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El lunes pensó que las rosas se acabarían, pero el chico de siempre apareció con dos ramos a falta de uno. Quiso enviarlos de regreso a la florería, pero débil ante la belleza de la naturaleza, volvió a llenar un jarrón y con esmero, los puso a los dos juntos.

―Las rosas siguen sin tener la culpa. ―acotó Analía por detrás, enorgulleciéndose del plan que habían delineado con Gio para el miércoles por la noche.

―No las tiro porque...porque son lindas y un rosal sufrió mientras se las sacaban.

―No las tirás porque en el fondo de tu corazón algo te dice que no estás tan segura de que Tobías te haya adornado la cabeza.

―Gracias por evitarme la palabra cornuda. ―le dijo con sorna.

―¿Y si fue Photoshop?¿O si fue una cena de negocios?

―¿Ahora le llaman negocios? Ya me despabilé hace rato.

―¿No vas a abrir el sobre con el que vinieron los ramos?

―¿Para qué? ¿Para leer esas frases de sobrecito de azúcar?

―Hoy estamos más chinchudas que nunca ¿eh? ―resopló ―. Che, ¿y qué onda con Julián? El sábado te mostró los dientes... ―Analía le cambió de tema.

Aldana realmente se sentía muy apenada por no corresponderle. Después de haber bailado casi toda la noche con él y de haber esquivado estoicamente algún que otro beso en la boca, aceptó que la llevara a su casa en moto. El rubio era una tabla bajo esa camisa negra y de no haber estado tan involucrada con Tobías, Dana supo que no hubiera dudado un segundo en caer rendida a sus pies. Había hecho mérito suficiente para atraerla.

Tobías le había afectado los sentidos, era una plaga que se esparcía por su sistema nervioso, incapacitándola para ver a otro hombre que no fuera él.

―Nada, bailamos. ―Resumió sin convencer a su amiga.

―Muy cachondos.

―Estaba con un par de tragos de más, lo reconozco, pero siempre estuve consciente.

―O sea que te dejaste manosear a propósito.

―No fue manoseo y vos tendrías que saberlo, bailás con Ari como posesa.

―La diferencia es que Ari es gay y no se le para el pito conmigo. Juli debía estar sufriendo horrores mientras te le refregabas.

―...lo sé...―Mordió su labio, cayendo en la cuenta de la crueldad a la que lo había sometido.

―¿Te gustó sentir sus manos encima tuyo?

―Sí, pero no.

―¿O sea?

―No te puedo decir que no me sentí halagada, que incluso me agradó coquetear con él...pero Tobías...Tobías me anulaba el razonamiento.

―¿Qué va a pasar cuando vuelva esta semana?

―¿Va a volver?¿Estás segura? ―Ella esperaba que sí, pero no podía ilusionarse.

―Tiene muchas cosas por solucionar acá como para dejar todo colgado y de golpe. Gio le salvó las papas momentáneamente, pero no por mucho. Hay cosas que le exceden.

―No sé qué va a pasar. No sé con qué cara me va a decir que no sigue haciendo de las suyas en París cuando claramente, no es cierto.

―¿Y si te pide disculpas de rodillas, o con una serenata...?

―Las aceptaré, pero no sé si volvería con él...

―A ver, ¿vos fuiste completamente honesta con Tobías? ¿Le contaste todo, todo, todo, todito de tu vida?

"Pura Sangre"  (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora