Words

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Parte 2

[Second Time]

Canción: Words [Passenger]


Había pasado un año o talvez más al parecer de Sebastian. Y aunque era invierno y el frío predominaba donde vivía, cada vez que recordaba el color miel alegre de sus pupilas, volvía a sentir el calor que sus dedos sintieron cuando la tocaron.

El tiempo había hecho lo suyo y le jugó sucio. Después que regresó de su viaje, las cosas no fueron estables con su pareja del momento y habían terminado separados. Una verdadera pena para él, había rechazado sus sentimientos por mantener promesas que al final no valieron de nada.

La intentó buscar, viajó de regreso a la casa de su amigo, entusiasmado porque quizás esta vez no iban a compartir solamente un día juntos en una pequeña silla. Pero ella ya se había ido y la vida había sido tan cruel con los dos que la había hecho libre, no dejando que nadie supiese donde estaba exactamente.

Conectó algunas historias, habló con unos cuantos amigos de la muchacha y aunque insistió, no pudo saber dónde se encontraba. Regresó a su hogar sintiendo aún más el frío que éste le provocaba, decepcionado por no sentir otra vez lo cálido del otro cuerpo.

Sin embargo y aunque con el corazón dolido, puso sus esperanzas en que lo que era para ser, sería. Se quedó en su ciudad y continuó su vida cotidiana, ahora con la curiosidad de en cuál calle estaría esta vez bailando Beatrice y si alguien más la había salvado de tener un resfriado por la lluvia.

No quería hacerse daño, pero el pensamiento era inevitable.

Estaba, esta vez, cortando un poco de leña, a varios vecinos se les había acabado y tenía que entregar algunas bolsas en poco tiempo. Su cansancio era notable y aunque sus manos pedían que parara, se sentía tan tranquilo haciendo su trabajo que realmente no le importaba un poco de dolor.

Terminó de cortar la leña necesaria, se limpió las manos en la manguera que tenía para el patio y una vez sus botas en el porche, entró a la casa, buscando un poco de agua y café, queriendo mirar más el sol que empezaba a dibujar todo de un color rojizo.

Se había cambiado y por primera vez en meses comenzó a sentir calor. No mucho, pero si suficiente para que se sorprendiera. Era primavera, normalmente solo llovía y hacía bastante frío.

No le dió importancia y tomando las llaves de la casa, miró por la ventanilla hacia su calle, analizando el momento. Su mirada terminó en el carro de su porche, azul oscuro y un tanto sucio. Sonrió recordando que estaba más o menos en ese estado cuando se encontró a la ahora no tan extraña mujer en el medio de la vía. Dejó caer la cabeza y negó sabiendo que tarde o temprano tendría que dejar de pensar en ella. Se recordó que poco a poco eso iba a pasar, pero tuvo miedo en que quizás su recuerdo nunca, aunque no frecuente, dejara de aparecer.

Terminó el café y volviendo a su actualidad se dispuso a comenzar a entregar la leña y observar el atardecer antes que fuese más tarde.

Se dirigió a la puerta y del perchero al lado de esta tomó su boina, su bufanda y la chaqueta. Colocó su celular en el bolsillo interior de esta última y pensando en que quizás sería bueno comenzar a comprar algunos regalos de navidad, abrió la puerta.

- Ouh...

Su mirada conectó instantáneamente con la de la muchacha parada al frente de él. Vió los destellos del sol ocultándose en la miel de sus ojos y tuvo que parpadear para no dejar de respirar.

Beatrice, viendo como Sebastian la miraba, intentó hablar, fallando. Estaba echa un desastre, no sabía realmente porqué estaba en el porche de él, en un momento se encontraba en la carretera hacia la casa de su familia y en el otro viendo como Stan intentaba buscar algún error en la imagen que veía.

- Beatrice...

- Hey...- Los ojos de Sebastian se movían inquietos, queriendo ver más allá de solo el café claro que lo saludaban miedosos y de los restos de rímel que ahora manchaban el alrededor de sus párpados.

- ¿Qué haces...qué haces aquí?- No sabía cómo moverse, cada opción la sentía errada y sabiendo que había estado llorando, su corazón entraba en más pánico.

- Yo...yo no sé la verdad. Iba hacia la casa de mis padres y...y pues, terminé aquí. Lo siento, debería...debería irme.- Stan le quería gritar que se quedara mientras la veía caminar nuevamente fuera del lugar. Pero lo único que podía hacer era seguir cada movimiento ajeno.

Quiso decirle que nunca se fuera, que la había estado esperando por tanto tiempo y que sólo quería ver sus ojos y sentir el calor que de su cuerpo emanaba, por la eternidad. Pero nuevamente su cuerpo no respondió a sus más profundos deseos y no se movió ni un centímetro.

Cuando, una vez lejos Beatrice, esta se detuvo, posiblemente pensando en que realmente sabía porqué estaba ahí pero se debatía si debía decirlo o no, el agarre en la puerta de Sebastian aumentó.

La vió girarse nuevamente, caminando decidida hasta donde estaba. Una vez, de nuevo frente a él, el silencio volvió a ser lo único que se escuchaba.

Del fondo del corazón de Stan, en un último intento por rasgar de su alma su mayor deseo en esos momentos, despacio y desesperadamente, susurró su pedido.

- Quédate.

Su alma comenzó a entrar en pánico cuando en los ojos de la menor las lágrimas se volvieron a acumular y su mirada se suavizó, reflejando el dolor que el deseo había causado.

Movido por los sentimientos ajenos y por los propios, que unidos se habían convertido en toda una catástrofe para su corazón, se inclinó hacia al frente, rodeando con sus brazos el cuerpo que temblaba. Stan intentaba, cómo podía, darle consuelo a las lágrimas que poco a poco humedecían su camisa. Nunca había sido bueno en ello y él consuelo no era algo fácil de dar.

Cuando creyó poder hablar y dejar salir todo lo que sentía, ella se le adelantó, susurrando en su oído las palabras que por tanto tiempo había querido no escuchar y pensar.

- Corazón, sabes que...sabes que no me puedo quedar.- La respiración del mayor se volvió pesada y entrecortada, realmente doliendole los pulmones.- No me puedo quedar. Le he dado mi corazón y mi palabra a una persona bastante lejos...

Intentó no desmoronarse ahí mismo, mientras el olor a lluvia, rosas y arándanos que su cabello tenía recorría toda su vía respiratoria. Se separó lentamente, todavía sujetándola, con miedo de que si la dejaba ir, él se pudiera caer y no levantarse más.

Tragó saliva, fingiendo que tosía para obligar a sus manos a dejar de sentir el ardor adictivo que el tacto de la piel ajena causaba. Parpadeó un par de veces, la volvió a mirar y respirando nuevamente hizo el intento de parecer indiferente, hablando despacio y silenciosamente. Al final era lo único que sus pocas fuerzas, destruidas y con ganas de irse por siempre, le permitían.

- Nunca pensé que me pudieran romper el corazón de tantas formas...

...

"If you've never been sure of anything much
You get less so the longer you live"

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Espero les haya gustado.
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TDG.

Sebastian Stan One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora