Tras La Puerta Del Infierno [...

By andrewruiz10

3.3K 173 26

La historia de William Morrison está a punto de empezar. Brujas, vampiros, hombres lobo y otras criaturas sob... More

Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Epílogo.

Capítulo 4.

115 7 0
By andrewruiz10

*De izquierda a derecha: George Morrison y Ashton Walker*

William seguía corriendo. No quería volver a casa. No quería enfrentarse a su padre, pero, el simple pensamiento de que Peter o Rebekah tocaran a su hermana, le dolía más que cualquier comentario de odio por parte de su padre.

Y entonces lo sintió. En cada molécula de su ser. Sus células se fueron desintegrando, una a una, como si su cuerpo reventara a trozos. Pero, a pesar de lo doloroso que pudiera parecer, William no sentía nada de dolor. El escenario a su alrededor había cambiado. Las paredes de piedra que lo envolvían le eran familiares pero no podía reconocerlas. Finalmente, su visión volvió a la normalidad. Se encontraba en el comedor de su casa.

Frente a él, su padre. Boquiabierto. Inmóvil. A su izquierda, su hermana. Boquiabierta. Inmóvil. ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Acababa de teletransportarse?

– ¡Will! —Exclamó su padre, haciendo que el muchacho lo mirara.

Al parecer, por el susto, había lanzado el cuchillo por acto reflejo y, ahora, éste volaba hacia él. Por inercia, William levantó su mano izquierda, esperando recoger el arma que volaba hacia él. Hasta que se dio cuenta de que se trataba del cuchillo. Pero ya era tarde, la mano ya estaba en el medio de la trayectoria del utensilio para comer.

Pero el cuchillo se detuvo, quedando inmóvil en el aire. Como si una fuerza lo bloqueara por los cuatro lados. Elizabeth se acercó a su hermano despacio, sujetando el cuchillo por el mango, dejándolo sobre la mesa.

Los objetos de la mesa comenzaron a flotar. William seguía boquiabierto por el reflejo de su padre. Por un lado, había descubierto que su padre tenía instintos protectores hacia la aparición repentina de alguien desconocido. Por otro, sentía un fuerte dolor por el hecho de que su padre le lanzara el cuchillo. George Morrison fue a hablar, pero los cuchillos comenzaron a apuntar en su dirección.

– Cállate. O te cayó yo.

William miró a su hermana, sonriéndole. Ésta reaccionó de su sorpresa y abrazó a su hermano, quien había aparecido en pleno comedor. 

– ¿Qué haces aquí? —Le preguntó al separarse— ¿Has venido para quedarte?

– No, enana... He venido para advertirte. No puedo darte detalles porque no sé exactamente lo que ocurre en Lexington Academy pero tienes que prometerme que jamás te acercaras al bosque. Y mucho menos al internado...

– Pero, Will... No podré verte...

– Lizzie, por favor...

La muchacha se tensó. William solamente lo llamaba Lizzie cuando las cosas eran de suma importancia. Ésta asintió firme. Si su hermano le había dicho que no lo hiciera, ella no lo haría. Aunque no pudiera volver a verlo en mucho tiempo.

– William... ¿Por qué? ¿Por qué eres como ellos? ¿Por qué eres como esos monstruos?

Los cuchillos volaron hacia la cabeza de su padre pero se detuvieron en seco, en cuanto Elizabeth le sujetó la mano a su hermano. George abrió los ojos, los cuales había cerrado unos segundos, aterrorizado de que su hijo lo matara. Al ver los cuchillos tan cerca, retrocedió unos pasos, tirando la silla al suelo. 

– Matarte sería demasiado fácil, ¿sabes? Pero no voy a hacerlo. Porque aunque seas un idiota... Eres un idiota que Lizzie necesita para no estar sola. 

