¡Aparta, imbécil!

By ComandantePrim

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Marc Siles es un joven independiente. Con sus flamantes ojos verdes y su reputación arraigada en una confusió... More

Prólogo.
Capítulo 1. Segunda vez.
Capítulo 2. Rey León.
Capítulo 3. Baño de pollo.
Capítulo 4. Coincidencias.
Capítulo 5.
Capítulo 6. Normas
Capítulo 7.
CAPÍTULO 8, El chico ideal.
CAPÍTULO 9,Ventanas.
CAPÍTULO 10.
CAPÍTULO 11, Peter Parker.
CAPÍTULO 12.
CAPÍTULO 13.
CAPÍTULO 14.
CAPÍTULO 15.
CAPÍTULO 16.
CAPÍTULO 17.
CAPÍTULO 18.
CAPÍTULO 19.
CAPÍTULO 20.
CAPÍTULO 21.
CAPÍTULO 22.
CAPÍTULO 23.
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25.
CAPÍTULO 26.
CAPÍTULO 27.
CAPÍTULO 28.
CAPÍTULO 29.
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31.
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33.
CAPÍTULO 34.
CAPÍTULO 35.
CAPÍTULO 36.
CAPÍTULO 37.
CAPÍTULO 38.
CAPÍTULO 39
Nota de la autora.
CAPÍTULO 40.
CAPÍTULO 41.
CAPÍTULO 42.
CAPÍTULO 43.
No es un capítulo. #StopBullying
CAPÍTULO 44.
CAPÍTULO 45 (Parte 2)
¡Maldito Karma!

CAPÍTULO 45(Parte 1)

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By ComandantePrim

CAPÍTULO 45.(Parte 1) 

Narra Mackenzie.

Sin oportunidad de contestar me vi arrastrada tras el chico. Caminando a su lado llegué a preguntarme reiteradas veces los motivos que ocultaba, porque, si algo había prendido de Marc Siles era su capacidad para sorprenderme.

Además, el incesante hormigueo que me sumía en un estado de locura ingrávida no me permitía, a todas luces, fijar el rumbo tanto de mis pensamientos como de mis emociones, que en aquel momento revoloteaban sumidas en el caos.

Lo que más me sorprendía, sin embargo, era que... no me importaba.

Me estaba perdiendo clases primordiales, saltándome de un plumazo decenas de normas y aplacando la razón tras un velo de emociones. Si a alguien se le hubiese ocurrido decirme aquello solo unos meses antes me había reído en su cara, y muy probablemente, le hubiese golpeado para que cesase de decir estupideces

—¿Te ocurre algo? —La interrogación de Marc obligó a mis ojos a dirigirse a él.

Tenía el ceño fruncido y me observaba con tanta preocupación que llegué a inquietarme por el tiempo que había permanecido en silencio.

Compuse una sonrisa al tiempo que asentí.

—Perfectamente, solo estoy... intrigada.

Marc arqueó las cejas y me juntó más a él, frenando momentáneamente nuestro avance y provocando que mis niveles hormonales entrasen en crisis.

—¿Intrigada?

Asentí a duras penas.

—Exacto, no sé qué narices planeas. Y me intriga pensar lo que eres capaz de hacer —aseguré observándole fijamente. Tenía una bonita peca junto al ojo izquierdo de la que no me había percatado con anterioridad. — No puedes culparme, no me has dado ninguna indicación de lo que va a suceder.

Marc ladeó la cabeza y apretó con mayor intensidad nuestras manos, mandando involuntarias descargas por mi organismo.

—Bueno, siempre me puedo jactar de sorprenderte.

—Sueles hacerlo... — murmuré — Pero, de veras, ¿qué tienes planeado hacer?

El chico se encogió de hombros simplemente. Sin mediar palabra se apartó de mí, dejando la que electricidad se disipara y se puso en movimiento, arrastrándome consigo.

—No suelo premeditar mucho las cosas, por lo que no creas que tengo nada realmente preparado.

Fruncí el ceño y observándole fijamente quise determinar si eran veraces sus palabras. Ante la sinceridad y tranquilidad de la sonrisa de mi acompañante supuse que, en efecto, los planes compulsivos eran cosa mía.

—Entonces... ¿quieres decir que no tienes nada preparado?

Marc me miró con una mueca burlona en el rostro.

—Tampoco he dicho eso, princesa.

Entrecerré los ojos hacia él, luchando por indagar en sus pensamientos. Ante mi falta de atributos mágicos y el brillo despreocupado de los ojos del chico terminé chasqueando la lengua.

Marc rió con fuerza y presioné mi ceño fruncido con un dedo. Inmediatamente relajé la expresión y le miré sin comprender.

—Estás muy gruñona, y es nuestra primera cita.

Repentinamente me sentí culpable. Quise disculparme, pero antes de que pudiese empujar las palabras adecuadas a mi aparato fonador los labios de Marc se apropiaron del mismo. Las rodillas se me aflojaron y todo aquello que quería dejar bajo cautela explotó en forma de mil pequeños fuegos artificiales que se disgregaron rápidamente por mi cuerpo, obligándome a cerrar los ojos.

