Job

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Advertencia:

Contenido sexual: Si.

Consumo de drogas/alcohol: No

Violencia: No

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Sebastian había llegado hace un par de horas de trabajar. Últimamente su horario era bastante ocupado e incluso cuando llegaba a casa tenía que terminar de hacer un par de cosas en su oficina.

A decir verdad, sus horarios chocaban en su mayoría, haciendo que el poco tiempo que tenían juntos, lo pasaran durmiendo, intentando recuperar fuerzas.

No era que necesitaran más, pues la compañía del otro después de un largo día siempre era algo bastante reconfortante y acogedor. Sin embargo, había pasado una cantidad de tiempo considerable desde la última vez que Kiera lo había "sorprendido".

Aprovechó que el mayor seguía trabajando y preparó uno de sus bocadillos preferidos, haciéndole un poco de té. Aunque por mucho tiempo había pensado que cocinarle a alguien más y consentir tanto a la otra persona podría llegar a ser ridículo, se encontraba siendo víctima de su propio juicio. Realmente le encantaba prepararle cosas de sorpresa a Stan y ver su reacción siempre hacía que el tiempo que le dedicaba, valiera la pena.

Tomó la bandeja con todo listo y se dirigió a la oficina de su pareja, pensando en una que otra cosa, haciendo que una pequeña sonrisa se dibujara en su rostro.

Tocó tres veces y abrió como pudo, despacio. Vió que Seb hablaba por teléfono y notó como al verla, le hizo un pequeño gesto para que entrara. Cuando el mayor divisó la comida, aún hablando sonrió ampliamente, agradeciéndole por lo bajo a Kiera. Esta última sólo hizo una pequeña reverencia, haciendo que ambos rieran.

Iba a dejar las cosas en la mesa de madera de la habitación, pero cuando observó mejor al hombre que ahora estaba recostado del espaldar de la silla de oficina, nuevamente sus pensamientos fueron a ese lugar.

Dudó, sin saber si era el momento indicado, pero mandó todo a la mierda cuando Sebastian, inmerso en la conversación que llevaba desde hace rato, se movió ligeramente haciendo que se viera más amenazante.

Kiera respiró y tomó valor en el hecho de que algo de acción les hacía falta. Amarró su cabello en una cebolla mientras caminaba hasta detrás del escritorio. Cuando Stan lo notó, inclinó la cabeza, confundido. La muchacha hizo como si no lo hubiese visto y arrodillándose delante del mayor, movió la silla donde estaba sentado para hacer su trabajo con más comodidad.

La respiración de Seb se tornó más pesada cuando supo que estaba a punto de pasar. Quiso terminar la llamada, pero sabía que no podía, no sin antes dar una explicación razonable.

La castaña por su parte se divertía viendo como Stan empezaba a balbucear respuestas a la persona con quién estaba hablando, dándole gracia como comenzaba a sufrir.

Con cuidado de no hacer mucho ruido desabrochó su cinturón, dejándolo en el suelo. Con lentitud, sin despegar la mirada de los orbes azules oscuros que ahora la miraban con un brillo lujurioso, desabrochó el botón del pantalón de vestir del mayor y con los dientes, sintiendo la erección formándose, bajó la cremallera.

Sebastian Stan One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora