{Narra Kakyoin}
Desde aquel día que nos enteramos que nuestro secreto ya no era tan secreto como pensábamos, las cosas cambiaron completamente entre Jotaro y yo.
Cuando estábamos en la universidad era normal que nos evitáramos, mal que mal, ese había sido nuestro acuerdo (bueno, más bien la condición de Jotaro, yo solo acepté por resignación), sin embargo habían actitudes suyas que no lograba comprender.
En varias ocasiones nos encontrábamos los 2 junto a Polnareff en el patio o en la biblioteca, y Jotaro simplemente me ignoraba y hablaba sólo con Polnareff... era algo sumamente incómodo.
Tampoco almorzábamos juntos prácticamente, en parte porque a veces no coincidíamos, y por otra porque muchas veces lo veía comiendo con Polnareff en mesas lejanas, quedándome sin compañero de almuerzo. Me dolía un poco que esto me afectara más a mí que a él, en todo sentido. Él tenía a Polnareff, y si bien también nos habíamos hecho amigos, era obvio que prefería estar con Jotaro, lo conocía hace mucho más tiempo que a mí.
Con el pasar de los días las cosas comenzaron a ponerse más "feas", en tanto Jotaro no sólo me evitaba dentro de la universidad, sino que también fuera de ella. Se supone que habíamos quedado en que sólo sería algo pasajero, mientras se calmaban las cosas, y que sólo nos "evitaríamos" dentro de la universidad, pero no fue así.
En más de una ocasión le manifesté que me parecía rara su actitud, que sentía que me evitaba, pero sus respuestas eran siempre las mismas: "lo hago por precaución"; "no quiero que sigan especulando"; "tengo mucho que estudiar y no tengo mucho tiempo para otras cosas".
Todo iba de maravilla, sin duda.
(...)
Pasó poco más de un mes desde que esto ocurrió, llegando finalmente a mediados de noviembre, o como yo le llamo, el "mes del terror". Y no, no es porque venga inmediatamente después de Halloween, sino porque es el mes donde comienzan los exámenes finales. Teníamos dos semanas para preparar los 6 exámenes que correspondían por semestre, sin embargo solo tenía que dar tres obligatorios, los demás logré sacármelos de encima por mis calificaciones. Pero si soy sincero, no sé como podré concentrarme para estudiar.
Todo esto que ha pasado con Jotaro me tiene sumamente distraído, me cuesta mucho poner atención en clases... han sido días difíciles para mi.
(...)
Miércoles, 11.45 a.m
Ese día estaba sentado en el patio intentando leer algo, ya que en la Biblioteca había mucha gente y no quedaba espacio para sentarse. Siempre estaba vacía, pero en período de exámenes se llenaba como nunca, había que llegar sumamente temprano para poder ubicar puesto y permanecer ahí prácticamente todo el día.
Con un café en mano y mis múltiples códigos, leía artículo tras artículo sin poder memorizar mucho, la mezcla de sueño y cansancio mental no me ayudaban para nada en la tarea de estudiar.
Decidí darme una pausa de 5 minutos para despejar mi mente y retomar mi lectura. Fue entonces cuando sentí que alguien se aproximaba a mi, y al levantar la mirada vi que se trataba de Dio.
—Kakyoin, ¿cómo estás? —preguntó amablemente al tiempo que estrechaba mi mano en señal de saludo.
—Aquí, intentando estudia— reí —¿tú?
—Yo también, de hecho... amm... ¿puedo sentarme? —preguntó tímidamente
—No preguntes esas cosas, solo siéntate —me parecía extraña y a la vez divertida su pregunta, no es como que fuera a morderlo por sentarse frente a mi.
—Pensé que quizá esperabas a Jotaro o Polnareff —comentó Dio de manera inocente, sin saber obviamente lo que estaba pasando entre nosotros.
—No, no los he visto hoy de hecho.
—Oh, bueno... —noté que Dio estaba algo nervioso, como si quisiera decirme algo.
—¿Todo bien? —pregunté de inmediato, no quería que se sintiera incómodo o algo.
—S-si... es que... —noté que suspiró enérgicamente antes de proceder—q-quería pedirte un favor
—Adelante, dime
—Es que... —comenzó a jugar con sus manos, típico gesto de alguien que está nervioso— verás, en dos días más tengo mi examen de Historia del Derecho, y no entiendo nada... estoy cerca de reprobar y bueno, sé que tu no presentas examen de esa materia... y me preguntaba... ya sabes, si puedes ayudarme con el estudio. Sé que es una pregunta tonta y quizá aprovechadora, pero eres la única persona con la cual hablo en la universidad y necesito ayuda, y...
—Claro que puedo ayudarte —lo interrumpí antes de que siguiera diciendo estupideces. —no te compliques
—¿De verdad? —preguntó emocionado, ¿realmente pensó que me negaría a ayudarlo?
—Obvio que si, ¿por qué no lo haría —sonreí amablemente —¿cuando quieres que estudiemos?
—No sé, pensaba que podría ser mañana en mi casa, si se hace muy tarde puedes quedarte a dormir o algo, no tengo problema con ello. Mi examen es a las 11 así que podremos dormir un poco en caso de quedarnos hasta tarde
—¡De acuerdo! —respondí entusiasmado, me agradaba la idea de que Dio tuviera la confianza de pedirme ayuda para estudiar, algo a lo cual estaba 100% dispuesto a hacer.
{Narrador}
Eran cerca de las 12 p.m, y Polnareff había ido a comprar algo para comer a la cafetería de la universidad. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, divisó en una mesa cercana a Kakyoin y a Dio hablando. Le causó mucha curiosidad saber de qué hablaban, y como no quería interrumpirlos con su presencia, se ocultó tras un árbol y escuchó la propuesta que Dio le había hecho a Kakyoin.
Polnareff tenía sospechas respecto de las intenciones de Dio con su pelirrojo amigo, pues en varias ocasiones se encontró a Dio observando fijamente a Kakyoin a la distancia, además del hecho de que siempre que estaba cerca de él su actitud cambiaba notoriamente.
De manera algo 'psicópata' sacó su celular del bolsillo y tomó una fotografía a fin de mostrársela a Jotaro cuando lo viera. No es como que quisiera causar problemas entre el ojiazul y Kakyoin, al contrario, él tampoco estaba de acuerdo con la decisión de Jotaro de evitarlo, y pensó que si le mostraba esa foto, Jotaro reaccionaría y se dejaría de estupideces.
(...)
—Oi Jojo, ¿qué haces? —preguntó el francés acercándose a su amigo que estaba en la biblioteca esperándolo, en un piso en el cual sí se podía hablar, pero a un tono de voz moderado.
—Estudiando, eso haces en una biblioteca, ¿no? —comentó de manera sarcástica.
—Muy gracioso, no entiendo como te sigo soportado después de tantos años—dijo al tiempo que se sentaba al lado de Jotaro —y yo que te tenía noticias muy importantes
—Tch... si claro —suspiró de manera indiferente el ojiazul.
—¿Y si te digo que se trata de Kakyoin?
—¡Baja la voz! —el ojiazul seguía paranoico de que alguien los escuchara.
—Eres insoportable, ¿sabes? —susurró el francés.
—Ya, dime de que se trata —dijo bajando la voz.
—Mira —tomó su celular, buscó entre sus archivos y se lo enseñó a Jotaro— quiero que veas esta fotografía.
—¿Tú desnudo? —preguntó el ojiazul soltando una carcajada, Polnareff había errado la fotografía que quería mostrar.
—¡No estaba desnudo! estaba en ropa interior —exclamó avergonzado al tiempo que cambiaba rápidamente la imagen —ahora sí.
Jotaro contemplo la fotografía en detalle, como si de una obra de arte se tratara. Le molestaba mucho que Kakyoin fuera tan cercano a Dio... ese chico no le daba buena espina en lo absoluto.
Intentó no sonar 'celoso' o paranoico, así que simplemente fingió que no le importaba nada.
—¿Y eso qué? solo están hablando.
—Es que no me has dejado contarte la segunda parte —Polnareff se acomodó en su lugar y procedió a comentar lo que había oído— escuché que Dio le pedía ayuda a Kakyoin para un examen, lo invitó a su casa de hecho
—¡¿QUÉ?! —Jotaro no pudo evitar alzar la voz ante tan aterradora frase. ¿Qué demonios tenia que hacer su Kakyoin en casa de Dio? —y... p-por qué no estudian en la universidad? —tenía mucha curiosidad de saber que intenciones tenía ese chico con el pelirrojo, pero lamentablemente Polnareff no se quedó a escuchar toda la conversación.
—Yo que sé Jotaro, ese no es el punto. Se nota que este tipo tiene otras intenciones con Kakyoin, sino, ¿por qué lo invitaría a estudiar a su casa? con suerte han hablado un par de veces, no es como que sean los mejores amigos. ¿Ves lo tonto que eres? estás prácticamente entregando en bandeja a Kakyoin
—No creo que él tenga esas intenciones con Dio... —dijo sintiéndose muy asustado de equivocarse, pues con su actitud últimamente, no sería de extrañar que Kakyoin estuviese completamente decepcionado de él.
—Quizá no, pero yo que tú haría algo al respecto, Jotaro.
El mayor se quedó pensativo durante toda la mañana y prácticamente todo el día. Le intrigaba mucho saber qué se traía Dio con Kakyoin, no podía negar que estaba hirviendo de celos... mas no podía llegar de la nada y retomar el diálogo con el pelirrojo como antes lo hacían, sería extraño para él y bueno, levantaría más sospechas entre sus compañeros de universidad.
El único consuelo que le quedaba era el hecho de que al menos no estarían solos. Los padres de Dio vigilarían que las cosas marcharan bien, y no permitirían ningún tipo de cosa rara entre ellos dos.
Mal que mal, solo irían a estudiar... ¿verdad?