66 A este lado del cristal

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¿No es acaso un buen motivo como para celebrar?

Desde que María José se marchó, Damián adoptó un hobby; mirar su álbum de recortes con fotos de ellos dos. Él prometió cuidarse y cerró con llave su corazón y aunque ya no reía, tampoco sentía ningún dolor. Aprendió a conformarse porque así estaba mejor. Solo que, en el pleno amanecer de la desilusión, el amor rondaba por su habitación.

Una noche y después de trabajar, acudió a la casa de Marina; semanas antes había dado a luz y quería conocer al bebé. Al llegar a donde ella vivía, fue recibido por una chica de coqueta sonrisa.

—¿Puedo ayudarte en algo?— interrogó.

Él se quedó sin palabras al recodar a una persona que tenía un físico similar a la chica ahora que lo recibía.

—¿Hola?— movió la mano derecha cerca de su cara.

—Perdón— sus pensamientos regresaron a la realidad— soy Damián Montero y estoy buscando Marina.

—Mi hermana no está y yo soy Sofía— se presentó.

—Un placer conocerte.

—Igualmente. ¿Quieres entrar? Marina no tardará.

Él aceptó y ella abrió por completo la puerta para que ingresara y caminó por detrás.

—Veo que también eres paramédico— observó su vestimenta.

—Así es.

—Gran labor la de ustedes.

—Alguien tiene que hacerlo.

—¿Las flores son para mi hermana?— señaló el arreglo que cargaba entre sus manos.

—Sí, no sabía que traerle.

La chica las sujetó.

—Les pondré agua— se alejó.

—Te lo agradezco.

—Toma asiento— habló en voz alta desde la cocina mientras llenaba un jarrón con agua— ¿te ofrezco algo para tomar?

—Así estoy bien.

La chica volvió con él y tomó asiento cerca.

—¿Cuál dijiste que era tu nombre?

—Sofía. Que poca memoria tiene usted, señor Damián Montero— la chica si puso atención a la presentación.

—Perdona, es que no sabía que Marina tuviera hermanas.

—Solo tiene una y soy yo.

—¿Y vives aquí, en Culiacán?

—En Mazatlán (playa cercana), pero vine a conocer a mi sobrino.

—Entonces estas de paso.

—Quizá me quede por tiempo indefinido.

—No soy de aquí, pero bienvenida. Espero disfrutes tu estadía.

—¿De dónde eres?

—Querétaro.

—¿Cuánto tiempo llevas viviendo en tierras culichis*?

—Unos meses.

Sofía, quien sujetaba con la mano izquierda su móvil, descubrió que tenía una llamada entrante.

—Dame un segundo— se levantó para atender.

Damián permaneció quieto, pero por la intensidad de la conversación alcanzó a escuchar una serie de frases aisladas.

Cometas por el cielo [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora