Mis Pervertidos II (Grey)

Av HaleHoechlin

148K 9.7K 1.7K

SEGUNDO LIBRO DE MIS PERVERTIDOS. EL PRIMERO LO PUEDEN ENCONTRAR EN MI PERFIL. >> Cuando nos olvidam... Mer

Sinopsis
Capitulo I
Capitulo II
Capitulo III
Capitulo IV
Capitulo V
Capítulo VI
Capitulo VII
Capitulo VIII
Tu Fiel Admirador
Capitulo IX
Capitulo X
Capitulo XI
Capitulo XII
Capitulo XIII
Capitulo XIV
Capitulo XV
Capitulo XVI
Capitulo XVII
Capitulo XVIII
Capitulo XIX
Capitulo XX
Capitulo XXI
Capitulo XXII
Capitulo XXIII
Capitulo XXIV
Anuncio
Capitulo XXV
Capitulo XXVII
Capitulo XXVIII
Capitulo XXIX
Capitulo XXX
Capitulo XXXI
Capitulo XXXII
Dangerous Woman
Capitulo XXXIII
Capitulo XXXIV
Simplemente White
Epilogo
Agradecimientos

Capitulo XXVI

2.9K 205 47
Av HaleHoechlin


Capitulo XXVI : "¿Abrirlo o no?"

Perspectiva de Björn Hoffman

El sonido del despertador cumple su función, aunque no he dormido mucho que digamos teniendo mi mente divagando en tantas cosas, en tantas cosas que he de comenzar a hacer porque el tiempo simplemente no perdona. Son las seis de la mañana, a las afueras el día sigue gris, ya no llueve pero tampoco hay un sol presente queriendo salir. Tomo un suspiro estirando mi cuerpo a la vez que hago lo propio con mis músculos, que se relajan, un relajamiento que mi mente simplemente no puede conseguir al no descansar ni un solo segundo.

Tantas cosas que hacer, tantas cosas en las que pensar para al final llego al mismo pensamiento del día anterior, es tan frustrante. ¿Estoy listo para enfrentarme a un nuevo día sin ella? Supongo que aún no lo sé, no estoy cien por ciento seguro, quisiera odiarla para que esto sea mucho más sencillo pero supongo que eso con el tiempo pasara, tiempo que espero que pase rápido para poder continuar con mi vida; relajado y tranquilo, esa mujer no vale la pena que ocupe mis pensamientos.

Mientras tanto mi mente y corazón seguirán guardándole el luto mientras mi polla hará lo propio, espero que el luto de mi polla pase pronto ya que extraño mi apetito sexual por las mujeres. Sacudiendo la cabeza espanto aquellos pensamientos para nada productivos a la par que retiro la única sabana que me cubría, he dormido desnudo a pesar del frío ya que me considero un hombre caluroso, siempre he sido así. Con un movimiento rápido me coloco un bóxer bajando mis pies al frío suelo, una corriente de escalofrió recorre mi cuerpo pero lo ignoro al igual el sepulcral aire que por la ventana media abierta consigue colarse golpeando mis pectorales.

No me deprimo por nada, no me pienso deprimir porque no la tengo acá pues me ha dejado lo mejor de ella, que es su hija, aun no entiendo qué clase de humano haría eso de dejar a su hija a alguien que apenas conoce pero estoy agradecido de que haya hecho eso, de esa manera el dolor simplemente apenas se siente, de esa manera puedo seguir viviendo mi vida.

Poso mis azules ojos en la ecografía al igual que todos los días, está como siempre conservando su propio brillo especial, atrayendo miradas, robándome suspiros como su madre en su momento lo hizo. —Buenos días, princesa. —beso el frio cristal, quizás tontamente me imagino que es la piel de aquel bebe que nunca nació, por unos segundos me quedo emitiendo un rezo interno hasta que el sonido de los pájaros a las afueras me saca de mi ensoñación con su trinar, haciendo que me ponga de pie después de haber besado por segunda vez el mismo lugar.

Ya es momento de enfrentar este día que no pinta para nada bien.

La lluvia artificial que sale de la ducha golpea contra mi piel, forma su propio camino por cada centímetro de mi musculatura esparciendo en su trayecto el jabón, asegurándose de limpiar cada centímetro con ayuda de mi mano que no se cohíbe por ninguna parte, los cristales se empañan un poco. Dejo que todo pase, que las gotas de agua golpeen contra mi cabeza para de esa manera terminar de despertarme por completo, darme cuenta que no puedo ni debo dejar que me vean como un zombie, generar lastima en Sammy, mis amigos, mi familia o mis trabajadores no están en mis planes, nunca lo estarán. Todo lo que me pase lo he de llevar por dentro, en silencio, sin emitir ningún gemido de sufrimiento, seguir aparentando bienestar es la clave.

Ya suficientes preocupaciones tienen los demás como para aumentarles las mías, problemas de faldas es lo de menos como mi padre dice.

Un traje negro se acopla a mi piel, me cubre al igual que la camisa blanca que se apega más por la corbata del mismo color del traje, me la ato bien mirando como combina con mi piel. Sonrió a mi reflejo, removiendo un poco a mi cabello negro, mis ojos azules tienen el mismo brillo de siempre, me veo bien, al menos aparento estar bien; con la seguridad de siempre salgo de mi habitación, ignorando las ojeras que pude distinguir debajo de mis dos zafiros.

Me recuesto en la puerta abierta, en el marco de esta, observando con cariño como la niña duerme abrazándose a su peluche, como las sabanas con dibujos de las princesas de un canal de cable cubren todo su cuerpo pequeño, como su cabello luce algo despeinado pero a pesar de todo está como una misma princesa, la princesa de mi castillo como ella dice a este lugar. Ruedo los ojos por mis pensamientos, sabiendo que debo despertarla aunque eso es lo más difícil, quisiera dejarla dormir todo lo que ella desee pero debe estudiar, le debo dar lo mejor y los estudios están incluidos en eso de darle lo mejor.

Con cuidado camino hacia ella, esquivando unas cuantas muñecas que hay en el suelo, se ha quedado jugando hasta tarde con estás, ya que todo su cuarto luce algo desordenado, debo de contratar rápidamente a una mujer para que se encargue de sus cuidados cuando yo no esté, la ayude en su tarea y a la vez colabore con la limpieza, con la cocina y esas cosas.

Preferentemente que sea hombre y no mujer, la experiencia me lo ha dejado claro.

Me siento a su lado con calma, de la misma manera que desactivo su alarma sin ningún tipo de apuro, me quedo viéndola por unos segundos sintiendo un fuerte cariño por esta pequeña que se ha ganado todo lo que tiene a pulso, aunque merece muchas cosas más que me aseguraré de darle. Mis dedos con miedo a romper a está muñeca de porcelana acarician su mejilla, removiendo unos cuantos mechones de ese lugar, un lento resoplido se ve expulsado de su labio que al chocar con mis dedos me hace sonreír levemente.

Se remueve en su cama, atrayendo hacia ella la sabana aunque le resulta imposible pues mi cuerpo presiona ese lugar. —Sammy, despierta. —pronuncio en un susurro, sabiendo que el tiempo está pasando, que aunque quiera verla por más tiempo me es imposible, ambos tenemos deberes que hacer. Ella parece escuchar mi voz, sonríe un poco formando unos hoyuelos a la vez que abre los ojos lentamente, con cuidado encontrándose conmigo para de esa manera su sonrisa ampliarse. —Buenos días, princesa. —

Otra vez esas palabras salen de mis labios sin pensarlo, lo digo otra vez sintiendo el mismo cariño de antes y al igual que hace minutos mis labios dan un beso, pero esta vez no es un frio cristal si no una un poco caliente frente, beso que es bien recompensado por una leve carcajada de su parte.

—Tu barba me hace cosquillas. —se remueve otro poco, pero no se aleja porque en cierta forma creo que le gusta sentir esto. Pasado unos segundos dejo de besar su frente para ponerme de pie, con admiración ve como estoy vestido. Me gusta despertar ese orgullo, aunque quizás no lo merezca de una niña tan pequeña. —Buenos días. —

—Ahora si a bañarse que tienes que ir a estudiar. —esas son las únicas palabras que derriban su sonrisa; un puchero se le forma instantáneamente, un adorable puchero a la vez que sacude su cabeza diciendo en silencio un no rotundo. Soy rudo con los abogados que están en mi cargo, aquellos que son expertos en la mentira para poder así ganar casos, aquellos que son inigualables manipuladores, pero ellos no me convencen tanto como Sammy lo hace. Cierro los ojos, tomando un suspiro a la vez que en mi mente me repito debe estudiar una y otra vez convenciéndome de esa manera; abro los ojos, encontrándomela de igual forma, con sus manos en posición de súplica. —Lo siento, pero esta vez no me vas a convencer de esa manera así que mejor anda bañándote y cambiándote que prepararé tu desayuno. —

—Malo. —una sonrisa curva mis labios ante sus palabras, me doy la vuelta negando divertido hasta llegar a la puerta de su habitación.

—No escucho movimiento. —sigo dándole la espaldas, mi sonrisa sigue igual de extensa cuando vuelvo a hablar. —Y yo que pensaba luego de salir de tus clases llevarte a un parque de diversiones. —

—Por eso digo que eres muy bueno. —mi carcajada es imposible de contener cuando escucho como sale de su cama.

Supongo que después de todo si soy un buen padre o lo que sea que soy de ella.

Pero está sonrisa se borra cuando llego a la cocina, no porque haya visto la chocolatada que sufrí por encontrar el día de ayer y que no se tomó porque al llegar ya se había quedado dormida –como imagine-, no porque haya recordado mi extraño rápido encuentro por aquel hombre, mucho menos porque me haya golpeado los huevos con la escoba en un descuido mío sino por el sonido de un mensaje entrante a mi celular, un mensaje que por más extraño que parezca no viene acompañado de ninguna frase graciosa y de ningún emoticón como acostumbra él siempre, denotando únicamente su seriedad.

Ven a mi departamento apenas puedas.

—Christopher.

Y con ese mensaje comienza verdaderamente mi maravilloso día.

[...]

Estaciono a las afueras del colegio, a pesar del tiempo que ya ha pasado a algunos niños les sigue costando separase de sus padres así que hacen su escandalo a las afueras de aquel lugar que parece que tuviera distintos tipos de tortura, no se calman hasta que sus progenitores les prometen algo, supongo que eso es pan de cada día hasta que se adapten a todo eso. A algunos les cuesta más que a otros es obvio.

—Adiós princesa. —le doy un beso en la frente, con un poco de temor baja del coche para seguidamente regalándome una sonrisa al saber lo que haremos después, solo espero tener tiempo. —Vuelvo por ti más tarde para irnos al parque. —

Asiente entusiasmada, corriendo en dirección a la puerta de ingreso, no muevo el auto hasta que sus pequeñas coletas se pierden en el mar de niños que también ingresan, no arranco el auto hasta que estoy cien por ciento seguros de que estará ella completamente segura.

El sol en el cielo intenta bañar todo con sus pequeños rayos brillosos pero las muchas nubes grises que hay lo ocultan perfectamente, de igual manera la felicidad de aquella niña intenta luchar con la tristeza y decepción que aún siento por su madre, hasta el momento no hay ningún claro vencedor. El auto sigue su curso, doy la vuelta en una esquina en dirección al edificio de Christopher y Anastasia, un poco de agua de un charco del suelo aún formado se salpica hacia un perro que deja su trozo de hueso para salir huyendo despavorido, alejándose del coche, robándome un lenta carcajada que se corta nuevamente con el sonido de mi celular que opaca una canción de la radio.

Debería ponerlo en vibrador y luego decir que no me di cuenta que me llamaban.

Tengo que hacerlo la próxima vez.

De reojo observo el nombre de Christian aparecer en la pantalla, ruedo los ojos colocando el celular en altavoz sin despegar la vista de la carretera que está un tanto llena a estas horas de la mañana por ser un día de semana, en mis planes en definitiva no está ser víctima de un accidente.

—¿Qué pasa Christian? —contesto con voz ronca, el sonido de la radio cesa, solo permanece los molestos pitidos de los carros a mi alrededor y los vulgares conductores que no entienden que para evitarse tanta molestia –a ellos y a mí- deberían poner su jodido despertador a unas horas más temprano.

Por mi parte conduzco tranquilo, esperando que el poderoso hombre hable cosa que no tarda en hacer. —Soy un completo idiota. —

—¿Recién te das cuenta? —ruedo los ojos nuevamente, este hombre es demasiado inteligente para dirigir una empresa pero para poner en orden su propia vida se diría que los cavernícolas pensaban más que él. Doy la vuelta en una nueva esquina, dejando a la deriva a una mujer que le hacía recordar a su madre de no una muy buena manera a otro conductor. —¿Ahora qué fue lo que hiciste? —

—Le dije que se vaya a Anastasia. —al escuchar eso mis manos se aprietan más fuerte al volante, tornando mis nudillos blancos pero calmo mi cólera pues yo estaba al tanto de todo, yo sabía en qué consistía su estúpido plan y no hice absolutamente nada para detenerlo, así que yo también soy culpable de todo esto en cierta forma. —No de la mejor manera, se lo dije, me siento como mierda. —

Eres una mis pensamientos se quedan cortados al oír el sonido típico de un líquido chocando contra un vaso de cristal al otro lado de la línea, si fuera agua conociéndolo se lo diría a Gail para que se lo prepare en cambio de lo que son sus bebidas solo se encarga él. —¿No te parece demasiado temprano para tomar? —no me preocupa mucho eso, sabe perfectamente cómo medirse, hasta donde es su límite. —Christian ahora no puedo atenderte, voy en dirección para hablar con ellos para así seguir con tu brillante idea; de hecho ya estoy llegando. Luego hablamos. —

—Está bien y ... —

—Tranquilo, me asegurare que este bien y si no es así simplemente término con toda está mierda. —

—Gracias. —

—Agradéceme comiendo algo que de esa manera destruirás tu estómago. —soy recompensado por un gruido de su parte, genial esto me pasa por preocuparme por él. Doy la vuelta en la última esquina donde ya se puede apreciar el edificio de esos dos. —Hasta más tarde Christian. —

[...]

Estamos los dos solos en su sala, Anastasia se acaba de ir para terminar de acomodar unas cosas pues al parecer en dos horas parten hacia Londres, el poder que tienen para conseguir pasajes a último momento es impresionante. Dejo el vaso de jugo de naranja sobre la mesita de cristal, el sol ha salido un poco más lo que espero sea buena señal para que todo mejore.

—Al fin solos. —me froto las manos.

—Está bien ¿Te la mamo acá o en el cuarto? —suelta en una carcajada Christopher dándome un empujón con sus hombros, expulso un resoplido mirando con un poco de rabia. Como siempre su cabello permanece fijo, bien peinado, sin moverse ligeramente a causa del golpe que me ha dado. Se remanga su ajustado polo rojo de mangas largas, hasta el codo dejando a ver sus vellos un tanto castaños. Reniega cuando le doy un golpe en el pecho. —¿Qué? Yo no tengo la culpa de que dijeras eso como si fuéramos a follar o algo por el estilo. —

—Como siempre ignorare tus intentos de chistes que te salen tan mal. —al parecer su modo serio duro únicamente para el mensaje, o tengo una muy mala capacidad para conocer al cien por ciento a las personas, por los últimos sucesos supongo que es lo segundo. Miro directamente a sus ojos verdes, esperando que termine su jugo de uva. —¿Cómo ha estado? —

—¿Después de haber pasado una noche escuchando mis bromas? Por su puesto que más tranquila. —

—Me sorprende que no se haya tirado por la ventana. —mis labios se curvan en una sonrisa, dando un nuevo sorbo a mi jugo.

—Ves, debajo de ese caparazón de abogado rudo se esconde un payaso reprimido. —sus carcajadas al igual que todas las veces que lo veo no pueden faltar. Suelto un suspiro, mirando su pantalón de vestir negro que se ajusta a sus muslos, sus zapatos de la misma marca que el mío y pareciera de la misma talla también, supongo que ya está listo para partir.

—Cuídala, si no... —

—Tranquilo. —corta mis palabras dándome un golpe en el hombro, sacando una pelusa invisible de mi saco sonriendo divertido. —Tuve una breve conversación con Christian donde me dijo si ella sufre de un mínimo rasguño entonces con una navaja me cortara un huevo. Te queda el otro para ti si es que a ella le pasa algo. —

Amenazas tan de Christian. —Tú también cuídate y no dudes en llamarme cualquier cosa. —asiente únicamente, sin hacer una de sus típicas bromas. El tiempo sigue pasando lentamente —¿Y bien? —

—¿Bien qué? ¿Quieres que nos pongamos a llorar? ¿Qué follemos como despedida o qué? —

—No, pedazo de idiota. —le golpeó la cabeza, más aún él sigue riendo. —¿Por qué en el mensaje parecías tan serio? —

—Cierto. —su sonrisa cesa, se inclina un poco conforme yo permanezco recostado en su cómodo sillón, con los músculos relajados viendo como en un montón de revistas busca algo. —No entiendo porque a las mujeres cuando están deprimidas les da por criticar la vestimenta de otras. —yo tampoco lo entiendo, no entiendo a ninguna mujer. —Listo, lo tengo. Ten. —

Frunzo el ceño cuando posa un sobre encima de mis muslos, ceño que se frunce aún más cuando leo el nombre que está escrito con plumón sobre este, sacudo la cabeza, mirándolo molesto. —¿Qué demonios significa esto? Espera un momento... ¿Cómo sabes su nombre? —

—Tranquilo no me des las gracias. —bufa, mis manos siguen dando vueltas al sobre, hay papeles dentro, muchos papeles dentro de este sobre de los que me han llegado seguramente en investigaciones que he tenido que hacer, es muy confidencial, tiene aún el cello. —Voy a estar fuera por casi un mes y como un casi amigo tuyo no pienso dejar que sigas pensando en ella, así que eso que hay ahí dará un cierre por completo o te dará los motivos para luchar aún por ella. —lo miro parpadeando sin comprender a que se refiere, suspira. —Para ser director del mejor bufete de abogados eres demasiado lento. —niega lentamente, su sonrisa vuelve a aparecer. —No he abierto ese sobre, no sé si lo que dice es bueno o malo, eso ya te compete a ti únicamente. Le dije a un compañera hace unos días que me ayudara en un asunto, dentro de ahí está todo lo que ha conseguido del hombre ese por el que te dejaron. —

Pasado minutos donde me quede tonto se fueron, no sé cuándo volverán exactamente, no sé si ella este de tan buen ánimo conmigo o me dejará de hablar cuando regrese al saber que yo ayude en todo pero lamentablemente no me pude despedir como es debido. Sigo en el mismo lugar, debo cerrar al salir pero creo que he perdido el movimiento de todo mi cuerpo, mis músculos pareciera que están enyesados.

La caja de pandora, de donde saldrán a luz quizás numerosos secretos sigue en mi mano, no decido aún si abrirlo o no, no sé si quiero saber algo de ese hombre, a veces es mejor dejar las cosas como están; necesito una señal de que hacer porque estoy tan confundido. Mi celular suena, de un movimiento robótico lo contesto viendo el nombre.

—¿Qué pasa Christian? —

—Necesito que me acompañes, ahora. —quizás está es mi señal.

—¿A dónde? —

—A darle una cordial visita a Leila, ven en el coche de Anastasia, no hay tiempo que perder. ¿Te ha dejado las llaves? ¿Cierto? —

—Así es, todo está como lo planeaste pero ¿Por qué demonios tengo que ir yo a ver a esa mujer? —

—Porque cuando nos vea a los dos va estar media tonta, seducirla y esa mierda será más sencillo. —

Me pongo de pie, soltando un suspiro. —Te veo en tu departamento en diez minutos. —

Y me voy, cerrando el departamento, cerrando el baúl de los secretos, dejando en el mismo lugar aquel sobre, sin querer saber absolutamente nada ni de ella ni mucho menos de él.

Llegando a la conclusión de que es mejor así salir adelante.

Fortsett å les

You'll Also Like

113K 14.3K 50
Elladora Black es la hija menor de Orion y Walburga criada para ser una sangre pura perfecta, sin embargo no es lo que planearon. Narcisista, egoíst...
394K 39.6K 102
La verdad esta idea es pervertida al comienzo, pero si le ves más a fondo en vastante tierno más que perverso. nop, no hay Lemon, ecchi obviamente, p...
83.6K 5.3K 40
El peligro te asecha, donde quiera que estés. La vida sabe como recompensar lo malo que te paso en algún momento. Lágrimas, gritos, dolor; el cortab...
444K 11.6K 12
- solo yo te podre tener. - no me puedes obligar. -claro que si, porque eres mía ángel. *borrador* voy a comenzar a escribirla nuevament...