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Flashback

La salida duró menos de lo esperado; había avisado a su padre que no estaría para la cena y así se lo hizo saber a Fátima, quien no lo contó entre los comensales. Sin embargo, al notar que la casa estaba a oscuras, probablemente con todos los ocupantes durmiendo, Tobías no quiso molestar a la empleada ni hacer ruidos en la cocina.

Fue directamente a su habitación, comería alguna de esas barras energéticas de cereal que solía acopiar en los cajones de su mesa de luz. Sin embargo, sus planes se fueron al tacho cuando un cuchicheo femenino dentro de su cuarto lo puso en señal de alerta. Por la hendija que la puerta entreabierta le brindó, divisó sombras, identificando las voces de Mercedes y Teresa.

Hija, por favor...salí de acá. ―Insistía la mujer a su hija, quien hurgueteaba los cajones del armario en busca de un calzoncillo blanco.

No, tengo que encontrarlo. Sé que lo tiene. ―Tobías se concentró en la charla, que iba de un lado al otro de la habitación.

Dejá de gastar plata en lo que te dice esa mujer. Es una estafadora. Se vale de la desesperación de la gente para sacarle plata.

¡Basta mamá! Calláte. Es mi vida y Julia me va a ayudar a amarrarlo definitivamente a mi vida.

No es solo tu vida, es también la de él. No es justo que continúes con esa mentira atroz.

De ningún modo y menos ahora que compramos los muebles. ¿Sabías que ayer los dejaron en el departamento? Ni loca voy a bajar los brazos, no es mi estilo.

No es idiota, Mercedes. ¿vos te pensás que un embarazo se simula con almohadón? ¡Viste demasiadas novelas mexicanas! ―Tobías tensó su espalda, impactado por la revelación de Teresa.

¿Había escuchado bien? ¿El embarazo era una mentira? ¿Era solo una maniobra para retenerlo en una relación contra su voluntad? Cerró los puños conteniendo su furia, con la única luz de esperanza a su vida, la de ser padre, esfumándose por completo. Había sido una catástrofe enterarse que Mercedes estaba embarazada, pero no era un monstruo como para negarle la paternidad a un bebé ni hacerlo culpable de su gran error. Lo amaría, aunque nunca sintiera lo mismo por su madre.

Las cosas tomaban un giro inesperado, cruel y, contradictoriamente, providencial. Torturado por sus pensamientos, se concentró en seguir escuchando el diálogo.

Es muy común que se pierdan los embarazos en el primer trimestre de gestación, deberías saberlo mamá.

Y vos deberías saber que esta farsa no te conducirá a ningún lado. Hija, por amor de Dios, dejá esta obsesión de lado.

No es una obsesión. ¡Es amor! ¿Por qué nadie se da cuenta? Nos vamos a vivir juntos, ¿qué mejor muestra de amor que esa? ―Suspiró, con una emoción que alteraba los nervios de su madre, quien la escuchaba sentada en el borde de la cama de Tobías y con el corazón desbocado.

No quiero ser cómplice de esta locura. ―Como resorte Teresa se puso de pie y cerca de la puerta, Mercedes la detuvo, sujetándola por el codo, clavándole los dedos en la carne.

No me vas a dejar sola, soy tu hija. Me la Debés. Por más de veinte años me dijiste que era hija de un tipo que no es mi padre. No te vengas a hacer la madre ejemplar conmigo.

Teresa estrelló una cachetada en la mejilla de su única hija, de la que rápidamente se arrepintió.

Hija...por favor...estás enferma...tratáte...―Mercedes se llevó las dos manos a la piel ardida, con los ojos inyectados de encono y aflicción.

"Pura Sangre"  (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora