Clothes

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Advertencia:

Contenido sexual: No.

Consumo de drogas/alcohol: No

Violencia: No.

— ¿Cuando vuelves?— Através de la cámara de tu computadora sobre el mesón, tu y Sebastian habían estado hablando por un alrededor de dos horas, simplemente acompañándose.

— La verdad es que no sé, creía que para el Lunes ya estaría en Nueva York pero el rodaje se atrasó y...¿Estas cocinando pasta?— Sonreiste mientras te girabas rápidamente a mirar al hombre que del otro lado de la llamada, se había acercado para observar mejor. Reíste al solo ver su ojo azul gigante en la pantalla.

— Si, con mi salsa especial ¿Quieres?— Sabías que a él le encantaba esa pasta, pero realmente la habías comenzado a cocinar por rutina.

— Cómo te atreves...— Reíste al escuchar su reproche.— ¿Esto que estoy presenciando es traición, señorita?— Volviste a reír más fuerte, poniendo la pasta en el plato.

— Pues no, no es traición ya que según tu para esta fecha estarías aquí.

— ¡Sabes que no es mi culpa!— Sonreiste al notar el pequeño berrinche que estaba montando.

Pusiste esta vez la salsa sobre la pasta y tomaste un pedazo de pan, sentándote en uno de los taburetes del mesón, justo al frente de la laptop.

— Y además te dignas a restregarmelo en la cara. No. Adiós. Me largo.— Rodaste los ojos riendo y echaste agua en un vaso.

— Santo, eres todo un drama queen.— Observaste a la imagen del mayor que ahora tu pantalla te proporcionaba. No le habías parado mucho pero, ya que estabas al frente de él de alguna manera, lo detallastes.

Solo se veía su torso y rostro, ya que aparentemente también estaba sentado en algún lugar. Traía un sueter azul y se había puesto una gorra hacia atrás, ocultando su cabello. Tenía una mano visible en la vídeo llamada por lo que notaste que en su muñeca descansaban un par de pulseras, entre ellas, una que tú le habías regalado. Sonreiste sin pensarlo, sintiéndote feliz por saber que si le había gustado.

— ¡Heeeeey!— Saliste de tu trance cuando la voz de Stan te llamó a la realidad. Estaba tocando el lente de su pantalla, haciendo que repetidos toques sonaran.— Preparas mi pasta favorita, cómo si fuera poco también te la comes en mi cara, dices que hago berrinche y además, no me paras mientras lo hago ¿Acaso ya quieres terminar la llamada? ¿Es eso? ¿Te aburro?

Negaste divertida por las exageraciones del pelinegro y llevándote un bocado a la boca, tragando, hablaste.

— Pues no es mi culpa que tú hayas aceptado un papel al otro lado del mundo. Además, quien se tardó para contestar fuiste tú, si al haber vamos, tú eres el que ya no quieres hablar conmigo.— Viste como Stan abrió la boca, falsamente ofendido, llevándose una mano al pecho.

— Ya está. Yo queriendo tener una linda conversación contigo y tu ahí, atacandome. Así no sé puede, estoy harto.— Soltaste una carcajada sin poder evitarlo cuando sus últimas palabras fueron en español. O bueno, un intento. El también sonrió, contagiandose.— El que me esté riendo no significa que te perdono.

— Eres todo un caso, rumano.— El asintió, orgulloso.

Tu continuastes comiendo, escuchándolo hablar de un par de cosas de trabajo. Cuando ya habías terminado y estabas bebiendo un poco de agua, por algún motivo a Sebastian se le ocurrió que era el mejor momento para vengarse.

Sebastian Stan One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora