Pecado

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Advertencia:

Contenido sexual: Si. [5%]

Consumo de drogas/alcohol: No

Violencia: No.

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El beso fue hambriento y rudo, dejando en los labios ajenos la descarga de un deseo que desbordaba de sus cuerpos. Los ojos se les nublaron, lo único que escuchaban eran los movimientos del otro y al ser expertas, las manos de Sebastian recorrían toda la piel expuesta.

Así como cuando la adrenalina crece al esconderse cuando se juega, los dos encontraban en su situación una estimulación más grande para no detenerse. Talvez era la noche que estaba a su favor o la luna que alumbraba tan poco como para poder escabullirse entre sus sombras. O quizás, era el mismo diablo el que sin necesidad de hacer mucho, les había dado un pequeño incentivo.

Sin embargo la diversión terminó cuando unos tacones muy ruidosos para el gusto de ambos, cada vez se escuchaban más cerca. La muchacha gruñó sintiéndose muy bien entre el calor del cuerpo de Stan y la superficie que la atrapaba a este. Sebastian se separó y lejos de estar asustado sonrió, llevando su dedo índice hasta los labios de la menor para darle a entender que hiciera silencio. Se pegó más al cuerpo de ella sin dejar de verla a los ojos y moviéndose despacio, hizo que los dos se ocultaran más entre la sombra que daba la esquina en donde estaban.

- ¡Sebastian! ¿¡Dónde estás guapo!?- La muchacha subió las cejas, mofándose de cómo había sido llamado su cómplice. Este apretó la mandíbula y se acercó aún más, iba a rozar los labios de ella, pero la muchacha movió la cabeza, haciendo que Sebastian tuviera que resoplar.

Vieron a la mujer pasar de largo sin percibirlos y cuando ésta estuvo lo suficientemente lejos, salieron de su escondite, Sebastian queriendo continuar y Hazel rindiéndose. Stan apretó su agarré haciendo que lo tuviera que ver.

- ¿Qué?- Sebastian examinaba su rostro, intentando decifrar que había pasado.

- "¿Qué?" ¿De verdad?- Se soltó del agarre del mayor y se llevó las manos al rostro, resoplando.- Creo es hora de irme.

- No.- Sebastian no entendía porqué después de estar besándolo de aquella forma, ahora se quería ir. Tenía varios problemas y uno de ellos ya le estaba empezando a doler.

- ¿No?- Hazel resopló.- No me puedes decir que hacer Stan. Ya estoy grande para eso.

- Te puedes ir cuando me digas porqué nos estás dejando a mitad.- Hazel lo vió, riendo sarcásticamente.

- Me puedo ir cuando se me de la gana. Y pues, creo que alguien te está buscando. De seguro para ocuparse de tu problemita.- Se estaba empezando a reprochar el haber caído ante sus encantos, pero, qué podía hacer, él era demasiado adictivo.

- ¿Por qué te molestas? Hace tan solo unos minutos tú estabas bailando bien entretenidamente con otro.- Sebastian ya se estaba molestando de verdad, ella no tenía derecho.

- Exactamente Stan. Tu con otra. Yo con otro. Cómo debería ser. No sé porqué siempre sigues intentando que acabemos mal.- Se giró, dispuesta a marcharse de una vez. Pero, unas manos en su cintura nuevamente impidieron sus acciones.

Quedando frente a frente, él habló.

- Porque te quiero a ti.

- No. Quieres tener sexo conmigo. Es diferente.- Stan no respondió y Hazel le empezó a doler el pecho.- Tranquilo "guapo", que de seguro con ella es mejor.

- ¿Por qué actúas como si tú no quisieras esto?- Él nunca la había obligado a nada, ella más de una vez le había seguido la corriente.

- Porque no me importa.- Mintió, cerrando los puños y fingiendo que le daba igual.

- ¿De verdad?- El Sebastian sarcástico había vuelto y sonrió, mucho más molesto de lo que ya estaba.- Eso quiere decir que si me largo y te dejo, esta vez en serio, a ti no te dolería.- La cercanía de él la estaba torturando, tuvo que dar unos pasos atrás para poder responder.

- Para nada.- Mentira. Una vez más, mentira.

Sebastian levantó las cejas, fingiendo sorpresa y la volvió a mirar, esta vez sin una pizca de amabilidad.

- Bien.- Cuando caminó hacia atrás, alejándose de la castaña, algo dentro de esta se quebró.- Buenas noches Hazel.- Está vez se sentía como si de verdad se estaba despidiéndo y eso la asustó más de lo que podría admitir.

El mayor se giró, siguió caminando y con sutileza levantó la mano, despidiéndose. Hazel gruñó por lo bajo y echó la cabeza hacia atrás, lanzando una queja leve hacia el cielo. Podría fingir que no deseaba con cada parte de su cuerpo que Sebastian llegara más allá de sus límites, aventurandose entre las prendas, explorando su piel sin ningún tipo de limitaciones. Pero no podía, no debía dejar que llegaran hasta ese punto, por mucho que su piel se erizara con cada toque.

Al final, sería todo un caos que descubrieran que la mano derecha del jefe de la compañía, se estaba viendo con la hija menor de éste. Muchos años de diferencia. Mucho espacio a acusaciones falsas. Muchas bocas hablando de ella.

Comenzó a caminar una vez que se dió cuenta que venían algunas personas y sin saludar, se dirigió a su carro, dispuesta a marcharse y dejar atrás todos los pensamientos que la aturdian.

Extrañaría a Seb.

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Corto, lo sé. Pero ando escribiendo la otra parte y pensé que les gustaría leer mientras.
Cuídense mucho en esta época y recuerden que está bien descansar.

TDG

Sebastian Stan One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora