77 En mi lado del sofá

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Alguien que quise y también odié

Al día siguiente, María José cumplió su palabra y de nueva cuenta, llegó hasta la habitación.

—Revisé el menú del restaurante y pensé en pedir servicio a la habitación, ¿te parece bien?

—Bren, la comida de los hoteles es horrible. Mejor salgamos.

—Solo si después miramos el fútbol porque hoy juegan mis santos contra los pumas de tu familia. ​

—Lo sé, también pensaba verlo. ​

—Entonces déjame ir por mi bolsa— Brenda se acercó a uno de los sillones para después salir del hotel. Caminaron sobre la avenida. ​

—¿Y qué tal el divorcio?​— María José inició la conversación.

—Bien. Todavía me sigue sorprendiendo lo fácil y rápido que fue.

—¿Y con Paula no tuvieron algún inconveniente?​

—No, ninguno. La custodia quedó de manera compartida.

—¿Y con quién vive?​

—Conmigo y los fines de semana esta con Javier, pero también me ayuda en las tardes a ir por ella al colegio y en las noches la lleva a mi departamento, porque volví a mi departamento— se emocionó— la casa donde vivíamos era demasiado grande.

—¿Tan pequeña y ya asiste al colegio?

—Solo son clases didácticas para niños de su edad. Empieza a practicar algunos deportes y el próximo año ingresará al preescolar.

—Y con tu programa, ¿cómo vas? ¿Lograste mejorar tus números? ​

—En eso estoy. Es difícil recuperar en pocas semanas lo que perdí durante meses, pero pronto lo conseguiré.

—Eso significa que ya valdrá la pena volver a escucharte. ​

—Probablemente. Y tú, ¿cuándo volviste al trabajo? ​

—Como al mes de todo lo que ocurrió. Me estaba volviendo loca con tanto tiempo libre.

—Y tú papá, ¿cómo está?​

—Bien. Es un hombre fuerte y me ha ayudado mucho en este proceso. ​

—Algún día te contaré lo que hizo por mí. ​

—¿Mi papá?​

—Me hizo dar cuenta de muchas cosas. No es tan malo como tú pensabas.

—La verdad es que no, solo nunca me tomé el tiempo para conocerlo. ​

—Me alegra saber que se llevan mejor. ​

—Sin mi mamá como mediadora, decidimos dejar de pelear. ​

Llegaron hasta el lugar donde pasarían el resto de la mañana. Entraron y tomaron asiento juntas. Una a un lado de la otra y cuando estuvieron lo bastante cerca, Brenda se aventuró a robarle un beso.

—Bren, no— María José interrumpió casi de inmediato esa acción— aún no me siento lista para volver a empezar.

—Te debía un beso, que rápido olvidas todo. ​

—Ese día estabas celosa de Samantha.

—¿Sigues con ella?​

—Lo nuestro es como un pacto, ella me quiere y yo le trato bien. Es una gran chica. Me gustaría que algún día la conozcas. ​

—Cuando quieras. ​

—Bren, ¿qué paso esa noche?— se atrevió a preguntar— ¿por qué me dejaste?

—Si no te molesta, no quiero hablar de eso aún, pero— buscó en el interior de su bolsa y extrajo un papel doblado por la mitad— te escribí algo. ​

Lo colocó sobre la mesa y María José lo levantó.

—¿Puedo verlo?​

—Adelante. ​

Abrió y leyó para sí misma. ​

"Sin importar lo que ocurra a partir de ahora, yo te esperaré y te daré mi vida entera... Atte. BS"

—¿Me volverás a dejar?— le preguntó al terminar.​

—No.​

María José le acomodó el flequillo detrás de su oreja. ​

—Te he echado de menos.

—Yo también.

Para el siguiente fin de semana, Brenda volvió y sintió que era el momento idóneo para sincerarse y hablar con la verdad.

—No sé si en algún momento te conté que el hermano de mi amiga Natalia es terapeuta— Brenda comenzó a hablar.

—No, no sabía.

—Hablar con él me ha servido bastante y estoy contenta porque mis sesiones son más como una plática entre amigos que yo recostada sobre un diván llorando y hablando como merolico.

Estaba nerviosa y no dejaba de jugar con el único anillo que llevaba entre sus dedos. ​

—Bren, está bien— María José tomó sus manos para contenerla— no tienes que contarme. ​

—Necesito hacerlo porque mereces saber la verdad.

—Okey.

Brenda inhaló y exhaló un par de veces antes de empezar.

—Ese día, esa noche, Javier descubrió todo. No sé qué hacía en el aeropuerto, pero nos vio. Me confrontó y luego me obligó a llamarte— las lágrimas comenzaron a vestir su cara— él me obligó a dejarte. ​

—¿Y por qué cuando fui a verte no hablaste conmigo? ¿Por qué tuvo que hacerlo Natalia?​

—Javier me amenazó. Me dijo que, si tu volvías a Querétaro o si yo te buscaba, él...

—Basta— María José la interrumpió para la abrazarla— no necesito saber más.

—Amenazó con hacerte daño y a hacérselo a mi familia— se tomó unos segundos, eran demasiados recuerdos— los meses que siguieron fueron una verdadera pesadilla, pero solo bastó con verte vulnerable para encontrar mi propia fortaleza.

—Bren— María José le limpió las lágrimas del rostro— te odié como nunca antes lo había hecho.

—Después de todo lo que te dije, merecido lo tenía.

—Cuando le conté a mi mamá, ella me dijo que no te juzgara porque quizá también la estabas pasando mal. ​

—La pasé terrible, pero eso quedó atrás. Ahora solo quisiera disculparme por lo que te dije esa noche. Realmente me encanta tu profesión, me fascina verte ejercerla y sin olvidar la parte de tu uniforme que sabes lo mucho que me gusta— entre lágrimas, sonrió. ​

—Y ya que no te gustó el que uso en el ERUM, todavía conservo uno de la Cruz Roja.​

Brenda comenzó a abrir cada botón de la blusa de María José. ​

—De hecho, me gustas más sin ellos— la besó y esta vez no fue rechazada.

—Bren, quédate conmigo. ​

—¿Esta noche?​

—Para siempre.

—Para siempre

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Cometas por el cielo [Completa]Where stories live. Discover now