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 Flashback

Jorge permanecía sentado en la biblioteca de su casa, meciendo un vaso con whisky. Estaba furioso, pero no podía culparlos. Por culpa de los secretos que él mismo había intentado ocultar con tanto recelo, la bomba estalló en su propia cara.

Cuando su hijo necesitó de una maestra que lo ayudara porque éste había dejado de hablar tras la muerte de su esposa, buscó a una de las mejores especialistas de la ciudad; para entonces, Teresa era una mujer muy joven y contaba con muy buenas referencias.

Enseguida se sintió atraído por ella, era lógico, un tipo de treinta años recientemente viudo, también tenía necesidades carnales. Abocado a la salud de su esposa, a su enfermedad, no tenía la cabeza para tener sexo. Mucho menos, Dolores.

La psicopedagoga tenía un cuerpo pequeño y muy bien proporcionado, aunque su vestimenta aburrida y con poca clase la avejentaba demasiado, sumándole diez años más.

Jorge se encontró sin esposa siendo muy joven, a una edad en la que cualquier hombre continuaba disfrutando de la vida y recién comenzaba a trazar planes a futuro. El amor de su vida, Dolores Heink, dueña de un apellido con estirpe, clase y fortuna, había muerto cruelmente.

Se habían conocido en el festejo de cumpleaños de un amigo en común; él provenía de una familia de clase media, cuyos padres eran profesores de la universidad y varias instituciones educativas.

Cuando la vio a Dolores, a esa quinceañera de belleza sublime y encantadores modos, no paró hasta conseguir que aceptara su invitación a tomar un helado; la buscaba a la salida del colegio y coqueteaba con ella. Jorge era un adolescente muy alto en relación a sus compañeros, moreno y con grandes dotes de conquistador. Le agradaba estudiar, era muy leído y culto.

Dolores "Lolita" Heink no pudo evitar sentirse atraída por ese morocho altísimo de espaldas anchas que le hablaba sobre la "Ilíada", "La Odisea" y cuanto mito griego le era posible; le agradaba escucharlo, que la tratara bien y le dijera cosas bonitas y recitara alguna que otra frase de amor en latín.

Ella vivía rodeada de lujos, de empleados que no la dejaban ni respirar; en Jorge había encontrado ese desenfado y esa libertad con los que tanto soñaba.

Cuando él cumplió dieciocho, luego de tres años de vivir un romance clandestino con ella, el padre de Dolores, el empresario Franco Heink, lo mandó a llamar a través de su propia hija. Lolita no supo cómo se habían hecho conocidos sus encuentros, puesto que trataba de ser cuidadosa, pero él, con contactos y guardaespaldas por todos lados, los descubrió.

Jorge se vistió con un traje de su padre y una de sus pocas corbatas y accedió a ir a la mansión de la familia, en Lomas de San Isidro, una de las zonas más importantes y de alcurnia del norte bonaerense.

Las piernas le temblaban, nunca había entrado a esa casa ni siquiera como amigo. Los novios solían verse a escondidas siendo los padres de él, los únicos que estaban al tanto del romance.

Heink, un hombre de dos metros como él, cabello rubio y canoso con profundos ojos azules y sumamente silencioso, invitó al muchacho de buen porte y mirada franca a tomar asiento en su despacho. No impuso miedo ni buscó alejarlo de su hija porque se había encargado de averiguar hasta lo más mínimo sobre ese chico que la recogía en bicicleta en el instituto y la llevaba al cine. Solo deseaba que su hija, la luz de sus ojos, fuera feliz.

Le ofreció un café, el cual el muchacho aceptó con una cucharada de azúcar. Jorge no quería abusar de la confianza del hombre y se había armado de un enardecido discurso para defender el amor que sentía por Dolores.

Sin embargo, nada fue como lo planeó.

―Usted irá a Londres a estudiar economía, con todos los gastos pagos. ―Heink bamboleaba su vaso con una medida de Jack Daniels.

"Pura Sangre"  (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora