Now I know what love is (JJBA)

By pedepug

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"Muchas personas conciben el amor como algo posesivo, una suerte de juego de roles, un constante tira y afloj... More

1. Prólogo
Algunas aclaraciones:
2. Nuevo amigo
3. Conversaciones
4. Extraño
5. Starbucks
6. Qué mierd...
7. ¡Ayuda!
8. Could this be... love?
9. I can't fight this feeling anymore
10. Planes
11. Un día juntos
12. Your man
13. Incómodo
Aclaraciones 2.0
14. ❤
15. Adiós, vacaciones
16. Chico nuevo
17. Te amo
18. Dulces sueños
LEER
19. Oops...
20. Secretos
21. Cambios
22. Estudio
23. Inapropiado
24. Cine
25. ¿Qué demonios te pasa?
26. ORA
27. Mierda
28. Lo siento
29. Just a fool
PROCESO DE EDICIÓN
30. Im yours
31. I wont give up
32. Truly Madly Deeply
Bonus: el Plan de Polnareff
33. Extrañándote
35. You and me
¡EXÁMENES!
36. Noticias
¡Mañana salgo de vacaciones!
37. Sydney
38. Investigaciones
39. Volverte a ver
¡Feliz año!
40. Hurt
41. The one that got away (parte 1)
42. The one that got away (parte 2)
Se acerca el fin
43. I know what love is
Bonus #2: AvPol
Pugpleaños feliz

34. Examen

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By pedepug


Finalmente el tan temido día del "Bar Exam" llegó. A Kakyoin ya casi no le quedaban uñas por comer ni cabellos que arrancarse, sentía que iba a sufrir una crisis nerviosa igual o peor a la de aquella vez que discutió con Jotaro.
Durante todo el proceso de preparación de dicho examen estuvo visitando un psiquiatra, el cual le recomendó unas pastillas para la ansiedad cada vez que se sintiera así de nervioso (2 antes de algún examen). Odiaba auto medicarse, pero esta situación lo ameritaba, y el hecho de estar a solo horas de definir su futuro profesional lo hacía sentir como que el corazón se le iba a salir por la boca.

(...)

[Facultad de Derecho]
       ~16.00 p.m.~

El examen iniciaba a las 16.30 y duraba dos horas y media aproximadamente. En esta ocasión el formato de este eran 75 preguntas de selección múltiple, de diversas áreas del derecho.

Como la tasa de deserción y reprobación en la carrera era bastante alta, solo unos pocos llegaban a dar ese examen (unos 10 por generación) por lo que los resultados estaban el mismo día, un par de horas más tarde. (Nota: esto es solo para efectos del fic, no es como que en realidad sea así)
Eran revisados por una máquina (la cual solo chequeaba las respuestas correctas), y publicados posteriormente en la facultad de Derecho, en un pequeño mural donde se colocaban las noticias importantes.

Kakyoin estaba en la universidad desde hace varias horas ya, apenas pudo dormir la noche anterior.
Se juntó con uno de sus profesores que lo habían estado preparando para el examen a eso de las 8 de la mañana a fin de que lo evaluara por última vez. El hombre no dejaba de decirle a Kakyoin que estuviera tranquilo, que sabía prácticamente todo, que confiara en sus conocimientos... pero el menor estaba sumamente paranoico. Tenía un injustificado miedo a reprobar y tener que estudiar nuevamente casi un año completo para volver a rendirlo el próximo año, se sentía muy inútil de que solo Jotaro aportara económicamente al hogar, a pesar de que este siempre le había dicho que no le importaba en lo absoluto

Jotaro lo llamó temprano en la mañana para desearle mucho éxito, y para decirle que estaba orgulloso de él, que lo amaba muchísimo, que confiaba en sus capacidades y que muy pronto estarían juntos, aunque no fuese en ese momento... esas palabras de aliento eran lo único que hacía que Kakyoin no quisiera saltar por un precipicio en ese preciso instante.

