Tras La Puerta Del Infierno [...

By andrewruiz10

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La historia de William Morrison está a punto de empezar. Brujas, vampiros, hombres lobo y otras criaturas sob... More

Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 11.
Capítulo 12
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Epílogo.

Capítulo 10.

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By andrewruiz10

Mientras que William esperaba que las clases de aquel día terminaran, Elizabeth tuvo que enfrentarse a su mayor reto hasta el momento: el defenderse de una novia celosa.

Elizabeth se encontraba en el pasillo, cuando sintió como unos brazos la sujetaban y la arrastraban a una taquilla. Al sentir el duro metal en su espalda, pensó que, quien fuera, iba a hacerle daño. Al encontrarse con Mindy, supo que todo aquello se trataba de su estancia en casa de Mike.

– He oído que te has escapado de casa y que vives en casa de mi novio.

– Yo... Pues... Sí...

– ¿No podías haberte largado con tu hermano, sucia perrita? Tenías que ir a lamerle el culo al novio de otra, ¿verdad?

– No... No sé a qué te refieres, Mindy... 

– Oh, vamos... Todos saben que estás enamorada de MI Mickey... —El "mi" de Mindy había sonado tan obsesivamente posesivo que Elizabeth no pudo evitar intentar retroceder dos pasos, recordando que se encontraba junto a una taquilla— ¿Por qué no vuelves con papi y dejas de interponerte entre Mike y yo? ¿O también se ha deshecho de ti como con tu hermanito?

– No tienes ni idea de dónde te estás metiendo, Mindy... —Elizabeth tomó valor de donde menos esperó, asustando a la muchacha frente a ella, quien retrocedía unos pasos. Algunas hojas volaron por una fuerte brisa que azotó el pasillo— A Will no le metas en la convertación, puta celosa.

– Vaya, veo que la perrita muerde... Tú si que no tienes ni idea de donde te has metido, querida.

– Que bien que os veo juntas. —La voz de Mike separó a ambas muchachas. Las hojas cayeron al suelo y el viento que se había levantado había desaparecido junto al ruido de una ventana cerrarse— Así puedo decirte, Mindy, que Liz se quedará una temporada en mi casa...

– ¡Qué bien! —Gritó la muchacha, con un tono fingido y una falsa sonrisa— Ya tengo alguien con quien hablar de cosas de chicas cuando me quede a dormir en tu casa...

– No sé si asustarme. —Bromeó Mike, haciendo reír a ambas muchachas.

– Cindy me estará buscando... —Dijo Mindy, abrazando a su novio y mirando de reojo a Elizabeth, quien se tensó— Hasta ahora, Mickey.

Cuando la novia celosa se fue, Elizabeth se dio media vuelta para irse llorando a su clase, pero Mike la sujetó del brazo, viéndola llorar.

– ¿Qué te ha dicho? Sé que no era una casualidad que Mindy estuviera hablando contigo...

¿Qué debía hacer? ¿Confesárselo todo? ¿Para que Mike y Mindy discutieran, cortaran y se extendiera el rumor de que ella los había separado? ¿Mentirle y no decirle nada? ¿Para que Mindy siguiera metiéndose con ella? Se soltó bruscamente y se dio media vuelta. 

– Nada. —Sentenció, fría y tajante— No me ha dicho nada.

Elizabeth empezó a caminar por el pasillo en silencio. Mike miraba a la muchacha irse sorprendido de la reacción que acababa de tener. ¿Por qué le había hablado así? ¿Qué le habría dicho su novia para que Elizabeth lo hubiera tratado de aquella manera?

Algunas lágrimas juguetonas caían de los ojos de Elizabeth, quien entraba en el aula de séptimo. Al fin y al cabo, era un año más pequeña que Mike y, por ello, no era más que una niña, al lado de Mindy. Porque sí, con doce años, se seguía siendo una niña. Y, con trece, ya se era toda una adolescente.

***

La noche finalmente se alzó sobre el cielo y William se encontraba desnudo en una de las duchas de los dormitorios de los chicos.

– Sigo pensando que tanto Katia como Olivia van detrás de ti... —Comentó Duke, entre calada y calada de otro porro.

– ¿Celoso? —Preguntó Will, aclarándose el champú del cabello— Si quieres te dejo a Olivia para ti... –Aunque William no lo vio, Duke se sonrojó levemente. Como el cambiaformas no respondía, William siguió hablando— Estoy bromeando, Duke... Son monas. Pero no me atraen físicamente.

- Eres un idiota. —Sentenció Duke, ignorando el último comentario de William— Olivia no me atrae en absoluto...

– ¿Seguro? —Preguntó el castaño, apagando el agua— Porque esa actitud de rebelde y de idiota empedernido se usaba mucho en mi antiguo instituto cuando un chico se pillaba por alguien...

– Oh, cállate.

– No te enfades, hombre... —William se secó y se enrolló la toalla a la cintura— Si te gusta, díselo. Algo me dice que a ella también le gustas...

– Me están entrando unas ganas de encerrarme en el cuarto con tu toalla y que tengas que quedarte toda la noche desnudo frente a la puerta...

–La reventaría aún que puedo y mis poderes no están bloqueados...

– Eso es algo que me encantaría ver... ¿Lo probamos?

– Oh, cállate. Vamos... Que aún llegamos tarde.

– Pero si aún queda para las once y media... —Duke miró al muchacho, quien se cruzaba de brazos, mirando su uniforme junto al cambiaformas— Tienes razón. No iremos con el uniforme...

Ambos muchachos volvieron a su habitación, abriendo sus armarios. Se vistieron con una camisa básica blanca y unos tejanos oscuros. Mientras que William se puso zapatos, Duke prefirió unas bambas más cómodas. Finalmente las once y media llegaron. Y decidieron salir del edificio. Las Almas ya rondaban los jardines, sin rumbo fijo, pero con alguna que otra pausa.

– Recuerda. Se guían por el movimiento.

Ambos caminaron hacia la entrada al laberinto. Cuando una Alma los sentía, paraban y ésta daba media vuelta. Finalmente se encontraron a las chicas, las cuales también iban al arbusto acordado. Una vez allí, se agacharon y esperaron.

– A medianoche, los bloqueadores hacen un stop and go de medio minuto. —Informó Duke, entre susurros— Por lo que cuando dejemos de oír el sonido eléctrico de los bloqueadores, corremos a la salida.

– ¿Y las Almas? —Preguntó Katia, algo asustada.

– No sé como lo han conseguido... Pero no se acercan a la puerta porque tienen prohibido salir.

– Entiendo... Sólo nos queda esperar.

Y, poco después, vino el silencio. Los cuatro muchachos salieron corriendo a la salida. Una vez fuera, escucharon como la barrera volvió a posicionarse.

– Larguémonos. —Sentenció Duke, agarrando la mano de Olivia— He sentido a los Terrance salir al lado nuestro.

– ¿Vosotros también? —Preguntó William, sujetando a Katia— Me pregunto a donde irán...

– Conociéndolos... A cualquier sitio a "divertirse".

– Eso es lo que temo, Duke... Eso es lo que temo.

Mientras, en Lexington, Elizabeth entraba en el cuarto de Mike una vez se había puesto el pijama que el muchacho le había dejado la noche anterior.

– Siento tener que hacerte dormir en el suelo... Supongo que querrás de vuelta tu cama...

– Liz, por quinta vez... No estoy durmiendo en el suelo. Tengo un colchón hinchable. Y ya te he dicho que no me importa, que puedes quedarte todo lo que necesites...

– Ya, pero...

– ¿Vas a decirme la verdad? —Preguntó Mike, tomando por sorpresa a Elizabeth— Te conozco, Liz... Si me has mentido es porque lo que te haya dicho Mindy es mejor que no lo sepa... Pero si no lo sé, no puedo defenderte...

– ¿Mike?

–  ¿Ajá?

– ¿Por qué quieres defenderme? —Esa pregunta pilló por sorpresa al muchacho, quien se levantó de su "cama" para acercarse a donde estaba la hermana de Will— Eres popular, tienes una novia fantástica... ¿Por qué preocuparse por alguien tan invisible como yo?

– ¿Qué dices, Liz? Si eres guapísima... Vamos, me di cuenta en el primer momento que te vi. Recuerdo estar en mi taquilla con mi mejor amigo y decirle: "¿Has visto a la chica nueva? Es muy guapa...". Recuerdo que él me dijo: " ¡Pero tío, tú ya tienes novia! No deberías decir eso...". Y le respondí: "Pero quiero conocerla. Ser su amigo..." Me intrigaste desde el primer día, Elizabeth Morrison... No vuelvas a decir que eres invisible, porque no es así.

– Pero sigues sin entenderlo... Mindy estaba celosa. Celosa de que me acogieras en tu casa. Celosa porque sabe que me gustas. Celosa porque...

– ¿Te gusto? —La pregunta de Mike sonrojó a Liz, quien no se había dado cuenta de que lo había dicho en voz alta— Si te gusto, ¿por qué no me lo dijiste la noche del 4 de julio? Esa en la que te dije que por ti dejaba a Mindy... Esa en la que te dije que me gustabas...

– Porque no quería ser tachada como la chica que os separó y que se interpuso entre vosotros. Porque no quería que Mindy me llamara sucia perrita como lo ha hecho hoy... 

– Así que era eso, ¿eh? Te llamó sucia perrita... ¿Por qué? ¿Por dormir en mi cama? ¿Por llevar puesto mi pijama? ¿Por dejar que te besara?

– Yo no he dejado que...

La frase de Elizabeth fue cortada por el repentino beso de Mike. El muchacho tendría trece años, pero besaba como los ángeles. 

Una vez se separaron y recobraron el aliento, Mike le susurró un "buenas noches" y se quedó en su cama junto a Elizabeth. La muchacha no podía creérselo. Acababan de robarle su primer beso. Pero, por más que intentará enfadarse con Mike, no podía. Estaba perdidamente enamorada de él.

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