A Little Death

By Rachel-SF

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La universidad es lo único que le preocupa a Ellie Woods, de veinte años. Pasa sus tardes escribiendo, jugand... More

A Little Death
Capítulo 1 - Corazón acelerado
Capítulo 2 - ¿Quién eres, Jax?
Capítulo 3 - Acepto
Capítulo 4 - Asesino suelto
Capítulo 5 - Alcohol, verdades y un Jax bastante caliente
Capítulo 6 - No puede ser tan malo
Capítulo 7 - Una charla amistosa
Capítulo 8 - Gracias
Capítulo 9 - Un poco de muerte
Capítulo 10 - Mis demonios
Capítulo 11 - Jason, cambiaste bastante
Capítulo 12 - Guerra de miradas
Capítulo 13 - Café
Capítulo 14 - Cuídate
Capítulo 15 - Un poco de dolor
Capítulo 17 - Enchiladas
Capítulo 18 - Casa del terror (Parte 1)
Capítulo 18 - Casa del terror (Parte 2)
Capítulo 19 - Caída libre
Capítulo 20 - Misión imposible (parte 1)
Capítulo 20 - Misión Imposible (parte 2)
Capítulo 21 - Un poco de sangre
Capítulo 22 - Me salvaste
Capítulo 23 - Injusticias de la vida (parte 1)
Capítulo 23 - Injusticias de la vida (parte 2)
Capítulo 24 - Sentimientos ante todo (parte 1)
Capítulo 24 - Sentimientos ante todo (parte 2)
Capítulo 25 - Respirando
Capítulo 26 - Prófugo de la ley
Capítulo 27 - ¿Dónde estás?
Capítulo 28 - Noche de teatro
Capítulo 29 - Marcas en la piel
Capítulo 30 - La pequeña muerte
Capítulo 31 - Las apariencias engañan
Capítulo 32 - Sam
Capítulo 33 - Hermanos
Capítulo 34 - Sed de venganza
Capítulo 35 - Traición
Capítulo 36 - Miedo a morir
Capítulo 37 - Locura (parte 1)
Capítulo 37 - Locura (parte 2)
Capítulo 38 - Lo siento mucho (parte 1)
Capítulo 38 - Lo siento mucho (parte 2)
Capítulo 39 - Ángel
Epílogo
Entre Páginas
Mi Nueva Novela: Veneno

Capítulo 16 - Perdiendo el control

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By Rachel-SF

Me miré en el espejo y acomodé el vestido negro que estaba usando. Mi cabello se encontraba suelto y un poco despeinado, pero dudaba que alguien se fijara en él. Hailey estaba mucho peor que yo. A penas había comido desde hacía una semana, llorando todo el tiempo que tenía disponible, y descuidando totalmente su apariencia. Pero, tomando en cuenta las circunstancias, acicalarse costaba demasiado.

Estaba a un lado del armario, con la vista fija en la cama desocupada al lado de la suya. Era difícil de aceptar que Cara no vendría más con sus chistes y sus camisetas hippies de los 80s. El dolor que sentía era indescriptible y aun así no podía imaginar lo que Hal estaba sintiendo en estos momentos. Ellas peleaban, sí, pero en el fondo se querían demasiado. Habían compartido habitación bastante tiempo.

La mamá de Cara llegó ayer a Charlottesville e insistió en llevarse todas las pertenecías de su hija, inclusive la ropa para la cama. Su apariencia se encontraba demacrada y su mirada estaba perdida. Sin duda la muerte de su hija sería algo que nunca dejaría pasar. Iría con ella, día y noche.

Y me dolía pensar que yo pude haberla evitado.

Me prometí a mí misma no llorar, mientras luchaba contra las ganas de romperme. Hoy era el funeral que tanto habíamos deseado no asistir. Ambas nos subimos a mi coche y conduje hasta la iglesia. Los familiares de Cara se encontraban en los escalones de la puerta principal, dándose el pésame mutuamente. Me estacioné y Hailey enredó su brazo con el mío, apoyándose. Hacía mucho tiempo que no venía a una iglesia, ya casi había olvidado el olor a incienso. Nos sentamos  en una banca desocupada y escuchamos el discurso que el sacerdote dijo para la difunta. Las velas frente al altar se estaban derritiendo lentamente, junto con mis ánimos.

Nunca antes había reprochado las decisiones que el destino formaba para mí, fluía con la corriente como si de eso se tratara la vida. Pero ahora que me encontraba rodeada de personas dolidas por algo que yo misma causé, cuestioné si en verdad merecía tener algún tipo de consuelo. Todos ponían sus almas en las manos de la fe y yo simplemente los miraba con dolor. Ni Cara ni Lila iban a volver a la vida, aunque pidiera por ello de rodillas. Tal vez yo no debería de estar aquí, en su funeral. Tal vez debería de estar atendiendo al mío. Sin embargo estoy viva, sufriendo como si acabaran de arrancarme el corazón.

Como si Jax acabara de arrancarme el corazón.

Los vitrales iluminaban el ataúd de Cara, mientras que todos nos poníamos de pie al terminar la ceremonia. Nadie se atrevía a mirar su cuerpo quemado, más que sus padres y algunos familiares cercanos. Escuché que habían intentado arreglarlo para que se viera menos impresionante, pero no me atrevía comprobarlo. Hal respiró hondo y con pasos firmes caminó hasta el cofín. Y ahí es cuando descubrí cual era el verdadero significado de valentía: luchar por ver algo que tus demonios te impiden, aunque la batalla sea ardua y el resultado fatal. Con el dorso de mi mano limpié una de mis lágrimas y miré como Hailey se desplomaba al ver a su amiga, o al cuerpo sin vida de esta. La escena era demasiado dolorosa para mis ojos, así que salí por las puertas de madera sin ver atrás. Odiaba a Jax, odiaba el segundo en el que se coló en mi coche, odiaba su sed por la sangre.

Pero sobretodo, me odiaba a mí misma. Porque aunque él era el asesino, yo era su cómplice al no haberlo confrontado antes. Preguntarle en su cara cuál era el jodido problema y arriesgar mi vida por el bien de la comunidad era mi deber. Lo había sido desde que vi su foto en la tienda.

Virginia estaba de luto por la muerte de cinco mujeres y un hombre, todos inocentes. Aunque deberían de ser seis mujeres, ya que yo me sentía muerta por dentro. Sin embargo ¿Qué sería de la vida sin un poco de muerte? Un poco de muerte que te hace comprender lo mal que estas. Un poco de muerte que abre tus ojos y te enseña la crueldad de la realidad. Un poco de muerte que te destroza lentamente, pero a la vez te construye como eres verdaderamente. Un poco de muerte... que te enseña a vivir.

Sin pensarlo dos veces, subí a mi coche y arranqué. Hailey podía conseguir un aventón a su dormitorio, pero yo no podía aguantar la ira que llevaba dentro de mí. Conduje a todo gas, ignorando las señales de tránsito y obligándome a no detenerme. Estacioné mi coche y corrí hasta la puerta de mi departamento. Mis manos temblaban cuando intenté insertar la llave en la cerradura y cuando esta cedió, entré prendiendo la luz de mi sala de estar. Me quedé parada, escuchando mi respiración acelerada y mirando todo a mí alrededor. Es como si todo siguiera estando igual, mi hogar solo demostraba a una Ellie que ya no existía. No estaba consciente de las lágrimas que bajaban por mis mejillas, pero sí de la ira que corría por mis venas.

Los recuerdos atacaron mi mente como si quisieran desquiciarme y decirme que todo era mi culpa. Que yo había asesinado a Cara por no haber detenido a Jax.

<<Todos me conocen como Jax>>

Pateé con fuerza la mesa para el café, provocando un estruendo y que varios objetos cayeran de esta.

<< Tómalo de esta manera, solo soy un inquilino al que le estas rentando una habitación. Nada más>>

Tomé la primera lámpara que encontré y la lancé a la pared, viendo como esta se desplomaba en mil pedazos. Me alejé un poco por el estruendo y solté chillido. Aun no era suficiente.

<<Tengo un problema contigo evadiendo estar conmigo a solas>>

Grité y con mi brazo derribé todo lo que se encontraba en la barra de mi cocina. Revistas, platos y bazos cayeron, pero aun así no encontraba paz. La ruina a mi alrededor comenzaba a ser más notoria y probablemente mis vecinos debían de estar preguntándose cual era mi problema. Mi problema tenía nombre y apellido.

<<Eres una chica inteligente, deberías mantenerte alejada de mí>>

— ¡Te odio! —exclamé, destruyendo todo a mi paso.

Las pinturas de mis paredes cayeron, mi vajilla se destruyó en el suelo y mis manos me dolían por la fuerza que estaba usando. Ya nada me importaba, ni siquiera mi sanidad mental. Me arrodillé en el suelo y sorbí mi nariz con lo primero que encontré. Sollocé e ignoré la sangre que se estaba formando en mis nudillos. Abrí los ojos, admirando el desastre a mí alrededor. Todo era digno de mi vida.

De pronto, la puerta se abrió y un "Que mierda" provino de la voz que menos deseaba escuchar en este momento. Una voz ronca y seductora.

Me puse de pie y lo encaré. Mi cara estaba roja por la ira, mis manos se estaban formando en puños nuevamente. Ya era hora de que lo enfrentara. Él lucia verdaderamente sorprendido y hasta con miedo de decir algo incorrecto. Cerró la puerta detrás de él y recostó la mitad de su cuerpo en la pared, sin quitarme los ojos de encima. Estaba temblando de la cabeza a los pies y Jax lo notó. Con el corazón retumbando, di un paso hacia él. Respiré profundamente y me prometí a mí misma que tomaría las cosas con calma.

Razonando y sin quitarme los ojos de encima, Jax habló:

— ¿Qué sucedió?

Su voz salió plana y sin ningún sentimiento. Su indiferencia me enfureció aún más, si eso era posible. Aclaré mi garganta y lo miré con exagerada repulsión.

— ¿Estabas en Virgnia Beach cuando Cara fue asesinada?

Percibí un destello de inseguridad pasar por su cara. Lamió el arete en su labio y negó con la cabeza. Chocó su cabeza contra la pared, cerrando los ojos en el acto.

— ¡Contesta mi pregunta! —Exclamé, elevando mi tono de voz— ¡Por favor solo dime la verdad!

Abrió los ojos de golpe y me fulminó con la mirada. Bien, quería que se enojara. Generalmente la gente enojada tiende a ser más sincera. No temen por el dolor de los demás, aunque la verdad sea extremadamente fuerte.

Volvió a negar con la cabeza, esta vez cruzándose de brazos—. Ellie, detente. Estas actuando como una lunática.

Se acercó a mí, pero lo detuve con mi mano. Presioné su pechó con fuerza, sin embargo este permanecía sin ceder. Como si estuviera hecho de piedra. Caminamos hacia atrás y me acorraló contra la pared, usando sus brazos como barreras en cada lado de mi cabeza. Mi ira se transformó en miedo, un miedo profundo. Limpié la última lágrima que resbaló por mis mejillas y levanté mi barbilla para encararlo, juntando un poco de valentía.

— ¿Estabas en la fiesta? —murmuré, perdiéndome en sus ojos grises, los cuales estaban fijos en mis cuello. Joder, esto no podía ser bueno.

Una de sus manos bajó hasta colocarse cerca de mi cuello y con su pulgar trazó varios círculos en este.

—Me agrada tu cuello —dijo, con un gruñido proveniente de lo más profundo de su garganta. 

Mierda, mierda y más mierda. Había olvidado su amor por los cuellos. Me alejé instintivamente de él, pero sus brazos me bloquearon el paso. El Jax oscuro salió a la superficie y una ola de pánico recorrió todo mi cuerpo. Nuestras respiraciones se mezclaban y solo unos pocos centímetros separaban nuestros labios. Inclinó su cabeza hacia mi cuello y respiró profundamente, oliendo mi esencia. Me quedé petrificada y no sabía si en verdad quería escapar de él. Ahora que lo pensaba mejor no era horror lo que sentía este momento, sino otra cosa.  Jax tenía ese algo que encendía a todas las mujeres, incluyéndome. Cerré los ojos cuando su nariz se enterró en mi cuello. ¿Qué se supone que debería de hacer? Quería que se alejara y que contestara mis preguntas, pero esto se sentía bien. Muy bien.

Asesino o no, Jax descontrola todo tu cuerpo. Solo deja las cosas fluir y disfruta de este sexy chico amante de los cuellos y la... sangre.

Demonios, tenía que controlar mis hormonas e ignorar la voz malvada en mi interior. Se suponía que era una chica responsable y esto no estaba en esa categoría. Los cabellos de mi nuca se erizaron, junto con los de mis brazos, y un dolor familiar se instaló en mi parte baja. Figurativamente, me encontraba en llamas. Literalmente, estaba más excitada que nunca. Y eso solo demostraba lo desesperaba que estaba por su toque.

Sus labios chocaron contra mi cuello y al instante supe que ya era demasiado tarde para interrumpirlo. Lo besó lentamente, como si fuera la pieza de porcelana más delicada en el universo. Sus manos descendieron lentamente a mis costados, pero seguían sin tocarme, solo rozando la seda de mi vestido negro. Su lengua bajó hasta mi clavícula, donde dejó besos cortos y rápidos. Esto estaba exageradamente mal, pero aun así no encontraba la fuerza en mi interior para detenerlo. El sonido que provocaban sus labios al besarme la piel era lo único que se escuchaba a mí alrededor, a parte de nuestras respiraciones aceleradas. Impulsivamente, coloqué mis manos en sus hombros para conseguir equilibrio y no caerme. Mis piernas no estaban funcionando correctamente. Lamió su caminó hasta mi oreja izquierda y su arete me hizo cosquillas, causando que mi estómago explotara por el placer.  Besaba, chupaba y guardaba mi lóbulo entre sus dientes. Luego sin dar previo aviso, volvió a bajar a mi garganta, la cual saboreo como si se tratara de un manjar.

Mis ojos estaban cerrados y mis manos envueltas alrededor de sus hombros. Con delicadeza extrema, colocó sus manos en mi cintura y se dedicó a hacer movimientos lentos. Aguanté mi respiración para no soltar un gemido, aunque eso era imposible tomando en cuenta lo que Jax me estaba haciendo. Por primera vez en mi vida me sentí fuera de control y no sabía si era algo bueno. Tomándome por sorpresa movió sus labios a mis mejillas, para después depositar un beso en la comisura de mi boca. Sentí su rastro de barba acariciarme deliciosamente, causándome escalofríos y haciendo que mis bragas se cayeran un poco. Deseaba sus labios, deseaba probarlos. Él parecía estar pensando lo mismo.

Y me besó. En el momento exacto que sus labios se juntaron con los míos, todos los problemas a mi alrededor dejaron de existir. El beso comenzó dulce e inexperto, para después tornarse en algo feroz. Jax no me estaba besando, sino devorando. Entreabrí mi boca para respirar y el aprovechó para introducir su lengua, hambrienta de la mía. Desde la primera vez que lo vi, sus labios llamaron mi atención: sedosos y carnosos. Siempre imaginé a que sabrían, pero nada se comparaba con esto. Definitivamente la realidad superaba la ficción. Elevé mis manos y las pasé por su cabello negro, desordenándolo y jugando con él. Este era el mejor beso que alguna vez hubiera tenido. Jax me empujó hacia él, juntando nuestras caderas y me impresioné al sentir como estas encajaban perfectamente, como si nuestros cuerpos fueran uno solo. El bulto en sus pantalones solo me demostraba que él estaba disfrutando esto tanto como yo. Se retorció en medio de un gemido y apretó su agarré.

Empecé a respirar pesadamente y sentí que me moriría si nos deteníamos en este preciso momento. Su arete acariciaba mi labio inferior, dándome escalofríos por lo frio que se encontraba.

Solté un gemido débil y casi inaudible, con la esperanza de que Jax no fuera capaz de escucharlo. Grave error. Apretó su agarré y gruñó como si se tratara de un lobo hambriento.

— ¿Por qué no te alejas de mí? —murmuró, con una pizca de tristeza en su voz.

Desde la vez que me agradeció por decirle que usara cinturón de seguridad supe que algo andaba mal con él, pero no sabía hasta qué punto. Jax era una pared de concreto impenetrable, guardando sentimientos y probablemente un pasado atroz. Y haría lo que fuera por descubrirlo, si bien me costara la vida.

No contesté su pregunta, en cambió respiré profundamente. Jax abrió sus ojos y entendí que no estaba esperando una respuesta de mi parte, sino una acción. Quitó la barrera que había formado con sus brazos y me dejó el camino libre. Me tambaleé un poco y al instante sentí la pérdida de sus labios. Quería que me siguiera besando y haciéndome sentir cosas inexplicables. Pero el lado lógico de mi cerebro decía que aprovechara esta oportunidad para escapar y escabullirme en mi habitación. Sus ojos grises estaban fijos en la pared, evitando hacer contacto visual conmigo. Parecía como si estuviera llevando a cabo una pelea en su interior. Su expresión se volvió sombría y siguió son mirarme. Una incomodidad se instaló en mi estómago, preparándome para lo que estaba por venir.

—Sí —dijo, con una voz ronca y penetrante—. Sí estaba en la fiesta.

Sentí como si me acabaran de echar un balde de agua fría, apagando toda flama en mi cuerpo. Clavé mis ojos en los suyos, aunque estos preferían miran cualquier otra cosa. Yo estaba ansiosa por respuestas y ahora obtuve una, pero segura como el infierno que esto no era lo que quería. En lugar de sentirme libre de alguna manera, solo me sentía peor y más confusa. Mis ojos comenzaron a secarse, mas no quería parpadear. Quería mirarlo fijamente hasta que dijera algo. Cualquier cosa. Pasé mis manos temblorosas por mi cabello, acomodándolo un poco, e intenté controlar el impulso de golpearlo en la cara.

No había confesado ser un asesino, pero sí haber estado presente en la fiesta. Giró su rostro lentamente hacia el mío y negó con la cabeza—. Tú también estabas, me mentiste.

Solté una carcajada sin gracia y lo señalé con mi dedo indicé. Aún seguía un poco aturdida por el beso que acabamos de tener, pero el enojó era predominante.

—Por distintas razones —mascullé, lanzándole dagas con la mirada—. ¿Qué estabas haciendo ahí?

Perduró en silencio. No parecía estar pensando en una respuesta, sino analizando mi reacción. Sus labios estaban hinchados y su respiración sonaba entrecortada. Bien, por lo menos estaba igual de afectado.

—No es tu asunto.

Crucé mis brazos y me paré frente a la puerta, antes de que pudiera escapar. Sabía que él podía empujarme y salir, pero aun así tenía que intentarlo. Rodó los ojos y mordió su labio inferior.

—Creo que después de todo esto merezco una respuesta. —Abrió la boca, pero lo callé antes de que continuara—. Una respuesta honesta.

Dio un paso hacia mí y me miró pícaramente.

— ¿Por qué no en lugar de estarnos interrogando comenzamos a besarnos? —ronroneó.

Dios mío ¿Enserio acababa de ronronear?

Me sonrojé ante su idea e intenté no tentarme. El quería usar sus labios como una distracción, seducirme, pero no cometería el mismo error dos veces. Menos ahora que sabía la verdad. Digo, ya la sabía sin estar cien por ciento segura.

—Besarnos fue un error, nunca volverá a pasar —balbuceé, incomoda y avergonzada. Solo de pensar que me escuchó gemir, todo mi cuerpo ardía por la vergüenza—. Estaba siendo impulsiva.

—Deberías ser impulsiva más a menudo, nena —dijo, guiñándome un ojo.

Genial, ahora Jax se estaba comportando como un gigolo. Por lo menos cuando era frio podía contar con su seriedad.

—Dime la verdadera razón por la que fuiste a Virginia Beach y no intentes cambiar de tema.

Soltó el aire que estaba reteniendo y pasó la mano por su cabello derrochando frustración. Su semblante se volvió duro y tensó.

—Fui por ti. Quería saber que te encontrabas bien, así que le pedí a James que me llevara.

James, lo sabía.

— ¿Por qué algo debería de haber estado mal? —pregunté—. ¿Acaso sabias lo que sucedería? No creo que solo haya sido por el mal clima.

Fijó sus ojos en los míos y resopló.

—No soy un adivino, ya te dije que...

—Todas tus conclusiones son previas a un estudio, entendí eso desde la primera vez que adivinaste mi nombre —dije, elevando mi voz—. Pero aun así no entiendo porque demonios fuiste detrás de mí. No es como si...

Te importara.

—Virginia ya no es tan seguro como antes, nena —soltó bruscamente, antes de hacerme a un lado para salir del departamento.

Quedé en silencio, repitiendo sus últimas palabras una y otra vez. Toda mi cabeza estaba hecha un caos y mis nuevos descubrimientos tenían bastantes significados.

Caminé a mi habitación, tomando a George en mis brazos, y saqué la libreta en la que escribía todo lo que sabía de Jax. Aun no tenía pruebas, más que sus propias palabras. El admitió que estuvo en Virginia Beach la noche del sábado, pero no de saber algo sobre el asesinato. Obviamente estaba enterado, yo no era tan estúpida como para creer su historia de "fui para cuidarte", menos sabiendo que James estaba con él. Aunque un cosquilleó en mi estómago quería persuadirme para que la creyera.

La última vez que sentí un cosquilleo parecido fue cuando Mase me dijo Te amo por primera vez.

________

Hola, personitas... ¿Que les pareció el capítulo? Espero que les haya gustado ;)

Entre otras cosas, quiero pedirles un favor. Últimamente siento que estoy escribiendo mal y que los capítulos tienen faltas, ya sean de ortografía o coherencia. Así que para mejorar, les pido que por favor me den consejos y criticas constructivas. Siempre intento darlo todo a la hora de escribir, pero soy humana y cometo errores --mas de los que debería xD--. Gracias de antemano.

Supongo que esto es todo por hoy, nos leemos después.

P.D. Jax en multimedia ( ͡° ͜ʖ ͡°)

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