14 El libro

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Dame una sonrisa y no te olvidaré

Poco después de las ocho de la mañana y en vísperas de navidad, Brenda salió de casa.

—¡Hey cookie!— la descubrió afuera— ¿qué estás haciendo aquí?— interrogó emocionada.

—Quiero llevar a hermana mayor al aeropuerto.

—Ya pedí un taxi. No ha de tardar en llegar.

—De hecho, se acaba de ir, pero no te agobies, le pagué el servicio.

—¿Y que no se supone que entrabas a trabajar desde muy temprano?

—Estaré ahí por cuarenta y ocho horas, creo que puedo llegar un poco tarde. ¿Nos vamos?— cogió la maleta y la acomodó en el interior de la cajuela de su auto.

—No era necesario que vinieras— argumentó.

—No iba a permitir que la última persona queretana que te despidiera en el aeropuerto, fuera el conductor de un taxi.

Abrió la puerta del copiloto.

—Pero tú no eres de Querétaro.

—Tu tampoco— le respondió— y entra ya, que debes tomar un vuelo.

Y tras casi una hora de trayecto, llegaron al aeropuerto. Descendieron del coche.

—Tengo algo para ti— María José le entregó un obsequio decorado para la ocasión.

—¿En serio?— sintió pena por no poder compensar el detalle— no compré nada para ti.

—Bren, los regalos se agradecen, no se corresponden.

—Gracias, pero no debiste molestarte— sujetó el detalle y lo guardó en el interior de su bolsa de mano.

—Ojalá te guste.

Brenda documentó su equipaje.

—Disfruta mucho a tu familia y cuando vuelvas, aquí estaré, esperando por ti— María José la abrazó y luego su mejilla besó. Con la nostalgia acampando en sus pupilas, la vio marcharse.

Ese, era el primer vuelo del día. Estaba programado para despegar a las 10:30am y llegaría a su destino pasado el mediodía. Antes de guardar su equipaje de mano en las gavetas del avión, Brenda sujetó el regalo y al tomar asiento, retiró todo el papel que lo envolvía. Era un libro y en su interior, encontró un separador con una frase escrita a mano: Asómate a mi ventana porque, aunque parezca pequeña, podrás ver lo grande que es mi mundo. Atte. MJM.

Leyó un par de capítulos en el tiempo que duró el vuelvo y al arribar en su natal Torreón, su familia ya la esperaba y mientras su padre conducía el auto, la chica aprovechó para notificarle a María José sobre su llegada, pero no obtuvo respuesta. Al llegar a casa, Alicia, su hermana mayor, se ofreció para ayudarle a desempacar las pocas cosas con las que viajó y de inmediato se encontró con el libro.

—Uno más para tu aburrida colección— al hojearlo, provocó que el separador apareciera.

—Deja eso— Brenda intentó quitárselo.

—Hermanita, ¿quién es MJM?

—Nadie.

—Cuéntame. ¿Estás engañando al idiota de Javier?

—No.

—Deberías hacerlo y por dos razones. El primero porque es un patán y el segundo porque MJM tiene bonita caligrafía.

Brenda no respondió.

—¿Y es española?— Alicia continuó.

—¿Por qué crees que se trata de una mujer?— la chica se inquietó.

—Más bien ¿por qué asumes tú, que yo pienso que es mujer?

—Porque hiciste la pregunta en género femenino.

—Me refiera a la persona. ¿La persona es española?

—No.

—Tienes serios problemas, hermanita.

—¿De qué estás hablando?

—Las sesiones de autoconocimiento son los viernes de tres a cinco de la tarde. Has una cita y con gusto te ayudaré con el miedo que le tienes a las relaciones homosexuales.

—Yo no tengo inconvenientes con nadie.

—No mencioné que tu problema fuera con los homosexuales. Tu problema, es que tienes miedo de conocerte, de descubrir quién eres y terminar involucrada con una mujer, es por eso te aferras tanto a los hombres y te enamoras del primer barbaján que te pasa por enfrente.

En ese momento, Brenda recibió un mensaje de texto, Alicia dejó por un lado el libro que aun sujetaba, tomó el celular de su hermana que estaba cerca de ella y observó el remitente.

—Y hablando de cierta persona, MJM aparece— le entregó el móvil.

Brenda leyó el mensaje con singular alegría.

—Y ya estás perdidamente enamorada— expresó al descubrirla sonriéndole a la pantalla.

—Te equivocas— bloqueó el dispositivo y lo dejó por un lado.

—Sabes que soy como un perro sabueso y siempre tengo razón.

—¿Y si te vas de mi habitación?

—¿Y si mejor me quedo para ayudarte con lo que no quieres admitir?

—Haz lo que quieras, pero cállate— Brenda siguió acomodando sus pertenencias.

—¿Ya me contarás?— Alicia retomó.

—No.

—Me estas obligando a emplear métodos pocos éticos y estarás aquí el tiempo suficiente porque yo necesito saber quién es esa persona que te deja sin aliento con un simple mensaje de texto.

—Buena suerte con tu investigación.

—Mi olfato de abogada me dice que el reinado San Martín está por terminar.

—¿Quieres saber quién es?— Brenda desesperó y dejó de hacer lo que hacía para hablar con su hermana— solo es alguien que conocí hace unos meses, nadie relevante.

—Hermanita yo te creo— Alicia tomó de nueva cuenta el libro— yo creo que no sientes nada por MJM, ¿pero no crees tú que lo correcto sería decírselo?— sustrajo el separador— porque esa persona quiere que conozcas su mundo— le mostró la parte que estaba escrita a mano— y eso, no se le dice a cualquier individuo— le entregó todo— piénsalo y cuando quieras hablar, estaré para apoyarte.

—Sabes, durante muchos años creí que estabas loca, pero ahora ya no tengo la menor duda.

—Yo también te quiero— salió de la habitación.

Los días siguientes, Brenda la pasó de maravilla con su familia, quizá como hace mucho no lo hacía y cada que tenía un momento para sí misma, leía aquel regalo que se convirtió en su favorito. Una ocasión y sin querer, la chica observó más tiempo de lo normal el separador, su hermana lo notó y capturó el momento en una simpática fotografía.

Alicia: Quédate con quien te haga sonreír como una tonta😜.

Alicia envió una fotografía

Brenda: Ja... Ja... Ja... 😑 Llegó la comediante.

 😑 Llegó la comediante

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