No Te Impliques

By SoniaLopezSouto

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Kathleen es una joven volcada en su trabajo. La muerte de sus padres siendo una niña y más tarde la de su abu... More

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EPÍLOGO

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-Vivian no quería hijos. Estaba empezando a escalar puestos en la empresa donde trabajaba y creía que un bebé le impediría llegar a donde quería en su carrera. La verdad es que yo tampoco me sentía preparado para formar una familia todavía, pero sí esperaba tenerla algún día - mira al infinito mientras habla pero yo no puedo alejar mis ojos de él - Discutíamos mucho sobre eso. Y sobre lo de vivir juntos. Decía que estábamos bien así. Para qué cambiar lo que funciona bien, decía siempre. Pero no funcionaba.

En innumerables ocasiones he sido la confidente de la gente que me rodea. Generalmente me limito a escuchar, más que nada porque no sé qué decir. Pero a medida que Alec habla, me siento cada vez más inquieta. Intento no moverme para no llamar su atención, aunque siento de nuevo ese tonto impulso de sujetarle la mano. Le dejaré que saque fuera todo lo que tiene guardado porque seguramente lo está carcomiendo por dentro.

-Al final decidimos tomarnos un tiempo. No supe nada de ella desde entonces, hasta que me la encontré cerca de la clínica dos meses después. Sólo pensar en lo que habría hecho si no la llego a ver - me mira y veo lágrimas contenidas en sus ojos - También era mi hija y no pensaba decirme nada. Iba a deshacerse de ella como si nunca hubiese pasado. Como si no le importase lo más mínimo su vida. Y tuvo el descaro de decir que no era asunto mío.

Sigo sin saber qué decir, pero él parece que no ha acabado de hablar porque aparta la mirada y continúa. Yo ya no puedo dejar de pensar en sus ojos azules oscurecidos por el dolor y la impotencia.

-Discutimos mucho ese día pero logré que no acudiese a la cita. La obligué a tener el bebé. Yo quería a nuestra hija y le dije que me haría cargo de ella. Que no tendría que volver a verla si no quería. Eso sólo empeoró las cosas entre nosotros, pero no estaba dispuesto a renunciar a Faith - le veo tragar con dificultad y sé que lo que viene a continuación será peor todavía - La noche que tuvo el accidente, discutimos más que nunca. Había tenido problemas en el trabajo porque descubrieron su embarazo y vino a reclamarme por ello. Nos dijimos cosas horribles. Vivian estaba furiosa y no atendía a razones. Le quité las llaves del coche pero cogió las del mio y huyó de mí. Debí ir tras ella. Debí impedirle conducir. Pero me quedé paralizado, bullendo de rabia. Para cuando reaccioné, ya no estaba. Lo que le pasó es culpa mía. No hice nada y ahora ella está muerta y la vida de Faith todavía corre peligro. Si le llega a pasar algo...

Su voz se quiebra y sin saber muy bien cómo llegamos a eso, lo estoy abrazando. Me ha recordado tanto a mí en este momento, que no he podido contener el impulso de consolarlo. Las palabras no se me dan bien así que me dedico a acariciar su espalda con una mano mientras siento cómo sus brazos rodean mi cintura con fuerza, pero sin llegar a lastimarme.

Sé que no está llorando y eso me alivia. No podría con algo así. Mis propios sentimientos están a flor de piel ahora mismo y si lo veo llorar, me romperé en mil pedazos. No quiero que él me vea así. Necesita a alguien fuerte a su lado en este momento.

-Faith va a estar bien - le digo finalmente - Es una superviviente.

Nunca en mi vida he deseado tanto poder encontrar las palabras adecuadas para que alguien se sienta mejor. Pero por más que pienso en algo que decirle, todo me parece superfluo y estúpido. Sé lo que es sentirse culpable por la muerte de alguien y no es agradable. Tampoco es fácil de asimilar ni de superar. Es autodestructivo. Yo llevo cargando con ello catorce años.

-Ha mejorado de una forma casi milagrosa - continúo hablando de ella sólo para rellenar el silencio - Estoy segura de que la tendrás en casa contigo antes de lo que crees. Y dando guerra. Mucha guerra. Y tú te estarás tirando de los pelos por culpa de sus locuras.

Mi cuerpo se estremece contra el suyo cuando comienza a reír. Se separa de mí y aunque todavía tiene los ojos aguados, la sonrisa permanece intacta. Me alejo un par de pasos para que su proximidad no me afecte tanto. El azul de sus pupilas es demasiado impactante desde esa distancia y más con el brillo de las lágrimas que no llegó a derramar.

-Gracias - me dice despeinando su cabello - Y perdona por... esto.

-Todos necesitamos desahogarnos en algún momento - empiezo a recoger los restos del desayuno para no sentirme intimidada por su mirada.

-Te parecerá una locura y probablemente no me creas, pero me siento más tranquilo sabiendo que cuidas de Faith - lo miro en cuanto termina de hablar - Sé que estará bien mientras tú estés cerca.

-Cualquiera de mis compañeras la cuidará tan bien como yo - sigo recogiendo y ahora Alec me ayuda.

-Puede - dice a mi lado - pero tú me transmites una confianza que no veo en las demás. En mi profesión, he aprendido a fiarme de mi instinto y no suelo fallar. Faith no podría estar en mejores manos.

Una vez más, no sé qué decir. Siento que está poniendo demasiada fe en mí y no quiero defraudarlo. Pero me temo que eso es lo que pasará. Siempre es así. Logan es el último ejemplo de que las relaciones, sean del tipo que sean, no son lo mio. Haré algo que lo estropeará. Lo sé.

-¿Te importa si tomo yo algunas medidas en el cuarto de Faith? - le pregunto en cuanto veo que se dispone a lavar los platos del desayuno.

-Como si estuvieses en tu casa - me mira y me sonríe antes de darme una cinta métrica.

Utilizo mi teléfono para guardar cada medida que tomo. Necesito estar segura de encontrar los muebles adecuados para que encajen en cada hueco. La habitación no es muy grande y no quiero que se vea abarrotada al terminar de prepararla.

Mientras mido, me fijo en el horrible color de las paredes y empiezo a pensar en cientos de posibilidades para darle mayor luminosidad. Y tal vez, en la pared tras la cuna, podría pintar el nombre de Faith con bonitas letras. Hay tantas opciones que me volveré loca antes de decidirme. Pero claro, tengo que tener en cuenta las preferencias de Alec. Después de todo es su hija, su casa y su dinero.

-¿Has terminado?

Me sobresalto al oír su voz. Cuando miro hacia él, está apoyado en el marco de la puerta y me sonríe. Sigue habiendo tristeza en su gesto pero se nota más relajado que el día que nos conocimos. Supongo que saber que Faith está mejorando lo ha tranquilizado. Y preparar su cuarto lo hará más real. Necesita ambas cosas.

-Sí - me acerco a él y le entrego la cinta - Gracias.

-A ti - nuestros dedos se rozan en el intercambio - Por todo.

No puedo aguantar su mirada por mucho tiempo. El azul de sus ojos es hipnotizante. En cuanto rompo el contacto visual, se aparta de la puerta para dejarme pasar. Evito mirarlo de nuevo a los ojos, pero le dedico una sonrisa de agradecimiento.

Tomamos los abrigos y salimos fuera del apartamento. No nos cruzamos con nadie ni en las escaleras ni fuera, así que el silencio es nuestro compañero hasta llegar al coche.

-¿A dónde, señorita? - me dice con una sonrisa en los labios.

-Leith Pram - le contesto, imitándolo.

El viaje también es silencioso. Alec parece concentrado en el tráfico de la calle y yo no tengo ganas de hablar. Claro que eso no es ninguna novedad en mí.

-¿Por dónde empezamos? - me pregunta una vez en el local.

En el Leith Pram hay de todo. Desde muebles para el dormitorio hasta biberones. Con un poco de suerte, encontraremos cuanto necesitamos en él. Aunque no hoy. En un día será imposible encargarse de todo. Así que empezaremos por lo principal.

-El dormitorio. Buscaremos uno que se adapte a nuestras necesidades.

-¿Y si no lo hay?

-Compraremos piezas sueltas que combinen - le miro entusiasmada de repente.

Nunca he tenido la oportunidad de decorar el cuarto de un bebé y la idea me atrae mucho. Sé que debería agradecerle a Alec la oportunidad de hacerlo pero también sé que no querrá escucharlo y que acabará siendo él quien me agradezca. Así que me ahorro el mal trago y me dirijo a la sección de muebles.

Durante más de una hora, nos dedicamos a inspeccionar cada pieza de la tienda. Hay algunas que descartamos al momento, pero otras merecen un segundo vistazo más a fondo. Alec ha traído la cinta y la usamos en varias ocasiones. Voy apuntando la referencia de los muebles que nos sirven para una tercera revisión.

-¿Puedo ayudarles en algo? - nos pregunta de repente una de las dependientas.

Aunque ha hablado en plural, su mirada está fija en Alec. Si yo fuese su mujer, me habría sentido ofendida por el indecoroso escrutinio al que lo está sometiendo. Pero como no somos nada, me limito a permanecer en silencio, esperando a que Alec intervenga.

-No hace falta - se disculpa - Muchas gracias. Muy amable.

-Tal vez quieran ver el catálogo - la mujer no se da por vencida fácilmente - Tenemos mucha más variedad y el pedido les llegaría en un par de días.

Ahora me mira a mí por un instante, pero su atención regresa a Alec casi al momento. Muerdo mi labio para no decirle nada.

-Al parecer tienen tiempo. ¿De cuánto está su esposa?

-¿Qué? - parece desconcertado pero en seguida lo entiende y juraría que se ha ruborizado un poco - No. Ella no... Nosotros...

-Solo soy una amiga - me hubiese gustado decirle lo contrario sólo para molestarla pero es mejor no hacerlo - Le estoy ayudando con las cosas de su hija.

-Un papá soltero - lo mira con renovado interés - Yo podría ayudarle en cuanto necesite.

¿Qué pasa con las mujeres y los padres solteros? En el caso contrario no sucede igual. Más bien huyen de ellas. Ya estoy empezando a enfadarme así que prefiero desentenderme del asunto. Reviso las notas que tengo y así evito seguir viendo cómo se lo come con los ojos.

-Es usted muy amable pero está bien así. Ya hemos encontrado lo que buscábamos.

-Entonces, ¿les tomo el pedido?

Sofoco la risa como puedo porque al parecer Alec no ve que ella busca su atención absoluta. Entonces mi teléfono suena. Descuelgo intrigada al ver el número del hospital. No es la primera vez que me llaman así que no me alarmo.

-¿Diga? ... Hola, Ade, ¿pasa algo? - escucho atentamente a Adelaide mientras Alec me observa.

Parece nervioso. Probablemente ha reconocido el nombre de la jefa de enfermeras y le preocupa lo que me esté diciendo. ¿Por si hablamos de Faith? Yo sería la última a la que llamasen si a la pequeña le ocurre algo. Claro que eso es algo que él no sabe.

La dependienta no se ha movido del sitio tampoco. Parece que espera su oportunidad para atacar de nuevo. Descarada, pienso una vez más.

-Megan, una compañera, se encuentra indispuesta - le digo a Alec nada más colgar - y necesitan que cubra lo que queda de su turno. Tengo que irme ya.

-Lo entiendo - guarda la cinta en el bolsillo de su chaqueta y me tiende la mano para hacerme pasar primero - Te llevaré. Esto podemos hacerlo otro día.

Ni siquiera se despide de la dependienta y no puedo evitar sonreír al ver el disgusto reflejado en su cara. Eso le pasa por desear lo inalcanzable.

-Gracias por traerme - le digo a Alec en cuanto llegamos al hospital - Y siento que no pudiésemos comprar nada.

-Los niños te necesitan. Ellos van primero. Además, tengo las notas - se golpea el bolsillo de la chaqueta donde las guardó cuando se las entregué - Puedo ir a encargar los muebles yo solo.

-Bien. Cuidado con la dependienta - no puedo evitar soltarlo.

-¿Por qué? - frunce el ceño.

-Por nada. Es... nada. Olvídalo - si él no lo ha visto, no quiero ser yo quien se lo diga.

-No me interesa lo que pueda ofrecerme - me dice ahora sonriendo - Si te refieres a eso.

Sí lo ha visto. Bajo la cabeza para que no vea mi sonrisa aunque algo me dice que será inútil el gesto. Si no la ha visto, la ha intuído, porque la suya se ha ampliado.

-¿A qué hora te recojo? - me pregunta cuando ya he abierto la puerta del coche.

-No es necesario. Tomaré un taxi.

-Nada de eso. Vendré a por ti. Es lo menos que puedo hacer después de todo lo que tú harás por mí.

-No deben vernos juntos - vacilo.

-Te recojo donde quieras. No hay problema. ¿En la cafetería de ayer?

Finalmente asiento antes de salir del coche. A medida que me acerco al hospital, me siento más inquieta por haber aceptado la oferta de Alec. Y por más que lo intento, no soy capaz de sacarme de encima la sensación de que acabaré siempre haciendo lo que él quiere.

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