La carta de lágrimas

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(Por: Kyle)


Delincuentes o no, todo Beckendorf parecía estar fuera por navidades. Eso hacía las cosas incluso más deprimentes. Le había escrito a mis padres contándoles sobre las navidades y mamá había respondido que la Cofradía ya les había avisado. Ni una palabra sobre que vendrían a verme. Pero conocía a mi madre y su amor por las sorpresas y las navidades en familia. Incluso aunque planearan pasar esta navidad con los padres de la prometida de mi hermano, vendrían a verme antes.

La semana antes de navidad fue bastante tranquila. El grupo de Víctor había dejado de perseguirnos, tal vez no deseando poner en peligro su oportunidad de tener una semana de vacaciones fuera.

Lo más extraño de todo era James. Cuando Nadie Gakhel se fue, se despidió de nosotros y corrió fuera de la oficina como si estuviera poseído.

Irina se puso de pie con una mirada muy extraña en su cara.

—Bien, supongo que la cita ha terminado —dijo en un siseo—. Qué considerado de su parte. Nos vemos luego Mel, debo buscar algo para la clase de Ilusionismo.

Y desapareció. Bueno, eso creí hasta que recordé que no podía usar la magia.

—¿Cómo...?

—Velocidad vampírica —ayudó Emmeline riéndose de mi cara de estupefacción—. Es un vampiro, ¿recuerdas?

—Sí, claro...

—Está bien, Kyle, incluso yo misma lo olvido a veces.

El resto de la semana, ambas empezaron a aceptar cada vez más nuestra presencia en los desayunos y almuerzos y me quedé alucinado con Irina trayendo manzanas desde el bosque. Em estaba feliz de tener a alguien apoyándola sobre lo peligroso que era, pero James e Irina cerraron filas contra nosotros. De todos modos, no tenía intenciones de ganar, porque las manzanas de repente parecían comida celestial.

Sin embargo, nada de eso me quitaba de la cabeza que cuando nos separábamos, James entraba en un mutismo inusual. Intenté que me contara algo comentando sobre la navidad.

—¿Tus padres vendrán a verte?

—No lo creo —comentó James con voz grave—. Mis padres organizan una fiesta en el castillo todos los años.

—Pero son tu familia —insistí yo—. Seguro que vendrán.

James negó con la cabeza, sin decir otra palabra.

—Incluso si no pueden cancelar la fiesta, se tomarán un tiempo para verte —dije de forma optimista.

Pero él no me dirigió la palabra en toda la clase. Al terminar, una chica de ojos grandes se acercó a nosotros. No la había visto antes pero ella lucía una sonrisa amistosa.

—James Sandler —dijo con voz divertida—. ¿Cómo es que has terminado aquí?

—Ariana Dikané —exclamó James recuperando la sonrisa. Ella se la devolvió.

—He estado enferma estas semanas y cuando vuelvo a ponerme al día, me entero que ha llegado James, el conquistador de Fibener. Con pocos amigos pero siempre rodeado de chicas —Me miró—. Veo que has conseguido un amigo.

James nos presentó con un simple gesto de la mano y la chica ni siquiera se molestó en darme una segunda mirada.

—Entonces, ¿aquí te enviaron tus padres después de ese verano?

—Sí, aunque no me va tan mal. ¿Cómo es que tú has terminado aquí? Dicen que fue cosa de la Cofradía.

—Una tontería, demasiado larga para evitar que llegues tarde a la siguiente clase.

La señal del vampiro (Igereth #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora