Mis Pervertidos II (Grey)

By HaleHoechlin

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SEGUNDO LIBRO DE MIS PERVERTIDOS. EL PRIMERO LO PUEDEN ENCONTRAR EN MI PERFIL. >> Cuando nos olvidam... More

Sinopsis
Capitulo I
Capitulo II
Capitulo III
Capitulo IV
Capitulo V
Capítulo VI
Capitulo VII
Capitulo VIII
Tu Fiel Admirador
Capitulo IX
Capitulo X
Capitulo XI
Capitulo XII
Capitulo XIII
Capitulo XIV
Capitulo XV
Capitulo XVI
Capitulo XVII
Capitulo XVIII
Capitulo XIX
Capitulo XX
Capitulo XXI
Capitulo XXII
Capitulo XXIII
Capitulo XXIV
Anuncio
Capitulo XXV
Capitulo XXVI
Capitulo XXVII
Capitulo XXVIII
Capitulo XXIX
Capitulo XXX
Capitulo XXXI
Capitulo XXXII
Dangerous Woman
Capitulo XXXIII
Capitulo XXXIV
Simplemente White
Agradecimientos

Epilogo

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By HaleHoechlin


Mis dedos con delicadeza acarician su cabello fino castaño, haciéndole una coleta para así terminar con este nuevo día. Nunca me imaginé estar en estas circunstancias pero tampoco nunca me imaginé ser un feliz y domesticado esposo; sí domesticado, no estoy bromeando. Niego divertido, lanzando una mirada recelosa a aquel muñeco de peluche que es sujetado por su mano. Ella al igual que todas las noches guarda silencio, mirando con sus pequeños ojos las estrellas.

—Brillan mucho. —habla sorprendida, una dulce voz que me hace sonreír justo cuando termino con mi tarea. Dos trenzas formadas de su largo cabello; su mamá me matara pues no le gusta que le peine así pero vale la pena correr el riesgo.

Mis brazos rodean su pequeña cintura, apretándola a mi cuerpo. Una carcajada se le escapa con el tacto de mi barba, me siento vivo. Cada día en vez de "envejecer" diría que rejuvenezco al lado de mi familia, extraña palabra para alguien que le cerró las puertas a todo lo que conlleva la felicidad pero ahora simplemente me resulta difícil la idea de vivir sin ellos, es como si me dijeran que debo vivir sin agua, es imposible.

—No tan brillantes como tú. —le doy un beso en su frente, ella deja que mis labios toquen esa parte delicada aunque todo su cuerpo lo es. Mi sonrisa no puede ser más amplia cuando sus manos rodean mi cuello y de reojo miro a su hermano que se ha quedado dormido en su cama, les encanta compartir todo desde que nacieron. Hasta el mismo vientre.

Cuando me enteré que eran mellizos, cuando supe que siempre esta pequeña no se dejaba ver en las ecografías. Cuando supe que tendrías dos hijos la sorpresa fue bastante, al igual que el pánico pues si no sabía si podría cuidar a uno como hacerlo con dos... Pero claro esas dudas desaparecieron cuando los tuve en mis brazos, cuando me miraron con aquellos ojos tan grises como los míos, cuando sus manos me tocaron y aunque parezca increíble me sonrieron, cuando al fin logre entender que eran una pequeña parte de mí... En esa oportunidad supe que daría la vida por ellos, me prometí que lo haría y hasta hoy sigo manteniendo mi promesa.

—No tan brillante como tú. —sin que ella se dé cuenta aparto el feo peluche, aquel que se lo regalo un niño el día de ayer, es una locura pero creo que uno de estos días lo desapareceré, al peluche claro; al niño de momento lo mantendré en observación. —Nadie tan brillante como tú pequeña Phoebe. —

Se queda en silencio, yo hago lo mismo sintiendo el latir de mi corazón al igual que su cansado aliento, pronto se quedará dormida. —En las clases de hoy estábamos hablando de los papás de los papás. ¿Yo tengo abuelos? —

Frunzo un poco el ceño, sabiendo perfectamente a quienes se considerarían sus abuelos, mis padres adoptivos de los que nunca les he hablado. A los que por mi bien he dejado de guardarles rencor porque... ¿Cómo poder amar a mi familia guardándole rencor a ellos?, es imposible. No les guardo rencor pero eso no quiere decir que quiera que comparta domingos con nosotros, no quiero más gente hipócrita en mi vida, suficiente tengo con algunos trabajadores que me sonríen al decirles que se deben quedar una hora más trabajando.

—Hoy estás muy preguntona. —suelto una ligera carcajada cuando siento su respiración ahora acompasada, con cuidado la recuesto en la cama descubriendo su rostro pequeño de ángel tan relajado al igual que sus músculos que se hunden en el suave colchón. Sin tener el corazón tan duro para despegarlos decido que duerman hoy juntos al ver como ella con cuidado recuesta su cabeza en el hombro de su hermano. Ted que solo se remueve un poco para seguir durmiendo; ambos son mis ángeles, son el brillo que alumbra la poca oscuridad de mi vida. Con la colcha favorita de ambos los tapo, protegiéndolos del frío. —Descansen pequeños, siempre estaré acá cuidándolos. —

Literalmente, cuidándolos hasta en los sueños y fe de ello es el libro de tapa aburrida —según palabra de ellos— que es mi distracción en las noches que tienen miedo al supuesto monstruo que hay debajo de sus camas, esos días me toca sentarme y quedarme hasta el amanecer. No me quejo, me agrada que me busquen cuando temen a algo.

Salgo de la habitación disfrutando del silencio que hay en la casa, roto únicamente por el sonido de la chimenea encendida. Las navidades se acercan, fecha donde me gustaría quizás tenerlos a ellos cerca. Björn y Christopher pero cada uno está en lo suyo. Cada uno ha decidido hacer su vida aparte al igual que nosotros al comprar está casa lejos de la ciudad, lejos del bullicio humano.

Mientras que Leila y Elena... Bueno creo que es mejor ni pensar en ellas porque mi estómago se revolverá por completo, simplemente creo que cada una recibió lo que se merece. El karma existe.

Al llegar a la sala mi corazón vibra al igual que mi polla en mi pantalón, mis huevos se endurecen cuando mis ojos se topan con ella. La reina de mi vida, que simplemente se ve bien con esos lentes, se ve completamente excitante al concentrarse en su trabajo sentada en el suelo alfombrado, su rostro iluminado por el fuego y las luces del árbol que aún falta llenar con unos adornos. Yo me pongo caliente y no por la calentura de la chimenea, me pongo caliente por el calor que ella me rodea.

—Uno de estos días quemaré todos esos jodidos papeles. —me siento detrás de ella, rodeando con mi mano su cintura luego de apartar los documentos de unos casos. Ella suelta una ligera carcajada. —Espero está noche me dejes de calentar el oído con los problemas del bufete. Me gusta ayudarte pero no me gusta que me cuentes cosas si luego no me dejarás meter mis narices. —

Desde que paso a dirigir el bufete con Derek —contra mi voluntad pues no quería que haga nada más que atender a nuestros hijos pero es Anastasia, ella no quiere que nadie le mande— el tiempo de trabajo ha incrementado, no me quejo porque a pesar de eso saca tiempo para pasarla con nosotros. Como mandamiento de Dios el domingo ninguno de los dos puede estar con el celular encendido, ese día nada ni nadie nos puede interrumpir. Ese día en el calendario lo ocupan Ted y Phoebe; y bueno las noches son únicamente de los dos.

Si estamos con fuerzas las madrugadas también.

—¿Cómo están los niños? —pregunta retirándose los lentes que usa para leer, dejándolo sobre el piso.

—Tan guapos como siempre. —

Libera una lenta sonrisa, que al igual que siempre mis oídos se toman el tiempo necesario para saborear cada sonido, dejándome envolver por el paraíso que me eleva con solo sonreír.

—Hemos hecho un buen trabajo. —un tono de nostalgia quizás se tiñe en su voz, por impulso me aferro más a su cuerpo, sintiendo como al igual que hace años me hace arder como si estuviera dentro de ese fuego. Ambos miramos las llamas levemente naranjas. —Esto parece un sueño. —

Mis manos acarician su vientre, ella deja estarlo recostando su cabeza en mi hombro, apretándose un poco más a mí. —Pues es un hermoso sueño. —

—Los sueños siempre tienen su final. —

—¿El embarazo ya te está poniendo sentimental otra vez, señora Grey? —niego divertido por un instante aunque dejo de hacerlo al ver que ella no ríe. Somos una pareja, algo insegura aún por esto mágico que vivimos pero nos complementamos; cuando a mí me da mi ataque de inseguridades ella está para mí y ahora yo estoy para ella. —Este sueño como le llamas nunca tendrá su final. —

—¿Por qué lo dices? —

—Porque simplemente volverá a nacer cuando cada persona se enamore quizás siguiendo nuestro ejemplo sin miedo a nada. Hay muchas personas como nosotros que son juzgadas por su manera de demostrar el amor y cuando cada uno de ellos se dé cuenta que en un mundo de perversiones puede haber amor, simplemente nuestra historia volverá a nacer. Así que este sueño nunca tendrá fin, viviremos felices por siempre. —

—Creo que estás leyendo mucho los cuentos de hadas de Phoebe. —ríe sin creer en mis palabras, yo hago lo mismo dándole vuelta a cada una de las cosas que he dicho pues sé que es verdad.

Dicen que cuando las personas se casan o conviven simplemente todo cambia pero en nuestro caso sigue siendo lo mismo. Nos seguimos deseando con la misma pasión, nos seguimos amando con la misma dulzura, una ronda de sexo es el arreglo para nuestros problemas, hablar de lo sucedido mientras follamos es la mejor manera de llegar a un punto donde ambos estemos de acuerdo; corrernos a la par es la mejor sensación del universo. Sí, seguimos siendo lo mismo y pensando lo mismo.

Si hay personas que no les gusta nuestro modo de actuar, nuestro modo de ver la vida simplemente que se jodan, que se dediquen a la suya en lugar de ver la del resto. Es un pensamiento que he tenido presente y lo tendré hasta que mi corazón de su último latido y mi polla su última liberación.

—Deja de pensar en esas cosas. Sabes perfectamente que nunca nos separaremos, juntos llegaremos hasta el fin de nuestros días porque si tú me faltas simplemente no podría vivir sin ti. —volvemos a reír pero esta vez no por mis palabras sino por el hecho de sentir la hinchazón de mi entrepierna tocando su espalda. —No podríamos vivir sin ti. Nunca amaré a nadie más que a ti. Hasta el último suspiro serás la dueña de mis pensamientos. —

Está apunto de hablar pero no la dejo hacerlo deseando que me ama de la mejor manera, mis labios callan el momento haciendo que la pasión de forma rápida se desencadene. La chimenea es esta vez el testigo que ve como nuestras ropas vuelan por la sala, es testigo de nuestra manera de decirnos te amo. Mis dedos sin perder el tiempo se sumergen en su interior que lo recibe con gusto, húmeda, cálido... Simplemente mi hogar.

Y así, sin dejar de vernos, sin ella dejar mi longitud en paz, sin yo dejar de formar círculos en su clítoris llegamos al orgasmo. Como siempre perdiéndome en su mirada, en esos ojos azules que un día me abrieron la puerta a lo desconocido cuando solo quería olvidar todo, el nueve de mayo paso de ser el peor día de mi vida a ser el mejor pues la conocí, conocí a la mujer que compartiría mi vida y como dije nunca amaría a nadie como a ella.


Muchos años después...

Y ahora con una mezcla entre orgullo y nostalgia sé que cumplí mi promesa a la vez aprendí mucho; aprendí que el dinero no es la respuesta para todos los problemas pues a pesar de tener una fortuna, a pesar de tener a los mejores doctores, me la arrebataron pero no una enfermedad, sino simplemente el tiempo, los malditos años que no dejaron de pasar, creo que setenta es el número que más odio, a veces hubiera querido detener todo pero es imposible. También aprendí que el primer amor siempre será el verdadero, no existe ni un segundo, ni un tercero, ni mucho menos un cuarto pues para mí no lo había. Después de ella no hay nada.

> Ven conmigo y concédeme el final que deseo, pero tomate tu tiempo < Es la frase que reza en su lápida, frase que ella en su momento eligió. Algunas personas a mi alrededor lloran pero en una actitud algo egoísta de mi parte creo que nadie siente el dolor que yo siento pues a pesar de los cinco años transcurridos sigue doliendo como si hubiera pasado ayer, sigo recordando su sonrisa, sus caricias, su rostro; eso me da fuerzas a la vez que me destruye al saber que no la tengo.

También le agradezco a la vida estos momentos, pues me queda claro que nuestro amor lejos de lo pervertido siempre fue verdadero. Que nunca murió al pasar los años, que yo sigo esperando un día volver a encontrarme con ella e iniciar todo otra vez, aunque al final duela como ahora pero estaría dispuesto si vuelvo a tener una segunda oportunidad con ella, solo con ella.

Hasta el fin ha sido la mujer más hermosa. Hasta el último día de su vida como un sediento ansiaba sus abrazos. Sigo sediento de ti Anastasia, nunca el tiempo será suficiente para calmar la falta de tu amor.

En su momento fue una tentación. Sí, mi tentación eres tú señora Grey. Luego se convirtió en tumulto de pasiones que no paraban; las pasiones de Grey, hasta llegar al punto de deshacer todas las sombras de mi vida, las sombras de Grey como mis hijos lo decían en bromas. Hasta llegar a esto, un amor difícil de describir.

Un amor que solo hay que sentirlo.

Mis dedos algo arrugados y gastados limpian una lágrima que buscaba caer en mis resecos labios. —Te amo. —son palabras que repito cada uno de los días que vengo, palabras que el viento se lo lleva y espero que donde este los oiga. Sonrío recordando lo último que me dijo la noche antes de que sus ojos dejen de alumbrar mi camino, unas palabras que no dejo de recordar, palabras que me dio acompañadas de un último beso que selló toda nuestra historia, el final de todo pues sin ella, la protagonista principal de mi vida, todo termino.

—Vive lo que queda por los dos Christian que yo paciente estaré esperando nuestro reencuentro. Te amo mucho señor Grey, nunca lo dejaré de hacer este en donde este y no hay verdad más grande que esa. —

Una nueva lagrima, un nuevo ardor en el corazón. —Cinco años ya han pasado y la vida no tiene compasión. —acaricio la lápida, es fría no caliente como ella siempre lo fue, es áspera no suave como su mejilla parecida a la de un pétalo de rosa, una lápida que no le hace justicia a ella. Estoy feliz que se haya ido primero porque no hubiera deseado partir yo antes, porque este dolor peor que el de una enfermedad no era justo que una persona tan buena como ella lo sintiera. —Espero no te hayas cansado de esperar y cuando nos encontremos estés con los brazos abiertos. —

Me quedo en silencio, sin decir mucho más, disfrutando de la compañía de ella pues cada que siento el aire golpeándome es como si la tuviera a mi lado. El tiempo pasa, los minutos comienzan a acortarse hasta que llega a su final.

—Abuelo. —la mano de Stephen se posa en mi hombro. Dejo de ver la lápida para ver a nuestro nieto que me sonríe, una sonrisa que denota la juventud que un día tuve. A sus veinte años es muy parecido a mí pero agradezco que tenga la actitud de su abuela. —Ya es momento de irnos. —

Me ayuda a ponerme de pie, me pasa el bastón que me ha servido de apoyo desde que me dejo. Ambos lanzando una última mirada nos vamos, con la promesa que regresaremos mañana a la misma hora. La mano de él al igual que siempre rodea mi hombro, me quiere y yo lo quiero, es una de las razones por las que me mantengo de pie.

—¿Sabes? —su pregunta me llama la atención. —Eres el mejor abuelo que he podido tener, me has enseñado muchas cosas, me has dado de todo. Te extrañaría mucho cuando nos tengamos que separas pero sé que serás feliz. —asiento, muy de acuerdo con sus palabras. La lágrima que de sus ojos se escapa es capturada por mi dedo. Sus ojos tan azules como de ella, su cabello igual de castaño. —La extraño mucho pero sé que tú lo haces más. —

—Nos queda solamente vivir, ya pronto nos reuniremos con ella. —

Pasado unos segundos no soy capaz de secar la otra lágrima que de sus ojos se escapa pues estoy ocupado secando la mía propia. Duele, duele demasiado. —¿Volveremos a disfrutar de su voz? —

—Para eso solo cierra los ojos, ella siempre está aconsejándonos. —sonrío cuando lo hace, sonrío cuando él asiente sin deshacer su sonrisa... Sonrío agradecido porque ella sin estar con vida me sigue dando lo mejor del mundo, la sonrisa de mi nieto.

—Espero algún día disfrutar de un amor tan puro como el de ustedes. —no le digo que no lo podrá hacer porque lo nuestro fue único. Solo asiento deseando que encuentre lo más cercano a tocar el cielo con un dedo de solo pensar en esa persona especial, como yo lo hice en su momento... Como yo lo hago.

Y el nueve de mayo otra vez pasó a ser de mis favoritos, un infarto detuvo mi corazón pero lo que nunca se supo es que mi corazón cinco años atrás ya se había detenido. El último suspiro salió de mis labios y tal como se lo prometí hasta el último instante estuvo presente en mi mente, su nombre, cada letra resonando hasta que simplemente todo... Todo se volvió negro.

Iría por ella otra vez.

Ya volveré a estar junto a ti señora Grey.

Ahora si para siempre. 

Fin...

******************

Ok, sufrí mucho con este final pero quería cerrar con broche de oro por así decirlo, dejando una enseñanza.

En un par de horas publicaré un último anuncio. Con unos agradecimientos respectivos. 

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