La señal del vampiro (Igereth...

By ValeGarbo

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Él: La sigue persiguiendo. Ella: Lo sigue evitando....creo. Sus amigos: Están planteándose seriamente fingir... More

La larga espera y su próximo fin
Prólogo
Viaje a las estrellas (pero de la delincuencia)
Tren de la ansiedad
La bella durmiente
Beckendorf
La comitiva de bienvenida
La señorita Cobatt
Fauna beckenorfiana
La mejor amiga
Mejores alumnos
Temario
Ilusionismo
Mareos
Vendetta
El recordatorio
La cita
El juego de geiks
El secreto de James
Un regalo de navidad
La carta de lágrimas
Un dolor de cabeza
Visitas
Salvación
Sorpresa
La estrella de Belén
Navidad
Vida en biblioteca
Misión en los pantanos
Enfermedades de chicas hermosas
Mordedura
Posibilidades en contra
Año Nuevo
Búsqueda infructuosa
Ofrecimiento
Órdenes
Limpio y sin rastros
Envenenamiento
Problemas
El despacho de la directora
Conclusiones
Control
Stop
Un bonito paisaje
Golpe de suerte
Ataques en ruso
Mordeduras podridas
Recién convertido
El asesino
La llamada de fuego
Refutaciones
El libro de cuentos
Cuentos y misterios
Anthenom III
La coincidencia más extraña
Silencio
Plan suicida
Perseguidos
El vampiro
El castillo
Lazo de sangre
El ritual de los pilares
El portal
Conjuro de efecto retardado
Aprobación

El cumpleaños de James

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By ValeGarbo


(Por: Kyle)

El cumpleaños de James empezó de una forma totalmente a su estilo.

—Hay un tipo en las duchas que lleva encerrado en un baño cantando Cumpleaños Feliz desde que empezaron los turnos —gruñó Jose cuando volvió de bañarse—. Los amigos de Víctor están a punto de tirar la puerta abajo.

No quería meterme en problemas pero era el cumpleaños del idiota de mi mejor amigo y si mi regalo era un ojo morado, sería mejor que nada. Fui a bañarme rápidamente y me cambié sin prisa, rogando que James se callara pronto. Sin embargo, su perfecta voz de chico del coro podía oírse claramente desde el pasillo.

Cinco tipos que reconocí de la pandilla de Víctor aporreaban la puerta por turnos gritándole que se callara.

Había mucha gente mirando, esperando el momento en el que la puerta cedería a los golpes.

—...Feliz, cumpleaños feliz, te deseamos todos....

Me abrí paso entre ellos e ignoré las miradas de los amigos de Víctor.

Golpeé la puerta como si nadie me estuviera mirando.

—Oye, James, feliz cumpleaños. ¿Bajarás a desayunar?

—¡Buen día Kyle! —Gritó desde el interior—. Canta conmigo, vamos, cumpleaños feliz, cumpleaños feliz...

—No voy a cantar —protesté—, las puertas de este lugar ya apestan, no voy a destruir también los vidrios.

James se rio y pude oír que varios de los espectadores también contenían algunas carcajadas. Los amigos de Víctor me mostraron los dientes como perros rabiosos.

—Aplaude mientras me rindo homenaje —volvió a gritar James—. Cumpleaños feliz...

Alguien me separó de la puerta con tanta violencia que dejé de respirar.

—Quítate —gruñó un tipo alto y delgado—, a menos que quieras servir de entrada. ¿Qué dices, Joey?

Uno de sus amigos se acercó y yo lo miré con altivez. Era evidente que ambos eran menores, tal vez de tercer o cuarto año.

—Te lo dejo, Zack. Yo quiero destrozar al tipo que me arruinó el baño —gruñó el mencionado mientras hacía temblar la puerta con otra patada.

El mencionado Zack me dirigió una mirada altiva que me recordó a alguien, solo que no estaba seguro de a quien.

—Happy Birthday to me, Happy Birthday...

Puse los ojos en blanco cuando James empezó a cantar en inglés pero eso solo hizo que los tipos que rodeaban la puerta hicieran mayores esfuerzos por tirarla abajo. Me sorprendía que siguiera en pie

Zack intentó lanzarme un puñetazo que esquivé con facilidad. Giré a tiempo para golpearlo entre los hombros y tropezó hasta chocar con la pared. Sus amigos empezaron a prestarnos atención pero él hizo un gesto que indicaba que lo dejaran solo. Tenía que estar bromeando. Este niño no podía competir contra mí. Aunque tal vez él no lo sabía, probablemente nadie en Beckendorf iba a arriesgarse a darle una paliza a alguien de la pandilla de Víctor.

Cuando logró estabilizarse, volvió a intentar golpearme. No era un mal luchador, pero no fue difícil esquivarlo y con un hábil empujón, dejar que se estrellara contra la pared de enfrente.

Los chicos empezaron a silbar. Sin embargo, el chico aún no renunciaba. Se pasó una mano por el cabello y gruñó. Vi su puño alzarse al mismo tiempo que una voz gruesa gritó:

—Suficiente. Todos.

Rinolds ingresó con cara de pocos amigos y la gente empezó a dispersarse.

De fondo, James seguía cantando el cumpleaños feliz, esta vez en francés.

Rinolds miró al baño como si pensara que un unicornio travesti estuviera encerrado allí.

—¿Qué carajos...? —Gruñó antes de que James empezara a cantar el Feliz cumpleaños en alemán.

Miró uno a uno a los tipos de la pandilla de Víctor y señaló fuera de los baños. De mala gana, todos salieron.

—¿Y usted? —Gruñó él.

—Intento convencer al cumpleañero de que es hora de desayunar.

Acababa de decir eso cuando la alarma sonó estridentemente y la puerta del baño se abrió. Un James que seguía cantando en alemán con una sonrisa de oreja a oreja salió de allí y abrazó a Rinolds con emoción.

—¡Es mi cumpleaños! —Gritó como si se encontrara a varios metros en lugar de a centímetros.

Rinolds no podía dar crédito a sus ojos pero se recuperaba con rapidez. Tomé a James del brazo y lo arrastré fuera murmurando un "Disculpe". Lo seguí hasta su habitación y esperé fuera que se alistara.

—¿Estás jodidamente loco? —Le espeté cuando salimos a los pasillos.

—Es mi cumpleaños —dijo James con una mirada de estupidez y una serie de risitas incontrolables.

—Ya sé idiota. Pero esa no es excusa para que actúes como si acabaras de fumar cinco kilos de marihuana.

—¡Pero es mi cumpleaños! ¿Qué hago si me regalan cinco kilos de marihuana? Tengo que fumármelos o sería poco respetuoso. ¿No crees, Kyle?

Volvió a reír y alcé los ojos al cielo. Nunca debí conseguirme un mejor amigo. Solo te metían en problemas.

—James, deja de actuar como un idiota, por favor —insistí—. Solo vas a hacer que se fijen en nosotros el día que más necesitamos...

De repente, James se soltó de mi agarre, dejó de reír y se enderezó.

—Hola, Irina.

Ella sonreía y estaba completamente seguro de que había oído todo el espectáculo con su perfecto oído vampírico.

Estaba seguro de que James también lo notó porque inmediatamente se sonrojó como nunca antes lo había visto.

Últimamente los flashes de un James Sandler totalmente colado por la ex alumna más escalofriante de Diringher eran más recurrentes.

Emmeline paseó la vista entre los dos y luego puso los ojos en blanco. Sonreí. Ella había notado que algo se estaba cociendo.

Hubo unos segundos de incómodo silencio antes de que Irina se aclarara la garganta.

—Tengo un regalo para ti —dijo lentamente.

—¿Estaría pidiendo mucho si me ilusiono con un beso?

Irina le gruñó.

—Estás pidiendo mucho ahora mismo con seguir vivo.

Acto seguido le extendió un libro.

—¿Qué es esto? —Preguntó James intentando tomarlo.

—Se llama libro —dijo Irina golpeándolo con él en la cabeza—. Una gran arma. Úsalo bien.

James tomó el libro con una sonrisa mientras se llevaba la mano a la cabeza con un gesto de dolor.

—Gracias por ayudarme a respirar —fue todo lo que dijo antes de dar la vuelta y perderse escaleras abajo.

Emmeline parpadeó con confusión.

—Feliz cumpleaños James —dijo abrazándolo.

James sonrió con ternura y le devolvió el abrazo. Por alguna razón, mis manos empezaron a picar.

—Gracias, Em.

Luego hizo un gesto hacia las escaleras y ella se apresuró tras Nina.

—Adiós —logré gritar antes de que desapareciera.

¿Dónde estaban mis modales que ni siquiera la había saludado?

Ella agitó la mano en mi dirección y siguió caminando.

—Tierra llamando a Kyle —gritó James en mi oído.

Salté con tanta rapidez que golpeé su libro y este cayó escaleras abajo. James logró atraparlo a tiempo y me miró con cara de pocos amigos.

—Cuidado, tonto, es mi regalo.

—¡No tenías por qué gritar de repente! —Exclamé enojado.

—Sí tenía, intenté decirte tres veces que fuéramos a desayunar y te has quedado allí mirando las escaleras sin reaccionar.

—¿Qué?

Estaba bromeando. Totalmente. Eso no había pasado. ¿O alguien había borrado los últimos segundos de mi cabeza?

Pero James no tenía su típica sonrisa burlona.

—Kyle, no me digas que Beckendorf también te está afectando a ti. Por Dios, sería terrible. No durarías ni la mitad de lo que está durando Irina.

Sacudí la cabeza. Él tenía que estar bromeando sobre eso.

—No me dijiste nada, deja de asustarme.

—Kyle, claramente te dije después de que Emmeline se fuera que...

Se detuvo como si acabara de tener una revelación.

—Le dijiste adiós a Emmeline —dijo con una sonrisa fastidiosa.

—¿Qué?

¿Me estaba sonrojando? ¿Qué diablos?

—Kyle Anderson...

—Buenos días, señor Sandler.

La directora Durand estaba detrás de nosotros dándonos una mirada severa detrás de sus lentes azules.

—Buenos días, directora —saludó James todavía dándome una mirada burlona—. ¿Ha venido a saludarme por mi cumpleaños?

—Su cumpleaños —repitió ella—. Ya veo. Eso debe explicar esto.

Le extendió un sobre azul con un intricado diseño dorado en la superficie.

—Feliz cumpleaños. Tiene un permiso de salida a las nueve de la noche. Lo esperarán en el hall de la academia. Buen día.

Iba a responderle pero la expresión de James me preocupó.

—¿James? ¿Qué pasa?

Él alzó el sobre como si lo explicara todo.

—Esto pasa.

Se negó a decir otra palabra hasta la hora del almuerzo. Y por alguna razón que no llegaba a explicarme a mí mismo, tampoco les dije nada a las chicas cuando las vi en Leyes Avanzadas, como si fuera su derecho anunciar el contenido de esa carta.

Efectivamente, fue la primera cosa que él sacó cuando salimos del comedor durante el almuerzo. La cara de Irina era un poema.

—¿De qué va? —Preguntó con cautela, mirando el sobre como si fuera radioactivo.

—He recibido esta invitación de...ellos.

Pensé que volverían a irse a un lado a hablar en secreto; sin embargo, parecían incapaces de moverse.

—¿Quiénes son ellos? —Preguntó Emmeline.

Pero la ignoraron.

—Tengo un pase libre para dejar la academia después de la cena. ¿Vendrás?

—No lo sé —murmuró Irina.

—¿La realeza tiene un baile? —Pregunté en broma.

—Una conferencia real —dijeron los dos al mismo tiempo. Intercambiaron una sonrisa al mismo tiempo que Em y yo nos veíamos con exasperación.
—Todo estos días es sobre la realeza —protestó ella.
—¿Irás? —Insistió James sin desviar la mirada de los ojos de Irina.

—Nunca voy —replicó ella— aunque mi padre sigue invitándome. Esta vez aceptaré, tenemos que hablar con ellos de la conspiración de Mel. Nos veremos allá, Sandler.

Acababa de decirlo cuando la sirena anunció que era hora de volver a clases. No tuve tiempo de hacer preguntas y corrí a Zoología mágica.

La lección del día era colocarnos en parejas y rastrear una criatura diferente.

—He elegido algunos especímenes bastante escurridizos —anunció con orgullo el profesor—. Todos tienen uno diferente. Mucha suerte.

Estaba a punto de preguntarle al profesor si podía hacerlo solo cuando Valeria Savanah me tomó del brazo y me arrastró hacia la marca asignada al grupo C.

Movió la mano en un claro intento de probar un rastro acuático que brilló débilmente y se apagó segundos después.

—Bien —murmuró emocionadamente—. No tenemos nada en los pantanos. Avancemos.

La seguí sin rechistar. Ella parecía poseída por una energía determinada que me arrastraría con ella si me negaba. Cuando nos alejamos lo suficiente de todos, y logramos activar un rastro aéreo de forma intermitente, volvió a hablarme.

—Oí que estuviste en una pelea con mi hermano —dijo casualmente.

—¿Tu hermano? —Repetí sin comprender.

—Zack Savanah, mi hermano. Se pelearon en la mañana en los baños — me cortó con tanta seguridad como si ella hubiera estado allí.

Ahora sabía a quién me había recordado el chico.

—Es de la pandilla de Víctor —solté casi como una acusación.

—Sí —confirmó ella deteniéndose súbitamente—. Me costó mucho conseguir que Víctor lo incluyera. No lo arruines, Kyle. O te arruinaré. En clases nos observan, pero cuando haya una misión, voy a estar en ella. Y me aseguraré que tú también.

—¿Qué?

—Lo que pasa en el bosque, se queda en el bosque —dijo ella con un guiño tras sus bonitos lentes rojos—. Te lo repito, arruina a mi hermano y no voy a parar hasta que ruegues clemencia.

—Me gusta cuando me amenazas —me burlé, avanzado para revisar el mapa de coordenadas que habíamos marcado antes.

—Estoy bloqueando la zona cuatro —dijo ella—. Acabo de sentir que nuestra salamandra se movió allí.

—¿Salamandra? —La miré con escepticismo—. Tuvimos un rastreo aéreo

—Salamandra de aire, genio —bufó ella—. Pero está oculta bajo alguna roca o tronco de árbol. Vamos.

No era fácil discutir con ella.

—¿Segura que es una salamandra?

—Totalmente —replicó sin mirarme—. Solo que le gusta ocultarse. Igual que tú y tu amiguita de porcelana en la biblioteca, siendo misteriosos.

—¿Quién?

—Emmeline Swift y tú leyendo en la biblioteca y murmurando entre clases —bufó Valeria como si yo resultara exasperante—. Ah, allí estás.

Empezó a correr pero se detuvo súbitamente. Casi caí de bruces mientras la perseguía. Sentía que el mundo se había puesto en cámara rápida sin avisarme.

—No, esa no es la nuestra —murmuró frustrada—. Hay un grupo que tiene un escarabajo ígneo, ¿es una broma?

—Valeria, cálmate un segundo. No te sigo.

—Nadie puede —murmuró ella volviendo a guiñarme un ojo—. ¿He mencionado que soy un poco hiperactiva? ¿No? Tal vez debería. Ajá, nuestra salamandra está en esa dirección.

Hiperactiva. Bien, eso explicaba que saltara de un tema a otro con tanta rapidez como Irina. ¿La gente hiperactiva hacía eso o ella solo estaba demente y usaba la palabra para que yo lo entendiera mejor?

Avanzó hacia el oeste y la seguí, todavía mareado por la rapidez con la que hablaba. Iba a comentarlo, cuando sus siguientes palabras me distrajeron.

—Kyle, dile a tu amigo James que debería decirle de una vez a su vampiro que le gusta.

—¿Qué?

Esta vez sí fingí completamente que no la entendía. Aunque no había necesidad, cualquiera podía notarlo si observaba con el suficiente detenimiento.

—Irina...me agrada esa chica. Aunque dile también que sé que me escucha. No es educado escuchar a escondidas conversaciones privadas, Kyle.

—Ella es un vampiro, no creo que pretenda ser indiscreta.

—Ella es un híbrido —me corrigió—. Igual que esta salamandra.

Empezó a lanzar esferas de contacto y se detuvo a esperar que hicieran su trabajo. Admiré su trabajo y tuve que admitir a regañadientes que era mejor que yo en esto.

—Y tal vez tú también deberías ser menos evidente babeando por Bambi.

—¿Quién?

—¡Dioses! Eres lento —exclamó ella exasperada—. No te mereces a la única chica con la que tengo que hacer grandes esfuerzos para poder sacarle algo en claro. En fin...allí está.

Valeria saltó casi diez metros y en un solo movimiento activó una cápsula dimensional. Unos segundos después una salamandra aérea daba vueltas en su prisión. Ella—era—jodidamente—buena.

No me dio tiempo de recuperarme y salió corriendo hacia el profesor. Cuando llegué, su figura casi se perdía en el interior del castillo.

Todavía no me había recuperado de las emociones de este día cuando al llegar a Ataque y Defensa, las cosas se pusieron más complicadas.

—¿Entonces, ya sabes qué usarás para esta reunión? —Preguntó James mientras esperábamos que todos se cambiaran a su ropa de gimnasia.

Irina lo miró largamente y dijo:

—Mi padre no me ha enviado ninguna invitación.

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