¡Aparta, imbécil!

By ComandantePrim

1M 83K 7.1K

Marc Siles es un joven independiente. Con sus flamantes ojos verdes y su reputación arraigada en una confusió... More

Prólogo.
Capítulo 1. Segunda vez.
Capítulo 2. Rey León.
Capítulo 4. Coincidencias.
Capítulo 5.
Capítulo 6. Normas
Capítulo 7.
CAPÍTULO 8, El chico ideal.
CAPÍTULO 9,Ventanas.
CAPÍTULO 10.
CAPÍTULO 11, Peter Parker.
CAPÍTULO 12.
CAPÍTULO 13.
CAPÍTULO 14.
CAPÍTULO 15.
CAPÍTULO 16.
CAPÍTULO 17.
CAPÍTULO 18.
CAPÍTULO 19.
CAPÍTULO 20.
CAPÍTULO 21.
CAPÍTULO 22.
CAPÍTULO 23.
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25.
CAPÍTULO 26.
CAPÍTULO 27.
CAPÍTULO 28.
CAPÍTULO 29.
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31.
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33.
CAPÍTULO 34.
CAPÍTULO 35.
CAPÍTULO 36.
CAPÍTULO 37.
CAPÍTULO 38.
CAPÍTULO 39
Nota de la autora.
CAPÍTULO 40.
CAPÍTULO 41.
CAPÍTULO 42.
CAPÍTULO 43.
No es un capítulo. #StopBullying
CAPÍTULO 44.
CAPÍTULO 45(Parte 1)
CAPÍTULO 45 (Parte 2)
¡Maldito Karma!

Capítulo 3. Baño de pollo.

33.4K 1.9K 124
By ComandantePrim

Capítulo 3.Baño de pollo. 

Narra Mackenzie. 

Recoloqué mis gafas sobre el puente de mi nariz inclinándome hacia delante sobre la mesa. Hundí mis dedos envueltos en goma en el hueco. Frunciendo los labios comencé a hurgar en su interior.

—Le estás rompiendo el corazón a este pobre cordero — Comentó Mateo, o bueno Jimmy como él me dijo que le llamase —¿Cuántas disecciones haces al año?

No pude evitar soltar una risa al tiempo que con las pinzas separaba las válvulas.

—Si quiero dedicarme a la biología debo acostumbrarme. Y no le estoy rompiendo el corazón, más bien se lo estoy partiendo — arrugué la nariz sonriendo.

—¿Puedo tocarlo?

Me aparté de él, dejando las pinzas manchadas junto al cúter.

—Deberías.

Mientras mi compañero de laboratorio se esforzaba en no mostrar sus arcadas conforme iba tocando nuestro objeto de la disección yo comencé a anotar todas las conclusiones que había tomado que se encontraban en pequeñas notas en mi cabeza. Antes de olvidar todos los detalles me aseguré de apuntarlos en los márgenes. Ya tendría tiempo de pasar el caos a limpio.

Como no tenía nada mejor que hacer agarré los bordes de los guantes deshaciéndome de ellos y comencé a recoger nuestra mesa.

—¿Y qué es esto? —El chico parecía espantado.

Arqueé las cejas deslizando mis ojos al corazón. No pude evitar sonreír.

—Músculo. No creías qué el corazón fuese así, ¿verdad?

Él negó rápidamente con la cabeza.

—Se han cargado el romanticismo.

Negué con la cabeza divertida retomando mi tarea de ordenar la mesa que compartíamos. No había sido una mala clase. Como recién llegada de otro instituto en mitad de curso la profesora no se había andando con tonterías, tocaba disección, se haría disección. Un hecho que Jimmy no aceptó del todo bien.

—No me puedo creer que no te de...asco.

Alcé los ojos para fijarlos en el chico que terminó de echar el peso de su mochila sobre sus hombros. Su piel se apreciaba un par de tonos más pálida y sus labios estaban fruncidos.

—Es...interesante – Contesté encogiéndome de hombros.

Llevó su nariz a husmear sus manos.

—Encima ahora me apestan a látex.

Asentí dándole la razón.

—¿Vienes a comer con nosotros? O bueno a comerte mi comida porque no creo que sea capaz – hizo un ademán como si fuese a vomitar – de comer algo después de esto.

Metí uno de mis mechones rubios tras mi oreja.

—¿Nosotros? — mis cejas se alzaron con nerviosismo.

—Sí, bueno con Irene y conmigo.

Asentí. La verdad llegué a pensar que comería sola el primer día, nunca había sido una experta en hacer amigos, por lo que al ser trasladada no imaginé hacerlos tan pronto.

—¿Por qué no? Y encantada de comerme tu comida.

Las manos del chico me cogieron por la muñeca tirando de mi cuerpo detrás del suyo. Tropecé en un momento de duda antes de segurile, esquivando los adolescentes que pasaban a nuestro lado golpeando descuidadamente sus hombros con los míos.

Parecía seguro. Por lo menos no me perdería la comida por ser incapaz de encontrar la cafetería.

—Oh Dios Mío, ¡hay pollo!

Reí por su entusiasmo.

—¿Eso es bueno?

—¡Sí!

Asentí despacio echando un vistazo al lugar. Las mesas cuadradas no parecían tener un orden fijo, por lo que no había ningún epicentro de la popularidad. O la mesa del Rey León, como me imaginaba.

Separé los dedos del chico de mi muñeca despacio con la premisa de ir a por mi comida. Él asintió corriendo a lo que supuse que era su mesa habitual. Viré sobre mis talones para situarme en la fila cuando algo caliente y pegajoso impactó contra mí.

Pestañeé apresando mi labio para no soltar un grito. La salsa estaba ardiendo, picando en mi piel rematado por los grasientos trozos de pollo que habían caído en mi ropa.

Quise ser entonces la protagonista de una novela. Donde el chico le tira la comida, se miran a los ojos, se enamoran, él la ayuda a limpiarse y viven felices para siempre. Pero mi triste vida no era así. Por supuesto que no.

El chico de pobladas cejas y rostro lleno de acné que derramó el pollo sobre mi camiseta arrugó la frente.

—Tienes que pagarme otro plato de pollo – Dijo con voz gallada.

Aparté los mechones de mi rostro bajando mi vista para comprobar los daños.

—Y tú tienes que pagarme otra camiseta —Gruñí en respuesta.

Narra Marc.

Hinqué el tenedor en uno de los muslos de mi plato. La verdad no tenía especial hambre, pero, cuando en la cafetería había algo comestible había que aprovechar. No era por exagerar metiéndome en el tópico. Ojalá. La comida contratada por nuestro centro dejaba mucho que desear.

La mesa estaba ocupado por Hugo que seguía sumergido en el tema de la nota amorosa, Alicia y dos de sus amigas. Las tres parecían comerme con los ojos, sin disimular en ningún momento.

¿Por qué imbécil mujeriego me habían tomado?

Por el que te esfuerzas en aparentar.

Puse los ojos en blanco ante mi inoportuna conciencia llevando la comida a mi boca. Joder. Quemaba. Tragué grueso suspirando.

—Y... ¿vendrás a la fiesta? - Preguntó Alicia por ... ¿enésima vez?

—Por supuesto que iré, no me la perdería por nada — la guiñé un ojo con una sonrisa ladeada.

Ella sonrió complacida por mi respuesta.

Resistí el impulso de bufar sumergiéndome en mis propios pensamientos. Si buscaba una conversación que no se tratase de un tonteo no estaba en el lugar adecuado. Reconozco que aquello me divertía, y había tenido la oportunidad de pulir mi manera de besar por los continuos líos que iban surgiendo pero comenzaba a cansarme de ello. Aparentar algo que no era, y que sin embargo, forjaba toda mi reputación era al menos agotador.

—Oh, mira, parece que la nueva se llevó un regalito. — La voz de Eva, una de las amigas de Alicia, hizo que girase el cuello.

Mackenzie parecía echar humo por las orejas al tiempo que agarraba el borde de su camiseta despegándolo de su cuerpo, evitando que se le pudiese transparentar algo y miraba furiosa a el raro de Héctor que parecía disgustado.

—Bueno, le ha echo un favor. Esa ropa era horrenda.

Miré Alicia que contemplaba la escena con una sonrisa torcida.

—¿De verdad? —Arqueé las cejas inclinándome sobre la mesa.

Ella asintió fingiendo pena.

—Alguien debería darle una clase de buen gusto. Una camiseta negra con unos vaqueros oscuros, ¡por favor!

La ignoré volviendo a posar mis ojos sobre la chica que tras asesinar al chico con la mirada se alejó dando fuertes pasos. Buscaría el baño, supongo.

Aunque no sabía donde estaba, ¿no?

Podía ayudarla.

No pude evitar la mueca traviesa que quedó plasmada en mis labios conforme me levantaba. Sólo golpeé el hombro de mi amigo para avisarle que me iba. Él asintió distraído continuando con su estudio de su lista de contactos del WhastApp.

No tuve que caminar mucho antes de alcanzarla.

Se movía con inseguridad por los pasillos enfocando su atención en todas y cada una de las puertas.

—El baño está a la derecha — Dije asustándola.

Se volvió con rapidez enfrentándome.

—Oh, tú.

Sonreí divertido.

—Ya veo cuanto te alegras de verme, nena.

Apretó los labios en una delgada línea al tiempo que fruncía las ceja. Había que admitirlo, verla enfadada era realmente divertido.

—Te dije que no me llamases nena y... gracias por lo del baño.

Caminó en la dirección que la señalé sin volverse para mirarme. No parecía caerle especialmente bien. Pero bueno, la situación no dejaba de ser más interesante que el continuo coqueteo del resto de chicas.

Hablando de eso... unas manos me envolvieron desde atrás. Segundos después un cuerpo femenino estaba pegado a mi espalda.

—¿Podrías acompañarme a... mi taquilla? —Ronroneó.

Su taquilla se traducía en algo bastante distinto. No había que ser muy listo para deducir aquello cuando sus labios se posaron en el lóbulo de mi oreja comenzando a jugar con él. Esa chica no especialmente sutil. 

—Por supuesto, iremos a tu taquilla.

Continue Reading

You'll Also Like

4.9M 428K 80
Nunca debí caer por él. Sin embargo, tampoco detuve mi descenso. Nada logró apaciguar las maliciosas llamas de deseo que se prendieron dentro de mí. ...
6K 858 18
A Hillary jamás le interesó el romance. Piensa que simplemente no es para ella, jamás sintió algo parecido a un enamoramiento, tampoco experimentó l...
110K 14.7K 59
Izan está enamorado; de los labios de Gala, las sonrisas de Marisa y los ojos de Lucía. Izan a fingido por cierto tiempo ser un buen chico. Puntual. ...
799K 48.7K 41
Paris Smith siempre ha sido una chica soñadora, talentosa, amante de todo lo que tuviera que ver con la astronomía: las estrellas, los planetas, las...