{Tokio, Japón, año 2020}
18.30 p.m
—Muy bien, entonces iba así: en el derecho internacional todo... mierda, no, no era así.
El Código Civil fue redactado y escrito en el año 2000... ¿qué estoy diciendo? este maldito código lleva en vigencia como mil años, ¡no puede haber sido escrito en el 2000!
Voy a reprobar este examen, lo sé. Todos estos años de carrera no han servido de nada, ¡no puedo memorizar siquiera lo más simple!
En ese momento se escucha el sonido de su celular.
—Que día tan nefasto, no he podido repasar nada... —sujeta su cabeza con ambas manos en señal de frustración y se queda así por un buen rato.
Continúa sonando el teléfono
—¡Ya! ya voy a contestar, demonios, quien insiste tanto... —el menor observó la pantalla de su celular— ¡JOJO! —una sonrisa instantánea vino a su rostro y contestó de inmediato— ¡Jotaro!
—Hola, ¿estabas ocupado?
—Intentaba estudiar un poco más pero no era capaz de memorizar nada —respondió el menor, sintiéndose extremadamente incompetente.
—Kakyoin, llevas meses estudiando para tu examen , ¡lo vas a aprobar!
—No lo sé, siento que se me olvida lo más básico, no puedo memorizar nada nuevo ya
—Eso es porque necesitas descansar, te has esforzado mucho.
—Supongo... —suspiró angustiado— y encima de todo tú no vuelves hasta la próxima semana
—Lo siento, sabes que lo único que quiero es verte.... sin embargo esta investigación se ha prolongado por más tiempo del que creí
—Lo sé, es grandioso que hayas tenido la oportunidad de viajar a realizar tu investigación... yo ni siquiera me he graduado
—Pero has aprobado todo, Kakyoin. Ten confianza, todo saldrá bien. Y te recomiendo que ya dejes de estudiar, tu examen es en 3 días
—No me lo recuerdes porque me dan unas ganas inmensas de vomitar
—Todo va a salir bien, yo confió en ti.
—Te extraño... —suspiró el pelirrojo sintiéndose melancólico — ya van a ser tres meses sin verte.
—Yo también te extraño, Kakyoin, no sabes cuanto
—Ngh...— el menor se sonrojó instantáneamente, extrañaba tanto ver a Jotaro...
Han pasado ya seis años desde que la historia de Jotaro y Kakyoin comenzó, seis años maravillosos que han estado llenos de cosas buenas y malas, pero sobre todo llenos de amor. Desde aquel día que Jotaro prometió que aceptaría las cosas sin temor alguno, todo había cambiado radicalmente. Ya no temía demostrar su afecto en público con Kakyoin, y para sorpresa de este último, era la persona más dulce y detallista que había conocido. Siempre buscaba sorprenderlo de alguna manera, lo que hacía que su amor por el mayor siguiera creciendo cada día más.
Ambos chicos decidieron irse a vivir juntos cuando Jotaro estaba terminando su carrera. En un principio fueron ayudados económicamente por los padres de ambos chicos, sin embargo cuando el mayor estaba en su penúltimo año, se le presentó la oportunidad de trabajar en un Instituto de Biología Marina, ello debido a sus excelentes calificaciones. No tardó en ser reconocido y solicitado por muchos profesores y universidades en Tokio y fuera de él, ofreciéndole cantidades de dinero bastante considerables debido a sus increíbles aportes al mundo de la ciencia.
Para ese entonces, había podido devolver todo lo que le pidió prestado a su madre y a los padres de Kakyoin, terminó de pagar la casa en la que vivían y ahora él y su amado pelirrojo vivían de manera cómoda y feliz.
Actualmente Jotaro se encuentra de viaje realizando una pasantía que le dieron en la universidad a EE.UU, para colaborar en una investigación importante que se estaba llevando a cabo a nivel mundial. Era un plazo de tres meses en los que estaría lejos de Kakyoin, algo que si bien lo entristecía, a la vez lo enorgullecía enormemente. Aun cuando lo extrañaba demasiado, le hacía muy feliz que Jotaro estuviera cumpliendo su sueño más grande.
En cuanto a Kakyoin, había terminado la carrera sin reprobar una sola materia, y ahora estaba ad portas de dar el llamado "Bar Exam", o "examen de la barra".
El examen de la Barra, para los que no lo saben, es la etapa final que requieren los estudiantes de derecho para finalmente obtener su título de abogados. Es un sistema que se utiliza en varias partes del mundo, el cual consta en un examen escrito de alrededor de 80 preguntas de diversas materias, con un puntaje asignado para cada una. Llevaba meses estudiando para ello, y si bien estaba bastante preparado no podía evitar sentirse inseguro al respecto, sobre todo porque Jotaro se había ido y no era lo mismo apoyarlo a través de llamadas o mensajes en whatsapp que hacerlo en persona.
—¿Y ahora que harás? —preguntó Jotaro.
—Polnareff me dijo que vendría de visita, así que estoy esperándolo— en ese momento tocan el timbre —creo que ya llegó— rió —¿hablamos luego?
—Claro, dale mis saludos a ese idiota —ríe— te amo, te llamaré mas tarde.
El menor colgó la llamada con una sonrisa en el rostro, le hacía tanto bien hablar con Jotaro. Se quedó unos instantes con cara de enamorado observando el teléfono, olvidándose de que el timbre había sonado y que su visita lo esperaba. Cuando el timbre sonó por segunda vez, volvió finalmente a la realidad y se dirigió a abrir la puerta.
—Avdol, Polnareff, pasen porfavor— comentó sonriente el menor.
Muhammad Avdol, un destacado escritor del Derecho, había conocido a Polnareff cuando este estaba terminando sus estudios. Había sido su profesor guía durante el proceso de tesis, y posteriormente lo ayudó con sus estudios para preparar aquel examen.
En un principio su relación se había limitado netamente a la de profesor-alumno, pero con el tiempo se hizo evidente que había algo más entre ellos. Actualmente llevan juntos 1 año, y aunque el egipcio le llevaba varios años de edad, todos los veían como una pareja muy sólida, con miras a seguir juntos hasta el fin de los tiempos.
—Hola, Kakyoin —respondió amablemente el egipcio, estrechando la mano del pelirrojo y adentrándose en la casa.
—Vinimos con Iggy, quería verte —comentó Polnareff, soltando las correas que sujetaban a Iggy para que este pudiera caminar libremente.
—Es un placer verte Iggy— sonrió el pelirrojo, agachándose para acariciar las orejas del pequeño perrito, quien movía la cola en señal de aceptación.
Los dos visitantes se sentaron en la mesa del comedor, mientras que Kakyoin iba a la cocina a buscar algo para comer y beber y lo servía para sus invitados. Era una visita corta más que nada para darle ánimos al menor y tranquilizarlo un poco.
—¿Cómo te sientes, Kakyoin? —preguntó Avdol.
—No lo sé... estoy nervioso... —comentó el menor al tiempo que bebía algo de jugo.
—Te irá bien, si yo pude pasar ese examen tu con mayor razón —rió Polnareff.
—En eso tiene razón— Avdol soltó una gran carcajada ante lo dicho, recibiendo una mirada de desprecio por parte de Polnareff.
—Siento que lo sé todo... pero a la vez nada— comentó entre risas el menor.
—Eso es típico de cuando has estudiado mucho, ¿lo sabías?— dijo el egipcio, sacando una de las tantas galletas que había traído Kakyoin para ellos.
—Jotaro me dijo lo mismo hace un rato... quizá tengas razón
—Oi, hablando de ese imbécil ¿cuando vuelve JoJo? —preguntó el francés.
—La próxima semana...— el menor bajó la mirada en señal de tristeza. —se supone que volvía esta, pero sus investigaciones se alargaron.
—No te desanimes, estaremos todos apoyándote ese día— dijo Avdol, colocando una de sus manos en el hombro de Kakyoin.
—Lo sé, muchas gracias —comentó sonriente Kakyoin.
—No sé como has aguantado tanto tiempo —comentó dubitativo el albino.
—¿A qué te refieres?— preguntó Avdol, sin entender a qué iba ese comentario.
—Ya sabes, sin "eso" —dijo Polnareff al tiempo que hacía gestos obscenos con sus manos, y rompía en risa.
—¡POLNAREFF! —el egipcio le dio un codazo a su amante en el instante en que notó lo rojo que estaba el menor, recibiendo quejas por parte del platinado.
Luego de aquel atinado comentario por parte del albino, los 3 chicos continuaron hablando un buen rato hasta que se hizo de noche y tuvieron que marcharse.
Le dieron muchos ánimos para que estuviera tranquilo para su examen, y le aseguraron que una vez lo aprobara saldrían a celebrar como correspondía, algo que entusiasmó bastante a Kakyoin. No tendría a Jotaro a su lado para compartir su felicidad, pero al menos podría salir con sus amigos a festejar su posible pero a la vez tan esperado triunfo en su examen final.