A Little Death

By Rachel-SF

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La universidad es lo único que le preocupa a Ellie Woods, de veinte años. Pasa sus tardes escribiendo, jugand... More

A Little Death
Capítulo 1 - Corazón acelerado
Capítulo 2 - ¿Quién eres, Jax?
Capítulo 3 - Acepto
Capítulo 4 - Asesino suelto
Capítulo 5 - Alcohol, verdades y un Jax bastante caliente
Capítulo 6 - No puede ser tan malo
Capítulo 7 - Una charla amistosa
Capítulo 8 - Gracias
Capítulo 9 - Un poco de muerte
Capítulo 10 - Mis demonios
Capítulo 11 - Jason, cambiaste bastante
Capítulo 12 - Guerra de miradas
Capítulo 14 - Cuídate
Capítulo 15 - Un poco de dolor
Capítulo 16 - Perdiendo el control
Capítulo 17 - Enchiladas
Capítulo 18 - Casa del terror (Parte 1)
Capítulo 18 - Casa del terror (Parte 2)
Capítulo 19 - Caída libre
Capítulo 20 - Misión imposible (parte 1)
Capítulo 20 - Misión Imposible (parte 2)
Capítulo 21 - Un poco de sangre
Capítulo 22 - Me salvaste
Capítulo 23 - Injusticias de la vida (parte 1)
Capítulo 23 - Injusticias de la vida (parte 2)
Capítulo 24 - Sentimientos ante todo (parte 1)
Capítulo 24 - Sentimientos ante todo (parte 2)
Capítulo 25 - Respirando
Capítulo 26 - Prófugo de la ley
Capítulo 27 - ¿Dónde estás?
Capítulo 28 - Noche de teatro
Capítulo 29 - Marcas en la piel
Capítulo 30 - La pequeña muerte
Capítulo 31 - Las apariencias engañan
Capítulo 32 - Sam
Capítulo 33 - Hermanos
Capítulo 34 - Sed de venganza
Capítulo 35 - Traición
Capítulo 36 - Miedo a morir
Capítulo 37 - Locura (parte 1)
Capítulo 37 - Locura (parte 2)
Capítulo 38 - Lo siento mucho (parte 1)
Capítulo 38 - Lo siento mucho (parte 2)
Capítulo 39 - Ángel
Epílogo
Entre Páginas
Mi Nueva Novela: Veneno

Capítulo 13 - Café

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By Rachel-SF

Capítulo dedicado a NijaibLightwood

*****

Una vibración a mi lado me exaltó. Mis ojos estaban rojos de tanto leer, por lo que tuve que tallarlos antes de ver el mensaje. Se trataba de Sean, quería que nos encontráramos en un café en la plaza principal de Richmond.  El lugar estaba un poco lejos de Charlottesville, tendría que faltar a mi última clase para llegar a tiempo. Mi estómago se sentía raro y supe que tendría problemas para dormir esta noche. Leí varios capítulos más y entendí que ya había tenido suficiente cuando me detuve a releer la misma página por más de cinco minutos. Cerré los ojos con fuerza, pero los entre abrí un segundo después. La luna era la única luz que se colaba por mi ventana y estuve mirándola fijamente hasta que pude reconciliar el sueño.

Esa noche soñé con unos ojos grises.

Cuando desperté, hice mi rutina diaria y me encaminé a la universidad, no sin antes llenar el tanque de mi auto con gasolina. Hailey estaba un poco distante, casi no pronunció una palabra. Su cabello chocolate se encontraba amarrado en una coleta desordenada, cuando normalmente estaba perfectamente ondulado, y su rostro estaba prácticamente sin maquillaje. Le pregunté un millón de veces que le sucedía, pero se negaba a contestarme con la verdad diciendo que estaba bien. Me rendí cuando llegó la hora de partir, trataría con la misteriosa Stark mas tarde.

Encendí mi coche y seguí los signos para llegar a la autopista. Si bajaba por el 64, llegaría a Richmond en una hora. El cielo estaba despejado y disfruté del camino mientras escuchaba las canciones del estéreo. Pensé que la carretera estaría estancada, en cambio se encontraba algo sola. Había estado en la capital del estado varias veces, casi siempre acompañada por Hailey, sin embargo esta era la primera vez que me sentía totalmente desorientada. Puse la dirección en el GPS y conduje por las calles amplias hasta el lugar de la reunión. Repetí mentalmente todo lo que diría y, con una respiración profunda, me bajé del coche. Al principio me dolieron las piernas, debido a todo el tiempo que permanecí sentada, pero después fue el turno de mi estómago para comenzar a quejarse. No había comido nada y ya estaba comenzando a sentir los efectos. Resoplé.

Mis tacones negros tronaban con cada paso que daba hacia la cafetería. Acomodé mi cabello y arreglé un poco mi suéter café. Esta mañana no tuve mucho tiempo para vestirme y mi físico desaliñado lo reflejaba. A parte, solo iba a tomar café con la victima del asesino que vive en mi departamento, nada especial. Comprobé el último mensaje que me envió, el cual decía que ya estaba dentro y abrí la puerta de cristal. El olor a café me inundó y disfrute cada segundo de él. Amaba el olor a café recién colado, me recordaba a mis mañanas en la escuela secundaria y a mi padre. Él siempre se encontraba leyendo el periódico con una taza de café  a su lado, podía verlo en este momento sentado en nuestra sala de estar mientras mi madre teje a su lado. Ellos se complementaban, como el cielo y las estrellas.

Tener una relación duradera como la de mis padres era una de mis metas, pero hasta ahora no había avanzado en lo absoluto. Pensé que Mase seria el hombre con quien pasaría mis últimos días, vaya error.

Un hombre, que lucía un poco mayor que yo, estaba sentado en un pequeño sofá al lado de la chimenea del lugar. Un bastón de madera residía a su lado. No era una chica fácil de impresionar, pero este chico sí que lo logró. Su cara tenía una cicatriz desde la esquina de su ojo derecho hasta su mandíbula y sus ojos cafés estaban mirando a la nada. Sentí una punzada de dolor al pensar que Jax fue capaz de hacer eso. Me acerqué lentamente a él y me repetí mentalmente todo lo que diría, otra vez.

-Hola, ¿de casualidad eres Sean? -Mi voz salió ronca y nerviosa.

Los ojos del hombre se volvieron a mí.

-Sí, supongo que tú eres Ellie -dijo con el intento de una sonrisa-. Toma asiento, no muerdo.

Fingí una risa y me senté frente a él. Una mesera se acercó a nosotros y pedimos nuestras bebidas calientes. Esto era incomodo, mi piel no dejaba de erizarse y mis manos sudaban como si fueran una fuente.

- ¿Qué es lo que quieres saber? Cualquier información básica la pudiste haber conseguido en los periódicos.

Comencé a jugar con mis dedos.

-Solo tengo curiosidad por tu caso.

Enarcó una ceja y se cruzó de brazos-. ¿Simplemente por curiosidad viajaste hasta Richmond? No me lo creo -suspiró-. Escuché lo que sucedió en la mascarada de Charlottesville, debió de haber sido duro.

-Sí, lo fue. -Junté mis manos y tragué saliva-. Es por eso que estoy aquí. Sé que debe de ser difícil para ti recordar lo que sucedió, pero me ayudarías mucho si me dijeras todo lo que sabes.  No soy detective ni nada por el estilo, solo una chica que intenta sobrevivir.

Cerró los ojos con fuerza, como si estuviera pensándolo.

-Vivo en un edificio de departamentos, cerca de las afueras de la ciudad. Todo comenzó cuando escuché los gritos de mi vecina, Jane, en medio de la noche. Cuando entré a su hogar para comprobar que estaba pasando, un hombre se encontraba sobre su cuerpo desnudo. Quedé en estado de shock, en especial cuando vi la sangre esparcida en el suelo, y corrí hacia ellos intentando salvarla. Pero unos brazos me tomaron por atrás y comenzamos a forcejar, después sentí como tres balas me atravesaban la piel. Es lo único que recuerdo con seguridad. Cuando desperté en la sala de hospital, me di cuenta de la cicatriz en mi rostro y de mi suerte al haber sobrevivido.

- ¿Qué hay sobre el asesino? ¿No recuerdas como lucia?

Me dolían las palabras, no estaba segura de si quería escuchar la respuesta esa pregunta. Su mandíbula se tensó.

-No podré olvidarlo nunca -Habló con odio-. Por lo que pude ver, su cabello era negro y sus ojos eran grises, alcancé a verlos cuando me derribo en el suelo. En uno de sus brazos se encontraba un tatuaje de un águila y, cuando estábamos forcejeando, pude ver varios más en su espalda. ¿Quieres un consejo? -Asentí-. No te metas en esto, si en verdad quieres sobrevivir. Este chico es peligroso, ninguna chica como tú está segura.

-Lo siento -dije, con una opresión en mi pecho-. En verdad lo hago. Tienes razón, mantendré mis narices fuera de esto. Prometo que si encuentro a alguien con esas características llamare a la policía.

Esto último lo dije para evitar dar más explicaciones. Odiaba mentir, pero últimamente me habia vuelto buena en ello.

Jax es en verdad un asesino en serie, no un error. Antes mi subconsciente pensaba que todo pudo haber sido un malentendido, pero por la mirada de este hombre al hablar sobre él, supe que estaba siendo honesto. Por alguna razón, me dieron ganas de llorar y de arrancarme el cabello con las manos. Tenía que buscar pruebas, rápido. No entendía la razón por la cual asesinaba a jóvenes, mas pensaba descubrirla.

Más tarde, cuando llegué al departamento, me propuse hacer un esquema sobre las cosas que sabía. Anoté todo en una libreta vieja y repasé cada detalle -los tatuajes, sus amigos, y hasta cada lunar que había notado-. Según Sean, otro hombre se encontraba sobre Jane, a parte de Jax. Pero las autoridades llegaron demasiado tarde y solo pudieron agarrar el rostro de este.

¡Bingo! Si conseguía pruebas de que James era el cómplice, ambos irían a prisión. Por un buen rato.

Escuché como la puerta del departamento se abrió y luego percibí unos pasos en el pasillo.

- ¿Puedo pasar? -Jax llamó a mi puerta.

Abrí los ojos de golpe y lancé la libreta debajo de la cama, junto con otros papeles que imprimí. Si el encontraba mis apuntes, seria chica muerta -literalmente. Acomodé mi cabello y baje el dobladillo de mi bata para dormir. Mis mejillas estaban sonrojadas por el momento de adrenalina.

-Adelante -dije, mientras me aclaraba la garganta.

Jax entró a mi habitación, luciendo un poco apenado. Luego, sus ojos me recorrieron y una sonrisa socarrona se formó en su rostro.

- ¿Qué estabas haciendo? Te ves... agitada.

Me ahogué con mi propia saliva ante sus palabras.

-Estaba leyendo.

- ¿Si? ¿Qué libro?

Mire a mi alrededor en busca de cualquier cosa con letras, pero lo único que encontré fue un ticket de compras viejo. Jax era demasiado observador para mi gusto, él sabía que estaba mintiendo. Cambié mi look agitado por uno irritado.

- ¿Qué quieres? Estaba a punto de...

- ¿Darte placer?

¡Joder! ¡¿Qué mierda pasaba por el cerebro de este chico?! Se me erizó la piel y negué frenéticamente con la cabeza. Pero desgraciadamente, mi pequeña bata roja y mis mejillas sonrojadas afirmaban su pregunta. En la escala del uno al diez de situaciones penosas, esta se merecía un veinte. Jax y su indiferencia hacia los términos sexuales hacían de mi vida un completo desastre. Un desastre que te gusta... Me dijo mi subconsciente, con voz picara. Bueno, era una mujer de veinte años con las hormonas alborotadas y Jax era el mismísimo ejemplo de un Dios griego; obviamente me sentía atraída hacia él de una manera sexual, simplemente sexual. Pero él nunca podría enterarse de eso.

Me crucé de brazos y conduje mi mirada a la puerta. Cualquier cosa era mejor que sus ojos.

-No, Jax. No estaba a punto de darme placer, sino de dormir. Si necesitas algo, puedes esperar hasta mañana.

-Siento ser tan directo. Pero es que te vez...-su tono de voz bajo a uno seductor-. Excitada - ¿Escalofríos? ¿Dónde? - En fin, solo quería hablar contigo, como hablábamos antes. Siento que después de lo que paso en la mascarada nada ha vuelto a ser igual. Disculpa si me comporte como un idiota, no quería alejarte de esa manera. Todo me tomó por sorpresa.

-Discúlpate con los padres de Lila Flynn -dijo mi subconsciente.

¿Quién lo entendía? Él fue el que me advirtió que mantuviera mis narices fuera de sus asuntos. Era un psicópata bipolar. Su tono frio fue transformado en uno dulce, volviéndome loca. Toda esta semana, Jax actuó como el idiota más grande del universo, ignorándome y sacando comentarios ofensivos de vez en cuando. Pero ahora se encontraba parado frente a mi cama, luciendo como si acabara de correr un maratón, pidiendo disculpas. Es gracioso como conocerlo cambia toda la situación; no sabía si estaba pidiendo disculpas por haberme seducido, por haberme advertido o por haber asesinado a la chica. Obviamente, esto último seria de una forma indirecta.

Su cabello negro tenía rastros de sudor, al igual que su camiseta gris.

- ¿Fuiste a correr? -Mi cambió de tema lo tomó por sorpresa.

No quería entrar a territorio desconocido con él, actuar flemática era la mejor opción. Sonrió, pero la sonrisa no alcanzo a la comisura de su boca.

-No, fui al gimnasio para ejercitarme un poco. ¿Qué hay de ti? No estuviste toda la tarde.

-Salí con unos amigos de la universidad -mentí, con labia.

-Suena divertido.

Por su tono satírico, entendí que se refería a lo contrario. Asentí insegura. El sexo masculino era algo desconocido para mí. Como por arte de magia recordé una de nuestras conversaciones pasadas, cuando me dijo que había estudiado letras en la universidad de California. Es curioso el hecho de que sabía bastantes cosas sobre Jax y al mismo tiempo no sabía nada. Si es que eso tenía sentido. Tenía que detener a mi lengua para que no se soltara con preguntas. ¿Cómo fue su infancia? ¿Qué hay de sus padres? ¿Tiene hermanos? ¿Por qué decidió volverse un asesino?

-Sobre Virginia Beach...-Señaló con un tono de voz extraño-. ¿Iras?

Dios, no otra vez. Decirle la verdad, que sí iría, era una manera de demostrarle que sus advertencias no tenían efecto sobre mí. Pero si me limitaba a decirle que no, podría colarme a la fiesta desapercibida y seguirlo. Opté por decirle que no iría y fingí estar un poco irritada por el clima del estado. Por obra de un milagro, se tragó mi mentira. Sus músculos se relajaron visiblemente y me deseó buenas noches. Una vez que estuvo fuera de mi habitación, me puse de pie sigilosamente y cerré la puerta con seguro. Me recargué contra la pared y solté un bufido. Eso estuvo cerca. Estiré mi mano para coger la libreta de debajo de mi cama y volví a sentarme en mi cama, planeando mi próximo movimiento. Recordé cada detalle de mi conversación con Sean y me concentré en buscar nuevas pistas. Como por ejemplo, que tenían en común todas las chicas que habían sido asesinadas.

Conseguiría esa información. No importaba cuánto costara.

Al día siguiente, caminé hasta la cafetería y le di una sonrisa acogedora a Philip. Este me la devolvió y me cobró lo de siempre. Una chica morena bastante mona se acercó hacia él y le plantó un beso en los labios. Había escuchado que estaba saliendo con alguien, pero nunca lo había visto con mis propios ojos como ahora. Honestamente, me alegraba por él. Era un chico demasiado agradable y tierno, tan bueno como el pan. Me alegré internamente por él y seguí tomándome mi café, mientras miraba alrededor en busca de cualquier centro para atrapar mi atención. Los cuadros colgaban de las paredes rojas, algunos con precios para el público. Desde niña me inculcaron el valor de las artes, teniendo una mamá pintora eso es algo innegable.

Admiré una pintura de una mujer sobre una bicicleta antigua, pero la campana de la puerta captó mi atención. Un chico con chaqueta de cuero y cabello rubio entró al lugar, mirándolo todo como si se encontrara asqueado por tanta limpieza. Sus ojos se posaron en mí, y removí mi mirada rápidamente, concentrándome en las pinturas. 

Que no se acerqué, por favor...

- ¿Ellie? -preguntó, sabiendo la respuesta.

Mierda.

-Eh, hola. -Le di un sorbo a mi bebida caliente-. Wyatt.

____

Hola personitas del mundo, espero que les haya gustado el capítulo ^u^

¡A Little Death ya tiene mas de 6000 leídos! Muchísimas gracias, sus votos y comentarios me alegran los días.

No daré adelantos, pero les recomiendo que busquen pistas escondidas. Ellie estará en muchos problemas ;)

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