No Te Impliques

By SoniaLopezSouto

2.3M 204K 40.1K

Kathleen es una joven volcada en su trabajo. La muerte de sus padres siendo una niña y más tarde la de su abu... More

1
2
3
4
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
32
33
34
35
36
37
38
39
40
41
42
43
44
45
46
47
48
49
EPÍLOGO

5

52.7K 4.3K 405
By SoniaLopezSouto

Únete a nosotros en:

https://www.facebook.com/groups/SoniaLopezSouto/

Sígueme en:

Facebook: Sonia López Souto

Instagram: @sonialopezsouto

Tik Tok: sonialopezsouto

Y si te gusta lo que lees, puedes adquirir mis otros libros en Amazon:

https://amzn.to/2XZaMdM
_____________________________________

-Ha mejorado mucho desde ayer - me informa Adelaide. Sabe, sin necesidad de palabras, que estoy ansiosa por comprobar como está, pues mi vista se ha desviado hacia ella al menos una docena de veces desde que he llegado - Y ya tiene nombre.

-¿En serio? - la miro encantada - Eso es importante. Un nombre al que pueda reaccionar cuando le hablas. Que sepa que es alguien importante para su familia.

-Kat - me obliga a mirarla, sin apenas darme cuenta estoy otra vez observando la incubadora de la pequeña - No te impliques más, cielo.

-Sólo quiero que sobreviva - me encojo de hombros fingiendo una indiferencia que no siento - Como el resto de niños.

Me mira con esa cara que tiene para decirme que no me cree y que debo hacerle caso. Suspiro y asiento, poco convencida, aún así.

-No olvides nuestro trato, ¿de acuerdo? - alza una ceja, insistente.

-No lo olvidaré - le respondo.

Termina de darme las instrucciones y se va. Su turno ha finalizado ya. Cuando compruebo que me toca trabajar de nuevo con Christine y Becka, no puedo evitar que una mueca de disgusto tuerza mi rostro. Ni siquiera estoy de humor para aguantarlas hoy, por lo que les indico lo que deben hacer, antes de dirigirme a la pequeña.

Al final Adelaide no me ha dicho su nombre, así que tomo su pie con cuidado y miro su pulsera. Faith. Un gran nombre, pienso, perfecto para ella. Su padre ha sabido elegirlo bien. Aunque hace falta mucho más que fe para que sobreviva. Sobre todo muchos cuidados y todo el cariño que se le pueda dar.

Me alegra saber que su padre estará ahora con ella. Al pasar los días y ver no venía a visitarla, me sentí desolada. Una niña tan pequeña, huérfana de madre y abandonada por su padre. No podía ni imaginar lo que sucedería con ella. Cuando Adelaide me dijo que se preocupaba por ella y que iría a visitarla, sentí aligerarse mi corazón.

Hago la ronda, comprobando de paso que mis compañeras siguen trabajando. Esta noche no permitiré que se entretengan hablando como otras veces. Ya tendrán ocasión de hacerlo en el descanso, porque algo me dice que querrán ir juntas otra vez.

Y así es. Cuando alcanzamos la mitad del turno, me piden permiso para ir juntas. No me niego, prefiero estar sola que con alguna de ellas. Les hago prometerme que regresarán en quince minutos pero sé que no lo harán. Esas dos no tienen remedio.

Media hora después, es mi turno. Por suerte para mí, esta vez no me encuentro con Logan y puedo disfrutar de la paz que se respira en la cafetería durante mi descanso. Incluso me quedo dormida por un momento. Menos mal que despierto rápido y me reincorporo a tiempo. Después de la bronca que les he echado a las otras dos por llegar tarde, sólo faltaba que yo hiciese lo mismo.

La noche está resultando tranquila y bastante llevadera, si no contamos las veces que tengo que reprender a mis compañeras para que hagan su trabajo. Si sigo coincidiendo con ellas dos en más ocasiones, hablaré seriamente con Adelaide sobre eso. No estoy dispuesta a hacer su trabajo también.

A las ocho, cuando termina mi turno, decido regresar a la cafetería para desayunar. Quiero hacer algunos recados antes de ir a casa y me muero de hambre. Muy al contrario de lo que creen, la comida del hospital está deliciosa. No es la primera vez que como aquí, ni será la última.

Ya empieza a haber demasiada gente y tengo que esperar bastante para ser atendida y todavía un poco más para que me sirvan, pero no me molesta. Aprovecho para dormitar sobre la mesa. Lo bueno de trabajar a turnos es que soy capaz de dormir en cualquier sitio y bajo cualquier condición.

Creo que ha pasado al menos una hora desde que llegué, cuando empiezo a comer. Seguramente en otro lugar habría desayunado antes pero me gusta la cafetería del RIE. Así denominan para abreviar al Royal Infirmary de Edimburgo, el mejor lugar donde trabajar, la verdad.

