43 Día cero

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Cosiendo el tiempo a lagrimas

Cuando llegó, los padres de Brenda aún dormían y Alicia fue quien abrió la puerta.

—Iré a comprar cosas para la comida, ¿necesitan algo?— preguntó María José a los integrantes de la familia Santillán después de desayunar.

—¿Puedo acompañarte?— Alicia se apuntó.

—Si, por supuesto.

Bajaron por las escaleras del edificio y abordaron el coche de Brenda. Al llegar al supermercado, la abogada bien enganchada a su profesión, inició el interrogatorio.

—¿Cómo conociste a mi hermana?

—La noche de su accidente. Mis compañeros y yo atendimos el siniestro.

—¿Y cuándo te enamoraste de ella?

—¿Disculpa?— se sintió descubierta.

—¿O me equivoco? Porque rara vez me pasa.

—¿Ella te contó?

—Es parte de mi trabajo descubrir a las personas que mienten y ustedes dos, no han sido muy discretas. Mi hermana se controla, pero tú te dejas llevar por lo que sientes; mueres de amor.

—¿Crees que tus padres lo hayan notado?

—No, para ellos solo fuiste muy amable.

—¡Qué alivio!

—Y si te hace sentir mejor, descubrí lo de ustedes desde hace mucho.

—No entiendo.

—En navidad, cuando Bren fue a Torreón, le ayudé a desempacar sus cosas y encontré el libro junto con el separador que le regalaste. Pasé varios días preguntándole quién era MJM.

—¿Te contó sobre mí?

—Absolutamente nada, ¿pero sabes cuando dejé de interrogarla?

—¿Cuándo?

La chica desbloqueó su móvil y buscó en su galería de archivos.

—Cuando le tomé esta foto— le mostró— en ese momento confirmé que había una persona muy importante en su vida y alguien así, tarde o temprano saldría a la luz.

En la imagen se apreciaba a Brenda sentada sobre un sofá y con las piernas enlazadas entre sí. Sobre ellas tenía el libro y con ambas manos sujetaba el separador. Miraba todo con demasiada atención y una sonrisa se le notaba en la boca.

—Pero lo nuestro inició después de sus vacaciones.

—En esa fecha mi hermana ya estaba enamorada y quizá no quería admitirlo.

María José recordó una plática que tuvo con Brenda meses atrás, cuando le contó que ella en navidad ya sentía amor.

—¿Y sabías que MJM era una mujer?— continuó.

—Lo llegué a pensar porque tú escritura no parecía a la de un hombre, pero en ese momento, me intrigaba más saber quién había logrado atravesar la Javi-burbuja de mi hermana, sin importar el género. Nunca he tenido inconveniente con eso.

—Javi-burbuja— a María José le pareció gracioso el término.

—Por esa razón sentí demasiada emoción al conocerte.

—Lo noté.

—Y estoy contenta de que Bren se haya enamorado de ti. El único problema con su vida, es que no es valiente.

—¿Por qué lo dices?

—Ella merece un amor así, un amor libre, un amor sin etiquetas, sin apariencias, pero sobre todo, un amor sin complejos y mi hermana trae varios en su cabecita que, de haberse desechos de algunos, estaría viviendo ese amor contigo.

—Tal vez solo necesita un poco más de tiempo.

—Tiempo que ya no tiene porque si Javier ya era un hombre controlador, te aseguro que lo será más. Detesto todo el poder que tiene ese tipo sobre ella, por eso me emocionaba la idea de que alguien más ocupara su corazón. Los días que anduvo en Torreón, Bren fue otra persona. Estaba feliz y lo transmitía, pasaba las horas cantando, en comparación de hace dos meses cuando ella y Javier fueron a visitarnos para contarnos sobre su compromiso, otra vez fue la misma de siempre; un ser infeliz. Mi hermana no debería de conformarse con amores así.

—Nadie tendría que hacerlo.

—Y aun no respondes mi pregunta.

—¿De cómo la conocí?

—De cómo te enamoraste.

—Ocurrió en la noche que salíamos a cenar para festejar su cumpleaños— respondió— nos invitó a Damián y a mí.

—¿Damián es el chico de ayer?

—Si.

—¿Es tu novio?

—No, terminamos hace unos días. Estuvimos diez años juntos, pero apareció tu hermana y me revolvió el corazón.

—¿Por qué dejaste que se casara?

—No iba a ser yo quien le negara la posibilidad a una niña huérfana de tener una familia.

—Javier sabía que de esa manera podía presionar más y mi hermana cayó en su juego, aunque pensándolo bien, Brenda siempre ha sido así; una cobarde. Como fue un bebé prematuro, mis padres han sido muy sobreprotectores y eso provocó que creciera con la necesidad de tener a alguien a su lado. En Torreón estuvo muchos años con Antonio, un tipo de casi dos metros, bastante feo y la trataba pésimo. Cuando ella llegó aquí conoció a Javier, ese al menos es guapo, pero el mismo tema de ser un patán y de repente apareces tú, su príncipe azul, pero en mujer. Puedo imaginar la gran batalla interna que tuvo consigo misma.

María José se dedicó a escuchar; siempre le gustó saber más sobre Brenda.

—¿Quién la protege de sus propios prejuicios? Ella es como una niña que no sabe qué está bien o qué está mal. Solo espero que mi hermana algún día se ame tanto como tú lo haces.

—Conservaré la esperanza.

—Y ahora, ¿qué harás?

—Supongo que tendré que acostumbrar mi vida a vivir sin su mitad.

—Debe ser muy difícil ver a la persona que amas, con alguien más.

—Por eso, en cuanto se me sequen las plumas me marcharé.

—¿A dónde?

—Aún no lo defino, pero no puedo seguir cerca de Bren.

Alicia tocó su hombro.

—Tranquila, te pondrás bien, pero tienes el corazón roto.

Optó por cambiar el tema de conversación para no agobiarla más.

—¿Y de comer? ¿Qué cocinarás?

—Un par de veces le preparé a Brenda sopa azteca y quiero que tu mamá la pruebe.

—¿A mi hermana le gustó?

—Le encantó o al menos eso dijo.

—Será un golpe duro para mi madre— Alicia bromeó.

—¿Cuál?

—El saber que su hijita querida ya tiene quien le prepare su comida favorita.

María José recibió una llamada a su móvil, dudó en contestar, pero la lada de aquel número era proveniente de la ciudad de México, pensó que quizá sería algún integrante de su familia*.

María José recibió una llamada a su móvil, dudó en contestar, pero la lada de aquel número era proveniente de la ciudad de México, pensó que quizá sería algún integrante de su familia*

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Cometas por el cielo [Completa]Where stories live. Discover now