Enfermedades de chicas hermosas

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(Por: Emmeline)

Irina estaba mirando con furia cómo la salamandra correteaba libremente por la mesa sin hacer caso de su hechizo de congelamiento. Finalmente, yo tuve que murmurar:

—Frigim viseth.

La salamandra se congeló y voló de vuelta a su frasco.

—Suficiente —dije mientras cerraba el recipiente y la devolvía a su color negro y sus manchas amarillas—. Irina, ¿estás segura de que te sientes bien?

—Por supuesto que sí —dijo ella—. Solo que no puedo entenderlo, estoy perdiendo control sobre los hechizos.

—¿Qué tipo de control?

—Creo que es mi lazo con la magia...¿esa sensación de que conectas con el mundo? Es como si la energía que siempre canalizo encontrara trabas dentro de mí y no terminara de pasar. Antes me llenaba como si me bañara en ella...ahora son salpicaduras en desorden.

—No entiendo por qué pasaría esto, se supone que...

—Dijeron que podía pasar esto —susurró de repente Nina—. En la Cofradía.

—¿Qué?

—Hay pocos casos de hechiceros que conservan sus poderes. De hecho, solo hubo uno antes de mí y se sabe poco sobre él porque lo asesinaron dos años después en una misión en 1822. Todos pierden sus poderes o no tienen control sobre ellos...dijeron que podría pasar conmigo.

Se veía devastada.

—No está pasando eso, ¿vale? Tiene que haber otra explicación. Voy a buscar libros sobre vampiros, seguro hay alguna enfermedad que explique esto.

En lugar de sonreír, empezó a hacer respiraciones más rápidas y rodó los ojos. Iba a preguntar qué pasaba cuando alguien se acercó y tuve mi respuesta:

—¿Enfermedad? —preguntó James tomando una silla y colocándose del otro lado de la mesa—. Irina, ¿te encuentras bien?

—No es nada —murmuró ella—. Solo posibilidades absurdas.

El disco que estaba haciendo girar ardió en llamas desiguales y ella gruñó. Puse mi mano en su muñeca para detenerla.

—¿Qué pasa con los hechizos? —preguntó James. Sonaba preocupado y era obvio que él también se había dado cuenta de lo magnífica que era Irina como hechicera...y del error que acababa de cometer.

Se inclinó sobre ella y le puso el dorso de la mano en la mejilla y luego en la frente.

—Estás helada —le comentó con una sonrisa.

Ella le sacó los colmillos pero las comisuras de su boca luchaban por una sonrisa.

Hubo una mirada allí. Duró un segundo pero fue suficiente para que me sintiera incómoda. ¿Dónde estaba Kyle para confirmar si había visto lo que había creído ver?

—¿Dónde está Kyle?

Casi me llevé las manos a la boca al darme cuenta que lo había dicho en voz alta. James volteó a mirarme con engreimiento.

—Bajará en cualquier minuto.

Pero se equivocó. Kyle no vino en las siguientes dos horas mientras James intentaba controlar cinco hechizos en simultáneo.

—Ya aparecerá —aseguró él—. Tal vez se quedó dormido.

—¿De nuevo? —preguntó Nina repasando el libro de Teoría de la magia.

James se encogió de hombros

—Atrapa este —exclamó de repente, lanzándole una bola de fuego.

Nina reaccionó de inmediato y la esfera se detuvo a medio camino. Sin embargo, su codo resbaló por el borde de la mesa.

James casi crea una explosión por la sorpresa.

—¿Qué te ha pasado? —preguntó después de extinguir el fuego.

Irina le mantuvo la mirada durante varios segundos.

—Solo me siento un poco mal —admitió finalmente—. Y mi magia empieza a fallar, no soy capaz de controlarla por completo.
Fue evidente que James solo había estado esperando que ella lo dijera en voz alta.

Sacó una hoja de apuntes y empezó a escribir:

—Necesitamos información sobre: enfermedades de vampiros, enfermedades que afecten el uso de la magia, ya sabes, podría ser tu lado hechicero el enfermo. Tal vez enfermedades de chicas hermosas.

Irina intentó contener la risa pero no pudo evitarlo.

—Eres un idiota —suspiró finalmente.

—Encontraremos algo —insistió él—. Nadie se mete con mi chica, ni siquiera la madre naturaleza.

Irina lo golpeó en la cabeza.

—No soy tu chica —reclamó.

—Todavía —añadió James como si la terminología no le preocupara.

Algo en su camaradería había cambiado. Irina nunca hubiera bromeado con él con tanta facilidad.

—No lo sé. Pero esto es muy extraño y no me gusta que...
Iba a decir algo más pero alguien se acercó corriendo. Irina alzó la vista, furiosa; sin embargo, al darse cuenta que era Kyle, frunció el ceño.

—¿Qué te pasa? Parece que hubieras visto un fantasma.

Kyle empalideció alarmantemente.

—¿Estás bien? No habrás visto un fantasma en serio...¿o sí?

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Y ahora solo queda esperar hasta el jueves para saber qué puede estar pasando....

Los quiero!

Vale

La señal del vampiro (Igereth #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora