Mordeduras podridas

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(Por: Kyle)

Fue como un peso cayendo sobre nuestros hombros.

Nunca antes me había sentido así sobre la muerte de un submundo.

Estaba seguro de que estaba muerto y comprobarlo solo me llevó un par de segundos.

—¿Cómo pasó esto? —Preguntó James a nadie en particular—. ¡Estaba vivo hace unos minutos!

—De eso se trata la muerte, idiota.

Insultarlo me relajó lo suficiente para darme cuenta de la cosa más rara que estaba pasando: el lobo seguía siendo un lobo.

Pero...eso era imposible. Acababa de lanzarle un encantamiento y la marca de la muerte había flotando sobre su cadáver. Era una comprobación rutinaria y había dado positivo.

—Chicos...

—¿Qué? —Protestó James.

—Todavía es un lobo.

Hubo un largo silencio lleno de tensión en el cual Irina se incorporó, al parecer totalmente recuperada de su ataque de hace unos minutos.

—Imposible —susurró—. Dio positivo a la prueba de la muerte...y no tiene latidos.

—Tal vez realmente deberíamos llamar al profesor —murmuró Em.

—No —insistió Irina—. Lo juro, Mel, no ayudará en nada.

Miré a Irina. La mirada preocupada en sus ojos hizo que me concentrara mejor en algo que pudiera ayudar.

—Hagamos esto. Ustedes vigilen mientras nosotros seguimos probando.

—¿Cuánto tiempo nos queda? —Preguntó James conjurando una llama en la punta de sus dedos.

—Diría que una hora más es aceptable —calculé luego de mirar mi reloj.

Mientras intentaba buscar alguna maldición que se hubiera asentado en alguna parte del cuerpo de Irina, Emmeline empezó a hacer preguntas.

—Kyle, había algo malo con este lobo, ¿cierto?

—No estoy seguro de si era malo, solo diferente.

—¿A qué te refieres? —Intervino James.

—Los lobos tiene un mejor sentido de localización incluso que los vampiros. Sus narices son extremadamente potentes para detectar ciertos rasgos. Este lobo estaba distraído. Buscaba algo más en los alrededores. No estoy seguro, podría haber estado confundido también.

—Ninguno de nosotros le lanzó un hechizo de confusión.

—Tal vez solo tenía dolor de cabeza —mascullé—. Es un hombre lobo, después de todo.

Estaba más preocupado porque mi hechizo recorría cada centímetro de Irina sin toparse con nada y después de varios minutos perdiendo energías sin ningún resultado, tuve que admitir que aquello tampoco encajaba.

—Maldición en tejidos, descartada.

Irina me puso una mano en el hombro y casi salté. Ella nunca tocaba a nadie innecesariamente.

—Está bien, Kyle. Gracias por intentarlo.

—Tal vez tiene que ver con que eres un híbrido. Es difícil leerte. Tienes vida, ¿sabías? La sangre que corre por las venas de los vampiros no es tan rápida.

Ella me sonrió. Dioses. ME SONRIÓ.

—Algo se nos ocurrirá. Chicos, deberíamos avisar a Mantor.

James miró al lobo con una mirada extraña en su rostro.

—No debimos hacer esto —dijo en voz tan baja que casi me lo perdí—. Es demasiado joven para ser un criminal.

Ese era otro buen punto que quería analizar antes de irnos. Ningún licántropo podía morir por un simple caso de asfixia del que se recuperó rápidamente y una pata herida.

Los chicos me dejaron acercarme: el experto en criaturas era yo.

Fue tan simple que no podía creer que no lo hubiéramos visto antes.

—Aquí —dije señalando una herida en el costado—. Nosotros no lo matamos, James. Esto lo hizo.

Sin embargo, eso no mejoraba las cosas. La herida estaba podrida, justo como la del último lobo. La energía demoniaca volvía a perseguirnos.

La señal del vampiro (Igereth #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora