tenido antecedentes en magia oscura y tenía referencias de muchos lugares, así que resultó toda una sorpresa. Por supuesto, la Cofradía ha ocultado todo el asunto para evitar a los periodistas.

James suspiró.

—Mis padres tienen contactos muy fuertes en cada diario, frecuencia o canal del país, jamás permitirían una noticia que implique a mi familia salir mal parada. Estamos cubiertos por ese lado. Solo espero que la audiencia no llame la atención o que nadie en la academia abra la boca.

La mirada de Emmeline también se volvió triste.

—No pensemos en eso —los animé, aunque mis ánimos tampoco estaban en su mejor momento—. Es navidad, y a pesar de todo, es genial estar vivos.

Ellos pasearon su mirada por las paredes y los imité. Incluso con la pobre decoración de Beckendorf, aún se podía ver el esplendor del pasado. Aunque el árbol estaba lleno de polvo y de él colgaban velas casi negras por la suciedad o esferas rotas, podías ver que alguna vez, fue el mayordomo de una navidad próspera.

Ahora había unas cincuenta personas en toda la sala, incluyendo a la familia de un chico que se había puesto a cantar villancicos a todo pulmón. Me preguntaba qué había hecho para que no lo dejaran salir.

Afuera nevaba pero las ventanas estaban tan empañadas que ni siquiera podías verlo claramente. Seguramente sería un espectáculo bonito ver todo cubierto de nieve. Yo lo adoraba.

—Tienes razón —dijo Emmeline son voz soñadora—. Creo que iré con mis padres para comer en familia, ¿desean venir para que los presente?

—Tenemos toda la noche, Emmeline —dijo James—. La noche es joven, la comida no se ve tan mal como siempre, casi todos sonríen...y ya sé a quien pedirle que baile esta canción conmigo.

La melodía se deslizó, suave y dulce por las paredes y los susurros de la audiencia se apagaron considerablemente.

Se me escapó una sonrisa. Era La estrella de Belén, una de las canciones clásicas de navidad, esa que veía bailar a mis padres al final de la noche, abrazados al son de los violines. Se podría decir que era una especie de balada navideña. Hablaba de esperanza y felicidad venidera, de compasión y amor.

James se puso de pie mientras los primeros acordes empezaban a sonar y cruzó la habitación esquivando a las parejas que ya se habían reunido en la pista de baile.
Emmeline soltó una risita a mi lado y no pude evitar imitarla cuando me di cuenta hacia donde se había dirigido. Dijo algunas palabras hacia el hombre de cabellos entrecanos sentado en el sillón en cuyo brazo Irina estaba acomodada y luego se inclinó hacia ella, con la mano lista para sacarla a bailar. Irina le alzó una ceja y se cruzó de brazos, mientras respondía algo. Justo cuando creí ver que su mano se movía para aceptarlo, las puertas se abrieron con un estrépito y la mitad de las parejas dejaron de bailar. Allí estaba una mujer alta y delgada, con el rostro surcado de lágrimas que soltó un pequeño grito y empezó a correr. No me di cuenta que venía en nuestra dirección hasta que me pasó como un fantasma y se estrelló contra James, estrechándolo entre sus brazos y suplicando entre sollozos una y otra vez:

—Perdón, perdón, perdón....

Hubo un momento de shock mientras todos asimilaban la escena y la expresión en el rostro de James mientras la mujer lo abrazaba me convenció de que debía hacer algo para desviar la atención.

Me giré hacia la persona que tenía más cerca: Emmeline.

La señal del vampiro (Igereth #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora