Hermosa Ante Mis Ojos

By MarlyyGrey

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¿Qué pasa cuando encuentras a esa persona que tanto tiempo has esperado? "Él" Un multimillonario exitoso. A... More

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By MarlyyGrey



ANASTASIA

Despierto aspirando un olor a colonia varonil que reconozco al instante. El olor a Christian se esparce por cada parte de ésta habitación. Abro los ojos lentamente queriendo descubrir que todo es real. Que lo de la noche de ayer fue mágico e único entre los dos, y para mi propia suerte así es. Enredada entre las sabanas de la habitación de Christian me encuentro completamente desnuda. Suspiro profundamente mientras una sonrisa inmensa se instala en mis labios. 

¿De verdad le entregué mi virginidad a Christian?

¡Dios! 

Fue realmente increíble. Estar conectados de esa manera tan intima derribo por completo mis barreras. El miedo paso a segundo plano por completo.

 Paso mis manos por mis labios al recordar sus besos y las sensaciones que mi cuerpo experimentó en aquel momento. Como sus caricias me hicieron estremecer. El calor abrazador que cubrió mi cuerpo fue sin duda delicioso. El deseo hacia él se hizo presente nublando por completo mi mente. Solo deseaba en esos momento estar entre sus brazos, sentir todo eso que tenia guardado para mi, profundizar en nuestros sentimientos de una manera mas intima y nuestra por completo.

—Espero ser el causante de tan hermosa sonrisa. —Giro mi cabeza hacia el sonido de su voz para encontrarlo en el marco de la puerta con una bandeja de comida en las manos. Camina pausadamente hasta colocar la bandeja en la mesita de noche. Se sienta en la cama junto a mi. Por instinto sostengo con firmeza la sabana a la altura de mis pechos. Una sonrisa que me deja literalmente muerta se plasma en sus labios. Aquellos labios que sin duda encienden cada parte de mi cuerpo. Labios que en estos momentos miro con ansias... —No me mires así —susurra a centímetros de mi rostro. Está tan cerca que puedo sentir su aliento a menta rozar mi piel.

—¿Así cómo? —Mi voz es baja. Un cosquilleo delicioso se esparce por todo mi cuerpo al sentir su cercanía. Mis ojos buscan los suyos y me sorprendo al verlos de un tono tan oscuro que erizan cada vello de mi piel.

—Como si quisieras comerme. —Roza sus labios con los míos casi de manera inexistente. Siento el deseo crecer por probar sus labios. —Es lo que quieres. —Es una afirmación. No me da tiempo a replicar ya que ataca mis labios con desesperación. Con ansias, como si fuese una necesidad indispensable que el quiere saciar. Encerrada en el éxtasis que solamente el ha sabido elevarme le correspondo el beso con la misma intensidad. Su lengua pide permiso para entrar y recorrer mi cavidad bucal a su antojo y se lo concedo. Soy suya por completo y como tal puede disponer de mi cuerpo a su manera. Poco a poco el aire empieza a faltar cortando el beso por completo. Mi respiración es errática, y los latidos de mi corazón son tan fuertes que se hacen retumbar mis oídos. —Buenos días, pequeña. —Su voz ronca provoca un hormigueo en mi vientre. Mis ojos permanecen cerrados y mis mejillas calientes seguramente por el rubor que se esparce por mi rostro. 

—Buenos días —susurro abriendo los ojos. Su mirada es dulce. El brillo de sus ojos me deja claro lo feliz que está de verme. El amor se abre paso entre ellos haciendo que me sienta abrumada. 

Su mano se extiende a la bandeja donde hay comida, calculo para ambos. Toma una...rosa roja, le da un corto beso y me la entrega.

—Esto es para ti, princesa. —Mis mejillas pican y mis labios esbozan una sonrisa.

—Gracias. —La tomo y la llevo a mi nariz aspirado su aroma.

—Me encanta el rubor de tus mejillas. —Ambos estallamos en una carcajada. Yo por vergüenza, y el seguramente al ver como el rubor se intensifica. 

Me ayuda a incorporarme pero una punzada en mi sexo bastante fuerte me hace soltar un gemido doloroso, que al instante el escucha. Desvío la mirada de sus ojos.

—Es normal, nena. Era tu primera vez. —Asiento. Recargo mi cuerpo en el respaldar sosteniendo con una mano la frazada en mis pechos. Coloca la bandeja de comida entre los dos y ambos procedemos a desayunar entre risas, anécdotas y uno que otro tema diverso.

Al terminar decidimos tomar una ducha juntos, la cual termina en caricias y besos que encienden por completo mi cuerpo. Sus manos acarician mi cuerpo erizando cada vello de mi piel. La muy conocida sensación de calor aparece al sentir sus manos esparcir gel de baño sobre mis pechos.

—Son hermosas de verdad, nena —susurra con su aliento cálido cerca de mi oído. Recargo mi cabeza en su pecho. Una descarga eléctrica recorre mi cuerpo para terminar concentrándose en mi sexo que está deseoso por sentirlo.

—Ah —gimo al sentir su mano apretar mis senos y pellizcar mis pezones erectos. —Christian —susurro deseando más. Más de sus caricias. Más de sus besos que recorren mi cuello. Más de todo el placer que me hace sentir. Su miembro roza mi espalda incrementando las ganas de sentirlo dentro de mi. 

—Lo sé, nena. —Una de sus manos suelta mi pecho para descender por mi abdomen y terminar en mi sexo, donde acaricia con suavidad la hendidura de mi sexo. —Sé lo que quieres, y créeme que yo también lo deseo pero estas adolorida. —Hace movimientos circulares sobre mi sexo. —Mírame, nena. —Levanto la cabeza y conecto mis ojos con los suyos. —Eres hermosa. —Besa mi frente. —Me encantas. —Besa mi mejilla. —Te amo. —Besa castamente mis labios. Su mirada se conecta con mis ojos. —Eres mía, Anastasia, —Ingresa dos de sus dedos en mi vagina provocando que mis piernas se debiliten por la sensación tan placentera. —Eres completamente mía. —Ataca mis labios estimulando todos mis sentidos. En fracción de segundos mi cuerpo estalla en mil pedazos por el orgasmo tan abrazador que consume literalmente mi alma. Su mano se enrosca en mi abdomen sosteniéndome pegada a su cuerpo. Sus labios besan los míos con suavidad. Con una delicadeza que me conmueve, como si fuese de cristal y temiera romperme en cualquier momento. —Se está volviendo una adicción ver como te corres. —¡Mierda! ¿Ésta es su manera romántica de decirme que le gusta? Sus dientes atrapan mi labio inferior y lo muerden con suavidad. —Me haces olvidar el tiempo. —Deja un casto beso en mis labios. 

Me giro lentamente y enredo mis manos en su cuello. Miro sus hermosos ojos grises quedando hechizada por completo.

—Te amo. —Llevo mi mano a su mejilla donde la paso con delicadeza. —Nunca imagine vivir éste momento tan pronto y menos como ahora. Has cambiado mi vida sin ser consciente. Has derrumbado una barrera que por mucho tiempo creí irrompible. Has apaciguado mis miedos y controlado cada una de mis sombras. —Su mano acaricia mi mejilla. —Junto a ti soy quien en realidad soy. La verdadera Anastasia Steele que se esconde del mundo. Junto a ti soy la mujer que sólo le bastó una mirada para estar perdida e irremediablemente enamorada de ti. —Una pequeña lagrima desciende por mi mejilla la cual él la limpia con una sonrisa tierna en los labios. 

—No te imaginas cuan grande son mis sentimientos por ti, nena. —Su mirada lo refleja. —Te amo y no sé como has hecho para amarrarme de ésta manera a ti. Aún no creo que una mujer tan hermosa como tú me corresponda. —Cierro los ojos al disfrute de sus caricias en mi cintura. Te amo, Anastasia Steele. —Sólo soy consciente de sus labios tomando los míos y de sus brazos pegando mi cuerpo al suyo. —Te amo. —Es aquí donde pertenezco sin duda. Entre sus brazos, absorbiendo cada gota de amor que el me ofrece. Correspondiendo a ese sentimiento tan grande que ambos hemos creado...

—Y yo a ti —susurro sintiendo como ambos nos entregamos en un beso que nos consume el alma.

[...]

—Creí que nunca saldrían. —Las palabras de Mía provocan que mis mejillas ardan. 

—Mía, por favor. —Christian le gruñe. 

Están todos reunidos en la sala. La lluvia se ha hecho notar con intensidad. Al parecer no escogimos el mejor día para tener un día familiar de campo.

Todos me reciben con cariño inclusive Elena. Me sorprende muchísimo que Nicole siendo su hija la trate de esa manera, como si no le diera valor a cada acto que expresa. Me siento junto a Christian quien no ha soltado mi mano para nada. Entramos en una intensa conversación con Elena y Marck quien resulto ser fotógrafo. A los minutos llega Elliot con Kate quien trae una radiante sonrisa en los labios. Me mira y sonríe en complicidad, frunzo el ceño con una sonrisa en los labios. Se nos unen en la conversación y pasamos el resto de la tarde lluviosa entre risas y anécdotas de los integrantes Grey.  

Grace y Nicole se han mantenido al margen de nuestras conversaciones y, aunque lo disimulen aisladas de mi. Me entristece muchísimo que Christian éste distanciado de su madre. Desde que llegamos no le ha dirigido ni una sola mirada y he podido ver el rostro triste de Grace al verlo. Por su parte Nicole no ha perdido minuto alguno para aniquilarme con la mirada. Kate observa el juego de miradas y pone los ojos en blanco. Me hace un gesto de labios indicando que la ignore a lo que asiento con una pequeña sonrisa. Me sonríe de vuelta y volvemos a la conversación que en ésta ocasión el tema es la fiesta de cumpleaños de Elena.

—Me gustaría ayudarte a organizarla, pero con tu hija cerca no me animo. —Mía ha hablado alto para que Nicole lo escuche. —Capaz y las pulga que se carga me las pega. —Abro mis ojos como plato, mientras Elena pone los ojos en blanco. Christian fulmina con la mirada a Mía, y ésta se encoge de hombros restandole importancia. —Que me juzguen por ser sincera. —Bufa acomodando su cabello. Elliot y Kate sonríe. Al parecer las indirectas son normales entre ellas.

—¿Esto es normal en ellas? —pregunto en un susurro a Christian. 

—Más que normal. Viven discutiendo como perros y gatos. —Frunzo el ceño con intriga. 

—¿Siempre han sido así? —El niega con la cabeza. Acaricia mis nudillos son la yema de sus dedos.

—La verdad es que no. Al parecer Mía tenia un novio que Nicky le robo. Desde entonces se rompió su amistad y discuten a cada rato. —Ahora entiendo todo. Nicole es la típica chica que la felicidad de otros le molesta. Al parecer la envidia es parte de ella y creo entender que su madre también lo sabe ya que no le ha prestado la más mínima atención. 

—Algo doloroso —susurro aún pensativa. El asiente.

—Así es. Mi hermana sufrió muchísimo en ese tiempo. Pasó mucho más tiempo en el que logro entender que el amor entre ambos no fue tan fuerte, ya que su desliz tuvo más peso. —Un escalofrío recorre mi cuerpo. 

—Espero que nunca me pase. —Todos siguen ajenos en su tema.

—¡Hey! —Toma mi mentón y me obliga a mirarlo. —Yo jamás te haría algo así. —Lo miro directo a los ojos. El amor que siente por mi se hace presente mostrándome cual verdaderas son sus palabras. —Te amo demasiado como para poner en riesgo esto tan hermoso que estamos viviendo. —Le sonrío y me acerco para besar sus labios. Cada segundo junto a él es mejor que el anterior sin duda. 

—Ana, querida. —Llama mi atención Elena. —Estás más que invitada a mi fiesta de cumpleaños. —Le devuelvo la sonrisa.

—Es obvio que irá, Elena. Es mi novia y a donde voy, estará ella. —Observo un juego de miradas entre ellos que hace sonreír a Christian.

—Creo que he acertado, ¿no? —musita Elena en dirección a Christian. El mismo asiente con una sonrisa aún más grande en sus labios.

—Controla tu ego, Elena. Y sí. —Vuelve su mirada a mi. —Has acertado. —Frunzo el ceño con una sonrisa nerviosa.

—¿Acertado en qué? —pregunto confundida.

—En que la mujer perfecta para mi estaba afuera, y que llegaría el día que menos lo esperara. —Miro sus ojos queriendo besar sus labios pero, el estar rodeados de su familia me cohíbe. —Eres perfecta, nena. —Se acerca y deja un cálido y casto beso en mis labios.

—Me alegro mucho por ti, hermano —comenta Elliot—. Ya era hora que abrieras nuevamente tu corazón, y dejaras de lado la mierda que te hizo la desgraciada de Leyla. —Mis ojos se conectan con los de Kate, quien me mira de una manera diferente. Claramente hay orgullo y felicidad, pero tengo la duda de ver miedo y me desconcierta no saber, ¿A qué?

—Por cierto, ¿Te ha vuelto a molestar? —pregunta Elena. Christian asiente.

—Siempre lo ha hecho. Inclusive... —Acaricia mis nudillos. —Se atrevió a ofender a Anastasia. —Elena frunce el ceño.

—¿Anastasia? —Christian asiente pero sus ojos se oscurecen.

—Si —musita—. Anastasia Steele. —Elena lo mira de una manera sombría. Ambos están en un juego de mirada que claramente no entiendo.

—Eres la hija de Raymond Steele. —Ahora es Grace quien lo dice con repulsión. Asiento sintiendo vergüenza. —¡Esto es lo último! —Su voz se eleva con firmeza. —Te has enamorado de la hija de un delincuente. Del hombre que le entregaste tu confianza y te robó. —Una pequeña lágrima recorre mi mejilla.

Sabia que las consecuencias serian ésta. Ser juzgada al ser la hija de un delincuente. Un hombre que me abandonó cuando aún necesitaba de su cariño.

—¡Esto no es problema tuyo, mamá! —Christian le gruñe furioso. 

—¡Claro que lo es! —Grace se exalta. Se pone de pie abruptamente haciendo que nuevamente el ambiente se tense. —¡¿Cómo puedes estar con la hija de un delincuente?! —Su voz es prácticamente un grito que me hace sentir miedo. Recordar cada ofensa, golpe o grito de mi madre.

Todo pasa a segundo y tercer plano. Cada palabra es bloqueada por mi mente que me encierra en aquel pozo de aborrecimiento y temor. Esto es lo que soy. Por más que quiera siempre seré Anastasia Steele la gorda, y ahora hija de un jodido delincuente. 

No soy nadie. 

Las historias de amor no se hicieron para mi. 

Los príncipes están con mujeres a su altura, no con alguien tan simple e insignificante como yo. 

Mis ojos se encuentran con los de Kate quien me mira con preocupación. Christian se encuentra de pie. No puedo escuchar sus palabras ya que el miedo me ha privado de todos mis sentidos. Por la forma en que se encuentra su cuerpo deduzco que aún continúan los gritos. 

Me pongo de pie queriendo huir de aquel momento. Salgo de aquella casa sintiendo que mis sombras dominan mi cuerpo. Todo me supera. Las palabras de Grace se repiten una y otra vez en mi cabeza. Sus gritos hacen eco alimentando el miedo. Su rostro mostrando el asco que le causa mi presencia es el detonante para saber que la historia que soñaba con escribir junto a Christian no podrá ser. No puedo estar con alguien que es tan diferente a mi, y al cual lo único que le causo son problemas. 

La brisa fría me da la bienvenida junto con gotas de agua que parecen hielo. El dolor que siento en el pecho me priva de sentir dolor físico. Es el dolor del alma el que me amenaza con partir mi cuerpo en dos. 

Camino bajo la lluvia hacia aquel lugar que me ha llenado de paz. Las calmadas aguas del lago me brindan serenidad y alejan mis sombras, pero en estos momentos todo es diferente. Gotas fuertes de lluvia caen sobre sus aguas volviendo turbio mi reflejo en el mismo. El día gris está como mi alma. Con sombras de una tormenta que presagia un dolor tan intenso que jamás podré superar...

—Eres igual a tu padre, una inútil...

Las palabras de mi madre llegan como una ola de viento inesperado. 

—Eres repugnante. Nadie se fijaría en ti...

Cada letra quiebra mi resistencia. Quebranta mi alma de una manera atroz.

—Debí haberte abortado cuando pude, así en estos momentos seria feliz...

Un sollozo escapa de mis labios al sentir como mi corazón se acelera. El nudo que se ha instalado en mi garganta amenaza con ahogarme. Las palabras siguen llegando a mi mente provocando que el miedo reine de una manera latente. Mi cuerpo tiembla al saber que todo es cierto. Que he intentado vivir una vida que jamás podre tener. Que debo aceptar mi presente y futuro siendo la hija de un delincuente, de una prostituta, y siendo la misma mujer repugnante que el mundo se empeña en mostrarle cuanto asco produce a la sociedad. 

—¡Te odio...!

Su grito resuena en mi cabeza como una campana al ser tocada. Infinidades de lagrimas se desprenden de mis ojos mostrando cuanto dolor siento, cual débil soy, y lo rota que estoy. Por más que quiera jamás podre liberarme del miedo que me produce mi pasado. De sentir el dolor que vivo en mi presente y saber que al paso que voy nunca tendré un futuro.

—¿Ves todo lo que provocas? —La voz de Nicole me saca de mis pensamientos. Mis manos se aferran a mis brazos intentando calmar el temblor que ha atacado a mi cuerpo. —Es injusto que pongas a Christian en ésta situación. Que se aleje de su familia por una absurda farsa que en cualquier momento terminará. —La miro desconcertada aún sollozando y llorando como si mi vida se me fuese en ello. —Ya es hora que alguien te haga entender que todo esto es un juego de Christian. Ya obtuvo lo que quería de ti. Es hora que tomes el lugar que te corresponde, el de una mujer mas en su lista de conquistas y de camas. —Su mirada verde esmeralda refleja todo el odio que siente hacia mi. Sus palabras tienen ese acierto a cada acto de Christian que me hace dudar inmensamente a sus palabras. Me hace hundirme aún más en éste mar de dolor que me consume por dentro. 

—El me ama —susurro de manera débil aferrándome a esa corta frase como mi salvavidas. 

—No seas tan estúpida. —Se acerca aún más. Su ropa y cabello al igual que el mio están empapados. —Son las mismas palabras que utiliza con todas, incluso conmigo las utilizó. ¿Sabes cuántas veces me dijo que me amaba mientras me follaba? —Un jadeo audible escapa de mis labios al sentir como el dolor en mi pecho se intensifica.

—Eso no es cierto —Vuelvo a susurrar. Ella niega con una pequeña sonrisa en los labios.

—¿Por qué crees que no está aquí? —asegura—. ¿Por qué crees que no ha venido a buscarte? —Niego con la cabeza. —Ya te follo, querida. Ya no le interesas. —Sus palabras me golpean realmente fuerte.

¿Cómo no creerle cuando mi mente me muestra cuan real son sus palabras?

Me alejo de ella lentamente. Los sollozos se han vuelto incontrolables y mis pies toman vida propia corriendo hacia el precioso bosque que se extiende más allá del lago. Corro como si mi vida se me fuese en ello tropezando con ramas y plantas que golpean mi rostro...

—Al fin Jack abrió los ojos. Das asco. Ningún hombre se fijaría en una gorda como tú...

Nuevamente las palabras de mi madre se cuelan en mi mente. Ésta vez de una manera más real. Como si viviera el momento exacto de cada acto.

—Sólo te quería por tu dinero. Eso es lo que siempre buscaran de ti, Anastasia. Un interés material...

¿Por qué a mi?...

—¿Por qué yo? —susurro con la voz quebrada por completo y el llanto consumiendo mi alma. Las gotas de lluvia caen en los arboles y la misma se cuelan por sus hojas y mojan mi rostro que arde seguramente por los golpes consecutivos de las ramas—. No quiero sufrir más. —Lloro sintiendo mi cuerpo pesado y mis piernas debilitarse precipitando mi caída. Múltiples sollozos hacen convulsionar mi cuerpo. —No quiero sufrir más —Vuelvo a susurrar las palabras de manera entrecortadas y en un tono tan bajo que a mi misma me causa miedo. Miedo a sentir las medidas del dolor que siente mi alma. Del vacío tan inmenso que se ha instalado en mi pecho...

—Eres mi amiga, Anastasia. Eres como mi hermana, y lo que menos quiero es que sufras...

Las palabras de Kate llegan como un recordatorio. Mi cuerpo pierde fuerzas quedando tendido en el suelo mientras infinidades de gotas caen en mi rostro.

—Christian no es hombre para ti. Él está acostumbrado a otro tipo de mujeres...

Trago saliva con dificultad ahogando el grito que amenaza con salir de mis labios. Respiro con dificultad sintiendo como el pánico crece dentro de mi.

—Christian es hombre de tener a la mujer que quiere, y luego la deja cuando ha conseguido lo que busca...

Mi corazón sigue latiendo de manera acelerada provocando que mi cuerpo adquiera un peso artificial. Intento mover mi cuerpo pero no puedo. Mi mente se encuentra sumergida en tantos recuerdos que me hace sentir exhausta, agotada. 

No se cuanto tiempo llevo aquí. Sólo sé que es el suficiente para ver el cielo escurecer y a mi cuerpo sentir el entumecimiento por el frío atroz que experimenta mi cuerpo y mi alma. Las lagrimas se han secado, y mi mente en lo único que se concentra antes de abandonarme a un sueño que me vence es en las palabras de Nicole...

—Ha conseguido lo que quería. Ya no le interesas...

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Marly Castro

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