-Hola.

Una nota de timidez en aquella voz hace que levante la vista hacia quien me habla. Mi comida se queda a medio camino cuando descubro los increíbles ojos azules del hombre con el que choqué hace unos días. ¿Cuántas posibilidades pueden haber de encontrarnos de nuevo? ¿Y de que se acuerde de mí? Bueno, eso es más factible porque dije muchas estupideces por culpa del sueño.

-Hola - sonrío un tanto incómoda al recordarlo.

-¿Te acuerdas de mí? Nos cruzamos en la entrada hace poco.

-Más bien colisionamos - me permito sonreír. Mejor bromear que morirme de la vergüenza.

-Cierto - me imita - ¿Puedo sentarme? La cafetería está abarrotada.

Observo a mi alrededor y compruebo que tiene razón. Estaba tan absorta con mi desayuno que ni me había dado cuenta de eso. Lo miro de vuelta y le doy permiso con la cabeza. Se sienta al momento. Parece aliviado. Supongo que necesita un descanso incluso más que yo. Sigue con esas profundas ojeras bajo sus bonitos ojos y con la preocupación grabada en el rostro.

-Es difícil encontrar un hueco a esta hora - le digo, tratando de llenar el silencio. Ni siquiera sé por qué lo hago. Nunca he sido de las que inician la conversación. Además, dudo que él tenga ganas de hablar.

-Es la primera vez que estoy aquí - me mira con una sonrisa en sus labios, pero que no logra llegar a sus ojos - Tendría que irme a casa a descansar, pero no me apetece mucho, la verdad.

-Estar aquí puede resultar duro - es lo único que se me ocurre. Como ya he dicho, no soy buena consolando.

-Cierto - suspira antes de dar un sorbo a su té. Debe estar caliente porque lo aparta con rapidez de sus labios - Mierda.

Le paso una servilleta para que se limpie y no puedo evitar que una pequeña risa se me escape. Me siento fatal por reírme de su desgracia pero ha sido algo instintivo. Finalmente ríe conmigo y respiro más tranquila. No querría hacerlo sentir peor de lo que luce ya.

Nuestras miradas se cruzan y nos quedamos inmóviles. Es lo más extraño que me ha pasado nunca, incluso más que cuando nos conocimos. Ni siquiera soy capaz de apartar la mirada. Veo la tristeza en la suya y siento el impulso de abrazarlo. Por suerte, mi cuerpo no responde así que me evito el bochorno de ser rechazada.

Aclara su voz y aparta la mirada. Mi cuerpo comienza a acatar mis órdenes de nuevo. Decido terminar mi desayuno. Cuanto antes lo haga, antes podré irme. Por culpa de la espera ya he perdido demasiado tiempo. Además, su presencia me está poniendo nerviosa.

-¿Alguna vez llegas a acostumbrarte? - me pregunta de repente.

-¿Perdón? - lo miro extrañada.

-A estar aquí, esperando a que las cosas mejoren. A que te den una buena noticia, para variar. A que digan que podemos irnos a casa y que ya no habrá más cables, ni más análisis ni más medicamentos - suspira totalmente derrotado.

-Supongo que uno nunca se acostumbra a algo así - me encojo de hombros, incapaz de darle una respuesta menos vaga.

Yo nunca me acostumbré a ver a mi abuela enferma y consumiéndose día a día por culpa de su enfermedad, pero eso es algo que él no necesita oír ahora.

-¿Cuánto tiempo llevas tú aquí?

-Trabajo aquí.

-¡Oh! - no puedo creer que se haya sonrojado - Creí que estabas con alguien.

-No.

Un nuevo silencio ocupa la mesa y siento que es el momento de disculparme con él y largarme. Esto se está volviendo cada vez más incómodo y prefiero evitar el momento de confesiones, que sé que podría llegar en cualquier momento. En cuanto abro la boca para hablar, él hace lo mismo y se me adelanta.

-Tengo miedo de que no lo supere - aparta su mirada.

Me hundo más en la silla. Demasiado tarde. Al parecer, seré su paño de lágrimas. No debería extrañarme, tengo imán para esa clase de confidencias. Aguardo a que siga hablando y por extraño que parezca, cuando lo hace, me siento bien escuchándolo para que se desahogue. Es la primera vez que me pasa eso.

-Parece tan frágil. Ni siquiera me han dado muchas esperanzas  de que se recupere - sigue sin mirarme - No me esperaba que algo así pudiese pasar. Hasta hace unos días todo iba bien. Y de repente, esto. Es injusto. Tiene tanto por vivir todavía.

Oculta el rostro entre sus manos y luego frota los ojos. Se ve agotado. Debería descansar pero no sé si deba decirle algo. Igual me cree una entrometida. Una cosa es que se desahogue conmigo y otra muy distinta que yo empiece a aconsejarlo. Es su vida, no es mi asunto.

