No Te Impliques

By SoniaLopezSouto

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Kathleen es una joven volcada en su trabajo. La muerte de sus padres siendo una niña y más tarde la de su abu... More

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EPÍLOGO

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Los nervios acabarán conmigo. Hace tanto tiempo que se han marchado que ya perdí la cuenta de las horas que llevo esperando su regreso. Sé que no debo preocuparme, que no es la primera vez, que saben lo que hacen, pero no puedo evitarlo. Sigo con ese presentimiento de que algo saldrá mal y no puedo sacármelo de la cabeza por más que lo intento.

Me paseo por el despacho sin atreverme a salir fuera. Alec no me ha dicho en ningún momento que deba permanecer en él, pero tampoco estoy segura de querer encontrarme con alguien. ¿Y si me dan alguna mala noticia? Prefiero la incertidumbre antes que saber que a Alec le ha pasado algo. En la ignorancia está la felicidad, o eso dicen.

Recibo varios mensajes de Duncan y Sally, pero apenas contesto un par de ellos para hacerles saber que sigo bien y que estoy con Alec. Me sabe mal mentirles, pero no quiero que sepan lo que pasa o no me dejarían tranquila. Y ahora mismo no estoy para hablar con nadie. Prefiero seguir con mis pensamientos en soledad. Es algo a lo que estoy acostumbrada y con lo que puedo lidiar. Aislarme siempre me ha ayudado a superar los peores momentos de mi vida. Aunque desde que Alec llegó a mi vida eso parece que ha cambiado porque en lo único que pienso es en que regrese pronto a mi lado.

Tras lo que creo que son otro par de horas, decido salir. Aunque no quiera ver a nadie, no soporto estar encerrada por más tiempo en un lugar tan pequeño. No me encuentro con nadie por el pasillo y todo parece demasiado silencioso. Se me pasa por la cabeza que me han dejado sola y siento un escalofrío recorrer mi espina dorsal. Vale que no quiera hablar con nadie, pero de ahí a estar sola en un lugar que no conozco, por más seguro que me hayan dicho que es, hay todo un mundo.

Después de dar un par de pasos más, empiezo a escuchar voces a lo lejos y me relajo. Me acerco en silencio y veo a un par de hombres hablando. Uno de ellos se recuesta en una silla frente a un escritorio sobre el que está sentado el otro. Ambos sostienen en sus manos una taza de lo que creo que es café. Todavía no me han visto, así que permanezco oculta un poco más, escuchando.

-Ya deberíamos saber algo de ellos - dice uno de ellos mirando el reloj de la pared.

-No creo que tarden en comunicarse con nosotros. Alec parecía realmente preocupado por la enfermera. ¿Qué te apuestas a que será el primero en atravesar esa puerta? - se ríen.

-Es linda. Yo también querría tenerla a mi lado todo el tiempo. O en mi cama - ríen de nuevo y yo he oído suficiente.

Aclaro mi garganta para hacerles saber que estoy aquí y ambos se levantan de golpe. Sus caras de arrepentimiento no me conmueven, lo que han dicho ha sido muy grosero. Aún así, por el bien de todos, finjo que no lo he oído y me acerco a ellos con una sonrisa inocente en mis labios.

-¿Dónde podría encontrar un poco de agua? - les pregunto.

Ambos se apresuran a señalarme el lugar de manera torpe y siento ganas de reírme en sus caras. Se lo tendrían merecido, desde luego. Y algún que otro insulto. Sin embargo, les sonrío de nuevo y me dirijo a la sala que me han indicado. Es una habitación sencilla, con una pequeña cocina, una nevera, un fregadero, una mesa y varias sillas. En un lateral hay una máquina expendedora de agua, que es lo que yo andaba buscando. Hasta que lo he dicho, no sabía la sed que tenía.

Sin ganas de regresar con ellos, me quedo sentada en la sala mientras bebo con tranquilidad. O con toda la tranquilidad que me permiten mis nervios. La opresión en mi pecho todavía continúa ahí y sé que no desaparecerá hasta que vea a Alec y lo abrace. Mi miedo a perderlo es demasiado grande. Ahora que he encontrado a alguien a quien amar, me aterroriza que desaparezca de mi vida. Es lo que han hecho todas las personas importantes para mí. Primero mis padres y luego mi abuela. No me permití amar a nadie más como lo hice con ellos, hasta la llegada de Alec. Ahora no puedo perderlo.

-¿Dónde está?

Me levanto al escuchar esa voz. La reconozco al instante a pesar de que la he escuchado tan solo un par de veces. Salgo de la sala y corro hacia ellos. Rory está junto a los otros dos y parece agotado. Tiene la ropa sucia y el pelo alborotado. Empiezan a entrar más hombres y varias mujeres, todos ellos con el mismo aspecto que Rory. Miro a mi alrededor pero no hay rastro de Alec.

Rory se acerca a mí presuroso en cuanto me ve. Tiene sus puños lastimados y varios cortes en sus brazos. Su camiseta está rasgada en algunos lugares y yo empiezo a preocuparme al descubrirlo. Si Alec estuviese bien, ya estaría a mi lado para tranquilizarme. Y si Rory tiene este aspecto, me temo lo peor.

-¿Y Alec? - me atrevo a preguntar.

-En el hospital...

No escucho nada más. Mi mundo se está hundiendo y mis piernas fallan. Rory me sujeta en el último momento para que no me golpee contra el suelo. Uno de sus compañeros trae una silla para mí, pero me niego a sentarme. Tengo que verlo. Debo saber que no está muerto. Que volverá a mí. Que no me dejará sola. Porque ahora sé que sin él no podré seguir viviendo. Lo necesito en mi vida más que el mismo aire que respiro. Las lágrimas se acumulan en mis ojos y parpadeo para que no escapen. No quiero llorar antes de saber lo que ha pasado. Soy enfermera, puedo controlarlo. Debo controlarlo. Me han enseñado a reaccionar con calma en situaciones de estrés máximo. Este caso no ha de ser diferente a los demás. Inspiro varias veces y evito desmayarme. Entonces, presto atención de nuevo a Rory.

-¿Qué le ha pasado?

-Él está bien - me asegura - Es lo que trataba de decirte.

-¿Está bien? - repito y Rory asiente.

Saber que Alec está bien me alivia. Siento cómo se me quita un peso de encima y respiro tranquila por primera vez desde que me dijo lo de la misión. Entonces, el enfado se apodera de mí. Frunzo el ceño y golpeo con fuerza en el pecho a Rory, que me mira con sorpresa.

-No vuelvas a darme un susto como este en tu vida - le digo - Casi se me para el corazón.

-Lo siento - sus disculpas parecen sinceras y decido creerlo - Tal vez elegí mal las palabras.

-Horriblemente mal - entonces caigo en algo - ¿Por qué está en el hospital?

-Recibió varios disparos...

-¿Qué? - grito sin poder evitarlo.

-Mujer, déjame acabar las frases - me zarandea.

-Lo siento - allá se van todos mis años de estudio de técnicas de control de ansiedad. Estoy comprobando que cuando se trata de algo personal, no funciona ninguna.

-Llevaba el chaleco y solo tiene algunos cardenales. Le dolerán unas semanas, pero sobrevivirá a eso - me guiña un ojo y trato de sonreír, aunque todavía no me he repuesto del nuevo susto - Estaba protegiendo a una niña cuando le dispararon. Ambos cayeron al agua y ella casi se ahoga.

-Pobrecita - me llevo las manos a la boca angustiada. Los niños son mi debilidad.

-Alec no ha querido separarse de ella y me ha pedido que venga a por ti.

-Voy a por mis cosas - no necesito saber nada más. Quiero ir con él.

En cuanto tengo mi bolso y mi chaqueta, salgo con Rory del edificio. Caminamos en silencio. Rory sujeta mi brazo izquierdo por el codo con su mano y aunque intenta disimularlo, veo cómo su mirada se desvía a todos lados como si estuviese buscando algo. O a alguien. Supongo que son está tomando precauciones. Después de todo, estoy allí para evitar que intenten secuestrarme de nuevo.

Han pasado tantas cosas en las últimas doce horas, que me han parecido semanas. Cuán relativo es el tiempo, según lo que estés viviendo. Hace un mes tenía una vida aburrida y previsible, tan monótona que no había un día diferente al otro. Ahora me siento en tensión a cada momento, incapaz de saber qué será lo siguiente que ocurra. Es un descontrol y necesito recuperar un poco de normalidad, pero me temo que no podrá ser todavía. No mientras Neville siga suelto.

-No - le digo a Rory en cuanto veo hacia donde me lleva - Ni en broma, Rory.

-¿Qué? - me mira sorprendido.

-No pienso subir en eso - señalo su moto - Iremos en mi coche.

-Te recuerdo que está en el hospital - alza una ceja divertido y yo lo fulmino con la mirada.

-Pues vamos en el de Alec.

-No tengo las llaves.

-Han de estar dentro - me giro para regresar al edificio, pero Rory me detiene.

-No están ahí - me acerca a la moto - Además, no tenemos tiempo para esas tonterías.

-No voy a subirme en la moto - me cruzo de brazos.

-¿Le tienes miedo?

-No quiero caerme.

-Si te sujetas con fuerza a mí - me dice acercando su rostro al mío - no pasará nada.

Se está divirtiendo a mi costa y eso me enfurece lo suficiente como para darme el valor que necesito para subirme a la moto después de él. Me pasa el casco y me lo coloco lo mejor que puedo. Me aferro a su cintura con tanta fuerza que protesta e intento aflojar el agarre.

-¿Lista? - me dice a través de su casco, pero no me da tiempo a responderle porque arranca y sale disparado.

Mis brazos lo aprietan un poco más y cierro los ojos. Si no lo veo, puede que logre olvidar donde estoy. Aunque el vértigo en mi estómago se siente demasiado real y no me facilita las cosas. En cada curva, me tenso y cada vez que paramos, respiro tranquila. Si no muero en este viaje, creo que podré con cualquier cosa.

-Nos están siguiendo - me dice en uno de los semáforos.

-¿Qué?

-Intentaré despistarlos.

En cuanto el semáforo se lo permite, acelera. Me aferro a él tanto como puedo y cierro de nuevo mis ojos. Mi corazón late a igual velocidad que la que Rory imprime a la moto. Definitivamente moriré hoy. Si no lo hago al caerme de la moto, lo haré de pánico. Se mete por calles estrechas por las que apenas cabemos y de las que yo ni tenía conocimiento de su existencia, intentando esquivar a nuestros perseguidores. Yo no he visto a nadie, pero si Rory lo dice, le creo.

De repente, frena en seco. Abro mis ojos y descubro con consternación que frente a nosotros está el todoterreno negro que tanto he aprendido a temer. Rory acelera de nuevo y gira la moto en redondo. Cuando comienza a andar, una furgoneta sale de una de las calles contiguas y le corta el paso. Y yo no dejo de pensar en cómo es posible que en pleno Edimburgo pueda estar sucediendo esto. ¿Es que nadie ve lo que ocurre? ¿Nadie va a impedirlo?

Al parecer no, porque varios hombres salen de los coches, armados hasta los dientes y nos obligan a bajar de la moto. Nos quitamos el casco y levantamos las manos. Noto la tensión en Rory, como si estuviese a punto de cometer alguna locura y niego con la cabeza.

-No lo hagas - le susurro - Por favor.

-Tranquila - me dice con calma. Esta vez no le creo.

Sin mediar palabra, nos obligan a punta de pistola a caminar hacia la furgoneta. Rory se acerca a mí, para protegerme supongo, y me siento un poco más segura. Lo que no es nada en realidad, dadas las circunstancias. Entonces, sin previo aviso, me empuja hacia un lado y se enfrenta a los dos hombres que nos apuntan con sus armas. Mi grito debería haber alertado a alguien, pero seguimos estando solos frente al grupo armado.

-Corre - me insta Rory mientras intenta hacerse con una de las pistolas.

Ni siquiera sé como he podido reaccionar tan rápido, pero me descubro a mí misma huyendo del lugar, aunque de poco servirá porque veo que Boris me está persiguiendo. Cuando me alcanza, Rory ya está en el suelo inconsciente. Lucho por liberarme del agarre del ruso rubio para acudir en su ayuda y finalmente me deja ir, después de varias súplicas por mi parte.

-Rory - lo llamo mientras reviso que no es grave - ¿Me oyes? Rory, despierta.

Tiene pulso y lo noto firme. Es un alivio. Encuentro la herida en su sien, donde supongo que le han dado un golpe, pero no puedo revisarla como quiero porque Boris me separa de él de un tirón y me mete en la furgoneta bruscamente. Introducen a Rory de mala manera también y cierran la puerta. Quedamos encerrados en el interior y comienzo a temblar. Rory sigue sin despertarse y yo tengo miedo de lo que nos vaya a pasar ahora. No puedo contenerme más y las lágrimas comienzan a salir sin descanso. He llegado a mi límite y ahora no puedo parar.

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