(...)

Una vez cercana la hora de la verdad, el pelirrojo se encontraba esperando afuera de su salón en el que finalmente los llamaran a rendir el examen, en compañía de sus padres, Avdol y Polnareff.

—Todo va a salir bien, mi pequeño— decía su madre mientras lo abrazaba y besaba su mejilla.

—Estamos aquí apoyándote— dijo Polnareff, desordenando su cabello, recibiendo quejas por parte de Kakyoin.

—¡Kakyoin— todo escucharon dos voces que se acercaban a ellos.

—¡Dio! ¡Jonathan!— exclamó sorprendido el menor, y se levantó a saludarlos.

Dio, al igual que Polnareff, también había terminado la carrera y ahora se encontraba trabajando para un importante estudio de abogados. Estaba feliz por ello, pero sobre todo por el hombre que tenía a su lado: Jonathan.
Desde aquella vez que habló con Kakyoin y este le aconsejó revelarle sus sentimientos a Jonathan, este último le confesó que, desde la primera vez que lo vio, sintió que algo especial surgiría en ellos... y así fue. Una vez Dio le manifestó sus sentimientos, Jonathan decidió que quería intentarlo, y ahora ambos estaban perdidamente enamorados el uno del otro.

Los dos chicos eran muy cercanos a Kakyoin y a Jotaro, quien después de finalizado el año académico del 2014 se disculpó con Dio por su comportamiento tan violento con él. Ya no quedaban rencores de por medio, e incluso muchas veces salían los 4 a comer o a realizar algún panorama que se les ocurriera en el momento.

—Vinimos a darte apoyo— dijo el chico de cabello azul, abrazando cariñosamente a Kakyoin.

—Gracias Jonathan... gracias por estar aquí. —sonrió el pelirrojo.

Kakyoin realmente estaba muy agradecido de contar con tanta gente que lo quería y apoyaba. No cualquiera estaría dispuesto a estar más de 4 horas en la universidad sólo para esperar los resultados de un examen.

Los alumnos que deban rendir el Bar Exam por favor pasen, ya vamos a comenzar— dijo una mujer que se aproximaba a ellos.

—Y-ya es hora... —comentó Kakyoin más nervioso que nunca.

Todos los presentes se abalanzaron sobre el menor para desearle lo mejor en su examen, confiaban en él y en su preparación y sabían que lo aprobaría. El menor agradeció de sobremanera todo su apoyo incondicional durante esos arduos meses de estudio, meses en los que estuvo bastante desconectado del mundo, saliendo solo de manera ocasional, algo que no todo el mundo logra comprender.
Tragó saliva fuertemente, y con las manos y piernas temblorosas entró a aquel salón, dispuesto a dar lo mejor de sí, para finalmente convertirse en el profesional que tanto anhelaba ser.



(...)

~20.00 p.m.~

Terminó el examen a eso de las 18.15, y ahora solo le quedaba esperar los resultados. Sentía que lo había hecho bien, no le pareció tan terrible como se lo esperaba... al menos la tortura mayor ya había pasado. Las cartas estaban sobre la mesa y solo debía confiar en su desempeño.

Se levantó un momento para ir al baño y poder mojarse un poco el rostro, en tanto esperaba que fueran a colocar los resultados del examen en el mural.
Ahora que caía en cuenta, pensó en llamar a Jotaro para comentarle que ya había salido de examen, no había sabido de él en un largo rato. Tomó su teléfono para marcarle, pero antes de que pudiera hacerlo, vio algo que lo frenó inmediatamente.

Frente a él se encontraba alguien que no había visto en mucho tiempo, años, incluso. Tampoco tenía noticias de esa persona, en tanto después de que finalizara su relación poco antes de iniciar la suya con Jotaro, ella derechamente lo bloqueó de todas las redes sociales existentes, cortando todo contacto que pudieran tener. Seguía igual de atractiva que en aquel entonces, eso no había cambiado para nada...

—¿Kakyoin? —preguntó sorprendida aquella chica, esbozando una amplia sonrisa.

—Minako...—exclamó Kakyoin casi sin poder articular las palabras... se trataba nada más ni nada menos que su primera novia, con la cual estuvo más de 3 años, y cuya experiencia no fue la más grata de todas.

—Que gusto me da verte— abrazó efusivamente al menor, dejándolo sumamente confundido. Ni cuando eran novios había sido tan cariñosa como lo estaba siendo ahora.

—Q-que haces aquí...—quizá no era la forma más indicada de iniciar una conversación, pero fue lo único que pudo decir Kakyoin.

—Acabo de terminar mi primer día de trabajo, conseguí un empleo aquí. ¿Y tú? ¿que haces tan tarde por acá?

—Recién di mi examen de la Barra, ahora espero los resultados.

—¿¡DE VERDAD!?— se veía muy emocionada, tanto que nuevamente abrazó a Kakyoin en señal de felicitación —no sabes cuanto me alegro, de veras... siempre quisiste ser abogado

—Gracias... la verdad me siento feliz... al fin lo logré —sonrió ampliamente el pelirrojo.

Se hizo un silencio algo prolongado, en el cual Minako no quitaba la vista de Kakyoin. Había cambiado mucho, estaba sumamente atractivo y sobre todo maduro, ya no era el mismo chico inseguro con el cual había estado años atrás. Recién ahora cayó en cuenta de cuán arrepentida estaba de no haber creído en él cuando eran novios, de haberlo dejado ir tan fácilmente y de no apoyarlo cuando más lo necesitaba. Se comportó de manera muy egoísta con él, pero ya era demasiado tarde para intentar algo nuevamente. Se había enterado por conocidos que estaba viviendo con un chico que conoció en la universidad hace años, y que actualmente eran muy felices.

Le alegraba.

A pesar de su comportamiento tan poco amoroso con Kakyoin en el pasado, siempre quiso lo mejor para él, aun cuando sus actitudes de ese tiempo dieran a entender otra cosa.

—Oye... —dijo ella, apartando la vista del menor. —se que quizá sea un poco tarde para esto, pero...— suspiró. —quería pedirte que me perdonaras.

Kakyoin estaba perplejo, no creía que la misma Minako que había sido tan fría con él en el pasado ahora estuviera disculpándose. Ella no era así, no daba su brazo a torcer ni menos pedía perdón, no era de tragarse su orgullo.

—No supe valorar lo que tenía... y ahora me doy cuenta de eso —lo observó fijamente a los ojos —se que lo nuestro ya no tiene vuelta atrás... pero me gustaría al menos saber que me perdonas por todo el daño que te hice.

Kakyoin vio por primera vez en muchísimo tiempo a la chica tierna y dulce de la cual se había enamorado años atrás. Le enternecía mucho el hecho de que ella tomara esa actitud, tan noble y distinta a lo que acostumbraba ser. Y si bien sabía que no había forma de que volvieran a estar juntos (pues su corazón le pertenecía por completo a Jotaro) no le guardaba ningún rencor.

—Creo que una de las virtudes más grandes del ser humano es saber perdonar— dijo el menor, esbozando una sonrisa —sin embargo no tengo nada que perdonarte. Jamás tuve algo en contra tuya, siempre quise lo mejor para ti.

—Sigues siendo igual de caballero, Kakyoin... me alegra que eso no haya cambiado— sonrió —gracias.

Minako abrazó una última vez a Kakyoin, estaba sumamente feliz de ese pequeño encuentro que acababan de tener. El menor la rodeo con sus brazos y sonrió para sí. Era bueno no dejar cosas pendientes y cerrar de lleno las heridas del pasado.

—Te deseo lo mejor en tu vida, Kakyoin... te lo mereces —antes de separarse de él besó su mejilla dulcemente— sé que aprobarás ese examen y que serás un gran abogado. Tus padres y tu novio deben sentirse muy orgullosos de ti... no sabes como los entiendo.