-Debería irme a casa, ¿no? - dice como si me leyese el pensamiento.

-Así no le ayudas en nada - me limito a decir. No estoy segura de que quiera oír más y tampoco me voy a arriesgar. Después de todo, no nos conocemos de nada.

Me levanto lentamente dispuesta a irme. Igual eso lo anima a hacer lo mismo. Porque, sinceramente, creo que se quedará dormido en cualquier momento. Me recuerda a mí el día que chocamos.

-Me tengo que ir - digo, aclarando la voz.

Me ha impresionado verlo de pie frente a mí, pues se ha levantado al mismo tiempo que yo. Creo que por caballerosidad, porque todavía no se ha terminado el té e imagino que lo hará antes de irse.

-Gracias - me dice, dubitativo. No sé qué se le está pasando por la cabeza, pero creo que no quiero descubrirlo, así que le sonrío y comienzo a irme.

-Suerte - le digo, al pasar por su lado.

Antes de que pueda sortearlo, me sujeta un brazo y detiene mis pasos. No es brusco ni me hace daño, solo pretende llamar mi atención. Aún así, lo miro sorprendida y él me sonríe.

-En serio. Gracias.

-No tienes nada que agradecer - le sonrío esperando que sepa que es cierto. A mí no me cuesta nada escucharlo, en realidad.

Cuando me suelta, ni siquiera era consciente de que todavía lo hacía, me alejo de él. Aún noto calor donde ha puesto su mano y eso me deja con una extraña sensación en la boca del estómago. Trato de quitármela de encima inspirando profundamente en cuanto salgo fuera. Este, sin duda, ha sido otro momento raro en mi vida. Lo que no tengo claro es si ha sido bueno o malo.

Voy hasta mi plaza de aparcamiento y subo en mi coche. Al final he perdido tanto tiempo desayunando y hablando con el hombre de los ojos azules, del que no sé ni su nombre, que dudo que pueda hacer todos los recados por la mañana. Aún así voy a intentarlo.

Empiezo por los más urgentes y dejo la compra para el final. No quiero que se me estropee la comida por estar demasiado tiempo fuera de la nevera. Además, el super no cierra en todo el día. Una ventaja añadida.

Llego a casa varias horas después, cargada con un montón de bolsas y agotada, pero con los recados terminados. Tendré que hacer un par de viajes para meter todo en casa.

-Deja que te ayude, Leen.

-¿Me estás acechando, Logan? - no puedo quedarme callada.

No me hace gracia tenerlo aquí de nuevo, sin haberlo invitado yo. Me recuerda demasiado a los días en que prácticamente me lo encontraba en todos lados, insistiendo en que aceptase tener una cita con él y en los que acabábamos irremediablemente discutiendo. Ya pasé por eso y no me interesa repetir.

-No me llamaste.

-Sólo ha pasado un día - suspiro al ver cómo toma mis cosas sin esfuerzo y las lleva hasta la entrada de mi casa. Creo que en esta ocasión no me libro de la charla. Aunque a decir verdad, casi lo prefiero. Hablaremos y que pase lo que tenga que pasar.

Abro la puerta y entramos. Por un momento, mientras me ayuda a guardarlo todo en silencio, pienso que todo ha vuelto a la normalidad. Que Logan es sólo el amigo al que aprecio tanto y que, en cuanto terminemos, pasaremos la tarde viendo películas o simplemente charlando como solíamos hacer. Eso es lo que yo quiero. Lo que echo en falta.

-¿Podremos hablar ahora, Leen? - sus palabras rompen mi esperanza en mil pedazos. Con Logan nada será fácil. Al menos desde que decidió que me quería como algo más que una amiga.

Suspiro y asiento. Preparo un té y lo llevo a la sala, donde Logan me aguarda. En cuanto me siento a su lado, comienza a hablar.

-Te dije que quería recuperar tu amistad, pero lo he estado pensando y no puedo ser simplemente tu amigo. Leen, quiero que me des una oportunidad.

Cierro los ojos antes de responderle. Esto va a ser duro. Y un completo desastre. Lo sé y ya lo estoy lamentando. Cuando los abro segundos después, su suplicante mirada me parte el corazón y me odio por no poder darle lo que desea.

Continue Reading

You'll Also Like

107K 10K 25
Hyunjin es el chico más guapo y coqueto de la preparatoria, Felix es un chico estudioso y el líder del club estudiantil. ¿Podrá Hyunjin lograr que Fé...
8.5K 1.5K 51
Maximilien Josep Louis -Max-, Príncipe de Liechtenstein, nunca se ha enamorado. Su fama de casanova es más que conocida, aunque a él parece no preocu...
11.7K 1.1K 29
Esta es una guía rápida de las historias que podrás encontrar en mi perfil, además de noticias sobre nuevas publicaciones. 🔺MIS HISTORIAS SON GRATUI...