88 Pequeños momentos

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De pronto hoy ya celebramos el primer verano

Al salir de la entrevista, Brenda solo contaba con el tiempo suficiente para comprar lo que ocuparía, ya que intentaría hacer algo para comer y aprovechó ese tiempo para llamar a Javier.

—Hola Bren, ¿qué tal?— él atendió.​

—¿Estás ocupado?— ella escuchó como si fuera conduciendo.

—No, solo estoy yendo por Paula al colegio.

—Mi nena, la extraño tanto. ​

—Y ella a ti. ¿Cómo estás? ¿Cómo está María José? ​

—Estamos bien, pero necesito contarte algo. ​

—Dime.

Guardó silencio. ​

—Bren, ¿qué pasa? ​

—Me contactaron de los de exa y quieren que trabaje con ellos.

—¡Wow! ¿En serio?

—Pero el empleo es aquí, en la ciudad de México. ​

—¡Enhorabuena! Te lo mereces.

—Pero, ¿qué pasará con Paula? ​

—¿Qué hay con ella?​

—¿Con quién vivirá?​

—Contigo, como se ha hecho desde el divorcio o si quieres que se quede conmigo. No te preocupes por eso ahora, podemos llegar a un acuerdo, ¿cuándo vuelves? ​

—El fin de semana. Hablaré hoy con María José y le llamaré a mi jefe porque me debe muchas explicaciones. ​

—Okey, entonces aquí te esperamos. ​

—Los veo en unos días. ​

—Bren.

—¿Sí?​

—Aun siendo padres seguimos teniendo sueños y quizá este, es de los más grandes que tú tienes.

—Gracias Javier. ​

—Que estés muy bien y me saludas a María José. ​

—Cuídate. ​

Finalizó la llamada.

Al terminar de hacer las compras, volvió al departamento y comenzó a preparar la comida. Ella se encontraba a la mitad de la receta cuando escuchó cómo es que la puerta se abrió; María José estaba de regreso y mucho antes de lo previsto. Salió de la cocina para recibirla.

—Perdón Brenda, pero no logré convencerla de no volver tan pronto— se disculpó.

—Descuide doctor, le agradezco su ayuda.

—¿Qué se traen ustedes dos?— a María José le intrigó tanta complicidad.​

—Me retiro— se acercó a su hija para dejarle un beso sobre su mejilla e hizo lo mismo con Brenda— que estén bien— salió.

—¿Pasa algo que deba saber?— la chica continuaba interesada.​

—No, ¿cómo te fue? ​

—Bien, solo fui al médico— María José comenzó a olfatear— ¿estás cocinando? Porque se está quemando. ​

—¡Maldición!— Brenda recordó que había dejado la comida al fuego y a un paso veloz, regresó a la cocina.

—¿Quieres que te ayude?— preguntó desde afuera. ​

—No, no entres. Soy un desastre— apagó por completo las parrillas y regresó con María José. ​

—Bren, discúlpame por todo lo que te dije en la mañana y dejaré de ser paramédico si quieres, eso ya no me importa. Te he perdido tantas veces que no soportaré una más. ​

—No cookie, perdóname tú a mí, volví a ser víctima del miedo. Te dediques a lo que te dediques, te apoyaré y te daré mi vida entera.

La besó.

—¿Podemos sentarnos? Esto de caminar con muletas es agotador.

A paso lento, llegaron al sofá, pero solo María José tomó asiento. ​

—Ahora vuelvo— Brenda fue a la habitación y cuando regresó, traía entre sus manos una caja pequeña de color negro. Se paró frente María José, luego se agachó y puso una rodilla sobre el suelo— ¿te casarías conmigo?— le mostró el interior del estuche; había un anillo de compromiso.

—Bren, ¿qué haces?— se sorprendió.

—Esperando tu respuesta. ​

—Levántate, por favor. ​

—No, hasta que me respondas. ​

—Sí, sí quiero.

Brenda colocó el anillo en el dedo anular de la mano izquierda de María José y se levantó para besarla.

—Vida mía, escúchame. Me casaría contigo y me divorciaría, solo para casarnos otra vez. Quiero que seas mi esposa siempre.

Volvió a besarla.

—¿Y qué no se supone que ya estábamos comprometidas?​

—Tú me preguntaste si quería casarme contigo, pero yo necesitaba saber si tú querías casarte conmigo. ​

—¿Qué no es lo mismo?​

—Para mí no, además quería que tuvieras tu propio anillo.

—Gracias— observó su mano— esta precioso.

—Te gustará más cuando te cuente lo que tuve que pasar para obtenerlo.

—Empieza por platicarme como te fue en la entrevista.

—Trabajaré en Exa y tendré mi propio programa de radio.

—¿De verdad?— se emocionó.

—Así que ahora Paula y yo viviremos aquí, contigo. ​

—¿Javier estará de acuerdo?​

—Le llamé hace un rato y me dijo que aceptará lo que yo quiera y elijo tener a mi hija.

—¿Podrías repetir lo que una vez dijiste sobre mi fea ciudad?​

—Que es la mejor porque tú estás en ella. ​

—Te amo.

La besó.

La besó

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Cometas por el cielo [Completa]Where stories live. Discover now