Dicho esto, la chica se alejó lentamente en dirección contraria a Kakyoin, quien la perdió de vista pasados unos minutos.
El menor sintió un gran gozo en el alma de haber podido finalmente dejar las cosas claras con Minako, algo que no había logrado hacer en el pasado.

Volvió nuevamente a la facultad con una gran sonrisa en el rostro, olvidando por un momento el estrés y las ansias que tenía de saber sus resultados en el examen.

—¡KAKYOIN!—fue sacado de sus pensamientos en el instante que escuchó la voz de Polnareff aproximarse a él. —¿donde estabas? ya iba a ir por ti

—¿Por qué? ¿pasó algo?— preguntó algo confundido el menor.

—Los resultados ya están.

Esas últimas palabras bastaron para que el corazón del pelirrojo comenzara a latir de manera apresurada nuevamente, y que se le hiciera difícil respirar. Corrió rápidamente a ver la lista con los nombres y los puntajes recién publicados, sin embargo no encontró el suyo.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo pensando que quizá le había ido tan mal que derechamente se abstuvieron de publicar sus resultados, para evitarle la vergüenza de ser humillado de esa manera. Eso pensaba él, hasta que vio que uno de los profesores que había estado dentro del salón se le acercaba con un papel en las manos.

—Felicitaciones, Kakyoin. Obtuviste el puntaje máximo.

Al escuchar esas palabras todos los presentes se abalanzaron sobre el menor para abrazarlo, sin siquiera dejarlo asimilar la increíble noticia. Su madre lloraba de la emoción, finalmente su pequeño había terminado su carrera, su padre no dejaba de gritar lo feliz que estaba, y los demás solo le decían cosas como: "yo sabía que ibas a poder", "felicitaciones", "no tenías nada que temer".

—¡Eso amerita una celebración!— exclamó Jonathan, recibiendo una enorme sonrisa por parte de Kakyoin. Al menor jamás se le había dado eso de salir a celebrar, pero sentía que esta ocasión lo ameritaba.

—Quizá nosotros debamos irnos, estos ya son panoramas para jóvenes— rió el padre de Kakyoin, abrazándolo junto a su madre en señal de orgullo.

—¡No hay problema! pueden venir también— respondió amablemente Jonathan, tan caballero como siempre.

—Descuida, Jonathan. Gracias de todos modos— comentó la madre del pelirrojo, y acto seguido se despidió de todos los presentes.

—¡Avdol! ¡dejamos solo a Iggy por mucho tiempo!— exclamó preocupado el francés, lanzándole a Avdol una mirada de complicidad a través de una sonrisa.

—Tienes razón, me temo que no podremos acompañarlos— respondió el egipcio, devolviéndole la misma mirada.

—Y yo acabo de recordar que Jonathan y yo tenemos cosas que hacer— comentó Dio.

—¿Qué? pero si tenemos la noche libr...— fue interrumpido por un pequeño golpe por parte del chico de cabello rubio.

—Lo lamento, Kakyoin... ¿te parece si lo dejamos para mañana? —preguntó Avdol a Kakyoin.

—S-si, claro... estoy algo cansado después de todo... —no era cierto, la verdad le entristecía mucho no poder salir con sus amigos a celebrar, mas no podía hacer nada si ellos ya tenían planes de antemano.

—¡Nos vemos! —exclamaron Avdol y Polnareff, dándole un último abrazo al menor y caminando hacia la salida, seguidos del 'algo confundido' Jonathan y Dio.

Kakyoin observó como todos sus amigos se perdían a la distancia, sintiéndose sumamente solo y melancólico. Era primera vez en mucho tiempo que podía salir a divertirse, sin embargo sería muy aburrido salir solo.
Optó por volver a casa y quizá ver alguna película para relajarse, podría cocinar para él, darse un relajante baño y dormirse temprano.

No sonaba como un mal panorama después de todo.

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Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.