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Analía estaba en el comedor de la empresa almorzando sola, triste.

Le faltaba su amiga del alma y Gio había roto su corazón. Pero no todo estaba perdido: Aldana le envío una foto del mar. ¡Estaba en Madryn!

Ella le respondió con la foto del enorme ventanal del comedor con vista al Río de la Plata y le envió un "te extraño, Danita" con muchos corazones partidos.

No recibió respuesta, pero era un gran avance.

***

Tobías estaba dispuesto a poner en marcha su plan.

Sintiéndose un tanto extraño e incómodo, convocó a Mercedes a su despacho para la hora del almuerzo, cuando Analía estuviera en el comedor y no hubiera chismosos por ahí.

Mercedes se sorprendió con el "Necesito que subas ahora mismo" en ese tono imperativo tan seductor, propio de Tobías, que le escuchó a través del interno.

Se arregló el cabello, retocó su maquillaje, su lápiz labial y se desprendió los primeros dos botones de la camisa verificando cuánto escote se veía. Avisó a su secretaria que iba al despacho de su hermano y tomó el ascensor.

La planta número ocho estaba desierta y eso la excitó; que no hubiera nadie y el estricto "ahora mismo" debían representar una buena señal. ¿O no?

―Adelante por favor. ―Le dijo él en tono cordial y ella entró con aplomo. Tobías se acercó a la puerta y se aseguró de ponerle traba. Cerró los ojos dándole la espalda, sintiendo el asco treparle por la garganta, entregándose a su actuación.

Le disgustó la proximidad, notarla tan animada, pero estaba dispuesto a limpiar el nombre de su mujer porque para él, Aldana continuaba siéndolo.

Con esa voz oscura y sensual que sabía, surtiría efecto en ella, le habló suavemente cerca del oído. La quiso blanda, mansa, sin capacidad de razonar sino tan solo de aceptar.

―Mecha, muchas gracias por acudir tan rápido. ―Tragó fuerte, era un manojo de nervios. El perfume de su media hermana era fuerte, invasivo. Casi repulsivo.

―De nada Tobi, supuse que era por algo importante. Y acá estoy. ―Se mostró complacida y satisfecha. Su estrategia comenzaba a darle réditos; se le erizaron los vellos de la nuca cuando él le tomó de la mano, jugueteando con sus dedos.

―Quiero que aprovechemos este momentito de soledad.

―¿Para qué? ―Los ojos le brillaron, con la ilusión de intuir que su esfuerzo arrojaba buenos resultados. Confiaba en que creyera que la única mujer incondicional en su vida, sería ella.

―Quiero pedirte perdón por haberte tratado mal en la oficina la semana pasada, vos solo me estabas ahorrando el disgusto de continuar complicándome la vida con alguien como Aldana, que se aprovechó de mí para obtener un rédito personal.

―Tobías ―gimió, con una enorme emoción copándole el pecho ―, vos sabés que más allá de nuestras diferencias siempre quise lo mejor para vos, porque te amo de verdad. Ella no es la mujer que necesitás en tu vida. ―A él le giró el estómago en varias vueltas. «Unos minutos más...unos minutos más», se repitió para no claudicar ante esa tortura. Con las yemas de sus dedos le recorrió el dorso del brazo, pudiendo sentir que ella se estremecía de placer.

―Debería haberte escuchado desde un comienzo.

―No importa, ya pasó.

―Perdonáme por todo lo que te hice, por el daño que te causé. ―Esas disculpas sí salieron del fondo de su corazón ―. Quiero fumar la pipa de la paz después de tantos años, de tantas cosas vividas. Nos merecemos una charla sincera, íntima...aunque me cueste reconocerlo después de las barbaridades que te dije, quiero que recompongamos nuestra relación y por eso, me atreví a hacer una reserva en "Rodizio" para esta misma noche, espero que no tengas planes si no, puedo reprogramarla y...―Habló de corrido, sin respirar, evitando ceder.

"Pura Sangre"  (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora