Pecado

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Advertencia:

Contenido sexual: Si [5%]

Consumo de drogas/alcohol: No

Violencia: No.

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— ¡Porque no!— La voz furiosa de Sebastian la sorprendió en su asiento y los presentes en la sala se quedaron en silencio.— Larguense todos. Ahora.— Hazel quería protestar, pero Stan de esa forma la intimidaba muchísimo y al final, sabía que el que se fueran sería mejor.

Todos tomaron sus cosas rápidamente y salieron apurados, sin despedirse de su amiga en el sillón. De último, salía Elías, que antes de poder marcharse, se topó con el cuerpo de Sebastian deteniendolo.

— Espero que la próxima vez que vengas, tengas la decencia de no irrespetar la casa, hormonal.— Y lo dejó ir, resistiendo el maltratarse el puño.

El temor de Hazel se calmó un poco al ver que los hombros de Sebastian se relajaban mientras este se llevaba una mano al puente de la nariz, masajeando. Se giró y cuando la miró, volvió a apretar la mandíbula y a resoplar.

Hazel no sabía si responder o simplemente esperar que el hablara, sabía que estaba extremadamente molesto y es que a decir verdad, se había pasado un poco.

Al contrario de lo que esperaba, Sebastian pasó de largo sin verla, con pasos firmes y talvez hasta con un par de venas a punto de explotar. La muchacha bufó un tanto divertida y sorprendida, era la primera vez que no le daría un sermón.

— ¿Qué?— Se sobresaltó al escuchar la voz retante del mayor y al girar en su asiento Stan la miraba fijamente.

— Nada. Supongo los sermones Stan se acabaron.— Se encogió de hombros, sabiendo que estaba desbordando el vaso de agua.

— Pues, cómo tú me dijistes, ya estás grande. Y si puedes revolcarte en el sofá con cualquier tipo, puedes saber que está bien y mal.— Y es que siempre que se molestaba, se volvía un imbécil.

— ¿Por qué te importa entonces?— Hazel se levantó, dejando ver un poco más de sus piernas por los shorts que llevaba. Los ojos de Sebastian se deslizaron rápidamente y volvieron a los de ella.

— No es que me importa. Es que esta es la casa de tu padre y deberías tener un poco más de respeto.

— En efecto. La casa de MI padre, así que, es mi casa también. Puedo hacer lo que quiera aquí, viejo.— Sabía que se molestaba ante ese apodo y triunfante se giró, recogiendo su teléfono.

Antes de poder comenzar a caminar, sintió el pecho de Sebastian chocar levemente con su espalda, haciendo que soltara un suspiro por la cercanía, pero no sé movió.

— Tienes toda la razón, pequeña. Pero, deberías tener cuidado por si alguien te ve jugar.— Su voz mientras susurraba viajó hasta la parte baja de Hazel, haciendo que toda su piel se erizara.

— ¿Qué tiene? Quizás solo se quede a observar.— No dejaría a Stan ganar, no después de haber mantenido la distancia tanto tiempo.

— O quizás, empiece a jugar también.— El mayor dejó un beso en su cuello, haciendola cuestionarse si se refería a alguien más o a él mismo. Cuando ella se iba a girar a verlo, la puerta sonó, haciendo que Sebastian se separara sin apuros y tomara su teléfono, caminando tranquilamente hasta la sala, como si nada.

Sebastian Stan One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora