Mejores alumnos

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(Por: Kyle)


Sin contar el episodio del hechizo de silenciamiento, Runas Arcanas resultó tremendamente aburrido, aunque casi todo me pareció muy fácil. Tal vez era mi nerviosismo, pero traduje todos los fragmentos con mucha facilidad. A mi lado, James tenía la misma racha de buena suerte.

No fue hasta Magia elemental cuando notamos por qué.

Jose me había explicado que si uno quería hacer magia en Beckendorf, necesitaba un collar azul como el que tenía Rinolds. Todos los profesores llevaban uno y los alumnos los recibían solo en las clases que necesitaban magia. Lo daban para las misiones, ya que era la única forma en que podías salir de la academia; pero si te lo quitabas aparecías nuevamente en los límites del campus. Un alumno de Beckendorf, literalmente, no podía abandonarla sin ese collar. Y los mantenían bajo estricta vigilancia, de forma que nadie robara ninguno.

Fue un alivio tener el collar colgando de mi cuello e hice levitar un lapicero por el simple placer de poder hacerlo. Para cuando la profesora pudo callar a todo el mundo, mi lapicero había mutado en un pingüino de plástico que bailaba claqué. Lo devolví a la normalidad antes de que me sancionaran. No había leído en reglamento pero en quinientas hojas, seguro a alguien le había dado tiempo de incluir algo contra los pingüinos.

Empezó a hablar del fuego y sus propiedades mientras yo revisaba la información sobre el curso que acababa de entregarnos por ser alumnos nuevos. No teníamos esa clase en Diringher, pero era fácil seguir los temas con cosas que había aprendido en Encantamientos. Eso era bueno porque la profesora nos había mirado como si fuéramos criminales. Aunque bien pensado, probablemente le habían dicho que lo éramos.

Sin embargo, lo que imaginé que era una introducción a la clase, resultó ser toda la lección.

La profesora terminó haciendo aparecer copas blancas delante de cada alumno y diciendo que teníamos que prenderles fuego sin quemarlas. Si las rociaba el calor, el material del que estaban hechas, nos delataría.

—Un fuego real, no una simple ilusión. Quiero que si lanzo un papel sobre ese fuego, se convierta en cenizas.

—¿Me estás jodiendo? —susurró James con cara de incredulidad—. ¡Vi eso el año pasado! ¿Seguro que estamos en la clase correcta?

—Totalmente—dije con una sonrisa empezando a formarse en mi cara.

A unos pasos de nosotros Walter, el amigo de Víctor, luchaba contra la copa que intentaba rodear con fuego. Por el olor que llegaba hasta nosotros, no estaba funcionando.

James no pudo contener la risa y fue tan alta que muchos voltearon a mirarnos.

—¿Algo interesante, chicos? —la voz de la profesora nos sobresaltó a ambos. Walter detuvo su trabajo para observar con una sonrisa taimada cómo éramos reprendidos. No fue una buena idea, la mitad de su copa quedó al borde de la mesa sin que se diera cuenta.

James, siempre rápido con reponerse de las sorpresas, contestó:

—Solo estábamos pensando qué tanto nos permitiría elevar el fuego sin quemar la copa.

Acompañó sus palabras de un movimiento de su muñeca derecha y las llamas surgieron por toda la mesa. Tuve que apartarme con rapidez pues si bien la mesa y todo lo que había sobre ella no corrían peligro, el fuego podía alcanzarme. Una de las chicas soltó un grito. Como si fuera su señal, James apagó las llamas en un parpadeo. Incluso a mí se me cortó la respiración a pesar de que podía hacer lo mismo.

Sin dejarse intimidar, ella me miró:

—¿Usted también?

Incendiar la mesa me resultó aburrido así que le dirigí mi mejor sonrisa a James y lo incluí dentro del espectáculo pirotécnico. El calor que desprendía mi casi-hoguera me hizo sudar en mi abrigo.

La señora Behar lucía sorprendida pero se repuso con rapidez.

—Es evidente que ya manejan el hechizo. Practiquen con la copa, quiero saber por cuánto tiempo son capaces de mantenerlo.

Asentimos con cuidado mientras ella iba a revisar a los demás.

James encendió la copa y seguí su ejemplo. Nos sentamos a seguir conversando.

—No sé tú pero siento que de repente, somos los mejores alumnos de la clase. Voy a amar esto.

—Seguro Irina y Emmeline incendiaron todo Beckendorf.

La sonrisa de James no dudó.

—Bueno, entonces ya sabes, tenemos que incendiar todo Igereth.

En aquel momento, que Igereth pudiera ser destruida parecía una posibilidad tan remota que nos echamos a reír en silencio.

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Hola a todos!

Espero que ese final de capítulos no los ponga muy nerviosos :)

¡Besos y calma!

Valeria

La señal del vampiro (Igereth #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora