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Bien, no quiero ser la típica perra que se quejaba de todo o que venía a unas vacaciones solamente para pasarla de mal humor, pero me molesta y no puedo seguirlo ocultando bajo una sonrisa de "no es la gran cosa".

Hace dos días desde que tuvimos nuestra conversación con Adam acerca de ser parte de esas sesiones y entrevistas de su familia; y desde hace dos días que nos hemos cruzado solamente a la maldita mañana o a la hora de la cena y el almuerzo (y bendita sea la suerte si nos cruzábamos en ambos en un día). Yo misma lo incité a participar más tiempo con su familia, pero nunca llegué a pensar que estarían de entrevista en entrevista y de reunión en reunión. Clásicamente podría asegurar que me acaba de salir el tiro por la culata.

Pero no quería quejarme. No lo haré o si no pareceré la típica que se queja por cosas que ella misma hizo. No le arruinaré el viaje a él ni mucho menos a su familia, sorpresivamente incluyo a Adela también en esta lista.

La mayor de los hermanos no es que no haya querido, simplemente no ha tenido tiempo suficiente para largar su veneno hacia mí. Vivía entre reuniones y las últimas preparaciones para su boda como para ocuparse de mí quién ni siquiera su hermano le daba la hora.

Me hablé con Thalía y Kira por el grupo comentándole las últimas noticias por el grupo de whatsapp y les mandé una foto de mi vestuario para la boda. Una vez que hice entrar como pude mi teléfono en el pequeño bolso de mano, me vi por última vez en el espejo de cuerpo completo de la habitación y alisé mi vestido.

Como era una celebración formal, decidí comprar en una de las tiendas de por aquí un vestido azul marino, de tiras finas, escote recto, apretado en la cintura y caía no tan pomposo en la falda plisada. Era bastante simple a decir verdad, pero lo compré porque quedé especialmente enamorada de la espalda, la cual era descubierta con varias tiras que la atravesaban dándole un toque más sensual y elegante. Combinaba a la perfección con mis zapatos negros de tacón y mi cabello rubio que caía lacio hasta la mitad de mi espalda. No me había puesto tanto maquillaje y aun así me encantaba el resultado.

La puerta de la habitación se abrió y, con una pequeña esperanza de que fuera Adam, me asomé y escondí lo más que pude mi cara de decepción cuando vi a Lilith con un lindo vestido coral, entrar a la habitación.

— ¡Nova pero si estás hermosísima! —exclamó al verme.

—Tú estás también muy hermosa —alagué.

Lilith se encogió de hombros como si no fuera la gran cosa y corrió su cabello negro de su hombro con una sonrisa orgullosa.

En estos últimos dos días estuve compartiendo mucho tiempo con ella. Es divertida, dulce y bastante positiva. Me agrada y, no son mis palabras ya que ella me lo dejó saber muchas veces, yo le agrado a ella también.

Aunque no lo sepa, me salvó de estas vacaciones.

— ¿De casualidad sabes dónde está Adam? —pregunté.

Lilith, quién estaba absorta buscando algo en su bolso, levantó la vista confundida, ladeó la cabeza de un lado al otro dudosa y se volteó a verme para contestar.

—Creo que estaba en una reunión con papá y que de ahí se irían directo a la recepción —contestó.

—Ah... —Asentí lentamente apretando los labios para no poner una mirada decepcionada.

Lilith notó esto y me sonrió.

—Lo sé, mi hermano es un imbécil, yo sugiero que le des una patada en las bolas —comenzó con una sonrisa emocionada.

No pude evitar reír y llegué a la sala de estar.

—No lo haré, pero ganas no me faltan —bromeé.

No me llamo Cenicienta [Princesas Modernas #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora