Hermosa Ante Mis Ojos

By MarlyyGrey

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ยฟQuรฉ pasa cuando encuentras a esa persona que tanto tiempo has esperado? "ร‰l" Un multimillonario exitoso. A... More

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Epรญlogo
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By MarlyyGrey


ANASTASIA

El viaje de regreso ha sido sumamente agotador. Mi cuerpo se encuentra exhausto de toda la actividad física que he mantenido con Christian. Nunca imaginé que su advertencia fuese cierta. Me tomó en cada rincón de su bungalow, y puedo asegurar que cada una fue mejor que la anterior.

—¿Debo cargarte? —La voz tierna y suave de Christian en mi oído me hace estremecer. El sueño está haciendo que mis parpados pesen. 

—Mmm... —Es lo único que sale de mis labios. Mis fuerzas han quedado en las cuatro horas de vuelo en el cual he dormido poco.

Puedo escuchar su risa aún sin verlo. 

—Asumo que eso es un si. —Siento la suavidad de sus manos tomando mi cuerpo. Aunque trato de abrir mis ojos es completamente imposible. Llevo mis manos a su cuello en donde su olor me impacta provocando una reacción involuntaria de absorber su aroma. —Eres tan adorable —susurra dejando un beso en mi cuello que me hace estremecer. Escucho el sonido del ascensor llegar. La brisa fría desaparece para darle paso a un silencio completamente relajante. El sueño se apodera nuevamente de mi llevándome en una nube de oscuridad que es interrumpida por una voz femenina.  

—Hasta que al fin llegas. —Abro los ojos de golpe. Esa voz la reconozco. Aunque de pocos segundos, jamás la podría olvidar. —Y con esa gorda. —Inhalo y Exhalo calmando el temblor de mi cuerpo. Puedo sentir el aura de tensión y furia recorrer el cuerpo de Christian. Con cuidado me remuevo para poder sostenerme en pie. 

Miro los ojos de Christian que están oscuros. He aprendido a conocer su mirada. Cada sentimiento o emoción es expresado por sus ojos sin poderlo detener. En éste corto tiempo he podido comprobar la veracidad de sus sentimientos. Su cuerpo más allá del placer sexual responde a mi presencia de una manera dulce y atrayente. Su corazón es prueba viviente de ello. La forma en que late es irreal. Errática acompañada de una respiración que aunque pausada no puede controlar las reacciones de su piel. 

He comprendido el odio que siente el mundo hacia mi, pero más he entendido el propósito de su llegada a mi vida. Solamente en el encuentro la seguridad que mi mente necesita. Sus palabras son un bálsamo que calma hasta la más amarga de las angustias. Sus labios están llenos de una verdad que me hace sentir plena y dichosa. Feliz por ser la mujer a quien ama de una manera obsesiva. Extasiada de sentir en cada acto el amor que jamás las palabras podrán demostrar.

—¿Qué haces aquí, Leyla? —Su voz es tenebrosamente calmada y ella lo puede notar ya que balancea el peso de su cuerpo hacia ambos pies. 

—Necesito hablar contigo, pero lejos de ésta... —Aprieto la mano de Christian que sostiene la mía. Cierro los ojos buscando esa chispa de valor que necesito. Buscando la confianza que Christian me proyecta y la cual debo adaptar a mi.

No estoy sola.

Ese ha sido mi mantra desde que desperté herida por mi imprudencia y ataque de pánico. Me he apegado a su compañía. Soy una fiel dependiente de él para volver a buscar en mi interior a la Anastasia vivaz y alegre que algún vez yo misma conocí. 

—No te preocupes, amor. —Las palabras salen de mis labios sin que lo pueda controlar. Confío en él. Confío en su declaración de amor y en la firmeza de sus sentimientos. Confío ciegamente en que él será la única persona que jamás me podrá traicionar. Me mira con el ceño fruncido. Sonrío tenue mostrando ese inicio de cambio que he empleado. —Te estaré esperando en nuestra habitación. —Me acerco con lentitud y beso sus deliciosos labios. 

Jamás me cansaré de esto. De sentir su cuerpo vibrar ante mis muestras de cariño. Aún en los peores momentos he conseguido disipar su furia y éste momento no es la excepción. Su mano acaricia mi mejilla profundizando nuestro beso. Muerde mi labio inferior para luego recargar su frente con la mía. 

—Te amo, pequeña. —Aspiro esas cortas pero significativas palabras que en estos momentos me hacen superior a Leyla o cualquiera. Besa castamente mis labios. —No tardaré. —Asiento con una autentica sonrisa. 

Él causa esto. Que sienta mi cuerpo cargado de emociones y ansiedad. Que mi corazón se acelere elevando mi alma hasta sentir que el suelo es la más simple de mis metas.

Me separo de él y camino hacia su habitación, pero las palabras de Leyla me hacen detenerme abruptamente. 

—¿No sientes pena? —Me giro. —Él está jugando contigo. Una vez le des lo que quiere te dejará como a todas. —Inhalo y exhalo profundamente. Miro a Christian al pie del vestíbulo y a ella en el centro del salón. 

No puedo evitar compararme físicamente con ella. Es hermosa, eso no lo puedo negar, pero es una belleza común entre las miles de mujeres que presumen de un cuerpo trabajado. 

—Por quien siento pena es por ti. —Intenta abrir sus labios para hablar pero no le doy tiempo, y es que tampoco mi corazón me lo da, ya que late descocado. —Suplicar atención es la más baja de las humillaciones. —Puedo ver sus manos en puños. —Lo que para ti es sinónimo de asco, a él le encanta, y aunque no lo creas me haces sentir superior a ti, porque me insultas al ver que tengo por lo que en estos momentos te arrastras. —Intenta caminar hacia mi pero la voz firme de Christian la detiene. 

—¡Ni lo pienses! —Sus ojos dejan ver el odio crudo e inmenso que he despertado en ella. Parece un animal salvaje a expensas de un descuido de mi parte para atacarme.

—No eres... —La interrumpo. 

Ya he tomado carretilla en el arte de no dejarme pisotear. Mi alma misma se siente sobrecargada de tanto desprecio y humillaciones que me prometí dejar en aquel hermoso lugar. 

—Para Christian soy más. Me ama y eso es algo que tu nunca tendrás. —Me doy la vuelta para seguir mi camino en el momento justo que Christian le indica a Taylor sacarla. 

Entro a la recamara sintiendo mis piernas débiles por la descarga de adrenalina que recorría mi cuerpo. Aún me sorprenden mis propias palabras, ya que comúnmente mi mente recibía cada insulto y agresión que no se tornaba reciproco. 

La sensación de estar frente a Christian y escuchar sus palabras de alguna manera me enojaron. Despertaron una parte de mi que no conocía y ahora en medio del silencio y la soledad me aterra. Me aterra pensar que perderé el hilo de mi personalidad.

Entro al vestidor liberando mi cuerpo de la pesada ropa. Observo mi reflejo frente al espejo suspirando. Toco mi abdomen e inmediatamente el escultural cuerpo de Nicole y Leyla se proyecta frente a mi llevando mi mente a una fila de entendimiento de mi apariencia. 

Todas sus ex poseen un cuerpo de infarto que el mío queda siendo nada junto a ellas. Ambas poseen seguridad, belleza, elegancia y esa capa de superioridad que las hace frente al mundo seguras por el simple hecho de serlos. Son hermosas. De manera diferente, pero hermosas al fin.

—También eres hermosa. —La voz de Christian llega como si hubiese leído mis pensamientos. —Eres diferente a ella en todo. —Es eso lo que no entiendo. 

—¿Por qué yo? —Lo observo acercarse a paso lento. Sé está tomando su tiempo mientras sus ojos no se despegan de los míos. —¿Por qué enamorarte de una mujer tan insignificante? —Niega con la cabeza plasmando en sus labios una pequeña sonrisa. 

Se detiene a una distancia abismal de mi. 

—Te estás viendo al espejo, Anastasia. —Sus ojos recorren por medio del espejo mi cuerpo que se encuentra en ropa interior. Aquel gris plomo, se oscurece. Reconozco esa mirada. Es la oscuridad propia del deseo que nubla sus sentidos. Mi cuerpo se estremece al recordad mi despertar y su promesa sexual. —Mírate fijamente. Mírate y entiende el porque mi jodido miembro quiere rasgar mi pantalón en éste momento. —Jadeo sorprendida ante sus palabras crudas en ese tono firme y voz ronca contenida. —Cierra los ojos. —Demanda con la voz completamente irreconocible. Lo hago al sentir su aliento golpear mi cuello. ¿En qué momento llegó junto a mi? —Siente lo que provocas. —Balancea sus caderas contra mis nalgas haciendo que mi pulso se dispare al sentir la firmeza de su miembro. —Eso lo provoca verte. No te imaginas lo que mi mente piensa cada vez que te tengo frente a mi. La lucha interna que tengo que librar contra el deseo de poseerte en cualquier lugar, Anastasia. Mi deseo por ti nubla mi razón, pero hay algo que ellas nunca han tenido de mi ni lo tendrán. —Siento sus manos en mi abdomen acariciando mi piel con una suavidad que me enloquece. —A quien amo es a ti. —Su lengua recorre la curvatura de mi cuello incrementando esa ola de calor. —A quien le quiero entregar el universo, el mundo y mi vida es a ti, nena. —Gimo al sentir sus manos acariciar mi sexo por encima de las bragas de encaje negro. 

››Mi corazón era virgen, nena. Solo tu has estado ahí y créeme que no saldrás. Mientras tenga vida estarás junto a mi. Llámame loco si quieres, pero serás mía hasta que muera. —Gimo fuerte al sentir su mano rasgar la delgada capa de encaje de mis bragas y pasear sus dedos entre mi hendidura. Cierro los ojos y recargo mi cabeza en su pecho al disfrute de su caricia. —Abre los ojos, Anastasia —exige—. Quiero que veas como tu cuerpo me desea. —Adentra dos dedos provocando que mis piernas se debiliten. Gimo su nombre de manera silenciosa mientras su otra mano masajea mis senos de manera lenta pero placentera. Estimula cada parte de mi cuerpo. Gira con precisión mi cabeza para tomar mis labios de manera salvaje e irracional. —Como te hago estremecer —susurra sobre mis labios. Sus penetraciones me conducen cada vez más al final. Su lengua recorre mi boca mientras sus dedos al penetrar mi sexo me vuelven cada vez más débil.

—Christian —gimo en voz alta al sentir sus dientes tomar mi pezón y morderlo provocando una mezcla de dolor y placer incontrolable. 

Lo necesito. Necesito mucho más.

—Como tiemblas bajo mis caricias. —Lleva su pulgar a mi clítoris provocando que mis piernas y cuerpo se tensen. Mi sexo se contrae provocando una sensación deliciosa en mi vientre. —Mírate al espejo, Anastasia. —Mi cuerpo se calienta aún más al ver la escena. —Quiero que mires como te corres bajo mi mirada. —Acelera sus movimientos provocando que esa sensación tan conocida estalle en mi sin que lo pueda controlar. ¡Joder! El brillo de la lujuria de sus ojos es como esa llama que te hace estallar. Mis piernas flaquean haciendo que una de sus manos me tome con fuerza de la cintura. —Aún no termino, Pequeña. Recarga tus manos en el espejo. —Lo hago manteniendo la sensación deliciosa del orgasmo recorrer mi cuerpo. Mi respiración es errática, al igual que los latidos de mi corazón. —Quiero que ahora veas y sientas lo que le haces a mi cuerpo. —Procede a quitar sus ropa quedando gloriosamente desnudo. —¡Dios, nena! —Gime acariciando mis nalgas. Me remuevo buscando el tacto de su piel. —¡Joder, nena! Ésta vista es... No voy a ser delicado. —Sin darme tiempo a procesar sus palabras me penetra arrastrando de mis labios un gemido más que audible de placer. —Abre los ojos, nena. Quiero que observes como te hago mía. Porque eres mía, Anastasia. —Sale para volver a penetrarme con más fuerza. 

—¡Por dios, Christian! —Me toma del cabello obligándome a pegarme a su duro y trabajado cuerpo. Me mira fijamente a través del espejo con una intensidad que hace palpitar mi sexo. 

—Eres mía, Anastasia. Mía. —Gira mi cabeza y toma mis labios nuevamente con fuerza. Me besa de esa manera tan primitiva reclamando mis labios, cuerpo y alma como suyos. Ya lo soy. Soy suya con cada partícula de mi cuerpo. Aumenta sus envestida volviendo a elevar mi cuerpo a ese universo en donde solamente existimos nosotros. Mi vientre se contrae provocado que los vello de mi piel se ericen. —Te amo, Anastasia. —Gime al llegar a el clímax. Su exhalación gloriosa de amor me arrastra junto a él en ese espiral de pasión, obsesión y amor que solamente Christian puede hacer que sea tan irremediablemente increíble.

Pierdo el equilibrio por completo arrastrándolo conmigo al suelo. 

—Te amo —susurro antes de sentir mi cuerpo completamente agotado. 

—Duerme, mi amor. —Besa mi frente y me dejo llevar por la inconsciencia.


[...]

Despierto por el sonido de un móvil. Intento moverme pero es imposible, la mano de Christian me retiene con fuerza como si temiera que me fuera. 

Me estiro y tomo su Iphone de la mesa de noche observando el indicador que refleja el nombre de Elena. 

—Hola. —Mi voz es ronca y notoriamente somnolienta. 

Buenos días, Anastasia. Esperaba que me contestara Christian, pero en visto que es contigo con quien quiero hablar es mucho mejor. —Tallo mis ojos abriéndolos por completo al sentir la mirada gris plomo de Christian sobre mi.

Sus labios tienen una pequeña sonrisa que me hace sentir nerviosa.  

—Buenos días, Elena. ¿Pasa algo? —Christian levanta su mano y acaricia mi mejilla. 

Hoy inicia tu rutina de ejercicios, mujer. Así que pasaré por ti en media hora. —Abro los ojos como platos. 

Intento replicar pero no escucho nada porque ha cerrado. 

—Así que contestando mis llamadas. —Se acerca y deja un tierno beso en mi mejilla. Su rastro de barba me hace cosquillas. 

—Fue un impulso. —Su sonrisa se amplia.

—Me encanta que lo hagas. —Vuelve a acariciar mi mejilla. Se queda observando mi rostro fijamente. —Me pareces un sueño. —Sonrío. Llevo mis manos su cabello disfrutando de la suavidad del mismo. —Eres hermosa. —Roza su nariz con la mía. Es un gesto sumamente tierno que me derrite. —Y mía. — Mi sonrisa se amplia. 

—Posesivo. —Asiente enterrando su cabeza en mi cuello donde deja pequeños besos. 

—Cuido, protejo y adoro lo que es mio —Gimo al sentir su lengua descender a mi hombro. —Eres el numero uno y más importante de mi lista de vienes invaluables. —Muerde mi hombro haciendo que grite. 

—¡Christian! —le gruño.

Se carcajea. Me hipnotiza verlo reír que por un segundo me quedo congelada viendo lo joven y atractivo que se ve. 

—Tranquila. —Besa mi frente. —Hoy vendrá la ginecóloga. —Me mira fijamente. 

—¿Habrá...? —me interrumpe. 

—Espero que no. —Por un segundo me entristece pensar que rechace la idea de tener hijos. —No es que me niegue a tenerlos, simplemente quiero cumplir tus sueños. Hablando de eso —Se pone de pie para dejarme ver su increíble cuerpo desnudo. —En la tarde vendré por ti para inscribirte en la universidad. —Abro mis ojos como platos. 

—¿De verdad? —Mi voz es un susurro. Mi corazón da un latido de felicidad. 

El asiente con una inmensa sonrisa en los labios. Me pongo de pie en la cama sin pensarlo y me tiro en sus brazos y lo obligo a estabilizarse con dificultad ante el ataque repentino. 

Beso cada centímetro de su hermoso rostro feliz de poder volver a estudiar.

—¡Joder, nena! Ten un poco de cuidado. No quiero que te caigas y te golpees. —Me abraza y besa mi frente mientras me lleva a la ducha. 

—Te amo, Christian. De verdad gracias por todo esto. —Me mira directo a los ojos y sonríe. 

—Dije que mi misión de vida será hacerte feliz y créeme, éste es el inicio. Cumpliré cada uno de tus sueños y metas, siempre y cuando estén a mi alcance. —Lo abrazo sintiendo mis ojos cristalinos. 

Si esto no es demostrarme su amor entonces no sé que sería. 

Nos embarcamos en nuestra propia burbuja en la ducha. Mi sexo siente punzadas de dolor y ardor, pero Christian rápidamente me explica que fue por el exceso de actividad física de ayer. Y si que lo fue. La maratón que tuvimos en la casa de campo y rematar en el vestidor fue mucho para mi cuerpo, provocando que cayera inmediatamente inconsciente. Pero la verdad no me quejo ya que es delicioso saciar las ganas que su simple presencia me impone.

Sonrío mientras enjabona mi cuerpo y disfruto de cada una de sus caricias. Éste es mi lugar. Entre sus brazos disfrutando de cada muestra de amor que el quiera expresar y cual acogeré como un tesoro invaluable. 

[...]


—Para. —Detengo la maquina de correr, mientras Paúl, mi nuevo entrenador físico establecido por Elena me dicta indicaciones. 

—Es asqueroso ver como sudas —espeta Nicole recorriendo mi cuerpo de arriba a abajo.

La ignoro. No sé donde está esa valentía con que enfrenté a Leyla.  

—No le tires piedra al vecino, hija. —Paúl y Elena se carcajean por algún chiste que desconozco, mientras que yo solo frunzo el ceño por no entender. 

—Recuerda que éste es un proceso que implica responsabilidad y compromiso con la dieta establecida, Anastasia. —Asiento dudosa. 

Elena parece notar mi incomodidad. Sabe que esto no es lo mío.

—No busco cambiarte, Anastasia. Ni lo haría, porque Christian se enamoró de la mujer que tengo frente a mi. Simplemente busco que ejercites tu cuerpo y le des firmeza... —La interrumpe Paúl. 

—Mujer, necesito tu receta. Que conquistaras al soltero más codiciado de Seattle es un logro. —sonrío con vergüenza.

Es increíble como su físico contradice su preferencia sexual. A simple vista parece un gigante y atlético entrenador con un cuerpo envidiable lleno de músculos por todas partes. Su voz es gruesa, pero al hablar en un ambiente de confianza ha cambiado radicalmente. 

—Su secreto es la inocencia y ternura que no solo proyecta, sino que emplea. —Elena sonríe con cariño. —Anastasia es la mujer más tierna que he conocido en mi vida. —Mira a Paúl. —Una autentica joya que Christian descubrió. —Siento mis mejillas arder por la mirada penetrante de paúl.

El teléfono de Elena suena.

—¿Qué quieres? —Sonríe. Es una sonrisa perfecta. Todo en ella es perfecto. —¿No le darás aire? —Me mira. Sus ojos verdes brillan de una manera sin igual. —Paúl está ejercitando sus piernas. —Ahora sus ojos se oscurecen. —Créeme que no está para nada incomoda. La sonrisa de ambos me dice lo contrario. —Cuelga sonriendo ampliamente. —Era tu novio. Quería saber como estabas. —Asiento con una pequeña sonrisa. Se aleja haciendo un gesto de manos hacia algo que dice Nicole, la cual se coloca en la caminadora que está junto a mi.  

—A lo nuestro, pequeña Anastasia. —Demanda Paúl. 

Asiento. 

Continuo con mi rutina por las siguientes horas mientras mi subconsciente ignora las continuas indirectas de Nicky. En el fondo pienso que su personalidad no está muy lejos de ser idéntica a la de Leyla. Ambas tienen un tipo de obsesión por Christian, cuando en él es notoria su obsesión por mi. 

El pensamiento me hace sonreír. Su arranque de posesividad es algo con lo cual no sé como lidiar, pero en el fondo me hace sentir segura que sea así. Me hace pensar que estaremos juntos por mucho tiempo, y es lo que anhelo. Anhelo poder vivir una vida estable estando junto a él. Bajo sus brazos que me proporcionan la seguridad que necesito. 

—Espero que esa hermosa sonrisa sea por mi. —Me detengo abruptamente para ver a mi lado a Christian vestido en ese increíble traje color gris oscuro. Mi pulso se dispara considerablemente. Sus hermosos ojos están oscuros como... sacudo la cabeza. Busco en mi sistema mi facultad de habla que ha quedado atascada en su imponente y atractiva presencia, pero más que todo en la sorpresa de verlo aquí. 

—¿Qué haces aquí? —Se acerca y retira la toalla que sostienen mis temblorosas manos. Es increíble la reacción de mi cuerpo ante su presencia. Mi corazón late desbocado mientras que mi piel se ha erizado de una manera deliciosa ante su leve roce en mis manos.—Se supone que deberías estar en la empre... —Me interrumpe de una manera tan deliciosa que sin importar el lugar gimo de placer al sentir el sabor a menta y café mezclado en su boca. 

—Ya te dije que cuido lo que me pertenece —susurra sobre mis labios. Me ha arrastrado a su cuerpo sin importar el mar de sudor que es en estos momentos mi cuerpo—. Eres hermosa en cada faceta. —Vuelve a besar mis labios. —Pero me encantaría mucho más, ser yo quien te ponga a sudar de ésta manera. —Jadeo asombrada por su comentario. Siento mis mejillas arder mientras miro a nuestro al rededor para que nadie haya escuchado sus palabras. 

—No puedes estar haciendo esto, Christian. —Lo miro fijamente. 

—¿Hacer qué? —Intenta fingir inocencia pero el color turbio de sus ojos lo delatan. 

—Venir aquí y decir comentarios como esos tan... tan... —Las palabras me abandonan. Es normal todo esto. Estando junto a él mi mente pierde razonamiento. Me debo por completo a lo que el disponga sobre mi.  

—Tan ardientes —susurra para luego tomar mis labios y besarme de esa manera primitiva en la cual me roba por completo el aliento, y me arrastra a su universo de pasión, lujuria y sobre todo amor. Éste beso es diferente. Éste es un beso que deja claro una sola cosa—. Nos vemos luego, Cariño. —Abro los ojos atontada para verlo caminar hacia la oficia que está cerca de la salida.

¿Qué?

Mi cuerpo arde aún bajo esa atmósfera de pasión a la que me ha arrastrado su beso. Me ha dejado sumergida en éste espiral de sensaciones sin importar el lugar. 

¿Qué mierda pretende?

—Sabia que lo haría. —Giro para ver a Elena caminar hacia mi. Trago saliva con dificultad dejando guardado en mis labios el sabor de los suyos. —Lo tienes —Murmura con una sonrisa pasando de largo junto a mi. Busco a Nicole a mi alrededor pero no está—. Vamos. Es todo por hoy. 

Asiento aún sintiendo mi cuerpo caliente por ese beso. Cualquier intento de volver a ejercitarme habría resultado imposible debido a el camión de carga que tengo por novio. 

Al salir me encuentro con Taylor junto a otro hombre vestido igual que él. Lo miro con el ceño fruncido sin comprender quien es. Desde que estoy con Christian, solamente he conocido a la Señora Gail y Taylor.  

—Señorita Steele. —Le otorgo una pequeña sonrisa a Taylor que a duras penas me corresponde. 

Me indica que entre al auto y lo hago, no sin antes despedirme de Elena. 

Al llegar a el apartamento me encuentro con Gail, quien me avisa de la llegada de la ginecóloga. Le indico que tomaré una ducha para reunirme con ella.

Sólo espero que todo salga bien, y las pastillas mágicas de Christian hayan dado los resultados que esperamos. 

[...]

La mañana pasa y con ella llega la tarde haciendo que mi corazón se acelere. Volver a estudiar es mi sueño. He anhelado todos estos años poder terminar mi carrera, y que Christian me incentive, hace que me sienta sobre una nube. 

Es simplemente perfecto.

—Saldremos pronto. —Dejo atrás la increíble vista que me proporciona éste fascinante lugar para ver entrar a Christian. 

Su corbata ha sido removida dejando ver el vello de su pecho a través de los dos primeros botones de su camisa que están abiertos. Es una imagen sumamente llamativa, que aliada con el beso del gimnasio hacen encender mi cuerpo.

Está frente a mi sin decir una sola palabra. Observo sus ojos que brillan como pocas veces los he visto. Levanta su mano y la coloca en mi mejilla. El contacto de su piel con la mía es cálido. Es una sensación tan placentera que me obliga a cerrar los ojos y disfrutar de ella. Absorberla por completo.

Su aliento golpea mi mejilla incrementando mis sensaciones. Sus labios rozan los míos mientras su mano es colocada en mi cintura para pegarme a su cuerpo. Inhalo profundamente llevando a mis pulmones el aire que le he negado.

—Es tan gratificante llegar del trabajo y saber que estás aquí —Besa con suavidad mi mejilla—, que esperas por mi. —Gimo al sentir la mano de mi cintura ascender por mi espalda. El calor de su cuerpo es absorbente, adictivo, cautivador. —Te he extrañado como un loco. —Ataca mis labios sin que pueda responder. Me besa con las mismas ansias que he mantenido todo el día de sus labios. Su lengua pide acceso para recorrer mi boca y se la concedo. Jamás podría resistirme a él. Mi cuerpo, alma y corazón dependen de la más mínima caricia que me proporcione. Sentirlo es él mayor placer que la vida me ha permitido. Besarle es algo realmente incomparable.

Lentamente se separa recargando su frente con la mía. Inhala y exhala de la misma manera que yo. Buscando el aire que la intensidad del beso le ha privado a nuestros pulmones. Su mano aún permanece en mi mejilla. 

—También te extrañe —susurro. Vuelve a besarme y termina mordiendo mi labio inferior. 

—Te has vuelto mi adicción. —Acaricio su cabello sintiendo su suavidad. Me envuelve entre sus brazos y besa repetidas veces mi frente. —Ven. —Me arrastra hacia el sofá. Se sienta junto a mi con una hermosa sonrisa en los labios. —Esa falda se ve tentadora. —Enarco una ceja sonriendo. Su mente pervertida no me da tiempo. 

Su sonrisa se amplia. 

—Estás imposible. —Lo reprendo negando reprobatoriamente. 

Bufa aún manteniendo su sonrisa. 

Esa hermosa sonrisa que hace resplandecer su rostro. La misma sonrisa que deja un aire relajado y muy llamativo. Un atractivo que me impide apartar mis ojos de él. 

—Es tu culpa. —Entrecierro los ojos indignada. Se acerca y besa mis labios fugazmente. —¿Cómo te fue con la Ginecóloga? —Está atento a espera de una respuesta. Aún sonríe seguramente por mi rostro indignado que cambio por una mascara de seriedad. A esto jugamos los dos, Grey. Bajo la cabeza a mis manos adquiriendo una posición nerviosa fingida. Su mano va a mi barbilla obligándome a subir la cabeza. Sus ojos que antes tenían el brillo de la diversión, ahora están opacos. —¿Qué pasa, princesa? —pregunta con dulzura y aunque lo niegue, preocupación. 

Lo miro conteniendo las ganas de reír. 

—Estoy embarazada. —Su mano cae como un peso muerto. Su ceño se frunce mientras el gris de sus ojos se torna oscuro. 

Me mira fijamente buscando algo dentro de mi. Su cuerpo está tenso haciendo que me cuestione mi broma. Me he pasado. Abre los labios para decir algo pero los vuelve a cerrar. Pasa su mano por el cabello inclinando su cabeza hacia atrás. Su cuerpo ha entrado en un estado de shock que me preocupa. Vuelve a posar sus ojos en mi pero ahora de una manera diferente. 

—¿Un hijo? —Asiento ahora nerviosa. Esto se fue más allá de lo que esperaba. Palmea su mejilla haciendo que la necesidad de reír sea mucha, y sin que lo pueda detener lo hago. Me carcajeo abiertamente mientras el me observa como si me hubiese salido otra cabeza. Me carcajeo por los nervios que me provocó ésta jodida broma. Me carcajeo por su reacción de fin de los tiempos. Me carcajeo por ver como busca una jodida explicación a mi risa que no tiene intentos de cesar. —¿Qué te causa risa? —Respiro con dificultad inhalando fuertes bocanadas de aire.

—Tú —digo con dificultad—. Fue épico tu rostro. —Ahora es el quien me mira con los ojos entrecerrados. Intenta permanecer serio pero no lo consigue. 

Sonríe observando mis ojos con algo en su mirada que no logro identificar. 

—Eso fue cruel, nena. —Enarco una ceja con diversión. Se acerca con rapidez y me tumba en el sofá mientras abre mis piernas y se coloca entre ambas rozando su bragueta con mi sexo que aún se encuentra sensible. —No me vuelvas a ilusionar de esa manera. —Abro los ojos como platos en el momento que sus labios toman los míos sin piedad. Devorándolos en un beso que despierta cada parte de mi cuerpo y borra la impresión de saber que anhelaba un hijo. 

_____________________________________

Retomo las actualizaciones. 

Sólo pido paciencia y comprendan que estarán leyendo 5,000 palabras que no lo tiene cualquier historia. 

Recuerden que los capítulos con descripción sexual pasarán a privado.

Gracias por la espera, sus votos e increíbles comentarios. 

Marly Castro

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