Únicamente sentía los manos del chico acariciando mi rostro y parte del cabello lograron expandir una fresca burbuja de embotonamiento que me hizo olvidarme completamente de que nos encontrábamos en una vía pública.

Jamás había experimentado de forma tan arraigada las emociones que paulatinamente me embriagaron y controlaron. Mis manos se hundieron independientes en el corto cabello del chico donde se perdieron jugando con las delgadas hebras; a su vez la mano del chico que había bajado a mi cintura me empujó más contra él, provocando que el skate se cayera al suelo y rodase lejos.

El grito que me pareció escuchar pudo ser de una viejecita sorprendida por la tabla.

No puedo decir cuánto tiempo continuamos así, ya que cada vez que mis pulmones me exigían respirar me apartaba apenas unos centímetros que después de cada aliento eran nuevamente acortados por el chico.

Podría haber continuado perfectamente así toda la vida de no ser por el airado agente de policía que nos interrumpió.

—Corre, princesa —me murmuró el chico antes de que la reprimenda legal pudiese recaer sobre nosotros.

En la aborigen de sucesos en las que me encontraba sumida obedecí a la orden y entre jadeos y risas tropecé detrás del chico.

Narra Marc.

La realidad era que el repentino impulso de adelantar la cita con la chica y dejarlo todo a merced de la improvisación había sido...

¡Unas de las mejores ideas que se me habían ocurrido jamás en toda mi puta vida!

No quiero pecar de egolatría pero aquello no marchaba mal. Al fin y al cabo en nuestra familia improvisar era nuestra forma de hacer planes. Y no es broma, mi madre salió con su mejor amigo de improvisto, de hecho, salían, pero nunca uno se lo pido al otro de forma hablada.

Raro, pero bueno. Al punto.

Contemplé como Mackenzie terminaba de recuperarse de la carrera y enarcó las cejas con una sonrisa. Me encogí inocentemente de hombros.

—Preparada para lo siguiente, princesa.

Ella se encogió de hombros mientras ladeaba la cabeza examinándome.

—Mientras no transgredamos más reglas...

Tiré de Mack y susurré sobre sus labios:

—No puedo prometerte nada.

Mackenzie me apartó de un empujón que no pude interpretar ni por asomo como hostil y me mostró los dientes en una franca sonrisa.

—Eres un delincuente, Marc.

—Es otra de las cosas que te encantan de mí, ¡vamos anda!

Sin permitirla ninguna queja más me hice de nuevo con su peso y con ella literalmente a cuestas comencé a correr. Mackenzie me asió con fuerza del cuello y sus labios quedaron accidentalmente en mi cuello mandándome un escalofrío cada vez que hacían contacto allí.

Joder Marc control.

¿No quieres sonar como nena enamorada?

Detuve la marcha en el cruce que definiría de ahora en adelante nuestra cita. Realmente no tenía ninguna idea concreta de lo que se encontraba por ninguno de los dos caminos. Lo que lo hacía doblemente excitante.

—¿Derecha o izquierda?

La cabeza rubia de la chica se asomó por encima de mi hombro y contempló críticamente ambos caminos.

—¿Da igual? —Murmuró paseando la vista por uno y otro.

Asentí afirmativamente y la chica extendió un brazo, obligándola a sujetarse con más fuerza con el otro en mi cuello (si no la conociese creería que intentaba ahogarme), designando la ruta de la izquierda.

—Mi madre era zurda, Jace también lo es, por lo que... ¡arre caballito!

—Que no se te suba la corona a la cabeza.

A pesar de todo comencé a caminar por la ruta seleccionada cargando con la chica. Apenas habíamos avanzado cincuenta metros cuando exigió categóricamente que la bajase.

—No quiero cansarte —Dijo cruzándose de brazos cuando accedí a dejarla de nuevo en el suelo — Puede que seas fuerte y yo no pueda alardear de altura, pero prefiero caminar.

—Tus deseos son órdenes para ti.

Mackenzie sonrió y me golpeó la nariz poniéndose de puntillas.

—Bien Siles, haz de esto algo memorable.

—Oh vamos por favor, ¿lo olvidas? Soy Spiderman.



Hola, hola caracolas... ¡este es el penúltimo capítulo oficial de la historia! Sí, es triste... pero ¡mirando el lado positivo aún queda uno más! ¿No? Prim, siendo positiva desde siempre aunque llore por dentro porque mañana tiene examen de matemáticas (ahora, es cuando me animáis para que suba la segunda parte del capítulo más rápido)

A ver, antes que nada, habrá un par de capítulos extras después del final oficial. ¿Por qué? Pues porque Mateo e Irene tienen que hacerse ver por última vez, ¡no hay que olvidarse de ellos! Por lo que sumad al menos dos más para no romper a llorar (ajá, exagero, ¿quién lloraría por mis historias?)

Por cierto, el concurso para que ¡Aparta Imbécil! Tenga trailer sigue abierto... ¿nadie más se anima? La canción es libre y lo dejo a manos de la potestad creativa del autor. 

Y... ¡au revoir! ¡Os amodoro! 

 

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