Mis Pervertidos II (Grey)

By HaleHoechlin

148K 9.7K 1.7K

SEGUNDO LIBRO DE MIS PERVERTIDOS. EL PRIMERO LO PUEDEN ENCONTRAR EN MI PERFIL. >> Cuando nos olvidam... More

Sinopsis
Capitulo I
Capitulo II
Capitulo III
Capitulo IV
Capitulo V
Capítulo VI
Capitulo VII
Capitulo VIII
Tu Fiel Admirador
Capitulo IX
Capitulo X
Capitulo XI
Capitulo XII
Capitulo XIV
Capitulo XV
Capitulo XVI
Capitulo XVII
Capitulo XVIII
Capitulo XIX
Capitulo XX
Capitulo XXI
Capitulo XXII
Capitulo XXIII
Capitulo XXIV
Anuncio
Capitulo XXV
Capitulo XXVI
Capitulo XXVII
Capitulo XXVIII
Capitulo XXIX
Capitulo XXX
Capitulo XXXI
Capitulo XXXII
Dangerous Woman
Capitulo XXXIII
Capitulo XXXIV
Simplemente White
Epilogo
Agradecimientos

Capitulo XIII

3.7K 261 32
By HaleHoechlin

Capitulo XIII: "Reacciones Inesperadas – Castigos Crueles"

Perspectiva de Anastasia Steele.

Sabía que mentir traería sus consecuencias, siempre las mentiras la traen. Sabía que en algún momento las verdades saldrían a la luz y las cosas que me he inventado, según yo porque no era un buen momento, explotarían contra mi cara, la torre de naipes de mentiras que había construido se vinieron abajo. Sabía a lo que me enfrentaban cuando invente la primera cosa para ocultar mi embarazo pero no esperaba que todo se supiera de esta manera, de esta forma tan poco común por bocas de otro. De pronto la música relajante que siempre está encendida de fondo en esta parte del lujoso departamento de Christian no combate para nada bien con el ambiente tenso que se ha formado, todos lo miramos esperando una reacción por parte de él que simplemente no llega. Es increíble como las cosas cambian de la nada, hace poco estaba tan tranquila y relajada porque nadie se iba a enterar de nada y ahora estoy inmóvil, quieta al lado de él sin saber qué hacer. A la justa puedo lograr respirar de un modo medianamente normal.

Christopher, el injustamente responsable quizás de todo esto, se pone de pie frotándose la pierna en el lugar exacto donde le he dado el golpe. No soy capaz de pedirle disculpa a aquel hombre, aunque me esté mirando con enfado latente en esos verdes ojos. —¿Por qué demonios hiciste eso? ¿Qué tienes contra mi pobre mi pie? ¿Acaso eres tan celosa que no quieres que toque al pa... —su última pregunta se queda flotando en el aire sin ser respondida, al igual que todas, él parece al fin comprender todo cuando yo no dejo de ver al pálido Christian que se recuesta en la mesa de atrás, todo su peso fijo en esa parte. El florero que hay en el centro de esa mesa otorga un poco de vida a este lugar que de pronto se encuentra sumergido en un silencio sepulcral, esto no pinta nada bien. —Ohh... ¿Él no sabía nada, de nada? —niego con la cabeza, lo cual es obvio, salta a la vista con su falta de palabras de Christian que no estaba enterado de las cosas. Se pega un golpe en su frente al descubierto al tener su cabello castaño tan perfecto como siempre, bien peinado, su palma se queda quieta y fija en ese lugar por unos segundos. —Soy un idiota. —

No lo contradigo pues pienso en el fondo que tiene mucha razón, es un completo idiota aunque en sí no es que tenga la culpa de mucho, otro suspiro que intenta en vano calmar mi corazón se escapada, de pronto el departamento del padre de mi hijo parece más grande de lo normal. En estos momentos maldigo que Mia se haya ido a pasear por la ciudad tan temprano, si ella estuviera acá tal vez supiera que hacer con su hermano que no sale de un vago recuerdo quizás, sabría cómo hacer que reacciones este hombre de ojos grises que sigue mirando a la nada por sobre la cabeza de esa mujer, ve a la nada pero su vista se ve quieta en el cuadro que por obras del destino recién llama mi atención, nunca le había prestado la medida atención que le corresponde a aquella pintura de colores cálidos donde se dibuja a una madre con su hijo, los colores precisos detallan el rostro de ángel de aquella mujer y el brillo especial de aquel niño. Bien este momento no es para nada cómodo.

—Yo... —la doctora al fin parece nerviosa delante de dos hombres, tres contando con Taylor que permanece dentro del ascensor sin decir nada pues él también es cómplice de todo esto. Él sabía perfectamente lo que pasaba y aunque intente ocultar todo en su rostro de facciones dura la manera en que se muerde su labio inferior lo delata. La mujer luchadora en un mundo de hombres se asegura bien a su cartera, sacudiendo la cabeza. —Creo que es mejor que me vaya yendo. Estoy sobrando acá, —quiero pedirle su nombre para quizás estar en contacto pero ahora no es el momento adecuado para seguir socializando como si nada pasará, si algún día la vuelvo a ver me encargaré de conseguirlo. Sin tener una respuesta de Christian ella se dirige al ascensor de puertas abiertas. Quisiera irme con ella, huir también de este problema que se comienza a formar pero el simple hecho es que no puedo. No es justo ni para mí, ni para Christopher, ni para el bebé ni mucho menos para Christian. —Que tengan un buen día, señores. —

Christopher al igual que siempre, en una actitud muy propia de él sigue el culo de la mujer que se mueve con cada paso hasta que ella ingresa al ascensor, con una sonrisa. Un poco incómodo se vuelve a mirar a nosotros analizando la situación de una manera metódica, nos mira a los dos viendo como mi mano sube y baja por sobre la tensa espalda de esté hombre que no parece calmarse ante mi tacto, por primera vez no se calma y es quizás porque está vez soy yo la que le ha traído problemas. Sigo fallidamente con las caricias. —Está debe ser una conversación privada, supongo. —es verdad, en ningún momento debí mandar aquel mensaje pidiéndole ayuda a Björn, no debí a meter a nadie más en este asunto que era obvio tema solo de los dos, y una de las partes implicadas más importantes recién se vuelve a enterar. —Así que yo creo que acompañaré hasta abajo a la doctora de lindo trasero. —

Asiento, es mejor que se retire. Que nos deje solos para yo poder hacerme cargo de solucionar este problema en la que me he metido sola, para sacar a gente que no tiene nada que ver. Mi amigo no debe estar acá cuando Christian explote, nadie debe estar acá, nadie más que yo. —No. —el pronunciamiento al fin de Christian se hace presente haciendo que pegue un salto y Christopher se detenga, estando a solo unos metros del ascensor. Esa no es una palabra que quise escuchar como primera por parte de él. ¿Es un no, de no quiero ser padre o uno no, de no quiero que te vayas? Espero paciente a que se aclaré cosa que no tarda en hacer. —No. —vuelve repetir como dándole seguridad a sus palabras que se ven opacadas por la sequedad que parece presente y ceñida en su garganta. —Creo que la doctora conoce perfectamente la salida que no necesita la compañía de nadie. Además que Taylor está ahí. —y un peso se quita de encima al saber que se refería a eso. El hombre interpelado asiente presionando un botón muy tranquilo de liberarse de todo, haciendo que las puertas de aquella vía de escape se cierre delante de nuestras narices. Quedándonos atrapados en la jaula fabricada por Christian que hace llamar departamento. —Así que supongo que te podrás quedar. —

Se da la vuelta. Con una sonrisa cordial curvando sus carnosos labios, mostrándonos sus perfectos dientes blancos para continuar hablando con claro y evidente sarcasmo. —La verdad es que no pensaba irme, solo bromeaba. Será un honor quedarme con ustedes dos. —rueda los ojos, cometiendo un error al Christian emitir un nuevo gruñido desde lo más profundo de su ser. —Deja los gruñidos que pareces perro rabioso. —

—Pues que bueno saber que te quedarás sin necesidad de que te obligue. —niega lentamente, ignorando lo último para no desencadenar una discusión antes de tiempo. Apartándome la mano que frotaba su espalda para que con una simple mirada haga que me sienta pequeña. Hace que me sienta sumamente responsable de todo esto, cosa que lo tengo claro. Yo soy la única responsable. —Espéranos acá que tengo que hablar de unos asuntos con Anastasia en mi oficina. —en su oficina, estando a solas, genial esto no pinta nada bien.

Sin que me diga nada, tomando la seguridad suficiente camino con paso seguro, profesando más ruido en la insonoro recibidor al mis tacos golpear contra el pulcro piso, siento la presencia de Christian a mis espaldas pero llegado un punto se detiene al escuchar el pronunciamiento de Christopher. —Christian es preferible que no la hagas sufrir sino te la vera personalmente conmigo y con mi puño. —la clara amenaza de una pelea de titanes se hace presente. Si estos dos hombres se ponen a pelear siendo sincera no tengo idea de quién ganará y es mejor nunca saberlo.

—¿Qué clase de animal crees que soy? —su aire, su tentador y caliente aire que causa hormigueos en cada centímetro de mi piel me golpea la nuca, cegando mi cordura por unos instantes mirando en dirección al pasadizo que conduce a su despacho. Un largo y silencioso pasadizo que será como el camino a la muerte. Tan angustiante como eso. —¿Qué clase de personas crees que soy como para dañar a la madre de mi hijo? Solo quiero hablar con ella en privado. Nada más que eso. —

MI hijo, que bueno suena eso. Ese mi hijo me llena de un poco de esperanzas pero no hace que la duda que crece dentro de mí desaparezca sobre cómo es que se tomará la noticia, al haberse enterado que va ser papá no de una forma especialmente romántica como se supone que debió ser.

Las paredes de su despacho no parecen exactamente paredes pues están llenas de libros, libros de distintos temas, de distintos géneros –desde los más comunes hasta los más difíciles de conseguir en copias originales- lo que solo demuestra que es un hombre que le gusta leer, haciéndolo aún más perfecto si es que se puede ser más. Me siento en mi paraíso estando acá, rodeada de tantos libros debería sentirme como en casa pero en lugar de eso únicamente me siento más pequeña de lo que de por sí ya me vuelve la mirada censuradora que continua lanzándome Christian, parado delante de su escritorio con su cabello cobrizo más brillante por los penetrantes rayos de sol que ingresan. Se ve malditamente bien dando un sorbo a una copa que lleva en mano, se ve bien de cualquier forma, se ve maravilloso cuando su manzana de Adán se mueve tragándose el líquido que ansiaría probar de sus labios.

—Tienes una bonita oficina. —digo lo más segura que mi voz me lo permite buscando alguna forma de desviar el tema por el cual venimos acá. Me vuelvo a sobresaltar cuando la copa vacía se reposa en su fino escritorio de madera. La mejor madera para el mejor hombre.

—Supongo que gracias. —dice de mala gana, dando un paso atrás para alejarse de su escritorio mientras yo permanezco de pie en el centro de este espacioso lugar teniendo un par de muebles de cuero negro a mis espaldas, preparados para recibirme cuando me desmaye por sus palabras. —Te ofrecería un trago pero dado tu estado supongo que no es recomendable ¿Estoy en lo cierto? —

Asiento aún sin ser capaz de pensar claramente en cómo decirle algo, supongo que está es una de esas veces donde mejor es quedarse callado, donde una mirada vale más que mil palabras. Así que lo miro, intentando expresarle lo culpable que me siento en mis ojos azules, es normal que lo haga, intentando pedirle disculpas que no soy capaz como decirlas. Pero al final soy yo la que termina hablando al no soportar este perturbante silencio.

—No quería que te enterarás de esta forma. —niego con la cabeza, sin esperar que transcurra más el tiempo, sin soportar por más minutos su mirada analizadora sobre mí. Tan lejos, unos metros nos separarán pero parecerían unos kilómetros de distancia. Kilómetros que con mis malas elecciones he fabricado metro por metro. —Ni mucho menos ahora. Lo siento. —

—Al fin llegamos al punto. Estás muy comunicativa está mañana, hubiera agradecido que estuvieras así cuando te enteraste de todo. —chasquea su lengua con evidente mal ánimos—Pero.. ¿Por qué? ¿Por qué me ocultaste algo como eso? Solo necesito saber eso—hace esas simples pregunta.

Porque soy una completa idiota quizás, porque no he podido pensar claramente desde que te encerraron en ese lugar. —Pues porque ya tienes suficientes problemas, Christian, como para aumentarle uno más. Quería que todo esto pasará. —niega lentamente como si hubiera dado una respuesta errónea. Yo solo ruedo los ojos de manera tonta pues él debería estar molesto no yo, pero en lugar de eso parece en una suma e irritante calma. En una calma que no pensé verlo luego de está noticia. —No sé si estés listo, no te pienso presionar tampoco que te hagas responsable, sin ningún problema yo puedo hacer todo sola. Y si es que así lo deseas me puedo ir ahora mismo. —no dice nada, solo frunce el ceño sin entender el porqué de mis palabras, yo tampoco me entiendo porque es que digo esto. Me doy la vuelta topándome con más libros delante, esquivo el sillón con pasos seguros. —Fue muy lindo todo lo que compartimos. Pero es claro que no estoy dispuesta a poner a un hombre sobre un hi... —

Peor mis palabras se ven acalladas, no por algún sonido, no por un gruñido de su parte sino por una maravillosa interrupción. Me quedo callada por el simple hecho de que sus labios succionando letra por letra de las que se iba a salir se posan sobre los míos, no entiendo porque es que me besa pero disfruto, disfruto de la explosión que siento en mi vientre conforme mis dedos se pierden en su terso cabello, conforme sus manos acarician la parte baja de mi cintura. Nuestros labios se corresponden. Nuestros corazones se juntan y el ambiente quema.

—Odio cuando no te quedas callada y sacas conclusiones sin siquiera esperar que diga algo. —nuestras frentes se pegan, nuestros alientos acelerados se entremezclan al igual que nuestras miradas, los colores de nuestros ojos se combinan entre sí. —Un hijo nunca será un error ni un problema, para mí no. No vuelvas a decir semejante tontería y en cierto punto entiendo que no quieras que me enterara. Pero ¿era necesario que Christopher lo sepa? ¿Alguien más lo sabe aparte del que verdaderamente importaba, ósea yo? —

—Björn. —digo ese nombre sin siquiera ponerme a pensar, no quiero seguir ocultándole más cosas. Sus manos gracias a Dios siguen fijas en mi cintura sino hubiera desfallecido en el piso por el lento frote que en nuestros labios se hacen. —Bryan. —un nuevo gruñido nace de su parte, sé que no le hace feliz pero tengo que ser clara con él, tengo que aprovechar este arrebato de confesiones. —Taylor, Sawyer y creo que Mía está sospechando. Aparte claro de la doctora que me hizo la ecografía. —

—Tienes una ecografía. —asiento. —Pues necesito verla. —vuelvo a asentir, sin dejar de sostenerme a su cuerpo veo como su mirada cambia. —¿Ves al punto que voy? Todos lo sabían menos yo.—sus dientes, sus deliciosos dientes capturan mis labios estirándolos de forma lenta y seductora. Me pierdo en la intensidad de sus dos huracanados y tormentosos ojos grises. En pierdo en sus caricias, me pierdo en su cuerpo. Me pierdo en la manera con la que habla. —No es para nada satisfactorio para un padre saber que otras personas se enteran antes que él. —

Padre, se lo está tomando mejor de lo que imagine, no hay cosas rotas, no hay lagrimas desperdiciadas por mí, no hay un irritador Christian Grey. Nuestros cuerpos prácticamente se funden, se unen de no ser por la ropa que estorba entre los dos. —En cierto punto Taylor y Sawyer lo saben porque tú los pusiste a vigilarme. Y te lo iba a decir cuando todo esto pasará. Estaba planeando una sorpresa y todo que se echó a perder. —

Niega lentamente, un poco más tranquilo, con sus manos firmes más relajadas, con su cuerpo más flexible fundiéndose con el mío, sumergiéndonos ambos en nuestra burbuja personal. El aire sigue ingresando golpeándonos pero deja de tener importancia, todo deja de tener importancia cuando nosotros estamos juntos, cuando estamos de esta forma formando una burbuja especial. Mirándonos con adoración.

—No importa la manera, sino netamente la noticia. —sus manos, sus dedos se posan en mi vientre. El tacto es extraño, el tacto hace que se me encoja hasta las entrañas, no digo nada, lo dejo estar. —Me gusta la idea de saber que algo mío está dentro de ti. —dejo que sus dedos acaricien ese lugar mientras los míos hacen lo propio con su nuca, jugando con su cabello de forma lenta. Tomándome mi tiempo. —La mejor noticia, aunque un poco sorpresiva quizás. Y sí que no estoy listo para ser padre pero si tú... —me besa, sus labios me roban un aliento que es bien recibido por él apretándome con cuidado a su cuerpo. —Si tú vas a ser la madre estoy dispuesto a todo, por ti y por nosotros. Si tú estás indispuesta a cuidar a nuestro hijos, a algo que provenga de mí, si estás dispuesta a cuidarlo junto a mí no te pienso quitar el apoyo. Tú... —un nuevo beso, que no dura mucho cuando sus labios descienden por mi cuerpo tomándose su tiempo en cada lugar hasta quedar de cuclillas delante de mí, mirándome por sobre sus pestañas besándome ahora el vientre. —Y ahora por ti también, estoy dispuesto a aprender lo que sea. Ustedes serán mi prioridad. —

—¿Así tenga que ser cambiar pañales? —

—¿Por qué te tienes que ir a lo peor de todo? —niega lentamente, al fin sonriendo, al fin mostrándome sus dientes perfectamente blancos y aquellos hoyuelos. —Mejor concentrémonos ahora en tus hormonas alborotadas. He escuchado por ahí que con el embrazo te vas a volver una ninfómana, con un extremo apetito sexual. —

—Pues qué bueno que tenga el mejor banquete para que calme todas estas hormonas. —

Llegamos al comedor, pasado unos minutos donde hablamos de vaguedades, donde hablamos de cosas sin importancia sin dejar de sonreírnos, pareciéndome cada vez más maravilloso este hombre que sujeta mi mano con adoración, no más adoración con la que me ve. Ambos nos vamos a enfrentar juntos a una nueva etapa. Esto es perfecto, pero sé que pronto vendrán los problemas donde quiera extender su sumo cuidado, donde quiera que viva en una burbuja para que no me haga daño y ahí estoy segura que nuestros caracteres chocarán, nuestros genios de no ser dominados saldrán a la luz quizás jodiendo todo, pero de momento no me pienso preocupar por eso.

—Sí que estuvo delicioso. Tienes unas manos mágicas. —pronuncia limpiándose la boca, agradeciéndole Gail con una sonrisa por la tajada de torta de chocolate, felizmente que el olor no está muy presente como para joder todo. La mujer se retira de la cocina con una sonrisa amable dirigida para los dos. Christian solo se mantiene con las facciones endurecidas como siempre manteniendo distancia de sus trabajadores. —Por lo que veo pensaste con la cabeza. Idiota. —no entiendo de donde le saco tanta confianza a Christian, desde cuando hay tanta amistad entre estos dos hermosamente perfectos hombres a su manera cada uno, pero no importa, últimamente me pierdo de muchas cosas.

—Vuelve a llamarme así y te dejaré a ti sin herederos. —le gruñe, a la vez que de manera elegante retira una silla que está delante de la encimera, tomo asiento agradeciéndole con una sonrisa que él me devuelve brevemente besándome la frente. —¿Agua o jugo? —

—Creo que jugo está bien. —

Asiente dejando de acariciar mi estómago, alejándose de mi conforme yo recuesto mis manos sobre al encimera negra soltando un lento suspiro viendo maravillada como el sol hace que se vea mucho más perfecto este hombre. Este hombre que es dueño de cada parte de este precioso lugar que ofrece unas vistas hermosas a las afueras por esos enormes ventanales.

—Oh, si hasta acepta al hijo y todo. El señor Grey tiene corazón. —se pone de pie, dando un lento aplauso denegando muy divertido a la vez que camina hacia mí. —Sí que mi ahijado será bien recibido. —

—¿Ahijado? —Christian frunce el ceño, dejándome el vaso delante de mí para él ir al refrigerador a buscar seguro algo para que tome él. —¿De qué hablas? —

—Ahijado, padrino... Es simple, creo que tu estadía en la cárcel a desgastado un poco tu cerebro. —responde como si nada. Negando divertido a lo cual Christian solo gruñe cuando las manos de este castaño hombre se posan en mi vientre, acariciando esa parte con suma paciencia. —Que yo voy a ser el padrino de tu hijo. —

Y todo pasa demasiado rápido, no sé cómo lo hace para no darme un golpe a mí pero antes de que los labios de Christopher se posen sobre mi vientre el puño de Christian va parar sobre su ojo. Un poco preocupada miro a mi amigo que se acaricia el lugar afectado soltando una maldición. —¿Esto porque demonios fue? —

—Por dos razones. Primera porque no quiero que tus labios que besan el coño de cualquier mujer se posen en el lugar sagrado donde mi hijo crece. —su mano se queda en mi vientre mientras con la otra muestra un dedo. ¡Sagrado? Nada de mi cuerpo es sagrado, solo escucho la conversación extraña de Christian. —Y dos por hacer que me enteré de esta forma que iba a ser papá y porque no pienso permitir que seas el padrino de mi hijo. —

—Eso del padrino sería el número tres, aprende a enumerar. —rueda el único ojo que queda a la vista pues el otro se lo tapa con la mano. —Bonito padre para tu hijo te has conseguido, Anastasia. —

—Es un poco difícil de entenderlo. —río, Christopher hace lo mismo mientras Christian besando mi frente de mala gana se nos une. La mano de Christopher no deja de acariciar su ojo, esto le va dejar una fea marca.

—¿Te quedas hasta la noche con nosotros? Para almorzar y luego no se... ¿Ver una película? Si quieres puedes quedarte hasta mañana. —

—Sí que eres extraño. Primero me golpeas y ahora ofreces que me quede. Tenía que ser al revés, tenías que ofrecerme que me quede y luego golpearme por intentar meterme a la cama de tu hermana. Te estás saltando pasos. —la broma a Christian parece no gustarle. El castaño se recompone, nuevamente mostrando toda la perfección de su cuerpo, sus músculos firmes ceñidos en aquel polo mientras cruza sus brazos sobre sus pechos. —Y yo he de estar tan loco por aceptar quedarme y porque me caigas tan bien. —

[...]

Dejo mi celular tranquilo luego de haberle enviado un mensaje a Björn por haberme dañado todo mis planes al no haber venido él sino Christopher, seguro si él hubiera venido todo hubiera seguido oculto, aunque se lo escribo más en broma ya que todo ha ido mucho mejor de lo que esperaba. Este día simplemente ha resultado ser sumamente perfecto.

—Es maravilloso. —pronuncia nuevamente, después de haber visto por décima vez la ecografía. Sonríe sentándome sobre la cama, al lado de él asintiendo muy maravillada al ver como no deja de acariciar aquella fotografía donde muestra aquella mancha tan especial. —Quiero estar contigo cuando te hagan el próximo control. —

—Obviamente que lo estarás. Ahora deja la ecografía y vamos a dormir. —

—¿A dormir? —pregunta extrañado. — Nada de eso. ¿Ahora te toca tu castigo? —frunzo el ceño, viendo como con cuidado deja la foto de nuestro bebé al lado de la ecografía que le di hace semanas, aquella ecografía que también es especial y que me alegra que lo tenga junto a él, en la mesita de noche de su cuarto. —Lo tenemos que enmarcar. —

Pero esta vez no soy capaz de decir nada cuando su cuerpo con cuidado se posiciona sobre mí, sobre mi cuerpo que se ve enjaulado entre la cama y sus abdominales tensos, entre su perfecta musculatura. La parte blanda de la cama ofrece un soporte y la parte dura de su cuerpo hace que aquel soporte tambalee, la perdición de su cuerpo me consume. —¿Por qué me vas a castigar? —

—Por ocultarme que sería padre durante tanto tiempo, por rodarme los ojos, por muchas cosas que no dejaré pasar. Anastasia. —sus labios descienden por mi cuerpo, por mi cuerpo que parece más vivo que nunca mientras me retuerzo en la cama sin poder mover las manos al las suyas sujetar mis muñecas. Sus labios se detienen sobre mi vientre, siento su sonrisa formándose sobre la piel desnuda de mi vientre plano. —Ahora hijo mío, taparte los ojos que papi va meter un gran invasor dentro del cuerpo de mami. —

Sus palabras me parecen graciosas, pero la carcajada se transforma en un gemido. —¿De qué manera me vas a castigar? —

—De la peor manera, nena. —su lengua se sumerge en mi obligo, en esa parte traza un circulo a la par que toda su longitudinal carne se ciñe a mi muslo provocando más pasión dentro de mí al sentir las venas ciñéndose a su pantalón suelto de pijama, mi cuerpo que flota en mar desconocido, él nuevamente se transforma en el capitán de una liberación que no llegará. —Está noche solamente yo me correré y tú únicamente disfrutarás sintiendo mi liquido fluyendo en tu interior. —


Continue Reading

You'll Also Like

200K 21.5K 122
Había una vez una joven princesa dormida, escondida en un hermoso Fiordo, todos ustedes pensaran que algún príncipe o rey valiente iría a despertarla...
2.2M 231K 131
Dónde Jisung tiene personalidad y alma de niño, y Minho solo es un estudiante malhumorado. ❝ ━𝘔𝘪𝘯𝘩𝘰 𝘩𝘺𝘶𝘯𝘨, ¿𝘭𝘦 𝘨𝘶𝘴𝘵𝘢 𝘮𝘪𝘴 𝘰𝘳𝘦𝘫...
30.8K 1.6K 19
Colección de Relatos Eróticos de un Escocés de Albert y Candy. Albert un hombre viudo, dedicado a sus hijos y a sus negocios, olvidándose que es un...
89.3K 8.7K 24
Mi vida, como cambió en unas vacaciones, me ocurrió algo que ni yo misma he podido nunca llegar a imaginar... Me llamo Noa, todo empezó cuando tenía...