Night cuddles

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Advertencia:

Contenido sexual: No.

Consumo de drogas/alcohol: No

Violencia: No.

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Hacía bastante viento afuera. La ventana de la habitación rechinaba tenuemente, probablemente a causa de que no estaba cerrada del todo.

Las luces de afuera estaban todas apagadas pero todavía en esa habitación, una pequeña y sutil luz amarilla hacía que no estuviera en completa oscuridad.

En el medio de la cama, mirando al techo, Elly se encontraba entre las cobijas gruesas y las almohadas. Hace una media hora intentaba dormir y aunque ya había rodado treinta veces en el lugar, no podía conciliar sueño.

La casa era bastante grande y estaba llena. El irse a acampar todos había sido una buena idea, pero ahora ahí, en mitad de la noche, solo quería poder levantarse a hacer una taza de chocolate caliente. En su apartamento lo hubiese hecho, pero en ese lugar le daba pena levantar a alguien.

Aunque solo habían dos habitaciones más en su piso y tenía entre abierta la puerta del cuarto, pensaba que hacer más ruido de lo normal no era algo bueno, pero realmente no podía dormir.

Miró el reloj que reposaba en la mesita de noche al lado de su cama, marcaba las 12:45pm. Resopló, sabiendo que tendría que madrugar.

A pesar de que el ruido de la ventana había estado presente desde que decidió dormir, solo era ahora que lo comenzaba a escuchar, desesperandola. Decidió que lo mejor era ir a cerrarla y eso hizo, levantándose con cuidado. Agradeció que no había hecho ruido y no sé había atorado y antes de volver a la cama, su mirada se detuvo en la vista que le ofrecía su habitación.

Aunque hacía bastante viento, lo que se notaba por como los árboles se movían, la noche estaba despejada, dejando que la luna y las estrellas pudieran iluminar. A lo lejos se veían las pequeñas casas con luces y uno que otro carro por la carretera. Era una vista bastante hermosa que quizás no había descubierto por el poco tiempo que tuvo para fijarse en todo.

Se movió para apagar la luz que estaba encendida y moviendo lo más silenciosamente que pudo la pequeña mesa, la posicionó al frente de la ventana, subiéndose y recostandose de la pared, resignada, aprovechando por lo menos lo bonita que estaba la noche.

Hubiera escuchado los pasos que se acercaban a su habitación si no hubiese estado tan concentrada en detallar lo que sus ojos veían. Tan sumergida estaba en sus pensamientos que, cuando abrieron la puerta, ni se dió cuenta.

— ¿Elly?— Dió un pequeño brinco en su lugar, haciendo que el mueble crujiera. Se llevó una mano al pecho y después de maldecir por lo bajo y respirar, llevó su mirada al hombre que, sonriendo, la veía desde la puerta.

— Casi me matas...— Por estar pasando el susto no había notado que el recién llegado solo traía puesto unos pantalones grises, dejando a la vista todo su torso.

— Lo lamento, es que escuché unos ruidos y pues, vine a ver qué pasaba.— Sería raro que no intentara coquetear, así fuera simplemente diciendo que le pasaran el pan. Elly cerró los ojos, negando divertida.— Juro que es la verdad.

— Jurar en vano es malo.— El mayor sonrió, todavía viéndola desde el marco de la puerta.

Estaban susurrando, sabiendo que en cualquier momento alguien los podía oír. Y talvez si solo hubiese sido el no querer molestar, no les hubiera importado. Pero sabían que ya varios de los que dormían en esa casa estaban sospechando de algo y que si descubrían lo más mínimo, la mayoría se opondría.

— ¿No puedes dormir?— Le encantaba ese Sebastian. Simple, gentil, tranquilo. No era ninguna mentira que todo de él la hacía sentir mil cosas a la vez, pero en particular, ese él, le traía mucha paz. Elly negó, ahora cayendo en cuenta del torso descubierto del hombre en la habitación. Sonrió, mordiéndose el labio y volviendo su mirada a la vista que antes veía.— ¿No estás cansada?

— Nop.— Habían hecho bastante cosas en el día, sin embargo, por algún motivo no se sentía lo suficientemente cansada como para dormirse de una.

Sebastian comenzó a caminar en su dirección, detallando a su actual secreto. Tenía las piernas recogidas, sus muslos pegando contra su pecho. Llevaba un suéter y pantalones de dormir, viéndose bastante adorable. Su pelo estaba hecho un desastre pero, gracias a la luz que entraba por la ventana, brillaba en tonos azules. El mayor sonrió, sintiéndose por primera vez, realmente cómodo de esa manera con una persona.

Una vez al lado de la muchacha, también vió el paisaje por un momento para después mirarla a ella, sus ojos alumbrando dulcemente.

— ¿Quieres abrazarme hasta que te quedes dormida?

— Seb...— El hombre le había susurrado en el oído, pero sin ninguna doble intensión. Se oponía era por no querer abrir posibilidades a que lo suyo se diera a conocer, por mucho que quisiera. Estaban todos de vacaciones, no quería ningún tipo de pelea.

— Vamos...— El mayor sonrió, intentando convencerla.— Prometo que nadie se enterará. Estaré aquí hasta que te duermas y luego me iré.

— ¿Tu no dormirás?— Sabía que Stan sólo la quería convencer, teniendo bastante claro que los dos amanecerian juntos. Realmente quería acurrucarse en su pecho, pero no era la mejor ocasión.

— No pienses tanto linda, mañana tenemos que madrugar.— Hizo una breve pausa, pensante.— Bueno, hoy.— Los dos soltaron una pequeña risa, sabiendo que parecían adolescentes intentando esconderse de los chaperones.

Sin mas y volviendo a caer ante los encantos de los ojos azules, tomó la mano mas grande, dejando que Sebastian la guiara hasta la cama. Los dos se acostaron, Elly descansando la cabeza en el pecho de Stan y este dando pequeños masajes en la cintura ajena. Los dos disfrutaban del otro, de cómo olían, como sus cuerpos encajaban. Ninguno tenía una respuesta exacta de porqué sentían tanta paz al estar juntos, pero, no se quejaban, ambos habían deseado ese tipo de estabilidad por bastante tiempo.

La menor se concentró en los latidos del otro corazón, sintiendo como poco a poco le empezaba a dar sueño. Por su parte Sebastian sentía las manos de ella hacerle cariños cada vez con menos fuerza en el abdomen. Sonreía, dejándose consentir.

Sebastian comenzó a pensar en la ironía de todo eso. Él siempre pensó que no tendría nada de ese estilo en su vida, así que se había resignado a los encuentros simplemente sexuales, entendiendo que por bastante tiempo eso era en lo que se había convertido, en un hombre de una noche. Sin embargo, con la mujer en sus brazos era diferente. Además de tener increíbles relaciones, podían hablar por horas y reír.

Por primera vez en bastante tiempo, agradeció el mantenerse con una sola persona, fiel.

Al final, los dos sabían que tendrían que buscar la manera de que no los descubrieran, pero eso sería dentro de un par de horas. Por el momento solo querían estar ahí, descansando, disfrutando de los pequeños instantes que se podían dedicar.

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Una idea surgida de un tiktok.
Espero les haya gustado.
Comenten y voten.

TDG

P.D: Muchísimas gracias por todo el apoyo que le han dado a estas pequeñas historias, debido a todo ese amor pudimos llegar a estar en el puesto 13 de las historias sobre el perrito rumano.
Significa mucho. Mil gracias.

Sebastian Stan One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora