Now I know what love is (JJBA)

By pedepug

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"Muchas personas conciben el amor como algo posesivo, una suerte de juego de roles, un constante tira y afloj... More

1. Prólogo
Algunas aclaraciones:
2. Nuevo amigo
3. Conversaciones
4. Extraño
5. Starbucks
6. Qué mierd...
7. ¡Ayuda!
8. Could this be... love?
9. I can't fight this feeling anymore
10. Planes
11. Un día juntos
12. Your man
13. Incómodo
Aclaraciones 2.0
14. ❤
15. Adiós, vacaciones
16. Chico nuevo
17. Te amo
18. Dulces sueños
LEER
19. Oops...
20. Secretos
21. Cambios
22. Estudio
23. Inapropiado
24. Cine
25. ¿Qué demonios te pasa?
26. ORA
27. Mierda
28. Lo siento
29. Just a fool
PROCESO DE EDICIÓN
30. Im yours
31. I wont give up
32. Truly Madly Deeply
Bonus: el Plan de Polnareff
33. Extrañándote
34. Examen
35. You and me
¡EXÁMENES!
36. Noticias
¡Mañana salgo de vacaciones!
37. Sydney
38. Investigaciones
¡Feliz año!
40. Hurt
41. The one that got away (parte 1)
42. The one that got away (parte 2)
Se acerca el fin
43. I know what love is
Bonus #2: AvPol
Pugpleaños feliz

39. Volverte a ver

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By pedepug

El vuelo desde Sydney a Japón tardaba aproximadamente 10 horas en arribar. Eran cerca de las 5 de la mañana cuando Jotaro lo abordó, por lo tanto, estaría llegando a eso de las 15 p.m, sin embargo debido a la diferencia horaria, en Japón serían las 13 horas. Era una buena hora para llegar y sorprender a Kakyoin, considerando que pasaba la mayor parte del tiempo en casa, saliendo exclusivamente para asuntos muy puntuales. Había hablado con él hace unas horas y el menor le dijo que no saldría de la casa ese día, así que todo iría de maravilla para Jotaro.

Una vez en el avión, el ojiazul dejó de lado cualquier cosa que tuviera que ver con su investigación y simplemente sacó su reproductor de música y se fue escuchando sus tonadas favoritas casi durante todo el trayecto (que era bastante largo a decir verdad). A ratos recordaba el triste rostro de su compañero de trabajo que lo había hecho reflexionar al respecto, agradeciéndole enormemente por ello. Le entristecía muchísmo el desenlace que tuvo su historia con su mujer... ahora comprendía el por que de su mirada tan melancólica, realmente le habría gustado poder hacer algo al respecto por él.

Pero no se podía.

Lo único que si tenía en claro es que no iba a permitir que le sucediera lo mismo con el menor, así que derechamente decidió no dejar que la investigación lo consumiera, y tal como le prometió antes de partir a Kakyoin, iría a visitarlo de ahora en adelante, mínimo, una vez al mes. Era una promesa que el mismo se había hecho.


(...)

El avión llegó un poco antes de lo esperado, estando en el aeropuerto de Tokio a eso del medio día. Había sido un viaje sumamente agotador, sin embargo valía la pena la espera, tan solo ver la sonrisa de Kakyoin en su rostro al verlo valía más que un millón de dólares en ese momento.

Tomó un transfer hasta su casa que no tardó demasiado en llegar, estaba sumamente ansioso de ver a Kakyoin, lo extrañaba tanto...

Se asomó por la ventana que daba a la habitación de ambos y vio al menor dormido encima del escritorio. Sonrió para si, probablemente se había quedado despierto hasta tarde haciendo alguna demanda o algo así.

Con mucha cautela entró por la puerta trasera, quería hacer el menor ruido posible. Su idea original era hacer una entrada bastante más ruidosa que implicara correr a abrazarlo y cosas por el estilo, sin embargo al verlo dormido pensó en dejarlo descansar y sorprenderlo una vez despertara.

Abrió la puerta de la habitación y tomó al menor entre sus brazos, el cual parecía estar tan cansado que ni siquiera se inmutó por ello.

—Oye, podría ser un asesino serial y tu no despiertas— comentó en voz alta el mayor, sabiendo que ni con ello despertaría a su amado.

Besó dulcemente sus labios aun cuando el beso no fuera correspondido por el pelirrojo. Lo necesitaba más que a nada en el mundo, sentir la suavidad y calidez de sus besos era una de las cosas que más extrañaba del menor.

—Mmmh...— escuchó como Kakyoin sonreía entre sueños —Jojo...

Kakyoin estaba soñando justamente con su amado Jotaro, el tenerlo tan lejos y pensar en él todo el día lo hacía soñar con él. Sintió una extraña calidez en sus labios cuando (en sus sueños) besaba al mayor, como si fuera un beso de verdad. Probablemente no lo fuera y cuando despertara se encontraría solo en la habitación, besando su almohada como acostumbraba a pasarle desde que Jotaro había partido. Sin embargo ese beso lo hizo sentir tan bien que, aun en sus sueños, lo continuó.

Cada uno de esos besos en específico se sintieron demasiado reales para el menor, no entendía por qué. Aquello era tan maravilloso que simplemente no quería despertar, mas sus sueños se vieron interrumpidos cuando la preocupación de terminar su trabajo frente a la computadora lo hizo abrir los ojos de golpe.

Fue ahí cuando se encontró con el más hermoso sueño que había tenido en meses. Por un momento creyó estar frente a Jotaro, quien lo observaba con muchísima ternura y lo recostaba con sumo cuidado en la cama. Aun sin darse cuenta que realmente estaba despierto, acarició su rostro con dulzura y besó sus labios, con la esperanza de volver a sentir esa calidez de hace un rato.

Y la sintió.

Jotaro comenzó a acariciar su cuerpo dado que ya estaba despierto, y no fue hasta ese entonces que Kakyoin cayó en cuenta que realmente se encontraba junto al amor de su vida.

—¡JOTARO!— exclamó sorprendido, haciendo que el mayor se alejara de él debido al sobresalto que le provocó.

—¿¡Qué pasó!? ¿¡qué tengo!?— Jotaro no sabía que Kakyoin recién comenzaba a darse cuenta de las cosas, más bien creía que había despertado en el instante en que le correspondió el beso.

—E-eres tú...— el menor balbuceaba, no podía creer que Jotaro estuviera ahí —p-pero como... ¿como es que estás aquí?

Jotaro sonrió y se acercó nuevamente a Kakyoin y lo abrazó más fuerte que nunca. Le dio un par de besos cargados de mucho amor y se dispuso a responderle.

—Después te contaré con más detalle— dijo acariciando su rostro— lo importante es que estoy aquí y que me tendrás para ti solo por 3 días.

Sin aguantarse las ganas de sentir al ojiazul, Kakyoin se abalanzó sobre su amado y lo besó con mucha pasión. No sabía que carajos hacía ahí, nisiquiera se le ocurrió que podría ser porque lo habían despedido o algo así, pero lo cierto es que estaba con él y nada más le importaba.

De inmediato aquellos besos se transformaron en algo más intenso debido a la falta que se hacían, ninguno de los dos pudo evitarlo. El mayor comenzó a acariciar el cuerpo de Kakyoin con desesperación, bajando desde su pecho hasta sus muslos, para luego desabrochar su pantalón y acariciar su miembro.

—Ah... Jojo...— Kakyoin estaba extasiado, disfrutaba cada cosa que Jotaro hacía en ese momento.

Unos instantes después en que ambos se desprendieran de sus ropas por completo, el pelirrojo sintió que su celular estaba sonando.

—Diablos, quien será— rió ante la inoportuna llamada y contestó. Era uno de los clientes que tenía, que quería saber como iba todo con su caso. —h-hola, señor Sato... ¿cómo está? —mientras Kakyoin hablaba, Jotaro continuaba su 'trabajo' y se disponía a lamer y succionar desesperadamente su miembro —s-si... t-todo va en orden con su demanda...— con la mano que tenía libre, acarició el cabello de su amado y lo acercó más a su miembro a fin de que entrara en su boca de lleno —ah... s-si, estará lista m-mañana...— sabía que no era de lo más correcto hablar por teléfono con un cliente en esas condiciones, pero simplemente no se podía resistir al mayor —l-le parece s-si lo l-llamo luego... yo... nghh... e-estoy algo oc-ocupado ahora...

Sin esperar respuesta por parte de la otra línea, el menor colgó la llamada, apagó su celular y lo arrojó lejos de la cama. No quería más interrupciones por un largo rato.

—M-me voy a quedar sin clientes por tu culpa— decía entre risas Kakyoin, al tiempo que se subía sobre Jotaro y entraba en él rápidamente.

—T-tu.... n-no me p-pediste que p-parara— si bien era común que fuera Jotaro quien dominara la situación, le fascinaba cuando era Kakyoin quien tomaba el control de las cosas. En un principio le costó aceptarlo, pero no podía mentir: era algo que lo excitaba en demasía.

—Lo siento, no puedo permitirme perder el tiempo— decía esto entre desesperados gemidos, el interior de Jotaro lo aprisionaba bastante y eso lo hacía querer acabar cuanto antes en su interior, ello sumado a la falta que le hacía no tenerlo a su lado por tanto tiempo como el que habían pasado lejos el uno del otro.

Tras embestirlo un par de veces más, Jotaro comenzó a masturbarse debido al placer que le hacía sentir el palpitante miembro de Kakyoin en sus entrañas. Todo eso lo estaba volviendo loco, y la verdad es que él tampoco aguantaría mucho tiempo más sin acabar.

Dejó salir una buena cantidad de aquel líquido blanquecino sobre su abdomen y parte del de Kakyoin, algo que no hizo sino más que hacer a este último acabar (también de manera cuantiosa) dentro de Jotaro. No había sido la más larga de sus apasionadas sesiones, pero se necesitaban tanto el uno al otro que no pudieron aguantar mucho más.

—Te amo...—susurró el pelinegro, al tiempo que el menor se levantaba para lamer los restos de 'evidencia' que quedaban en el abdomen de su amado y limpiaba los que habían quedado en el suyo.

—Yo también te amo— respondió el menor, cayendo exhausto en los brazos de Jotaro.

(...)

—¿Ahora si me dirás que haces aquí?— comentó entre risas Kakyoin una vez recuperó el ritmo normal de su respiración, mirando a los ojos a Jotaro.

—Te extrañaba... eso pasó— dijo el ojiazul, entrelazando sus dedos con los de Kakyoin. —la verdad todo fue gracias a un compañero de trabajo, te he hablado de él. —atrajo al menor a su pecho y lo recostó en el— me contó que debido a su obsesión con el trabajo no pudo aprovechar el tiempo con su esposa que falleció de cáncer hace unos años atrás.

—Dios, que triste...— comentó el pelirrojo, imaginando como estaría de triste él de haber vivido esa misma situación.

—Sí...— respondió Jotaro, a través de un suspiro— no quiero que nos pase lo mismo. No quiero estar enclaustrado en ese centro de investigaciones sin tener aunque sea un fin de semana libre para verte, no otra vez. —abraza a Kakyoin con fuerza— lamento que eso haya pasado... pero te prometo que vendré todos los fines de semana a verte, sin falta.

—Sabes que es lo que más deseo, Jotaro— decía enternecido el menor— pero no quiero interferir con tu trabajo...

—Y yo no quiero perderte— dijo el pelinegro observando a Kakyoin fijamente a los ojos —no sé que haría sin ti si por algún motivo te sucede algo... yo... no lo soportaría.

La sola idea de perder a Kakyoin lo abrumaba demasiado, lo hacía sentir una angustia enorme en el pecho. Agradecía a cada segundo en ese momento tenerlo a su lado, el relato de su compañero realmente lo había afectado.

—Por favor... ve conmigo a Sydney....

Kakyoin se sorprendió al oír eso, pero más lo sorprendía la desesperación con la cual Jotaro se lo pedía.

—Jojo...—sus palabras fueron inmediatamente interrumpidas por su compañero.

—Por favor, no tienes que trabajar. Estoy ganando mucho dinero, no tienes que preocuparte por eso, viviremos bien... — no dimensionaba lo que decía, no pensaba en que Kakyoin también tenía un trabajo que mantener y no podía dejarlo tirado solo porque él se lo estaba pidiendo.

—Sabes que no puedo hacer eso...— suspiró el menor.

—Perdón, tienes razón— por más que le doliera Kakyoin estaba en lo cierto, además, recién estaba comenzando a trabajar, no era justo lo que le estaba pidiendo. —discúlpame, hablé sin pensar.

El mayor abrazó nuevamente al de ojos violeta con todas sus fuerzas, como si su vida dependiera de ello, y no lo soltó hasta que lentamente comenzó a quedarse dormido junto con el pelirrojo.

(...)

Un par de horas después, Kakyoin despertó algo inquieto ante la idea de haber soñado todo lo que había pasado hace un rato, sin embargo al ver a Jotaro a su lado abrazándolo con tanto amor, sonrió para sí. No era un sueño, Jotaro estaba ahí junto a él.

Le preocupaba un poco el hecho de que Jotaro estuviera tan afectado por la lejanía que le pidiera que se fuera con él a Sydney. Ciertamente era una idea que no le desagradaba en lo absoluto, pues a decir verdad su trabajo comenzaba a agobiarlo un poco. En un principio estaba feliz con lo que hacía, pero a medida que pasaban los días sentía como se volvía algo monótono y aburrido, y era algo que lo enfurecía bastante. No quería pensar en el hecho de haber estudiado casi 7 años para obtener el título de abogado y que ahora la carrera no le gustara, no podía permitírselo.

Sin embargo no podía decírselo a Jotaro, pues tendría motivos para convencerlo de irse con el a Australia. Y si bien lo que más deseaba era estar a su lado todos los días por el resto de su vida, no quería vivir a costas del esfuerzo que el ojiazul ponía a diario en las investigaciones que llevaba a cabo, aunque ello le significara seguir trabajando en algo que, aunque no quisiera admitir, no era lo suyo.

Al fin y al cabo faltaba cada vez menos para que Jotaro regresara a casa, quizá para ese entonces pensaría en buscar un nuevo trabajo o terminaría por acostumbrarse finalmente a lo que actualmente hacía.

Mas ahora no quería pensar en nada de eso. Su único deseo era aprovechar esos 3 días que tendría con su amado pelinegro al máximo, y rogar porque los meses que le quedaban de investigación se pasaran lo más rápido posible para volver a su vida de antes.

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