William le dio un beso en la mejilla a su hermana Elizabeth y le susurró en el oído que volvería a verla. Los objetos se precipitaron contra el suelo en cuanto el muchacho salió por la puerta, dándole la espalda a su progenitor. Esperaría a que el director le explicara la razón por la que su padre lo ingresó en Lexington Academy porque tenía miedo de matar a su padre si era él quien lo explicaba. 

A su vez, George Morrison dejaba que sus rodillas lo traicionaras, cayéndose al suelo. Elizabeth miró a su padre, el cual lloraba, y se asustó del hecho de que no sintió absolutamente nada excepto asco. ¿Cómo podía llamar a Will monstruo? ¿Cómo podía haberle obligado a abandonarla? 

Las palabras de su padre resonaban en la mente de William, mientras se encaminaba al bosque en silencio. No podía creer que lo hubiera llamado monstruo. No podía creer que pensara que era como Peter o Rebekah.

– ¡Yo no soy un monstruo! —Exclamó, creando una explosión de aire a su alrededor.

Los árboles no pudieron resistir a la fuerza del muchacho, siendo arrancados del suelo. Los pájaros comenzaron a volar aterrorizados y los animales del bosque buscaron un escondite a la repentina explosión.

Finalmente, el muchacho volvió con Raven. La mujer lo miró sonriente. Había cumplido su promesa. Y, aquello, era algo que le agradaba. Al fin y al cabo, era un chico de palabra.

– ¿Preparado? Olvidarás la existencia de mis poderes y de los vampiros... La chica muerta fue un ataque animal. Lo que hayas dicho a tu hermana, si usaste la palabra "vampiro", también lo olvidarás. Pero tendrás la sensación de que está a salvo.

– Estoy listo. —Sentenció el castaño, cerrando los ojos y relajando todos los músculos.

Existentia lamia, obliviscaris memoriae.

Will sintió un fuerte dolor de cabeza. Su mente se fragmentaba y las imágenes de Peter y Rebekah desaparecían de su memoria. Cuando el hechizo surgió efecto, William había olvidado por completo lo que la mujer delante suyo podía hacer, que los vampiros eran reales y que había protegido a su hermana de ellos.

– Oh, hola. Soy William Morrison. Encantado. 

– Raven Lovelace. Soy tu profesora de matemáticas... ¿No deberías estar en clase?

– Sí... Le he pedido permiso al director Terrance para que me deje salir. Le he tenido que decir a mi hermana pequeña que nuestro padre me ingresó en Lexington Academy.

– Ya veo... ¿Vamos?

– Sí, gracias. Está a punto de empezar mi última clase y me gustaría llegar a tiempo para hacer Educación Física.

Raven acompañó al muchacho hasta la puerta. Allí, William se despidió, corriendo al campo de Lacrosse. Allí se encontraban Duke, las Parker y todos los alumnos de penúltimo curso. Al saludar a sus amigos, William les explicó lo que su mente recordaba. Duke desvió un segundo la mirada, riendo a carcajadas. Todos miraron hacia donde el muchacho miraba, haciendo que William encontrara a la profesora de Historia conversar con un hombre joven, de cabello castaño oscuro y ojos verdes. De fuerte musculatura y bastante apuesto.

– La señorita Dougherty susurrándole cosas al señor Walker... ¿Puede ser más claro que están liados? —Preguntó Duke, entre carcajadas.

– ¿Aún estás con eso? —Preguntó Katia, riendo— Sabes que es imposible que estén juntos...

– ¿Por qué? —Preguntó Will, mirándolos con interés.

– Ya lo sabrás... —Respondió Olivia, riendo. 

Ante la respuesta de la rubia, William estaba mucho más interesado que entonces. Se había propuesto que, tras esta última clase, asistiría al despacho del director para preguntarle sobre lo que pasaba tras la puerta de aquel lugar. 

– Veo que hay alguien nuevo... —Dijo el señor Walker, acercándose a William— Soy Ashton Walker, el profesor de Educación Física. Este trimestre haremos Lacrosse Mixto y, ya que faltaba un jugador en el equipo de Katia, irás con ellos. Ahora preséntate. 

– Pues... Me llamo William Morrison. Vengo de Lexington y he ingresado esta mañana. 

– ¡Para calentar, veinte vueltas al campo! ¡Ya!

La gente comenzó a correr. William sintió la mirada de su profesor sobre él y se tensó. El hombre lo miraba con interés, aunque no sabía de qué clase. Las mejillas del muchacho comenzaron a arden. William cerró los ojos y respiró hondo. Al volver a mirar al hombre, le pareció ver como sus ojos tomaban un color amarillento. Pero, al segundo, volvían a ser de ese verde intenso.

– ¡Muy bien, chicos! ¡Vamos a hacer un partido de lacrosse! ¡Morrison! ¿¡Sabes cómo se juega!?

– Era el first home con más puntos de la liga regional... Hasta que lo dejé por una lesión tras ganar el torneo nacional, señor Walker.

– Interesante... —Una suave sonrisa apareció en el rostro de Ashton Walker, que consiguió volver a sonrojar a William— ¿Qué te parece recuperar tu puesto? La pobre Katia solía correr de un lado a otro siendo Second Home. 

– De acuerdo... Trataré de hacerlo lo mejor que pueda. Hace mucho que no juego...

– Tranquilo, muchacho... —Comentó el profesor, entre carcajadas— Si solo es para divertirse...


William se colocó en el centro del campo. Ashton dejó una pelota entre el castaño y un compañero de clase que respondía al nombre de Isaac Miller. Ambos muchachos se dieron la mano, colocaron los palos juntos a la pelota y se agacharon dispuestos a forcejear por la primera posesión de balón.

– ¡Adelante! —Exclamó el profesor, haciendo sonar un silbato.

William dobló su brazo, escondiendo su puño. Isaac lo miró fijamente, sin darse cuenta de por qué el castaño había hecho eso. El palo de William bloqueó al de Isaac y acogió la pelota. Una vez William tuvo la posesión asegurada, quiso empezar a correr. Pero, al percatarse de lo ocurrido, Isaac trató de placarlo. William, pero, aprovechó la carca para esquivarlo, evitando ser golpeado. Salió corriendo hacia la portería rival.

– ¡Vamos William! —Exclamó Katia, corriendo a su lado.

William volvía a divertirse jugando al deporte que tanto le había enamorado años atrás. Pero, junto al sentimiento de diversión, volvió el recuerdo de su lesión. Y todos sus rivales se convirtieron en el chico que lo lesionó. Mirándolo con aquella sombría y fría mirada. Sonriéndole de aquella torcida manera. Dándole la espalda mientras él gritaba de dolor en el suelo. Y, entonces, recordó como acabó de romperse por seguir jugando. Por ganar la final.

Una vez frente al portero, William lanzó con fuerza. Tanta, que la red del palo del guardameta se hizo añicos, marcando un punto. Al ver lo que había hecho, pidió perdón, dejó caer su palo al suelo y salió corriendo del campo. Sin darse cuenta de que Ashton Walker lo seguía por detrás.

Continue Reading

You'll Also Like

159K 7.4K 39
Al principio todo en mí era oscuro. No había amor, cariño, afecto. Mi mundo era negro. Pero algo cambia. Llega él. Él debería ser mi salvación, mi co...
31.8K 4.8K 161
Lug regresa al Círculo a completar su misión, a enfrentar a la fuerza más maligna y mortífera que subyace y corrompe el lugar que tanto ama. Pero su...
69.2K 3.1K 6
Lianna "Lia" Lopez tiene 16 años, su padre desapareció cuando ella tenía 3 y nunca lo volvió a verlo, ahora vive sola con su madre, Luisa Lopez Sergi...
32K 2.2K 38
Luego del asesinato de sus padres, Halley se vió obligada a escapar de las personas que querían asesinarla, tras perder la memoria por un fuerte golp...